Una nerd con doble identidad.

Da Kixrr_

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Solamente quería tirar mi birrete al aire cómo cualquier persona normal lo haría. Nunca pensé que eso conllev... Altro

0| UNCDI
UNCDI: Personajes.
1 |... iré de nerd.
2| No soy nadie.
3| La "heroína" del cuento.
4| Se me nota todo.
5| Lo harás sola.
6| Por favor, detente.
7| Me enredo y caigo.
8| No debe de ser nada bueno.
9| ¿Insulina?
10| No le diré a nadie.
11| Tenemos que apoyar a nuestro equipo.
12| Nunca lo había probado.
13| Necesito hablar contigo.
14| Me gusta lo diferente.
15| Necesito calentarme.
16| Vamos a hacer algo.
17| Gracias, me ha gustado el rato.
18| Ella esta...
19| Quiero jugar futbol.
20| Me va a escuchar.
21| Una despedida diferente.
22| ¿Rosebeth?
23| Sus labios no me gustan.
24| Maneras de hacer el amor.
25| Tatuado en mi corazón.
26| Roarrr
28| Hazlo por mí, detente.
29| Te quiero.
30| El discurso.
31| Cerrando el ciclo.
32| Tres contra el mundo.
Epílogo.
Escenas extras.
Escenas extras 2 | Boda.

27| Felicidades, cariño.

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Da Kixrr_

La música que Liam ha puesto, me ha sorprendido, pero ha pesar de todo ha sido relajante: la música clásica es muy buena. Nos reservamos el hablar por el camino para apreciar la paz que tenemos, para apreciar la hermosa melodía que nos acompaña de fondo, es magnífica. Llevamos en el auto alrededor de una hora y hace unos minutos hemos hecho una parada en un pequeño supermercado donde venden todo tipo de artículo. Ahí aproveché y compré todo tipo de dulces y por supuesto, chocolate caliente para atinar el frío.

Está nevando bastante fuerte y las calles están vestidas del hermoso color blanco. No se puede apreciar la carretera muy bien a menos que las hayan limpiado. Hace mucho frío y por ello, estamos abrigados hasta  la punta de los píes. Tomo una sábana que compré en la tienda dónde habíamos parado y me arropo apoyando las piernas de la puerta del auto, porque a pesar de que la calefacción está encendida, tengo mucho frío.

—Estoy pensando seriamente mudarme para el Caribe o América del Sur— le hablo a Liam. — ¿Nos falta mucho para llegar?

Me mira de soslayo mientras sonríe de lado. Si yo estuviera conduciendo, ya hubiera causado un accidente. Liam es una distracción.

—Es tentadora la opción de mudarnos al Caribe — mi corazón casi quiere salir al escuchar el "mudarnos". Es tan lindo escuchar que me añade o se añade en mis planes.

Por fin se detiene, parquea el auto en la nada. Frunzo mi ceño al ver que no hay nada cerca de nosotros, a salvo de nieve y los pinos pintados de la misma. Me asomo un poco mirando por los cristales a ver qué consigo, pero no hay nada. Absolutamente nada.

—Hemos llegado — anuncia.

—Estamos en medio de nada — contesto mirando por la ventana verificando nuevamente el lugar.

—Bájate con los guantes y el beanie, hace bastante frio.

Bajo el auto de manera lenta intentando convencerme a mi misma de que le gusto lo suficiente a Liam como para que no quiera matarme y dejarme aquí tirada sin ninguna pista para ser encontrada. Miro detenidamente los grandes árboles que abundan por gran cantidad. Son altos e intimidantes, la naturaleza es así. A pesar de que el frio tapó un poco mi nariz, puedo llegar a olfatear el olor a tierra y a todo lo verde muy, muy en el fondo.

—Vamos — me indica Liam adentrándose ahí dentro con varios bolsos en sus manos, aparte de los que habíamos tomados del colmado. ¿De dónde los sacó?

—Liam, no me gusta estar aquí. Cualquier animal puede salir y no estoy preparada para morir, no cuando estoy comenzando algo nuevo y lindo.

