Atraccion Intensa

By DeamLove

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Pensaron que seria solo una noche, pero ni a eso llego. El encuentro entre ellos dejo una intensa Atraccion y... More

Prologo
Cap 1
cap 2: Demasiado sola
Cap 3: Reencuentro
cap 4: ¿Has encontrado otro hombre?
5: Sabe la verdad
6: Lorenzo
7: Madam Myra
8: El hombre al que habia estado esperando
10: Esto me esta empezando a gustar
11: Siempre que quieras
12: Como todo un ladron profesional
13: Hospital
14: ¿Me miras a mi y la ves a ella?
15: No puedo soportar la idea de perderte a ti tambien
16: Resultados de la Biopsia
17: Tres veces Si
18: Quiero decirle la verdad
19: A Ti
20: Quiero Todo
21: Celestinos
22: Lo siento
23: Te quiero a pesar de todo
24: No queria que lo perdone
25: No valgo la pena
26: Le habia robado el alma
AVISO IMPORTANTE

9: le quitaria la inocencia

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By DeamLove

—¿Qué tal estoy?

Rosana se había cambiado de conjunto tres veces y se había recogido y soltado el pelo otras tantas.
Su amiga Daiana, la persona con la que había compartido todas sus
confidencias desde los diez años y a la que por supuesto le había hablado de Julián, estaba tumbada en su cama y sonreía encantada.

Se había casado con su amor de la universidad, vivía en una preciosa casa junto al río y estaba embarazada de siete meses. Tenía motivos para sonreír encantada.

—Yo creo que con esos pantalones te ves estupenda y apretada camiseta
negra y las sandalias de tacón te quedan de maravilla.

Rosana sopló para apartarse el pelo de la cara.

—Estoy muy nerviosa —confesó.

—Tranquilízate y pásatelo bien. Te va a invitar a cenar, ¿no? A ti siempre te ha gustado salir a cenar por ahí.

—No estoy yo ahora para pensar precisamente en comida. No me puedo quitar de la cabeza lo que tenemos de postre. Tendrías que verlo. No me puedo creer que yo, la pequeña Rosana Rubio, me vaya a acostar con un hombre que lleva un tatuaje y un piercing en el pezón.

—A mí me parece que tiene mucho morbo —sonrió su amiga—. ¿Lo conoces lo suficiente como para fiarte de él? —añadió poniéndose seria.

No, la verdad era que no porque Julián jamás hablaba de sí mismo.

—Creo que esta noche lo voy a conocer muy bien —contestó sin embargo.

—Ya lo creo. Bueno, será mejor que me vaya antes de que venga a buscarte —dijo su amiga levantándose de la cama.

Rosana la acompañó a la puerta.

—Llámame mañana para contármelo todo —dijo Daiana.

—Lo haré.

—Quiero saber hasta los detalles más tórridos —rió su amiga.

—¿Quieres que escriba el Diario sexual de la pequeña Rosana Rubio?

—No es mala idea —contestó Daiana ya al volante de su coche—. Pásatelo bien.

—Te puedo asegurar que lo voy a intentar —contestó Rosana.

Una vez a solas, se dijo que, si por ella fuera, se saltaría la cena y se iría directamente a la cama con Julián, pero no podía decirle eso.

Julián llegó diez minutos después, completamente vestido de negro y con el pelo peinado hacia atrás.

Estaba impresionante.

Para colmo, le entregó una rosa de pétalos blancos y rojos.

—La florista me ha dicho que se llama «Fuego y hielo» y me ha parecido
curiosa —le explicó mientras ella la olía.

—Gracias —contesto Rosana pensando que era la segunda vez que le regalaba flores.

Le hubiera gustado besarlo, pero no tuvo valor para hacerlo.

—¿Tienes todo lo que necesitas? —le preguntó Julián

—Sí —contestó Rosana señalando la bolsa de viaje que había preparado.

—Entonces, vámonos —sonrió Julián tomando la bolsa y avanzando hacia su furgoneta.

Rosana lo siguió.

Su cita de cena y sexo estaba a punto de empezar.

