My Alfa. Book #1. Terminada.

By HRJaquez

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"Compartirán todo, incluso su mate, pero ella deberá elegir entre los dos". Aquello era lo único... More

Prólogo
Capítulo 2: Consecuencias de errores pasados.
Capítulo 3: Inminente atracción.
Capítulo 4: Volviendo a ser yo.
Capítulo 5: Arma de doble filo.
Capítulo 6: Cambios.
Capítulo 7: Reclamos mutuos.
Capítulo 8: No lo necesito.
Capítulo 9: Porque me fui. (+Booktrailer)
Capítulo 10: Dalisha.
Capítulo 11: ¿Cambios de habitación?
Capítulo 12: No te perdonaré.
Capítulo 13: Vínculos compartidos.
Capítulo 14: Nuestra naturaleza.
Capítulo 15: Pesadillas del pasado.
Capítulo 16: El chico de los ojos azules.
Capítulo 17: La fiesta de bienvenida.
Capítulo 18: Celos.
Capítulo 19: Bajos instintos.
Capítulo 20: Su regreso.
Capítulo 21: Vigilada.
Capítulo 22: Trato hecho...
Capítulo 23: Ese no era el plan.
Capítulo 24: El regreso del alfa.
Capítulo 25: Sabía que eras tú.
Capítulo 26: Hora de pagar.
Capítulo 28: Solo una razón.
Capítulo 29: El intruso.
Capítulo 30: La última decisión que tomar.

Capítulo 1: El inicio de la pesadilla.

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By HRJaquez


Aaly recogió lo más rápido que pudo a sus hijos del colegio luego de la visita de Grette, ni siquiera le dio tiempo a despedirse o decir algo más. No tenía tiempo para ello, si ella estaba en la misma ciudad que ella, su hermano no debería estar lejos, por lo que ni siquiera le importó perder su trabajo cuando salió de este.

Con suerte, no pisaría esa oficina de nuevo...

Sus pequeños la miraban algo asustada mientras ella conducía a su casa, aunque no iba hacía allá por sus pertenencias materiales, sino por sus documentos, sin los cuales no podría sacarlos del país, como tanto necesitaba en ese momento. Sin embargo, Aaliyah no notó el miedo que tenía sus hijos, estaba muy ocupada mirando a todas partes para asegurarse de que nadie la venía siguiendo.

— Busquen solo lo que necesiten, saldremos a pasear— les dijo a sus niños en cuanto salió del auto antes de ambos asentir y los tres entrar a la casa, corriendo directo a las escaleras.

Al subir se desviaron, los niños corriendo a su habitación compartida, y Aaly corrió a su suya intentando no pensar en todo lo que había pasado con el padre de sus hijos. Era demasiado para volverlo a vivir.... Por lo que desvió aquellos pensamientos antes de respirar profundo y abrir la puerta de su habitación para arreglar todo lo más rápido posible.

Sin embargo, sus planes habían sido truncados en el momento en el que la abrió y darse cuenta de que él la miraba expectante, casi como si disfrutara el miedo con que lo veía...

Ella no tardó en dar la vuelta para correr y huir, pero ya en la puerta estaba uno de sus hombres, el cual reconoció al instante, custodiándola para que no huyera. Lo que hizo que la castaña se preguntara cuanto tiempo llevaba en su casa esperándola. Pero sobre todo desde cuando sabía en donde vivía, o si Grette sabía de aquello.

Sin embargo, no preguntó por nada de ello, solo se limitó a verlo con ganas de asesinarlo con sus propias manos por buscarla, y por seguro querer quitarles a los gemelos. Mientras él la miraba con burla, como si toda la situación fuera un vulgar chiste, lo cual la hacía enojar aún más de lo que estaba.

Sin decirle nada comenzó a caminar a su alrededor mirando su habitación con desdén, para luego mirarla y negar con burla, mientras ella apretaba sus manos en un puño intentando no explotar e irse en su contra. Porque sabía que estaría en desventaja, y más al ella estar fuera de forma por tanto tiempo. Por lo que enfrentarlo no era una opción.