Escucho como ríe el chico. Me encanta que lo haga y sobretodo, que sea yo quien provoque eso.

—Cuando estés conmigo, no tienes que tener miedo de nada. Y anda, camina sin miedo — muerdo mi labio aguantando y escondiendo la sonrisa. Me encanta a Liam de esta manera, es algo nuevo para mí y espero que jamás se vaya.

Sigue moviendo algunas ramas que estorban en el camino para poder llegar a donde él quiere.

—Es aquí — mueve una rama, la ultima restante. Al momento, jadeo de la impresión

Me quedo estática en el lugar. Una gran cabaña está presente aquí, frente a mis ojos. Es tipo medieval, bastante grande y hermosa. Al lado de la cabaña se puede apreciar un gran lago que está congelado debido a la baja temperatura que hay.

—Es hermoso, vale la pena caminar todo ese trayecto — digo dejando salir el vaho y  un jadeo también — Pero, ¿de quién es?

—Es de mi padre y por favor, entremos para calentarnos un poco.

Caminamos hacia el hermoso establecimiento. Este lugar me recuerda a la película de Caperucita Roja que es actuada por la chica rubia que si no mal recuerdo se llama Amanda. Me gusta esa película ya que pone en duda algunas cosas y tiene un final... inesperado.

La arquitectura de la cabaña es muy hermosa, las rocas de las que consiste hace una linda combinación con los muebles y toda la decoración tipo "casa de cazador" que hay. Me gusta, es agradable el ambiente que tiene. Me recuerda a las cabañas que tenía mi padre en Canadá y Alaska.

—¿Puedo quedarme a vivir aquí? — pregunto divertida.

—Lo que desees, obviamente si en tus planes estoy yo. — me contesta mientras procede a encender la chimenea. Nuevamente, mi corazón da una vuelta.

—¿Y si no te quiero añadir en ellos?

—Creo que tendrás algún que otro problema, mi reina.

Habla en un mismo tono al mío y luego deja tres bolsos encima de la mesa que se supone que sea la del comedor, mientras que se queda con uno en las manos.

—Vamos, te mostraré algo — toma mi mano.

Salimos y nos paramos frente al lago. Observo todo intentando encontrar lo que me debe de enseñar, pero no veo nada interesante a parte de nieve y hielo.

Da la bolsa veo que saca algo que llama mi atención al instante...

—¿Patines de hielo? — pregunto un poco confundida.

—Toma, póntelos — me tiende un par de zapatos con unas medias ya que las que llevo son de mallas por debajo del vaquero.

Quito mis botas que tienen un tacón y procedo poner los patines. Son exactamente del tamaño adecuado de mis pies. Me encantan porque son de color rosa con oro rosado, algo muy girly y que me haría ser una princesita consentida.

—Me encantan, ¿cómo sabias mi tamaño de zapato?

—He entrado millones de veces a tu armario y solo dos para tener sexo — contesta dejándome con la boca abierta. ¿Cómo se atreve a decirme eso? Mis mejillas se calientan y no exactamente por el inmenso frío que hay.

Entra él primero al lago congelado y toma mi mano delicadamente incitándome a seguirlo, pero tengo miedo.

—Tengo miedo —  musito mirando el hielo del suelo. Un escalofrío me recorre la columna al ver lo oscuro del fondo. Esto me da pavor, no me trae buenos recuerdos.

Se acerca y me da un beso en los labios suavemente intentando tranquilizarme.

—Estoy aquí, Rosebeth. 

Toma mi cintura y de a poco me va empujando para que tome velocidad. Cambia su posición poniéndose frente a mi patinando de espaldas. ¿Cómo puede hacerlo? Mis piernas tiemblan, no puedo hacer esto.

—¡No me sueltes! — le grito sintiendo cómo su agarre empieza a descender.

—Debes de hacerlo sola, nena.

—¡No lo hagas Liam Rowe! — le grito tambaleándome. Siento mis pies como gelatinas a no tener el soporte del chico.

