Always Yours (2)

By EstephaniaMendez360

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Segunda parte de Georgianaā¤ Una nueva etapa esta por comenzar en la vida de Georgiana y de Christopher quiene... More

PrĆ³logo
CapĆ­tulo 1
CapĆ­tulo 2
CapĆ­tulo 3
CapĆ­tulo 4
CapĆ­tulo 5
CapĆ­tulo 6
CapĆ­tulo 7
CapĆ­tulo 8
CapĆ­tulo 9
CapĆ­tulo 10
CapĆ­tulo 11
CapĆ­tulo 12
CapĆ­tulo 13
CapĆ­tulo 14
CapĆ­tulo 15
CapĆ­tulo 16
CapĆ­tulo 17
CapĆ­tulo 18
Aviso
CapĆ­tulo 19
CapĆ­tulo 20
CapĆ­tulo 21
CapĆ­tulo 22
CapĆ­tulo 23
CapĆ­tulo 24
CapĆ­tulo 25
CapĆ­tulo 26
CapĆ­tulo 27
CapĆ­tulo 28
CapĆ­tulo 29 (MaratĆ³n 1/3)
CapĆ­tulo 29 (MaratĆ³n 1/3) parte 2
CapĆ­tulo 30 (MaratĆ³n 2/3)
CapĆ­tulo 30 (MaratĆ³n 2/3) parte 2
CapĆ­tulo 31 (MaratĆ³n 3/3)
CapĆ­tulo 32
CapĆ­tulo 33
CapĆ­tulo 34
CapĆ­tulo 35
Aviso
CapĆ­tulo 37
CapĆ­tulo 38
CapĆ­tulo 39
CapĆ­tulo 40
EpĆ­logo
Agradecimientos
Defender mi honor
Ā”Vayan ya!

CapĆ­tulo 36

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By EstephaniaMendez360

Capítulo narrado en primera persona por Christopher Rumsfeld

8 de Abril de 1816

Apenas han pasado tres semanas desde... desde que Georgiana no abre sus hermosas emeraldas para mi...

Siempre pensaba que alguien joven, que se notaba que le quedaba mucho por vivir, jamás podía morir...

Estos momentos es cuando me pregunto, ¿por qué será tan frágil la vida? Porque es demasiado frágil, en un abrir y cerrar de ojos, el brillo abandona tus ojos, y esa persona ya no sigue a tu lado.

Estos momentos es cuando siento muchos sentimientos mezclados que hacen que no me separé de ella...

- Christopher, aún no ha muerto...

Escuché la voz de mi madre entrar para tratar de darme ánimos, pero sabía que sólo un milagro haría que cambiara mi semblante.

- Chris, ve a asearte, yo la cuido.
- No, gracias.
- Christopher...
- Lo siento, no quiero hacerlo.
- En algún...
- Madre, déjame así, por favor.

La vi con súplica, quería echarme a llorar. Ella vio mi estado y en lugar de irse, se acercó a mi dándome un gran abrazo en el cual me transmitía amor y fuerzas, en estos momentos necesitaba muchas fuerzas.

Sin poder evitarlo, la abracé quebrando en llanto, ella era mi madre y sabía el gran dolor que sentía.

- Estoy aquí para ti, mi niño...

Ese pequeño apodo hizo que una pequeña sonrisa apareciera en mi rostro y volteara a ver a Georgiana que estaba a mi lado.

- Ella despertará, es fuerte.

¿Por qué siempre deben de decir eso? Sé que es para darte ánimos pero, mi Georgie está más para la muerte que para la vida... la extraño.

- Si...
- Iré abajo, llámame cualquier cosa.
- Si...

Salió nuevamente de la habitación, que volvió a quedar en silencio, tal como hace tres semanas.

Cuando la encontré en aquel bosque tirada en el suelo, fue de lo peor, supe que algo andaba mal con ella y el bebé, pues había dejado sangre anteriormente, estaba con sus manos manchadas de sangre, su cuello tenía marcas al igual que sus muñecas y tobillos. La tomé en brazos y la moví un poco. Nada. Le llamé. Nada. Imaginé lo peor.

La cargué y salí lo más rápido, sintiendo un gran peso en mis brazos, sentía a mi pequeña mujer, como lentamente dejaba ir su vida. Pasé todo, afortunadamente nadie me vio, corrí hasta mi caballo y lo hice ir lo más rápido.

En cuanto llegué a París, la llevé con el mejor médico de esta ciudad, quien hizo todo para estabilizarla. Me dijo que era más probable que muriera dentro de horas, pero ahora lleva tres semanas, debatiéndose entre la vida y la muerte.

Estaba en aquella cama, con los ojos cerrados, su piel pálida, su cabello sin brillo, sus labios morados, estaba fría, ya no sentía el calor de su cuerpo.

Me arrodillé a su lado y tomé su delgada mano para comenzar a pedir a Dios que la salvara, era lo único que podía hacer.

Cuanto terminé de hacerlo, me levanté de su lado y fui a la mesa de noche para servirme un poco de agua, hacia mucho que no tomaba ni un líquido.

Y así pasaron las horas, ella seguía igual, sus ojos seguían cerrados y ella seguía inmóvil.

Yo seguía haciendo lo mismo, pensando en nuestra vida juntos, era hermosa, definitivamente yo la quería de vuelta, ella no podía morir, no...

Sostenía su mano, en ningún momento me había permitido dormir, siempre la observaba, pero esa ocasión fue distinta.

Cerré los ojos sin poder evitarlo, con su mano entre la mía. Recosté mi cabeza al lado de la suya y me quedé dormido.

Soñé, algo que no me había permitido en estos días.

- Christopher...

Escuchaba la dulce voz de Georgiana...

