¿Y qué ocurrió con Peter Pan...

By Over_Rainbows

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La historia del niño que nunca crecía pasó de generaciones a generaciones, cuento tras cuento... ¿Dónde está... More

¿Y qué ocurrió con Peter Pan?
PERSONAJES
Capítulo 1🌟
Capítulo 2🌟
Capítulo 3🌟
Capítulo 4🌟
Capítulo 5🌟
Capítulo 6🌟
Capítulo 7🌟
Capítulo 8⭐️
Capítulo 9🌟
Capítulo 10🌟
Capítulo 11 🌟
Capítulo 13🌟
Capítulo 14🌟
Capítulo 15🌟
Capítulo 16 🌟
Capítulo 17🌟
Capítulo 18🌟
Capítulo 19🌟
Capítulo 20🌟
Epílogo 🌟
HECHOS✨FACTS SOBRE EL LIBRO
De mi parte para ti...

Capítulo 12🌟

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By Over_Rainbows


—Niña, ¿Por qué lloras?—Moira sintió su cuerpo estremecerse al escuchar una voz detrás de ella. Una voz que, extrañamente, sí llegó a reconocer.

El portador de la misteriosa voz se acercó lentamente hacia ella y Moira giró sobresaltada al sentir su presencia detrás de su espalda. A pesar del susto, no escapó. Él se agachó y sacó un pañuelo del saco rojo que siempre traía puesto consigo y secó las gotas que aún quedaban sobre el rostro de Moira. La menor no se inmutó ante el tacto ajeno. Tan solo se dedicó a observarlo pendiente de cada paso que el capitán fuera a dar. Sabía que James Garfio no era una persona de confiar y, para ser sincera consigo misma, se encontraba tan destruida en cuanto a la cuestión emocional que no tenía ganas siquiera de salir huyendo o de enfrentarse a un combate más.

—No... yo n-no.—Moira tartamudeo ante la pregunta del capitán sin poder contestarla. Estaba cansada de mentirse a sí misma en cuanto a lo que pensaba, sentía o creía. Los ojos de la menor volvieron a humedecerse.—Sí, estoy llorando.—Finalizó.

—Las niñas valientes como tú no deberían llorar...

Moira alzó el rostro ante las palabras del capitán. ¿Valiente? ¿Lo decía en serio o solo era un tonto halago para fingir ser amable?

—¿Qué es lo que quiere?—Preguntó de manera cortante y desconfiada.

¿Cómo siquiera había llegado a Londres? ¿Quién le había contado acerca de su paradero?

La presencia del capitán solo indicaba problemas y Moira ya tenía suficiente con los suyos. Además, no le tenía ni una pizca de miedo.

—¿No puedo consolar a una dama?—El capitán guardó su pañuelo y se volvió a incorporar quedando frente a Moira en una postura neutral.

—Dudo mucho que alguien como usted siquiera sepa lo que es tratar a una dama.—Gruñó.—O me considere como una.

El Capitán asintió ante las palabras de Moira con indiferencia.

—Tal vez, querida Moira Darling, podrías confiar un poco más en las personas.—Se encogió de hombros.—Aprender sobre la confianza es muy importante.

—¿Confiar en quién? ¿En usted?

—No claro que no. Eres muy joven para confiar en un viejo como yo. Todos los adultos mentimos.—Argumentó el mayor.—¿Por qué no confías un poco más en ti misma?

¿En mí?

Moira ocultó la mirada. Sabía que no debía darle a notar al capitán señales de debilidad o ingenuidad, pero tampoco podía evitarlo. No confiaba en nadie ni en nada. Ya no quería hacerlo. Ni siquiera confiaba lo suficientemente en ella.

—No quiero nada que tenga que ver con usted, si eso es lo que pretende.—Moira se apresuró a desviar el tema.

