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Cuando volvió a casa, Key se sentó a su lado y mientras lo abrazaba le contó que fue donde Minho, que era hora de terminar con ese pasado que aún seguían arrastrando.
Desesperación y tristeza llenaron su corazón; desesperación por saber si Minho iría a buscarlo a decirle lo que pensaba y tristeza porque lo conocía tan bien que sabía que ese ser humano sensible que estaba oculto en su interior sufriría mucho.
Los días pasaban y aunque sintiera desesperación, cada día iba reduciendo, porque empezaba a entender que quizás ahí fue el punto de quiebre entre los dos, entendía que no volvería a verlo jamás, que cualquier lazo que tuvieran estaba simplemente quebrantado.
Al final sentía que, como Minho ya sabía todo y ya no tenía más secretos con él, podía avanzar y dejarse amar por esa tímida muchacha que jamás se alejó de su lado cuando más la necesitó estuvo ahí, y en su corazón podía sentir ese sentimiento crecer con los días, hacerse más fuerte con cada detalle.
Y aunque la espina aun estuviera ahí, el pasado simplemente lo había dejado en paz, ya no sentía tan pesada la carga que llevaba y el aire se sentía menos contaminado, los días parecían más soleados aunque ya fuera invierno y el cielo siempre estuviera totalmente encapotado.
Un nombre que aunque ya no pasaba y repasaba su mente una y otra vez, era simplemente inolvidable, que siempre tendría su espacio y esas letras gravadas en su ser completo. Alguien que parecía debilitarse y desaparecer en su recuerdo al paso de los días.
—¿Estás bien? —preguntaba ella y Taemin coge su mano y la obliga a sentarse a su lado.
—Sí, porque tú estás conmigo y porque son los cumpleaños de Heseol —la sonrisa de Krital lo ilumina—. Y porque siempre me preparas budín —sonríe y Krital resopla.
—¡Aish! ¿Sólo por el budín? —se levanta y cuando quiere irse Taemin cogía su mano y la obligaba a sentarse otra vez.
—Y también porque sé que aceptaras que esta noche salgamos a cenar porque además ya hice la reservación —un rostro extremadamente feliz de Kristal y un Taemin que entendía que eso significaba un sí.
—Ok, pero después de que recojamos todo después de la fiesta de Heseol ¿Sí?
—¡Hecho!
Un Taemin feliz que continúa armando las cajitas con dulces y juguetes para los niños, era el cumpleaños de uno de sus pequeños, mejor dicho el más pequeñito de todos que cumplía tres años y le recordaba tanto a Yoogeun por su forma tan cariñosa de ser, además de estar regalando besos a todo el mundo.
Jonghyun llega primero con su hermosa nena en manos y la dejaba en el piso para que pudiera jugar con sus pequeños amigos.
Suspira al ver a Taemin rodeado de sus seis pequeñitos, aunque en sus ojos podía ver que él también parecía ser uno más de ellos.
Sin querer recuerda la semana entera que estuvieron en el hospital hasta que le dieron de alta, recuerda cuando junto a Key lo contuvieron por semanas enteras mientras parecía esperar a que Minho hiciera su aparición.
Sinceramente Jonghyun aún espera que Minho llegue y le ponga un punto final a esa historia que aun suplicaba por un final. Ve a Taemin darse un beso con Kristal y aunque hacían una hermosa pareja, aunque conocía el amor que Kristal pregonaba y el amor que Taemin sentía por ella, aun así deseaba verlo junto a Minho, algo en su interior quería verlos juntos una vez más y que fuera para siempre. Quizás deseaba eso porque esa felicidad era diferente a la que vio crecer y hacerse infinita mientras aún vivía con Minho.
El sabor de esa felicidad era tan diferente, no parecía luchar contra nada a tal punto que juraba que desaparecería con el soplido del viento. Pero eso sólo lo pensaba él.
—Tengo miedo —decía Taemin después de librarse de hacer las cajitas de golosinas para los niños y poder quedarse un momento a solas con Jonghyun.
—Tranquilo, es sólo decir lo que sientes —le guiña el ojo—. Ella te ama y seguro te dirá que sí.
—Eso espero —hace un puchero y Jonghyun le aprieta un cachete.
—No creo que te ame y te diga que no, es tonto e ilógico —Taemin ríe avergonzado.
—¡Aish! Me siento inseguro... es todo —se defiende.
—Pues no tienes razones para sentirte así.