De repente el pelinegro termina su inspección para luego mirar al hombre que estaba en la puerta y sonreírle haciendo que este fuera hacia Aaliyah para intentar sostenerla. Al principio se puse a la defensiva, pero al estar muy fuera de forma, el rubio cenizo no tardó en tomarla por los hombros desde atrás inmovilizándola casi por completo, ya que aún se empecinaba en dar patadas hacia adelante para librarse de ello, aunque fuera en vano.

— Ahora mandas a otros a hacer el trabajo sucio— soltó Aaliyah con arrogancia y desprecio antes de Miroslav sonreírle con burla para luego alzar su mano sin ella prever aquello y estallar su mano en su mejilla, haciéndola gritar de la sorpresa más que del dolor.

— No tienes derecho ni a dirigirme la palabra— dijo con rabia y desprecio antes de mirarla de reojo, para luego caminar hacia la puerta—. Llévatela, me encargaré de llevar a los niños...

— ¡No te le acerques! —gritó Aaliyah con rabia mientras pateaba lo más que podía para librarse del hombre quien la sostenía—. Son míos, no te pertenecen...—soltó haciendo enojar aún más al padre de sus hijos, provocando que este caminara hacia ella, y llevara sus manos a su mandíbula haciendo presión en ella.

— ¿Tuyos? —preguntó riendo sin dejar hacer presión, lo cual comenzaba a provocarle dolor en aquella zona—. Lo único que te pertenece es tu vida, y si sigues hablando, te aseguro que no titubearé al quitártela— le amenazó con una furia que ella antes nunca había visto, por lo que desvió la mirada antes de él soltarla—. Mike, llévatela antes de...

— Yo me encargo— le dijo sin esperar a que terminara la frase para luego "guiarla" por las escaleras, directo a la salida de aquella casa, en donde un par de autos los esperaban.

La impotencia que sentía Aaliyah en aquel momento era casi inamisible para ella, atrapada en los brazos del mejor amigo de Miroslav, quien la llevaría al mismo lugar en donde pasó gran parte de su juventud, un lugar a donde no creyó que volvería, en donde estaba realmente había estado su vida.

— La has cagado en grande— mencionó Mike entrándola en la parte trasera del auto para luego poner los seguro e ir a la puerta del conductor.

— Cállate— solo dijo la castaña con rabia y miedo de lo que pasaría en cuanto llegaran a su destino.

— No te las tomes conmigo, tú te llevaste a sus hijos...

— Si mal no recuerdas él fue quien me desterró de la manada— le interrumpió con rabia antes de él arrancar el motor del auto—, no le debo nada.

— Te aconsejaría que no dijeras eso delante de él— aconsejó el rubio mirándola a través del asiento de conductor mientras esta se limpiaba la sangre de su labio y se ponía la mano en su mandíbula que ahora tenía una marca roja en ella—. Maldición Aaly...

— Cállate— soltó con rabia antes de comenzar a mirar por la ventana, disfrutando el poco tiempo que tendría de libertad y a salvo, porque estaba más que segura que apenas pusiera un pie en su casa, no tardaría en ser tratada como otra de sus enemigos.

— No te pongas en mi contra, sabes que la cagaste en grande— soltó con burla—. Grette debió haber llegado a ti más rápido...—mencionó haciéndola mirarlo con sorpresa.

— ¿Sabías que fue por mí? —preguntó aliviando un poco la rabia que tenía en su contra.

— Sí, se suponía que te advertiría antes de que yo y Mir llegáramos a tu casa— respondió con notable pesar—. Debías correr en cuanto lo supieras, no ir a tu casa...

— Mis papeles estaban allí— se justificó de inmediato—. Si me quedaba en el país no tardaría en ser encontrada por él de todas formas...—soltó con una impotencia que aumentaba cada vez que analizaba la situación—. ¿Cómo lo supo? —no pudo evitar preguntar ahora que estaba más tranquila.