—Ahora puedo notarlo. Estas en aprietos. ¿No es así Moira?—Ella aguantó la respiración al escuchar su nombre, pero no alzó la mirada.—No te preocupes, todos alguna vez solemos estarlo. No te gusta este lugar. Llegar a casa solo te traería problemas con tu madre y no te sientes con la confianza suficiente para enfrentarlos.—La menor cerró los ojos y apretó sus párpados añorando que las palabras del capitán Garfio se detuvieran. No quería escucharlo.—Bueno, ¿Y has pensado en escapar?

—¿Escapar?—Moira alzó la mirada. Parecía que el capitán era capaz de leer sus pensamientos y aquello sí que le asombraba.

—Si, toda persona tiene que escapar a un refugio en un momento como este.—El capitán comentó.—Ah ya, claro que lo tienes. ¿No es así?

—¿Lo tengo?—Murmuró la castaña.

—¡El escondite de Peter Pan!—El nombre del muchacho provocó que algunas lágrimas traviesas escaparan de los ojos inocentes de la menor captando la atención del capitán.—¿Qué pasa? ¿Y ahora por qué lloras?

—No tengo ningún plan de escape, capitán.—Admitió la menor.—No tengo a dónde ir.

—Es una pena que no tengas un refugio. Toda persona necesita uno a donde ir cuando no tiene la suficiente confianza para enfrentar los problemas.

Moira depositó toda su atención en el Capitán quien parecía hablar en serio.

—¿U-usted...–Se animó a tomar la palabra.—¿Usted tiene uno?

—Claro que sí.—Afirmó.Mi refugio es el mar, la proa, la popa.—Sonrió.—Mis marineros y yo encontramos nuestro refugio navegando sobre las olas y realizando diversas batallas.

Moira no pudo evitar imaginar el olor de la brisa del mar y el sonido de las espadas chocar, transportándola a aquella vez en que los niños perdidos obligaron a los piratas a nadar y a abandonar el navío. Sin duda alguna una gran batalla digna de recordar.

—¿Tú quieres tener un refugio?

Moira se estremeció ante la pregunta de James Garfio.

—Y-yo...

¿Qué más le quedaba? No tenía a dónde ir. No tenía un hogar. Ni siquiera sabía con certeza en quién podía confiar.  ¿Qué de malo tenía el querer pertenecer a un refugio, a un lugar?

—Los piratas nos tenemos los unos a los otros.  Siempre. Es la primera ley de convivencia sobre el mar.

Moira no podía negar que la idea de proponerle al capitán unirse al refugio le parecía realmente tentadora en aquellos momentos.

—Capitán...—Llamó.

—Tú deseas volver a Nunca Jamás, ¿No es cierto?—La castaña asintió de manera pausada.—Es verdad que la vida parece nunca acabar ahí. Es totalmente ajena a los verdaderos problemas. Es un gran refugio, tal vez los indios...

—No quiero pertenecer a los indios.Moira interrumpió la idea mirando al capitán con seguridad.—Capitán, me gustaría se parte de su refugio.



—¿Moira?—Wendy llamó a la sombra que se reflejaba a través de la cortina. —Moira, ¿Eres tú querida?

Peter Pan  apretó los parpados de sus ojos al escuchar la débil y ronca voz de su portadora, intentando convencerse de que esto podía tratarse de un error aunque su corazón le negaba aquella opción pues dicha voz, aunque sonaba algo cansada, también poseía un toque alegre, melodioso y vivaz que solo Peter era capaz de reconocer.

Mordió sus labios con nerviosismo.

—Peter...

Sus facciones se endurecieron al escuchar su nombre.

—Peter, sé que eres tú.—Nuevamente; Wendy Darling lo llamó logrando que el chico se estremeciera al confirmar lo que claramente no quería confirmar.—Podría reconocer tu sombra en cualquier lado, la puedo reconocer como si fuera mi propia sombra.

Peter Pan sintió como perdía el aire ante tal afirmación.

¿Por qué se estaba portando como un cobarde?

Lo cierto era que la situación lo debilitaba aunque este no quisiera reconocerlo.

El muchacho tomó aire sin dejar de morderse los labios para después ingresar a la habitación.