—A veces pienso que Umma te paga para que me vean casado mañana mismo —dramatiza y Jonghyun ríe escandalosamente al ser descubiertos.
—Sí, bueno, la paga es excelente —una cara y una expresión que Taemin sabe lo que significan.
—Ajj serán unos desvergonzados —se lamenta imaginando las cosas sucias que seguro eran la paga que Jonghyun recibía de su primo.
Una hermosa fiesta colorida que empieza cuando Key llega con el pastel principal y una enorme sonrisa pintada en sus labios.
La diversión con los payasos que dejan a los cuatro descansar un momento y deleitarse al verlos sonriendo tanto y esas risitas que eran tan agudas y melodiosas, se sentían tan contentos de estar ahí, compartiendo ese precioso momento en silencio, sin decir nada pero admirando la misma belleza.
La pequeña fiesta terminaba y después de tomarse todos juntos una foto, Key y Jonghyun se encargan de que Taemin y Kristal salgan a tiempo a esa cena de la que Taemin habló tanto tiempo.
Un restáurate lujoso que los esperaba y ellos entraban todo nerviosos, sobre todo Taemin que tenía demasiado miedo, casi al borde de enloquecer.
La deliciosa cena y una hermosa velada acompañada con música de un pianista que parecía saber el tipo de música que necesitaban para embellecer un poco mas ese momento tan especial. Un camarero que lleva el postre y Kristal que rompe en llanto cuando ve un anillo sobre la cereza del helado.
—¿Kristal, quieres casarte conmigo? —pregunta Taemin temeroso de ser rechazado, aun así lo hace y siente un gran peso abandonando su corazón cuando la ve asentir mientras se limpiaba delicadamente sus lágrimas.
Existo sólo por ti y sólo para ti.
Aquella frase que lo significó todo para él, una promesa que aunque fue quebrantada, aun así seguía en su interior, tan ardiente e intensa como la primera vez que la escuchó de los labios de aquel que le juraba el universo entero y en esos días que vivieron juntos se lo había entregado. Jamás había quebrantado ni una sola promesa, sólo esa, porque se encargó de hacerle sentir tan feliz, tanto que ahora esa felicidad parecía una ilusión que a veces creía que fue sólo cosa de su imaginación y sus fantasías. Aunque ese para siempre era también parte de ese paquete de promesas incumplidas.
Para siempre.
—Te amo Taemin —palabras que le hacen volver a la realidad—. Te amo desde que te conocí, en la escuela —la mira y recuerda sin muchas ganas aquellos días, pero eso no hace que nuble la hermosa confesión que escuchaba de ella—. Desde esos días mi amor nunca cambió, nunca pensé siquiera un minuto en olvidarte y no me importaba amarte desde las sombras, nunca creí que este día llegaría, tanto que aún no lo puedo creer.
No sabía qué decir, porque quizás no había nada que decir. Por eso sujeta su mano sonriendo porque el anillo aun tenia helado y aun así estaba poniéndoselo. Helado incluido.
—Sabes que si no sintiera amor por ti no estaría haciendo esto —desliza con calma el anillo gracias al helado—. Te amo.
—Yo también te amo.
Una situación que no creyó que volvería a vivir, pero estaba sucediendo y lo mejor de todo era correspondido por alguien que siempre estuvo ahí, dándole amor sin importar nada y ese mismo amor era el que estaba recibiendo y parecía curar su corazón, haciéndole sentir vivo una vez más. Un sentimiento que él correspondia y que entregaba sin mezquinarse, porque se lo debía, porque ella curaba su triste alma quebrantada y ahora parecía una vez mas un ser humano, gracias a su amor.
Palabras suficientes que los invitan a sentirse completos, aunque Kristal conocía a la perfección el lugar que ocupaba en su corazón y también sabía que hiciera lo que hiciera jamás conseguiría ese lugar intocable. Días que lo vio desde lejos y cada día sin falta lo veía llegar a la escuela junto a su amado que lo trataba como si fuera de cristal y ese beso tan largo que tenían de despedida que era lo que terminaba diciéndole que siempre seria sólo una espectadora y nada más. Días en los que veía sus ojos brillar, un brillo que sólo tenían los ojos de aquellos que estaban realmente enamorados, lo sabía, porque ella sabía que tenía ese mismo brillo aunque no era correspondida. Y a pesar de haber sido testigo del rompimiento de aquel amor, sabe lo que significa amar a alguien de verdad y entendía que Minho aún seguía en esos ojos, pero aun así, aunque pequeño, tenía su lugar en esos ojos y daría lo mejor de sí misma para seguir viéndose en ellos.