—Detén un momento los pies — me indica y lo hago — Ahora mueve suave los pies y deslízate. Puedes hacerlo — me habla mientras él sigue corriendo el lago sin ningún problema.

—No es que no sepa hacerlo, pero me da miedo esto Liam Rowe, no me trae buenos recuerdos.

Detiene su corrida para luego observarme a lo lejos. Sonríe de lado y luego se acerca a mí en zancadas lentas y pequeñas. Alzo mis rostro para mirarle a los ojos, ese brillo usual está en ellos y por un isntante me olvido de donde estoy.

—Estoy aquí y nada sucederá, pero si no quieres continuar, vámonos — entrelaza mis dedos con los suyos y para moverme al mismo tiempo que él lo hace.

—Puedes quedarte si gustas, mi amor, solo no me gusta patinar en los lagos.

Sonríe nuevamente haciendo que olvide todo. Me encanta la manera en cómo lo hace.

—No quiero que la pases mal, es para estar bien y si no te sientes cómoda, bien que podemos hacer otra cosa — levanta sus cejas repetidamente y me hace sentar en la nieve para quitarme los zapatos — Solo cuéntame qué pasó mientras caminamos de regreso.

Asiento tomando los patines para sacudir el pantalón y luego caminar.

—Un día estaba en Alaska, lo recuerdo como si fuera ayer. Estábamos acampando mis padres, mi tia junto a mi prima y su esposo, y mis abuelos — digo recordando aquel día tan trágico que vivimos yo y mi prima — Patinabamos así, justamente como estábamos haciendo — mis ojos se llenan de lágrimas — lo hicimos durante casi dos horas o sabrá Dios si más, tomabamos recesos y luego volvíamos — pestañeo al sentir su manos rodear la mía mientras caminamos — El hielo estaba agrietado y no nos habíamos dado cuenta, mi prima y yo jugábamos y sin darnos cuenta las dos tropezamos, yo me di en la cabeza, pero no me importó, era parte de todo, pero mi prima no... — busco aire ya que se ha ido por completo — el hielo se había roto y ella cayó por ahí. Yo me quedé sin hacer nada, no sabía qué hacer. El problema de todo fue cuando nadie podía acercarse, era horrible. Cuando al fin pudieron sacarla, ella estaba violeta y casi a punto de hipotermia — dejo que la lágrima salga — Despues no fue nada igual, ella me odió y no volvimos a tener días familiares.

Alzo mi rostro ya frente a la puerta, mirándole a los ojos nuevamente. Limpia mi lágrima con su pulgar para luego depositar un beso en mi frente. Rodea mi cuerpo y luego me aprieta fuerte, dejándome saber que él está ahí. Hago lo mismo, lo rodeo y aprieto con fuerza su torso, inspirando con fuerza su olor corporal. Me separo un poco para besar sus labios, necesito hacerlo.

—Estás tiritando, ven pon tus manos aquí.

Paso mis manos por adentro de su abrigo que resulta ser más grueso que el mío. Abrazo su cuerpo al igual que él lo hace conmigo.

—¿Mejor?

—Mejor.

Su calor corporal me brinda una sensación espectacular, amo esto, jamás me cansaré de decirlo. Quiero estar siempre con él o hasta que Dios y el destino lo decida.

(...)

Los mejores dos días lo he pasado con Liam en la cabaña, pero como dicen, no todo es para siempre. Hoy es noche buena y como buen hijo él lo iba a pasar con su madre. Yo no objete nada, solo le entendí y me puse en su lugar. Para mi fue muy gratificante aquellos momentos en la cabaña, Liam me sorprendió más de una vez, empezando con que escogió mi ropa interior cuando preparó mi mochila de viaje. Me dio vergüenza, pero a la verga. Estar con él era mejor y no me interesaba nada. 

Observo mi guardarropa para organizar y guardar lo que he llevado ya lavado. Acomodo unos zapatos de tacón que están justo al lado de las carteras, no sé por qué estaban en diferente dirección y no me gusta. La derecha con la derecha y lo azul con lo azul. Todo lo tengo clasificado por color alfabético

El timbre me hace soltar el tacón y acomodarlo a la prisa para salir del lugar, necesito abrir. No puedo dejar esperando a las personas, es de mala educación.

