Daron, un ángel para Nathalia...

By jane_n_johnmest

1.8M 151K 16.4K

LIBRO COMPLETO✓ Una joven normal, con una vida normal. Abandonada por su madre, pero amada y protegida por su... More

Sinopsis
Para ti, querido lector
Book tráiler
Epígrafe
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 9
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 17
Capítulo 21
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 28
Capítulo 42
¿Qué te ha parecido la historia?
¿Qué sigue después de esto?
Capítulo 46
Capítulo 47
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Extras
Capítulo 48 [+18]
Capítulo 49
Capítulo 18
Capítulo 19

Capítulo 40

21.3K 2.1K 208
By jane_n_johnmest

NATHALIA

—Llegamos.

Susurra suavemente en mi oído, mi piel se eriza en cuestión de segundos y al abrir los ojos me encuentro con los suyos; tan hermosos como dos grandes estrellas en el firmamento.

Me observan misteriosamente.

Él me sonríe, porque seguramente estoy contemplándolo como una estúpida, embelesada por el orgullo que me causa. Mis mejillas se entibian con el calor que se ha plantado en ellas y ruego porque él se dé cuenta del efecto tan arrebatador que causa en mí el solo hecho de que me mire como lo hace.

No quiero verme obligada a tener que decir con palabras lo que me dicta el corazón. Me pone a salvo en el suelo y dándome la espalda agrega:

—Estás sana y salva, como prometí siempre mantenerte —dice—. Nos vemos.

Qué puñalada siente mi corazón.

—Sabía que no te quedarías, pero ¿Tan pronto debes irte? —Mi voz suena a pura decepción.

No deseo que se marche.

—No puedo quedarme más tiempo del que se me ha permitido.

—¿Por qué no decirme desde un principio la verdad? —suelto una risita nostálgica.

Qué pesar tan grande.

—Nathalia... —Lo interrumpo.

—Necesito que sepas algo antes de que te marches...

He decidido confesar aquello que me atormenta y que no quiero asumir en voz alta. Lentamente lo veo girarse por completo y sus ojos vuelven a encontrarse con los míos, me observan en completo silencio; las facciones de su rostro no expresan nada más que neutralidad y misterio.

—Desde que te fuiste... —Un nudo se atora en mi garganta y cierro los ojos para deshacerlo y poder continuar—. Supe lo que es estar sin la persona que amas y el significado de tener que resignarte cuando no deseas hacerlo.

Me quedo en silencio y agacho la mirada, para ver si en el suelo puedo encontrar la valentía que está a punto de escaparse.

—Es tan verdadero ese dicho... —continúo—. Uno no sabe lo que tiene hasta que lo pierde. No quiero aceptar esto en voz alta, pero ya he decidido abrir la boca, así que simplemente lo diré. Mis sentimientos hacia ti se han convertido en lo que más temí.

Hago una pausa para examinar su mirada, pero no logro percibir algún cambio en ella, ninguna reacción en su postura, ningún gesto en su rostro ante mis palabras.

—¿Y qué es lo que temías?

—Amarte... —musito en un tono bajo, para evitar que mi voz se quiebre—. Te irás y no regresarás, no dejarás lo que hayas conseguido allá por estar conmigo, sabiendo que no soy eterna al igual que tú, ¿verdad? —El dolor está ahogándome—. Pero no importa, de todos modos, quiero decirlo y que lo sepas. Te amo, te amo y estoy dispuesta a vivir solo para a hacerlo.

—Oh, Nathalia... —Su voz se ha vuelto más ronca y el brillo en sus ojos se manifiesta sin pena.

Los nervios me matan.

—Entiendo que no puedes quedarte conmigo, de verdad que lo entiendo —aprieto los nudillos de mi mano.

El silencio reina en estos momentos y me parece eterno.

Necesito escuchar por lo menos un: "me quedo a tu lado", "no sabes cuánto te amo" o simplemente un "no me interesas, vete a la mierda".