­— No fue su intención— respondió suspirando mientras ella notaba que la dirección que tomaba era hacia el aeropuerto como era de esperar—. De hecho, se lo dijeron hace un par de meses, aunque él no lo creyó hasta que ayer los vio...

— ¿Quién se lo dijo? —preguntó con ganas de asesinar a esa persona.

— Es mejor que no lo sepas— respondió haciéndola caer en cuenta de quién era de inmediato, haciéndola rabiar y maldecir en voz baja sin que la pudiera escuchar.

— Así que aún sigue vivo— soltó sin querer mencionar su nombre para luego negar y suspirar.

— Ambos sabemos lo duro que es de matar— afirmó riendo para luego mirarla y suspirar—. Miroslav me dio algo por si te ponía agresiva para dormirte, y ambos sabemos que pelearas en cuanto pisemos el aeropuerto, por lo que te propongo que lo uses para evitar una tragedia...

— ¿Quieres drogarme? —preguntó con burla—. Voy a matar a ese hijo de puta desde que me baje de este auto y lo tenga en frente...

— Tus hijos necesitan una madre— soltó el castaño claro haciéndola rodar lo ojos sabiendo que quería decir con ello. No le importaba su vida en los más mínimo, pero debía conservarla por sus pequeños, no merecían crecer sin su madre solo por una rabieta de su padre.

— ¿Son pastillas? —preguntó con suma impotencia antes de él abrir la guantera del auto y tomar una pequeña bolsa plástica que no tardó en arrojarla.

— Con dos serán suficiente para dormirte hasta que lleguemos a casa...—explicó mientras ella sacaba dos pastillas y la introducía en su boca para luego tragarlas.

— Te encargo mi cuerpo mientras duerma— le dijo sonriéndole mientras comenzaba a sentirse mareada y algo soñolienta antes de cerrar los ojos y quedarse dormida en el asiento, mientras Mikhael la miraba suspirando, y temiendo por los próximos días de aquella pobre mujer, porque estaba seguro que no serían sencillos conociéndola y conociendo a su Alfa...

Mientras que para Aaliyah solo pasaron pocas horas, en realidad concurrieron casi un día completo antes de llegar a su destino, y por lo tanto un día que ella se la pasó durmiendo. Por lo que fue una verdadera sorpresa que cuando abrió los ojos luego de su larga siesta, estuviera en una cama acostada, con la luz apagada, dándole a saber que había llegado a su destino. Su nuevo infierno personal...

Gracias al efecto de las pastillas y su falta de alimento, se sentía débil, y hambrienta en cuanto abrió sus ojos, por lo que no pudo evitar marearse en cuanto se sentó en la cama para levantarse a encender las luces. Ni casi caer de bruces en cuanto intentó pararse de la cama, antes de sentir unos brazos en medio de la oscuridad que la ayudaban a levantarse, y sentarla de nuevo en la cama.

Por un leve instante creyó que se trataba de Miroslav, que había ido a suplicarle perdón, pero este desliz de su pensamiento fue truncado en cuanto se encendieron las luces de la habitación, haciéndola cerrar los ojos por inercia al haber estado tanto tiempo durmiendo. Para luego poco a poco irse adaptando a la luz, revelándole a sus ojos el dueño de quien fue en su ayuda.

Era un joven que apenas rozaba la mayoría de edad, de pelo negro largo, y piel del mismo tono que él de ella. Al principio no logró identificar de quien se trataba, y mucho menos al analizar que si estaba allí era porque el mismo Miroslav lo había autorizado. Sin embargo, luego de mirarlo de reojo varias veces se llevó la mano a la boca de la sorpresa al descubrir de quien se trataba.

— ¿Matthew? —preguntó con lágrimas en los ojos mientras él caminaba hacia ella sonriéndole de lado.

— Hola mamá— solo respondió confirmándole la pregunta que había hecho.

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