Y ahora no le importaba ser el segundo o quizás el último lugar en su lista de personas amadas, poco o mucho, no importaba demasiado, no cuando tenía la oportunidad de quedarse a su lado recibiendo su cariño sincero.
Sabía que su amor no se comparaba con el de Minho, pero aun así quería amar con toda su alma, y se jura a si misma que así será, que no competirá contra algo tan difícil de vencer, tan sólo lo amará con todo su corazón y nada más.
Besos que comparte en la oscuridad de esa habitación, caricias que vienen y van en busca de algo más que espera poder continuar. Un te amo y un te deseo tanto que parecen bastarle para perderse en ese cuello mientras esas manos se deshacían lentamente de su ropa. La luz de la luna que los iluminaba desde lo alto esperando que ese amor se hiciera fuerte para sobrevivir.
Un amor puro que Taemin siente por ella en cada parte de su ser. Lo podía reconocer, porque sabía lo que era amar, lo había aprendido hacía ya tanto tiempo y ese acto era sólo parte de lo que implicaba amar. Y la amaba.
Besos y caricias que les hacían volar tan lejos que no creían que en realidad estuviera sucediendo. Y así era. Podían irse tan lejos mientras esas fuertes sensaciones se adueñaran de sus cuerpos. Un fue mi primera vez que es una prueba más de que es amado y se siente tan feliz de poder verse en sus ojos, aunque sin palabras se disculpaba con ella por ese pasado que aun parecía presente, pero que esperaba que se quedase donde debería estar, guardado bajo llave en lo más profundo de su ser, mientras ese amor por ella se adueñaba de su ser completo y se perdía en sus dulces y hermosos ojos.
Una vergüenza que llega después de hacerlo y días en los que dicen que repiten sólo para quitársela de encima.
Días que parecen sacados de un sueño que creía que jamás volvería a vivir, sensaciones sacados de un cuento de hadas que le hacen creer que estaba soñado, pero ella apretándole los cachetitos le decía que era real y él le robaba besitos por ser despertado al mejor sueño que pudo tener.
—Amor, llegó otra solicitud —dice Kristal sabiendo cómo era que Taemin no se tomaba bien eso de dejar en adopción a sus pequeños, pero no le podía esconder algo tan importante.
—No quiero que nadie más se vaya —se recuesta en su regazo y Kristal acaricia sus cabellos—. No lo soporto aunque entiendo, pero me duele —una parte de él que conmovía al mundo entero y Kristal en su ignorancia apenas atinaba a regalarle caricias cuando se ponía tan sensible y triste.
—Sabes que es lo mejor para él —deja un suave beso sobre sus cabellos, de repente se siente como si fuera su madre—. Cariño, existimos para darles felicidad y un hogar es eso.
Aunque ya no hay lágrimas de por medio, Taemin sorbe la nariz al escucharle decir esas palabras. Palabras que se quedan grabadas con fuego en ese corazón que parecía recomponerse, aunque aún le faltaban un par de piezas. Aun así.
Palabras que le dejan pensando días y noches enteras, una idea loca que se asoma traviesa por su mente, pero antes de hacer locuras quería hablar con Key, a quien ya no veía muy seguido porque andaba ocupado con su nueva colección y con su pequeña hija que no quería dejar en una guardería y la llevaba como su trofeo a todas partes.
—¿Y esa cara? —pregunta Key sonriendo desde su cómoda posición mientras agradecía ese masaje sobre sus hombros que Jonghyun le daba todo feliz.
—¿Te preocupa tu luna de miel? —se mofa Jonghyun y Taemin hace un puchero.
—¡Yah! —se queja como un niño y les lanza un cojín que les llega de lleno.
—Te recuerdo que seré tu padrino y si sigues así tu luna de miel será en el desierto —le amenaza Key acomodándose el cabello para estar perfecto para su Jonghyun que le dejaba un dulce beso en la cien—. Y serán pasajes sin retorno.
—Pff ¡No vale! Ustedes son los que molestaron, cuando yo estaba aquí pensando qué decir —otro puchero se hace presente.
Key ríe divertido, eso era gracias a Kristal, de la que Taemin no dejaba de hablar nunca y peor si no le contestaba las llamadas era bombardeado de mensajes que aunque lo hastiaran le hacían sentir tan bien, le hacían sentir que tenía alguien que se preocuparía más que él mismo. Increíble, pero debía admitirlo, era Kristal como su madre, pero parecía entender a la perfección cuando serlo y cuando ser su prometida.