—No sabes cuánto hubiese deseado escuchar estas palabras en una instancia diferente a esta, cuando podía quedarme contigo —agrega—. Pero ahora que no puedo, lo dices —añade con lamento—. He hecho una promesa y si la rompo... —camina hacia mí—. Ni siquiera podría estar contigo cuando me necesites. No puedo quedarme, aunque lo desee y anhele con todo mi espíritu. Creo que tu confesión ha llegado un poco tarde, ¿no lo crees?

Mi labio inferior tiembla.

Escucharlo decir eso me hace sentir como una idiota sin remedio. He desperdiciado la oportunidad de haberlo tenido a mi lado, todo por no haber aceptado antes lo que era evidente. Estoy destinada a quedarme sola y me lo merezco. Quiero gritarle ahora mismo y mandarlo a un lugar desconocido, pero me he dicho a mí misma que lo entendería. Además, esta decisión no es su culpa, sino mía. Tiene razón, mi confesión ha llegado demasiado tarde.

—Tienes a Lysander —manifiesta en una suave entonación—. Está enamorado de ti y con él puedes vivir una vida sin restricciones, llena de la normalidad que no puedo darte.

No puedo creer lo que acabo de escuchar. Johnvid ha sido mi mejor amigo por años, no puedo creer que me diga esas palabras, creyendo que yo tendría algo romántico con él. No puedo amarlo, aceptar un amor romántico proveniente de él, no está en mis planes.

Mi corazón eligió y no puedo obligarlo a deshacer su elección.

—Eso nunca pasará, lo sabes.

—Nathalia...

—Eso es todo lo que quería decirte, eres libre de marcharte —Me ha herido el orgullo, y también el corazón.

Camino en dirección a la casa, recorriendo el pequeño camino que conduce hasta la puerta principal y lo hago sin mirar atrás. La garganta me pica y de mis ojos quieren brotar las lágrimas; frustración es todo lo que tengo.

Entro a la casa, sin llaves ni nada, la puerta no contiene seguro y la verdad no me preocupa el por qué, tampoco hay mucho que robar. Cierro detrás de mí, prácticamente azotándola. ¿Estoy enojada? Creo que sí, más no con aquel de cabellos rubios dorados y ojos verdes, sino conmigo.

Ahora sí deseo caer en manos de alguien que termine de matarme, porque es justo lo que estoy deseando; la muerte. Mi cerebro tiene razón, hacerle caso al corazón solo me ha dejado como una estúpida y me ha abofeteado con todas sus fuerzas en el rostro. Decir que he quedado destrozada es poco. Estoy tan dolida y tan herida, que siento que en cualquier momento se abrirá una llaga en lo más profundo de mi interior.

Lo he perdido y todo ha sido mi culpa, por no actuar cuando debía, cuando simplemente debí aceptar mis sentimientos por él. Me apoyo en la puerta y me deslizo sobre esta, para luego caer sentada en el suelo. Ni siquiera tengo lágrimas para derramar en este preciso momento; no son capaces de salir de mis ojos.

Escucho unos suaves golpes y levanto la mirada, no estoy segura de haber escuchado bien, pero ahí están otra vez. Quizá es él, tal vez está esperando a que abra la puerta y entonces me besará y me dirá lo mucho que está dispuesto a hacer por este amor que siento, que se quedará conmigo y todo será como queremos.

Vuelvo a ponerme de pie con toda la dignidad del mundo y con el corazón a punto de un paro cardiorrespiratorio. Una sonrisa invisible se planta en mi rostro. Abro la puerta, pero mi expresión es pura decepción. No es él quien está frente a mí, es Johnvid.

El aire se me va y vuelvo a sentir esa sensación de vacío.

Miro por sobre su hombro para buscarlo con la mirada, pero me percato de que ya no está y solo quiero encerrarme a llorar.

—No sabes que tan preocupado estaba por ti —Se abalanza contra mí y me abraza.

Correspondo a su abrazo, pero no me preocupo por prestarle atención, solo miro hacia donde estaba Daron hace unos segundos.

—¿Estás bien? —pregunta al mismo tiempo que se separa de mí y asiento por inercia—. Pasaron semanas desde que te fuiste con ese demonio, intenté encontrar de mil formas, pero no pude hacerlo hasta que Daron vino a buscarme.

