26: Le habia robado el alma

4.7K 328 24
                                    


En el día más importante de su vida, Julian estaba junto a Federico Ryder, ambos vestidos de esmoquin y esperando en la puerta de la diminuta capilla de El Hoyo.

Los alrededores estaban llenos de flores y el sol había comenzado a bajar pintando el cielo estival con pinceladas de oro, naranja y azul.

—Estás muy bien, Rossini—le dijo el policía.

Julián le había pedido que fuera su padrino. Qué ironía. A un policía federal.

—Tú tampoco estás mal.

—¿Cómo? Estoy estupendo.

Julián sonrió.

—Para lo mayor que eres, lo estás.

El inspector lo miró con dureza, pero era sólo una pose porque sus ojos lo miraban divertidos.

—Ten cuidado, jovencito, porque podría darte una buena paliza cualquier día de éstos.

—Cualquier día, pero no hoy. Hoy no quiero peleas.

Ryder asintió y se quedaron en silencio, observando una ardilla que trepaba por
un árbol cercano.

—Tengo noticias de tu familia —dijo el policía por fin.

—¿De mi hermana? —preguntó Julián con el corazón en un puño.

—Son buenas noticias. Se casó con su novio hace aproximadamente un año y están esperando su segundo hijo.

—¿Y su primer hijo? —preguntó Julián.

—Me han dicho que está enorme —contestó Ryder haciendo el amago de encenderse un cigarrillo, pero cambiando de idea en el último minuto—. Son muy felices.

Julian sintió que se le saltaban las lágrimas.

—Me gustaría que les dijeras que yo también lo soy.

—¿No prefieres hablar tú con tu hermana por teléfono personalmente?

—Es más fácil que lo hagas tú por mí —contestó Julián.

Si hablaba con María sobre Javier, lo único que iba a conseguir iba a ser echar todavía más de menos a su hijo.

—Déjalo en mis manos —dijo Ryder.

—Gracias. Te prometo que todo va a salir bien, que no lo voy a fastidiar.

—Claro que sí, y yo te prometo que el programa de protección de testigos va a hacer todo lo que esté en su mano para que jamás te ocurra nada —contestó el policía mirando el reloj—. Será mejor que entres, ya va siendo la hora.

La capilla estaba llena de amigos que habían acudido aquel día especial, testigos de la unión de Julián y Rosana. Allí estaban, en primera fila, Dalila y Harold.
Lorenzo, encargado de llevar las alianzas, esperaba en la entrada con una preciosa niña que llevaba las flores, y Daiana era la madrina.

Cuando apareció la novia, Julián no pudo apartar los ojos de ella. Rosana llevaba
un tradicional vestido blanco con velo a juego.
Cuando llegó a su lado y le levantó el pelo, se miraron a los ojos y, en aquel preciso instante, Julian recordó el encantamiento Wichi y supo que Rosana ya le había robado el alma.

No era el momento de besarla, pero le dio igual. Se inclinó sobre ella y le rozó los labios mientras daba gracias a Dios por darle a aquella mujer que le había devuelto las esperanzas con su amor y su confianza.

Ambos se giraron hacia el cura, listos para casarse, para enfrentarse al mundo y a sus miedos, para compartir sus sueños y para convertirse en marido y mujer.




Fin

Atraccion IntensaWhere stories live. Discover now