—Buenas noches, ¿Señorita Thomp? — me habla un chico que aparenta ser como cartero o algo así. Lleva una tabla de madera en la mano, se parece a la maestra de actividad física.

—Ella es. ¿Qué se le ofrece?

—He venido a dejarle algo, pero primero necesito ponerle esto.

De su bolsillo saca una banda y tapa mis ojos. Me comienza dirigir para que  mueva mi cuerpo y salga de donde estoy. Al instante todos mis sentidos se alarman, quisiera tener mi celular para llamar al emergencias y notificar un secuestro.

—No se asuste señorita, solo espere un momento.

Me quedo quieta en el lugar mientras escucho como varias veces ponen y mueven cosas. No puedo ver nada debido a la banda que tapa mis ojos, pero si puedo oler y escuchar lo que traen y llevan.

—¿Ya puedo moverme de aquí?

Pregunto, pero no escucho ninguna contestación. Me desespera que no me contesten y sobre todo, me molesta demasiado. Escucho la puerta de salida ser cerrada.

—Hola. — hablo sin recibir respuesta. — Maldición, ¿alguien me escucha?

Arranco de una vez lo que llevo en los ojos y me sobresalto al ver mí alrededor.

—Oh mi Dios. — llevo mis manos a mi boca debido a la sorpresa.

Todo está lleno de ramos enormes de rosas de color blanco. Hay más de cinco jarrones con gigantes ramilletes. La sala, cocina y mitad del pasillo está completamente lleno de esto. Deslizo mis manos hacia mis ojos y vuelvo a colocarlas a donde las tenía antes.

Sollozo como una estúpida y no sé si es por la sorpresa o por amor. Este detalle es súper hermoso por parte de Liam. Llenarme completa la casa de rosas es sin duda alguna una muestra de amor gigante.

"Dice que las rosas blancas significan pureza e inocencia, son una muestra de amor gigante ya que infieren en que algo durará eternamente.

—L. R."

Es lo que dice el papel que adorna las rosas en una esquina. Inhalo todo el olor que puede tener la flor, me encanta como huelen. Amo este detalle de él.

El timbre es nuevamente tocado y rápidamente me apresuro a abrir.

—¡José! Pasa.

Entra y al ver todo lo que hay aquí se detiene por un momento haciendo un sonido de sorpresa.

—¿Qué es esto Mikayla?

—Me las ha regalado mí amor.

—¿Perdón?

—Sí — suspiro. Estoy enamorada. —Quítate ese abrigo que está lleno de nieve.

Nos sentamos como podemos en la sala ya que las flores nos dificultan un poco la tarea.

—Cuéntame quien es tu amor.

—No  lo vas a creer.

—¿Por? ¡No me digas que es...!

—¿Es...? — hago un gesto para que continúe con lo que dice.

—Tu vecino.

Sonrío mientras bajo mi cabeza sonrojándome por admitir que mi querido vecino es el amor de mi vida.

—¡Sabia que ese chico te gustaba! ¿Ya tuvieron sexo?

Dejo la mirada en mis pies y no me muevo por nada del mundo. Siento mis mejillas más calientes que el sol en este momento.

—¡Ya perdiste la virginidad! — grita levantándose. —¡Ya era hora! — besa mis mejillas y luego las hala como si de un bebe fueran — Felicidades. Ya sabía yo el porqué de tu belleza.

—¿Ajá?

—Sí, el tener sexo hace que tu piel sea más hermosa. Ahora cuéntame cómo y cuándo fue.

Retrocedo a unos cuantos días atrás. Él besando cada parte de mi cuerpo, acariciándome y... haciendo muchas cosas más. Lo mejor de todo es que no solo hizo esas acciones una sola vez, sino que todas las veces que estuvimos juntos.