Me hago a un lado para que Vid entre y cuando lo hace, vuelvo a cerrar la puerta, con la más grande desesperanza que jamás he sentido en mi vida. Solo puedo comparar este sentimiento, con aquellos días en los que mi muerte estuvo demasiado cerca.

—Tenía que verte y supuse que estarías aquí —comenta.

—Daron me trajo.

—Ya veo —sonríe.

El silencio se apodera del ambiente y no hago más que ir a tirarme al sillón. Estoy cansada, agotada, física y emocionalmente.

—¿Tienes hambre? —cuestiona.

—Estaba secuestrada, pero el demonio era considerado —digo—. No tengo hambre.

La verdad no tengo ganas de nada, más que de dormir y no despertar nunca más.

—Gracias, Vid, pero solo quiero dormir para siempre en estos momentos.

—¿Pasó algo? —inquiere con preocupación y niego con la cabeza—. Nathalia, sé que no es el momento, pero yo... —hace una pausa—. Tengo que hablar contigo sobre lo que Desmond dijo.

No necesito lidiar con eso ahora, estoy en un momento en donde puedo ser muy cruel y no necesito lastimarlo. Así que, me adelanto a cambiar la dirección de la conversación.

—¿Alexander es tu hermano? —pregunto solo para desviar el tema, aunque creo saber la respuesta.

—Sí —suelta un suspiro.

—¿Por qué estás tan enojado con él y viceversa?

—Por algo que pasó hace un tiempo —Sus labios se aprietan, formando una recta línea.

—¿Y por eso me dijiste que había muerto?

—Porque así fue —responde—. Y así tenía que quedarse. No te mentí en eso.

—¿Y por qué Aileen lo dijo?

—Porque también está molesta conmigo por ese asunto.

—¿Qué asunto, Johnvid? No me escondas nada, por favor.

Suelta un suspiro y toma asiento a mi lado.

—Alexander se separó de nuestros principios como magos y por eso no lo he mencionado —Se apresura a decir—. Tenemos prohibido a hacerlo, cuando alguien de nuestra familia hace cosas malas.

—Supongo que entiendo —digo encogiéndome de hombros y el silencio se hace de nuevo.

La verdad es que me siento algo incómoda, su cercanía ahora me perturba, porque tengo miedo de que sea cierto lo que ese demonio dijo y lo que Daron tanto afirma.

—Necesito hablar contigo —insiste—. No me evadas, por favor.

—¿De qué? —suspiro—. ¿Tiene que ser ahora? Estoy cansada —finjo un bostezo.

—No puedo esperar más, Nathalia. Es mejor que hablemos las cosas de una vez.

Lo miro unos instantes, con una ligera mueca en el rostro.

—Está bien —acepto a regañadientes.

Echo la cabeza para atrás y me acomodo en el sillón, mientras mis ojos se posan en su rostro y mi cabeza descansa sobre el respaldo del sofá.

—Lo que dijo Desmond es cierto —Su manzana de Adán baja cuando traga saliva—. He estado enamorado de ti y nunca me atreví a decírtelo, por cobarde, por miedo a perder tu cercanía, por muchas cosas. Pensé que fingir ser alguien que no era y ser tu mejor amigo, me acercaría más a ti y con ello lograría que te dieras cuenta de mis sentimientos.

—No puede ser... —digo apartando la vista—. ¿Qué nos hace pensar a las personas que esconder nuestros sentimientos y no decir lo que sentimos a ese otro ser humano que profesamos amar, hará que este por sí solo se dé cuenta de lo que sentimos? —cuestiono sin mirarlo—. ¿Cómo se suponía que yo debía adivinar eso?

Cuando no se dicen las cosas en el momento adecuado, se pierde todo. Soy un claro ejemplo de un desenlace patético y doloroso.

—Supongo que somos seres estúpidos e irracionales... Te quiero demasiado y quiero que seas feliz, lo quiero más que nada en este mundo —toma mi mano y dirijo mis ojos hacia su agarre.

Que martirio es estar en esta situación.

—Por eso deseo que estés con alguien que te haga feliz y vele por esa felicidad que tanto anhelas.

Lo observo a los ojos.

—¿Y ese alguien eres tú? —Le cuestiono.