—¿Wendy?—Llamó, pero no recibió una respuesta. Asustado, el muchacho se adentró mucho más a la habitación hasta notar su sombra en la pared, pero esta no estaba sola. La imagen de otra sombra irreconocible logró dejar su cuerpo congelado y que las lágrimas se acumularan sobre sus ojos.—¿Qui-quién  eres?—Murmuró aterrado. Al no recibir respuesta; el muchacho aclaró la voz.—¿Quién eres?—Repitió con un tono de voz mucho más firme y autoritario que el anterior el cual lo llenó de valentía para poder darse la vuelta y comprobar si sus teorías eran ciertas por su cuenta.

—Soy yo, Wendy.—La mujer de mayor edad sonrió enternecida mirando al muchacho de pies a cabeza, intentando guardar todo en su memoria por última vez.

Esa señora de mayor edad se encontraba sentada al pie de la camilla blanca que le ofrecían en el hospital, con un batón color azul cielo que le cubría hasta las rodillas y un suéter tejido de color rosa palo tapando sus hombros. Su cabello era completamente blanco, sin ninguna pinta de gris, y, a pesar de que su rostro se encontraba lleno de pequeñas arrugas y manchas que fácilmente podrían ser confundidas con pecas, sus ojos seguían siendo la única parte de este conjunto que mantenían a la llama de la juventud viva. Y sus labios no dejaban de presumir una hermosa sonrisa a la que Peter Pan admiró con amargura y dolor, ya que los labios que él recordaba ya no poseían ese tesoro que alguna vez ella le obsequió.

—No...—Murmuró para sí mismo.—¡No! ¡No lo eres!—Gritó con desesperación casi dispuesto a elevarse por los aires y salir por la ventana en la que había entrado hacia aquella pesadilla. Casi dispuesto a escapar.

—Peter.—La voz lo llamó con suavidad y paciencia.—Por favor, escúchame. Soy yo.—La anciana se levantó de su lugar provocando que Peter tragara saliva al observarla acercarse hacia dónde él se encontraba. Los ojos de la mujer eran inconfundibles y el chico sintió su corazón latir a toda prisa cuando la tuvo justo en frente de él.

—¿Qué has hecho contigo Wendy?—Las lágrimas no tardaron en asomarse y empañar sus ojos haciéndolo sentir más frustrado de lo que ya se sentía.—¿Qué te ha sucedido?

—¿Qué esperabas que me sucediera Peter? Pasó lo que tenía que pasar.—Wendy asintió y Peter negó a su vez, intentando ocultar su rostro con sus manos.—No llores por favor. No por esto. Sentiré que no es un halago y que estás siendo poco caballeroso conmigo.

Pero Peter hizo caso omiso a la petición. Sus recuerdos y pensamientos lo estaban torturando.

¿Qué hubiera pasado si Wendy se hubiera quedado con él desde un principio en Nunca Jamás?

Las lágrimas aumentaron.

—Yo n-no estoy...—La oración se interrumpió debido a que el menor ahogó un sollozo.

—¿Llorando?—Completó la mujer.—Bueno, entonces no hagas lo que sea que estás haciendo.—Wendy sonrió. Él asintió al escuchar su risa mientras se limpiaba las lágrimas que habían escapado sin su permiso.—Me alegra y me complace mucho tenerte de visita, Peter.—El menor levantó el rostro observando a la mujer con atención.—Has llegado a tiempo.

—¿A tiempo?—Repitió.—¿Qué significa eso Wendy?

—Ya me voy de aquí Peter...—Ella le dedicó una mirada dulce y comprensiva mientras volvía a la camilla.

—¿A dónde?—Preguntó con interés.—¿Te vuelves a cambiar de cuarto?

Wendy no pudo evitar soltar una carcajada llena de nostalgia.

—No Peter, está vez no me cambio de cuarto.—La mayor sonrió palmeando la cama para indicarle al muchacho que había un lugar disponible a su lado, pero este hizo caso omiso a la petición. —Me voy a donde me esperan mi hermano, mi esposo, y mi hija... Me voy para siempre.—Agregó.—Voy a partir Peter y yo solo quería esperarte a ti. ¿Sabes por qué?—El chico no contestó. Estaba muy ocupado intentando procesar y aceptar  las palabras que había dicho su querida Wendy para que, de alguna manera, no terminaran por romperle el corazón.—Porque yo sabía que vendrías otra vez. Tarde o temprano, y que volverías por mí.