—Fue... lo mejor que me ha podido pasar. ¿Cómo describirlo?... puede llegar a ser mágico, pero creo que se queda corto para describirlo. Estoy enamorada y no es broma, José.

—Es hermoso. Me da mucho gusto de que al fin puedas dedicar tiempo para ti y tu vida amorosa. Estoy emocionado Rosebeth, espero que todo vaya súper bien. No dudes jamás en decirle cuánto lo quieres. Te amo mejor amiga. — me abraza y no sé por qué razón mis lagrimas comienzan a salir sin avisar.

—Y yo a ti José.

De su cartera saca una caja pequeña y me la tiende. Miro confundida la caja.

—Es para ti. Feliz navidad.

—No puedo aceptarlo José, no te he comprado nada.

—No quiero nada Rosebeth, mucho más has hecho tú por mi así que acéptalo.

—Gracias. Eres la única persona que no se olvida de mí a pesar del tiempo que pase.

—Y nunca lo haré.

Después de tener nuestro momento de agradecimiento, decidimos comprar sushi y comerlo como dos personas solitarias en mi apartamento. Cuando dieron las dos de la madrugada él se fue a su casa a pesar de que le insistí demasiado para que se quedara.

Me acosté a dormir sintiendo mi estomago revuelto debido al sentimiento que me da al pensar en los momentos que he pasado con Liam y al pensar en los gran arreglos de flores que me ha regalado. ¿Hasta dónde llegará a crecer mi amor por él? Me asusta el saber que éste amor que siento sea más grande que el universo.

(.)

Miro a Liam que está frente a mí sentado jugando ajedrez. Hago el moviiento pertinente y luego observo detalladamente cuál puede ser mi próxima movida. Dejo que el haga su movimiento, veo que está muy concentrado jugando y tanto así que no se percata que en cualquier momento puedo ganar.

—Jaque Mate — dice para luego soltar una risa. Me mira a los ojos mientras yo frunzo mi ceño — No has guardado tu pieza agresora.

Muerdo mis labios al ver que es verdad. No comprendo cómo he sido capaz de dejar pasar algo como eso.

—Es tu culpa — le grito levantándome y caminando hacia el cuarto. Drakko alza su cabeza, pero continua acostado ignorándome — Era un truco, ¿verdad? — vocifero desde el baño — Estabas jugando sin camisa para distraerme. ¡Eres un tramposo, Liam Rowe!

Escucho cómo ríe a lo lejos. Dejo escapar una risa también al mirarme en el espejo. Abro el grifo y luego enjuago mi cara con el agua, necesito aligerar la vergüenza e indignación.

—Tu sabes que soy el tramposo que te gusta — siento su pelvis en mis nalgas y los labios rozar mi oreja.

—Muy gracioso — digo fingiendo emoción — Alejate de mi, porque te patearé las bolas, estoy cabreada — se estruja más en mi trasero. Muerdo mi labio inferior para atinar la excitación creciente en mi interior.

—Si haces eso, no vamos a poder disfrutar... — ronronea en mi oído. Lo siguiente que hace, es levantarme. Me toma en brazos mientras suelto un gritito de sorpresa, salimos del baño antes de que me de cuenta y me suelta en la cama — No disfrutarías lo que pasará a continuación.

Sus labios húmedos los pasa por mi cuello, haciendo que me eche por completo para atrás así dándole más acceso a él. Aprita sus manos en mis senos, en lo que yo continúo con mis ojos cerrados disfrutando las sensaciones que están en mi cuerpo.

—L-liam... — gimo.

Su mano sigue descendiendo por mi estomago y sus labios los pasa por mi vientre también, dejando húmeda cada parte donde lo hace. Gimo bajo mientras continuo echando por completo mi cabeza hacia atrás. Dejo de respirar al sentir su boca en mi centro, sus dedos también le acompañan haciendo que me vuelva loca.

—Liam...

Sigue haciendo lo que tiene en mente, dejndome sin aliento, arrancándome más de un gemido. Sube hasta mis senos y ahí besa mordiendo mis pezones. Succiona y muerde levemente por completo mis tetas. Dios... esto es demasiado, me ha puesto en cien con solo toquetear.