Me muestra una sonrisa y se encoge de hombros.

Claro que él piensa que es ese alguien puede ser él, pero si algo tengo claro, es que nunca podré estar con él de esa forma.

—Vid, has sido mi mejor amigo por años, saber esto me incomoda... Además, sé que te has dado cuenta de que tus sentimientos no pueden ser correspondidos. Mi corazón ya eligió otro y no puedo cambiar eso y tampoco deseo hacerlo.

Eso seguramente le ha dolido, pero él ha escogido un muy mal momento para hablar de esto. Yo estoy dolida porque Daron se ha ido una vez más y me ha dejado muy en claro que yo he perdido cualquier oportunidad con él.

—Lo siento mucho... —Me disculpo.

Me levanto del sofá y camino en dirección a la habitación.

—Daron no va a volver, Nathalia —dice interrumpiendo mi andar—. Él mismo ha elegido que me des una oportunidad.

—Pero Daron no decide sobre mis sentimientos, lo hago yo.

Lo dejo con las palabras en la boca, sin darle tiempo de seguir hablando. No deseo saber nada más sobre el tema, he tenido mucho por hoy y siendo sincera me harté de todo. Es momento de que la Nathalia egoísta aparezca, esa a quien le importa una mierda el mundo.

Me derrumbo sobre la cama.

La habitación todavía huele a pintura fresca y el olor del químico penetra abruptamente en mis fosas nasales. Pienso que será suficiente respirarlo, para morir de alguna intoxicación o asfixia, pero claro que eso no funciona tan rápido como quiero.

Cierro los ojos con la esperanza de no volverlos a abrir, sin importar haber dejado a un Johnvid destrozado en la vacía sala de esta pequeña casa, sentado en un sillón viejo, seguramente pensando en lo miserable que he sido con él. No se lo merece, pero no puedo obligarme a intentar nada, aunque Daron me lo haya dicho y se lo haya dicho a él. Es imposible verlo como algo más que no sea un amigo. Es un hermano para mí y de cierta manera, me duele que se haya fijado en mí de esa forma.

¿Por qué yo? No soy dueña de ninguna belleza deslumbrante, no poseo el estereotipo de cuerpo perfecto. Mis ojos son extraños, imperfectos, disparejos en color, entonces pienso que, tal vez por eso, un ángel como Daron no se fijaría en mí.

Cierro los ojos y lo único que veo es oscuridad, mientras mis oídos escuchan como la puerta principal de la casa se cierra. Los abro nuevamente. Johnvid seguro se ha marchado y no me siento culpable por ello. No me da remordimiento haber dicho lo que dije, porque es la verdad y no tengo por qué mentirle.

Dar esperanzas no es lo mío y tampoco es lo correcto.

Él perfectamente ha podido formular sus propias conclusiones y esperanzarse así mismo, creyendo en un futuro en el que no existe la posibilidad de un "él y yo", debe saber que no es posible. Así que es mejor matar esa esperanza de una vez por todas, que seguir dándole un par de alas que nunca tendrá, aunque jamás se las he dado.

El único que me interesa de una y mil formas, es Daron y se ha ido. No puedo dejar de pensar en él, ni siquiera con los ojos cerrados. Aún puedo verlo frente a mí, como si mis ojos lo estuvieran observando en vivo y en directo. Nunca pensé que llegaría a sentirme de esta manera solo por él.

Maldito ángel caído.

━━━━━━━━━━━━ ━━━━━━━━━━━━

Por favor, apóyame en redes sociales también ♥

Continue Reading

You'll Also Like

175K 15.3K 38
¨Aprendí que el amor te consume por completo, que hasta podría llegar a matarte¨ Hay personas que nacen con dolor y hay otras que van hacia él, Alyss...
87.6K 11.5K 69
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
13.7K 832 29
"Ella sólo quiere poseer mi alma, Y yo solo quiero 10 segundos para remediar esta condena ".
246K 17.8K 27
Escucho pasos detrás de mí y corro como nunca. -¡Déjenme! -les grito desesperada mientras me siguen. -Tienes que quedarte aquí, Iris. ¡Perteneces a e...