—¿Volver por ti? ¿Quieres que viajemos juntos Wendy?—El muchacho se incorporó de golpe y la mujer negó al comprender que el menor no entendía por completo la situación.

O si la entendía, la estaba negando a propósito.

—No, yo solo quería despedirme.

—¿Por qué?

—Porque tengo que irme para siempre. Y no podrás volver a verme. Nunca más.

—¿Pa-Para siempre?—Repitió sintiendo cómo las lágrimas volvían a discutir con su auto-control.—¿Por qué Wendy?

—Porque así es el destino Peter, así es la vida. Todo tiene su tiempo y todo tiene un final. No debes estar triste por mí en lo absoluto, es algo que tenía que pasar.—Regañó cómo solo Wendy Darling sabía regañar: Con dulzura y amabilidad.—Cada cosa tiene que suceder a su tiempo, cada etapa y hasta ahora todas y cada una de ellas las viví muy bien. Una vez que has concluido una  aventura, tienes que festejarla ¿No es así?—Afirmó emocionada.—Tu más que nadie entiendes de lo que te estoy hablando.

—Pero yo no tengo que desaparecer....—Reclamó el muchacho en un murmullo apagado.–Oh Wendy.—Sus lágrimas dejaron de luchar cuando decidió acercarse hacia donde la mujer lo esperaba con los brazos abiertos.—Esto no tenía que pasar, pudiste seguir conmigo. No tendrías que pasar por esto y así no desaparecerías. No para siempre.

—Yo no te hubiera seguido Peter.—Aclaró la mujer.—Todos necesitamos hacerlo, solo que para entenderlo necesitamos tiempo. Y una vez concluida esta otra aventura, una mucho mejor nos aguarda. Créeme.—Wendy se recostó nuevamente sobre la camilla blanca y Peter Pan la observó sentado desde la esquina de esta.—Moira no esta aquí... ¿Cierto?—Peter negó con la cabeza, cansado de hablar.—Que lástima , ella quería estar presente en este momento...

—Wendy...—El muchacho negó sintiendo un nudo en su garganta que no lo dejó terminar la frase.

—¿Te quedarás a concluirla conmigo Peter?—La mujer preguntó.—Sería fantástico tener a un ser amado conmigo para acabarlo.

El muchacho volvió a secar sus lágrimas y está vez, si sonrió asintiendo.

—No te dejaré sola Wendy. Siempre estaré a tu lado, ¿Recuerdas?—Insistió.—Siempre creeré en ti como tú lo hiciste en mí. ¿Recuerdas dónde podrías buscarme? ¿Recuerdas las indicaciones que te di? Dime que no las has olvidado...—Peter tomó la mano de la anciana apreciando las marcas de vida que esta tenía sobre su piel y esta sonrió un poco hasta sentir pesados sus párpados y que estos mismos obligaron a sus ojos a cerrarse poco a poco. Peter tragó saliva y siento que el silencio lo asfixiaba.–No te olvidaré tampoco Wendy, lo prometo. Tú tienes que prometerme no olvidarme, incluso en tu nueva aventura.

—Te veré en Nunca Jamás algún día, Peter Pan. Te lo prometo.—La mujer sonrió y apretó la mano del muchacho de manera débil.

—Hasta nunca jamás entonces, Wendy Moira Ángela Darling.

Una nueva estrella aparece en el cielo. Una junto a la segunda estrella a la derecha y su color es de un azul pálido con tonos rosados. Es brillante, destaca entre las demás y su luz es muy parecida a la bella luz blanca de la luna.

"¿Conoces ese lugar entre el sueño y el despertar, el lugar donde todavía puedes recordar los sueños?

Ahí es donde siempre te amaré, donde te estaré esperando"

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