25: No valgo la pena

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Julian sabía lo que estaba sucediendo.

A pesar de lo que había hecho, Rosana lo seguía queriendo, pero su lealtad y su
amor no hacían más que demostrarle lo egoísta que era con ella.

—No me apartes de ti —le suplicó ella.

—¿Cómo puedes seguir queriéndome?

—¿Quieres que te castigue? ¿Quieres que te juzgue? Ya has pagado por tus errores, ya has cumplido tu condena en la cárcel y has testificado contra la mafia.

—¿Te haces una idea de la vida que te espera a mi lado?

—Estoy deseando averiguarlo —contestó Rosana mirándolo a los ojos.

—Deberías pensártelo —dijo Julián sentándose, pues le temblaban las piernas—. Mi vida está llena de mentiras. La última vez que vi a mi hermana, cuando nos despedimos, no le dije que tenía que ingresar en prisión sino que le dejé creer que el programa de protección de testigos me iba a llevar a un lugar seguro inmediatamente.

—¿Para que no se preocupara por ti? ¿Y qué hay de malo en eso?

—Tampoco le conté a mi esposa que me vi involucrado en un asesinato. Gabriela sabía que quería dejar la organización de su padre, pero no tuve el valor de admitir lo que me había abierto los ojos.

—Lo hiciste para protegerla.

—Lo hice para protegerme a mí mismo porque me daba miedo que dejara de
quererme si sabía la verdad.

—Pero entre nosotros es diferente. Estás siendo sincero conmigo.

—Sí, pero he estado a punto de irme. Si no hubiera sido por el policía que cuida de mí, ahora mismo estaría en otro lugar.

Sorprendida, Rosana dio un paso atrás.

—¿Cómo sé te ha pasado eso por la cabeza?

—Tenía miedo de que dejaras de quererme, tenía miedo de perderte.

—No me has perdido. Estoy aquí.

Julian la miró y la vio más vulnerable que nunca.

—Piénsalo, Rosana. Si te conviertes en mi esposa y la mafia me encuentra, el programa tendrá que sacarnos de aquí a toda velocidad y tú, al igual que yo, tendrás que cambiar de nombre y convertirte en otra persona.

Rosana se estremeció.

—No volverías a ver a Daiana, Lorenzo no volvería a ver a Jorge y ni siquiera podrías volver a visitar las tumbas de tus padres. Tendrías que destruir incluso las fotografías de tu infancia, adiós a tu vida.

—¿Y si nunca te encuentran? Entonces, podríamos vivir aquí tranquilamente
y…

—No vale la pena que te arriesgues por mí -la interrumpió Julián—. No valgo la pena.

—No digas eso —dijo Rosana cruzándose de brazos—. ¿No esperarás que te deje de querer y que te deje ir?

—Lo que quiero es que consideres la situación y que pienses en lo que es mejor para tu hermano.

—¿Por qué me haces esto?

—Porque mi vida puede terminar haciéndote sufrir. Hasta ahora, lo único que me importaba era que me quisieras y que me perdonaras por los delitos que he cometido, pero también tenemos que tener en cuenta tu futuro y el bienestar de Lorenzo.

Atraccion IntensaWhere stories live. Discover now