- ¿Georgie? - Volteé a todos lados buscándola, lo único que veía era luz.
- Chris... - Volvió a llamarme, pero ahora la sentí detrás de mi. - Amor...
- Georgie... - Me di la vuelta y la abracé. - No te vayas de mi lado, no me abandones por favor... - Comencé rápidamente apretándola contra mi. - No soportaría una vida sin ti a mi lado, no lo soportaría.
- Debo de irme, lo siento Chris...
- No Georgiana...
- Escuchame, esto puede doler al principio pero, debes de aprender a vivir lo que te falta sin mi, yo siempre estaré para ti, pero desde otro...
- ¡No! ¡no, me niego!

La alejé un poco para poderla ver a los ojos, en los cuáles estaba el brillo más hermoso que jamás había visto.

Antes de que volviese a hablar, fuimos  interrumpidos por una gran luz que empieza a jalar a Georgiana.

- Es hora de irme...
- No Georgiana.
- Si, Christopher, nunca me olvides, yo te amo.
- Yo también te amo, ¡pero no me dejes!

Otra luz comenzó a alejarnos, a mi también me jalaban, pero no quería estar lejos de Georgiana toda una vida.

- ¡No!

Grite al final volviendo a tomar la mano de mi amada.

Desperté agitado de aquel sueño, había sentido todo tal real... Volteé a mi lado y vi a Georgiana aún dormida, yo prefería decir que estaba solamente dormida, y no muerta, después de ese sueño solté un gran llanto, sabía que ella me había abandonado.

Sentía que ella ya había muerto.

Lloré aún más, no podía contener ahora mis llantos.

Después de unos momentos entró mi madre, quien volteó a ver a Georgiana y pensó lo peor.

- Oh no... - Dijo en voz baja también llorando. - Georgie...

Me levanté de allí, no podía seguir así, simplemente no podía.

Bajé rápidamente las escaleras, estábamos en la casa que Lord Armstrong-Jones había comprado en Francia.

Ambos estaban muy felices, Lady Armstrong-Jones había dado a luz a un niño, le pusieron Connor, Connor Armstrong-Jones.

Me alegraba que por fin pudiesen tener un niño, el título de los Armstrong-Jones estaba a salvo.

Seguí bajando las escaleras y llegué a un jardín que me recordó a Georgiana. Salí rápidamente por el jardín, sentía la presencia de mi amada a mi lado.

Me senté en el suelo, donde el gran árbol de allí me tapaba el sol.

Me recargué en este y sin poder evitarlo nuevamente, me quedé dormido.

Volví a soñar, pero ahora me soñé a mi, a Georgiana y a dos pequeños niños a nuestro lado. Un niño y una niña.

Después de este sueño, sentí que me movían, abrí los ojos un poco y vi a mi madre, que estaba con los ojos rojos e hinchados de tanto llorar.

- Hemos vestido ya a Georgiana.
- Ya voy. - Dije con la voz apagada y me levanté.

Antes de irme, le di un abrazo a mi madre quien lloró en mi hombro, yo también quería llorar pero, ni un sonido salía de mi garganta ni una lágrima de mis ojos.

Caminé a paso lento hacia la habitación donde estaba.

Entré y vi como la terminaban de arreglar.

Le habían puesto un vestido verde esmeralda, su cabello estaba adornado con pequeñas flores blancas.

Todas las señoras que estaban allí dentro, salieron dejándome solo con mi... con mi esposa.

Me acerqué a ella y las lágrimas salieron, un pequeño sollozo salió de mi garganta. Me puse a su lado y la besé. Estaba fría.

Tomé su mano y volví a pedir, tenía esperanza, de un momento a otro la esperanza volvió a mi.

- Christopher... - Escuché después de unos momentos.

Levanté mi mirada y vi como ella comenzaba a abrir sus ojos.

Comencé a sentir el calor de su mano entre la mía, su rostro seguía pálido, pero ahora sabía que estaba viva.

- Mi amor. - Dije y comencé a llorar de felicidad.

Corrí a la campanilla y jalé de esta, estaba tan feliz. Después de unos momentos entró el médico que la revisó.

Se veía en su rostro lo asombrado que estaba, no podía ocultarlo.

Me acerqué a él y pregunté por su salud, me dijo que empezaba a mejorar.

Siguió examinando a Georgiana y abrió aún más sus ojos.

-  Que se passe-t-il? - Pregunté preocupado.
- Bébé, encore en vie.

Sin poder evitarlo, la sonrisa se puso en mi rostro y lloré de felicidad, mi madre de encontraba afuera de la habitación, con emoción fui hacia ella y le conté todo.

Entró de inmediato y corrió a Georgiana que ahora estaba dormida, no estaba muerta, estaba dormida.

Todos se alegraron, Lady Armstrong-Jones se puso feliz nuevamente, no podía ir por su bebé, pero estaba tan feliz.

Todos se enteraron de la noticia y se alegraron.

Después de eso, yo me fui a bañar y comí.

Fui nuevamente a su lado y me senté en una silla a su lado, tomé un libro y leí.

- Tengo frío. - Escuché un leve susurro.

Voltee y la vi tratando de darse calor ella misma.

Me levanté de inmediato y la arropé aún más, ella abrió un poco sus labios y volvió a hablar.

- Tengo sed. - Dijo en un susurro nuevamente.

Fui por un poco de agua y la ayudé a tomarla.

- Descansa. - Besé su frente y la arropé.
- Duerme conmigo, siento frío. - Decía con dificultad en susurros.

Me levanté de mi lugar y me acerqué a ella. La veía tan frágil que me daba miedo lastimarla.

Lentamente Me acosté a su lado y la abracé. Ella se acostó en mi pecho.

- Siempre tuya. - Dijo y durmió.

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