Abro mis ojos para mirarle, él está con cara de deseo. Está excitado y su miembro me lo hace saber de inmediato. Lo empujo rápidamente haciendo que quede debajo de mí. Sus manos las junto encima de su cabeza y procedo a besarlo justamente en el cuello. Desciendo  hasta su pecho y en su abdomen paseo mi lengua, lentamente...

Quito su pantalón de un tirón, dejando expuesta su masculinidad. Suelto un jadeo disimulado antes de comenzar a chupar y succionar, así como él lo ha hecho con anterioridad. Beso la punta, escuchando como gime lo que me hace soltar una sonrisa discreta. Procedo a hacer lo que debo con mi boca, subiendo y bajando con rapidez, pero me detengo al ver que él me ha empujado. Me alza por la cintura, acostándome en el colchón para sin pensarlo dos veces, penetrarme sin delicadez. Suelto un pequeño grito debido a la impresión.

—El preservativo... — digo recordando los "contra" que nos traería el no utilizar esto.

—Mierda... así se siente tan bien — muerde mi labio mientras lo saca con lentitud. Se estira hasta la mesa de noche y toma el aluminio violetoso. Lo rasga y procede a ponerlo.

Continúa con lo que está haciendo, arrancándome más de un gritito y un gemido.  Este placer que siento es tan maravilloso que por mi estaría cogiendo todo el día y todos los días. Es tan gratificante sentir cómo Liam valora mi cuerpo, como lo estudia, lo acaricia y cada día descubre algo nuevo en él. Me siento bien, siento que entregarme a él ha sido lo mejor y si por el destino nos separamos, no me arrepentiré en ningún momento de haberlo hecho con él porque siento que de por medio hubo amor.

Al fondo se escuchan los fuegos artificiales y el bullicio de Nueva York al despedir el año. Los gritos a pesar de que estamos en la ultima planta, se escucha todo.

—Felicidades, cariño — dice mientras aumenta sus embestidas. Me tenso por completo al sentir ese hormigueo en mi pelvis.

—Feliz año nuevo, amor — digo jadeando y dejando que mi explosión salga, al igual que él.

Se acuesta a mi lado abrazandome por la cintura. Todavía se escuchan las personas gritando y los fuegos artificiales, junto a los aviones de las fuerzas Armadas que pasan por cada estado.

—Qué manera de despedir el año — digo divertida, besándole los labios.

—La mejor despedida que haya podido tener — sonríe abriendo los ojos — Ahora vamos a comer el asado que hemos hecho, tengo hambre.

Se levanta de la cama tomando el pantalón de pijama con  estampados de renos. Está gracioso. Yo me levanto con pereza y tomo la camisa del pantalón que Liam lleva. Hicimos un trato, el tomaba el pantalón y yo la camisa con mis pantis que son tipo pantalones cortitos.

Me quedo parada en el umbral de la puerta de la cocina. Él se mueve sacando las cosas del horno, dejándolo todo en la encimera. Se ve maravilloso tensando los musculos de la espalda al estirarse.

—Te ayudo — sonrio mientras me encamino a las gavietes y saco dos platos, dos copas. Los dejo en la encimera donde están los tabuertes y procedo a poner los cubiertos a cada lado. Él saca los envases con la comida que son cuatros y los acomoda también en la encimera. Mientras tanto, yo camino hasta el estante que era de adorno y donde tenía vinos que para mi padre hubieran sido reliquias, saco uno cualquiera viendo la fecha — Mil novecientos cincuenta y dos, perfecto.

Nos sentamos uno al lado del otro, él con una enorme sonrisa y yo sonrojada hasta la medula. Me encanta esto. Todavía se escuchan los bullicios de las personas en la lejanía.

—Buen provecho — musito alzando la copa llena de vino.

—Igual para ti mi amor — besa mi nariz y luego comienza a servir la comida.

Esta sin duda es la mejor despedida de año que he tenido.

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