A Julián no le parecía que la cita estuviera yendo muy bien.
Aunque había reservado mesa en el mejor restaurante de la zona y estaban cenando a la luz de las velas, la comunicación entre Rosana y él no estaba fluyendo con naturalidad.
Julián suponía que Rosana estaba nerviosa por lo que iba a suceder aquella noche, pero él también lo estaba porque quería estar a la altura de las circunstancias.

—¿Te he dicho lo guapa que estás?

—¿De verdad? Me he cambiado tres veces de ropa —confesó Rosana
jugueteando con su chuletón.

—Yo he salido de compras —admitió Julián señalando la camisa que llevaba.
Rosana lo miró con los ojos muy abiertos.

—¿Te has comprado ropa nueva para salir conmigo?

—Por supuesto. No quería salir contigo pareciendo un pordiosero.

—Estás guapísimo —le aseguró Rosana—. Bueno, siempre lo estás.

—¿Tú crees? —dijo Julián poniéndose en pie y sentándose junto a ella.

—¿Qué haces?

—Sentarme a tu lado —contestó
Julián.

—Esto es muy pequeño para los dos —rió Rosana.

—Ya nos las apañaremos.

Rosana se colocó con la espalda apoyada en la pared para poder girarse hacia él y, al hacerlo, sus piernas se tocaron.

—Creo que voy a probar tu chuletón.

—No te va a gustar.

—¿Por qué?

—Porque está muy hecho y tú lo has pedido poco hecho.

—Da igual, hay que probar cosas nuevas y salvajes —sonrió Julián—. Vamos, atrévete —añadió.

—¿A qué, a tomarme un trozo de carne cruda? —dijo Rosana acercándose a él y batiendo las pestañas en actitud coqueta—. ¿Te das cuenta de que es mi primera vez, de que soy virgen en esto de la carne poco hecha?

—Déjame que te muestre los placeres de la carne —sonrió Julián cortándole un trozo de su chuletón.

—Dios mío —suspiró Rosana abanicándose la cara con la mano como si se hubiera sonrojado.

Se miraron a los ojos y se rieron, encantados de su chiste personal, de las bromas que estaban compartiendo.

—¿Por qué decidiste venir a vivir aquí? —le preguntó Rosana de repente.

—¿Cómo?

—¿Por qué te viniste a vivir a El Hoyo?

—repitió ella untando un trozo de patata con crema agria y ofreciéndoselo.

—Porque soy un tipo nervioso y me apetecía cambiar de aires —mintió Julián aceptando la patata.

—¿Y por qué a una pequeña población?

—Me la recomendó un amigo.

—¿El hombre con el que llegaste?

—Sí, se llama Zack —contestó Julián dándole una gamba de su plato—. Es la única persona que conozco y le encanta este lugar, pero vive en la ciudad de Bs As.

—¿Lo conoces hace mucho?

—Más o menos —contestó él dando un trago a la cerveza e intentando sonar
natural.

—¿Dónde lo conociste?

—En una reunión india —mintió Julián.

Excepto por el hecho de que los dos tenían sangre india, Zack y él no se
parecían en nada.

—Daiana Blum es mi mejor amiga —dijo Rosana.

Julián agradeció que se pusiera a hablar de ella.

—Tiene suerte de tenerte como amiga.

—Yo también tengo suerte de tenerla a ella como amiga. No sé qué haría sin ella.

—Sí, es bonito tener amigos —dijo Julián sintiéndose muy solo.

—Sí, lo es —dijo Rosana probando el arroz de Julián—. Me alegro de que nos estemos conociendo.

Julián se sintió culpable. Se estaba haciendo pasar por un buen hombre, por alguien digno de su confianza y no era así. No debería haberla invitado a salir, pero ya era demasiado tarde porque la deseaba con demasiada intensidad.

Y Rosana, de momento, lo necesitaba.
Era una mujer inocente y él le iba a robar aquella inocencia, pero aquella noche se necesitaban mutuamente y no debía sentirse culpable.

Tenía que disfrutar del momento aunque sabía que no se merecía a aquella mujer. No debía permitir que su pasado destrozara aquella noche, aquellos recuerdos, aquellas horas en las que Rosana iba a ser suya.

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