Le agradece tanto que este curando las heridas en el corazón de su primo, estaba agradecido que después de aquel incidente las pastillas que Taemin solía tomar para calmar su dolor en el corazón estuvieran completas y ya no fueran tan necesarias.
Paris.
Y en ese mismo momento decidió donde los enviaría de luna de miel. No le importaría gastar dinero, no si eso era lo poco que podía hacer para demostrarle a Krital lo agradecido que estaba de que apareció en la vida de su primo y le hiciera sonreír tanto, como si realmente estuviera curándole.
—Me da pena que mis bebés se vayan con otras familias —otro puchero y Key cree que aún viven en ese pueblo al que jamás volvieron, con su primo tan jovencito y tan mimado, tan poco realista y tan aventado en todo.
—¿Alguna vez leíste para qué sirve la fundación? —Jonghyun intenta seguir con sus masajes como si nada.
—¡Aish! Ya sé, leí mil veces ese documento, pero...
Un Key que se pone tenso y Jonghyun que no sabe cómo salvar a Taemin de una regañina más que segura.
—Quiero adoptar a mis cinco bebés.
Palabras que hacen que el piso de Key se mueva y no sepa como rayos regañarle si estaba a punto de llorar, si ese puchero con el que contenía sus lágrimas era simplemente conmovedor.
—¿No son seis? —pregunta Jonghyun algo curioso.
—Sí, pero adoptaran a Heseol —una voz que se quebranta y que esos dos corazones se resquebrajan al verlo derramar lágrimas.
Sólo ellos sabían lo que significaba cada lágrima que bañaba ese rostro, sólo ellos conocían esa tristeza que tan sólo ellos podían reconocer detrás de esa felicidad.
Un secreto que se llevarían a la tumba, un secreto que les hacía doler el alma.
El secreto que juntos, los tres, lloraban sin lágrimas.
Y aunque esa felicidad que tenían era real, esa pérdida no la olvidarían y estaban seguros de que podrían vivir con un poquito de tristeza escondido detrás de sus sonrisas.
—Tranquilo —Jonghyun lo abraza y Taemin se esconde en su pecho a llorar.
Eran ya pocas las veces que se dejaba ver de esa forma; tan vulnerable, tan humano y tan débil. Sólo con ellos dejaba salir esas lágrimas cuando se sentía un niño perdido y no sabía qué hacer para solucionar sus problemas.
Esa carga seguía siendo demasiado pesada para los tres.
Key ve llorar a su primo y aun no puede creer que Minho ni se haya aparecido, y aunque era cruel prefería pensar que era un hijo de puta al que no le importaba nada, pero sabía que no era así, sabía que estaba sufriendo en algún rincón oscuro, lo sabía y le dolía que aún no terminasen con ese episodio tan triste de sus vidas.
—Vamos a pensarlo ¿Sí? —al fin pudo moverse y sentarse a su lado y acariciar su espalda.
—Pero no quiero que nadie más se vaya —sigue hipando y Key ve la cara de pena de su esposo, pero le cuesta tanto decir que no a esa petición silenciosa.
—¿Entonces cerraremos la fundación? —pregunta para hacerle pisar tierra.
—No —responde rápido y asustado—. Pero al menos quiero que los cinco se queden a mi lado.
—Entonces pensaremos en la adopción —comenta Jonghyun y Taemin separa el abrazo y sonríe mientras se limpia las lágrimas.
—¡Que sea mañana mismo! —abraza con fuerza a Jonghyun haciéndole reír y luego deja un beso en la mejilla de Key—.¡Gracias! ¡Son tan buenos!
Chillaba y se ponía de pie todo feliz. Sin dejar que alguien dijera algo más sale de esa hermosa casa con la única intensión de contarle a Kristal lo que acababa de suceder mientras seguro vería a los niños jugar con su cachorrito Hombre Araña que parecía incansable y vivía alegre con tantos niños mimándole, cuidándole como lo más preciado.
La noche no era tan fría pero sentía cómo el aire fresco intentaba colarse por su chaqueta y auto abrazándose corre a casa. Y cuando está a unas cuadras siente una leve llovizna caer junto a un ventarrón que movía de un lado a otro las hojas secas que caían de los árboles.
Acelera el paso y cuando está cerca, a unos metros, puede verlo, puede reconocerlo. Era él.
Minho.
Un paso más y siente que está cerca del fin de esa historia que ya no era solo suya, algo en su interior se lo decía.
Lo ve fumar y es mandado al pasado, pero esos recuerdos ya no parecen torturarle tanto, al contrario le arrancan una pequeña sonrisa al recordarlo fumar en las noches cerca de la ventana de esa pequeña habitación que solían compartir como pareja.
Y sería mentira pensar siquiera en que no lo extrañó en todo ese tiempo...
—Será por Yoogeun y por tus caprichos —decía Minho mientras abría la ventana y se sentaba en una silla, y antes de encender su cigarro le miraba—. Tus caprichos que me encantan —Taemin reía y como cada que veía esa expresión tan hermosa en su rostro, se acerca y se sienta sobre sus rodillas y Minho siempre intentaba resistirse, inútilmente, pero al menos lo intentaba.
—¿Y para mí? —preguntaba abrazándose a su cuello y Minho se hacía al duro.
—No hay nada para ti —con la fuerza de un titán desviaba su rostro para no ser comprado por esos dulces besos que eran su perdición—. Porque no me dejas fumar en la cama mientras te abrazo —un puchero que Taemin adora y besa después de sujetar su rostro entre sus manos.
—Es porque Yoogeun a veces entra y duerme con nosotros —vuelve a robarle un beso—. Y no quiero que se acostumbre al vicio desde tan pequeñito...
—Tú eres mi vicio —ambos reían y al fin Minho le dejaba profundizar ese beso que tanto estaba deseando.
—Los vicios son malos ¿Sabes? —rosaba su rostro con el de Minho que parecía un gato, porque suspiraba y ronroneaba con cada caricia que recibía, habiéndose olvidado por completo de su segundo vicio que se consumía entre sus dedos.
—Tú no y cada segundo me hago más adicto a ti —acariciaba su cintura con su mano libre, sus dedos que se escabullían debajo de esa camiseta de motitas de colores.
—¿El amor es una adicción? —pregunta de repente, sintiéndose demasiado extraño por esas palabras que le hacía pensar en locuras que podrían pasar en esa misma silla.
—Yo creo que sí —un beso que profundizaban lentamente.
Un deseo que se convirtió en el deleite de ese beso con sabor a tabaco que disfrutaba desde lo más profundo de su ser. Un cigarro que comparten junto a unos besos mientras observaban el hermoso panorama nocturno de estrellas y duendes que jugaban en el cielo.
Mientras estaba pensando en si debía o no tocar aquella puerta que le traía demasiados recuerdos una fuerte briza le hizo girar el rostro y lo vio a tan sólo unos pasos. Minho lo ve y agradece que no salga corriendo, porque le había tomado tanto tiempo y tantas fuerzas aparecer ahí, que sabía que media vida se le había ido en eso.
Taemin seguía avanzando hasta casi quedar delante de él sin saber qué hacer o qué decir, ni siquiera se sentía capaz de mirarle a los ojos. Sentía nervios, miedo, pánico, terror de tenerlo ahí a tan sólo un par de pasos, porque no sabía a lo que estaba enfrentándose. No sabía y le daba miedo.
Un paso que los acerca un poco más y Minho siente que es el hombre más feliz y el más miserable del mundo al tener a Taemin ahí, con esa actitud que le conmovía, con esa capacidad que tenía para moverle el piso con sólo una mirada y hacerle creer que podía ser el dueño del mundo con sólo su presencia. Su ángel sin alas, su ser que se adueñó hacia tanto tiempo de su corazón, su amor que era capaz de hacer lo que fuera con tal de verlo feliz y ese amor que se convirtió en su devoción, ese amor que fue capaz de darle la mayor felicidad y pudo crear el milagro que ahora era el único que estaba en su mente y corazón.
Una mirada intensa que le obliga a subir el rostro. Unos ojos que le dicen demasiadas cosas, tantas que no sabe cómo sentirse, ni que decir o hacer.
Minho toma su mano y sin mediar palabras lo dirige a su auto. Taemin sube y no puede evitar sonreír un poco al verlo ponerle el cinturón de seguridad, una acción que le hacía recordar esas atenciones extremas en esos días tan hermosos que aún le parecían un sueño.
Comparten una mirada antes de que Minho arranque y conduzca hacia donde no tiene la menor idea. Tanto que decir, tantos sentimientos encontrados y acumulados por decir, pero ese silencio parecía suficiente por el momento.
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