La Melodía de Aura 1 - Prelud...

By LenaMossy

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Aura terminó con su amor de la infancia la misma noche en que habían decidido mudarse juntos a la capital. Es... More

♡ AVISOS ♡
♡ Sinopsis ♡
❀ Dedicatoria ❀
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 49
Capítulo 50
♔ Obsidiana ♔

Capítulo 17

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By LenaMossy

But I can't beat you

Cause I'm still with you

Oh mercy I implore

How do you do it?

I think I'm through it

Then I'm back against the wall

What Kind of Man — Florence + the Machine

☆★☆

No me gusta la sensación al pasar de mis sandalias a los zapatos negros de tacón. Me contemplo en el espejo y paso una mano sobre el peinado de coleta alta que me he hecho. Tengo poco maquillaje, apenas delineador en los ojos y un labial rojo oscuro; no siento los ánimos para arreglarme más. No obstante, hay demasiado calor y desabrocho un par de botones de la blusa. Sonrío al recordar que, cuando estaba con León, casi debía llevar los botones hasta el cuello, jamás una blusa que transparentara un poco la ropa interior, sus celos eran enfermizos.

La puerta de la oficina se abre y me reprendo por olvidar cerrar con el pestillo; Dimas entra y desliza su mirada sobre mí de pies a cabeza.

—¿Pasa algo?

Niega y cierra la puerta, luego se recarga en ésta con las manos en los bolsillos.

—Lo que viste.

Regreso mi atención hacia el reflejo de blusa blanca y falda negra. Gabriel tiene un problema para mantener la boca cerrada, uno muy grave.

—Mina es importante para mí —dice—. No sé si lo entiendas.

—No tienes que darme explicaciones ¿Sabías?

Suspiro y coloco la vieja mochila, donde guardé mi ropa, al hombro.

—Necesito pasar —le digo deteniéndome frente a él.

Dimas me observa con una de esas miradas silenciosas que domina a la perfección. Siempre está tan impasible como si lograra solucionar todos los problemas de la humanidad en dos minutos... Es muy diferente a León, que es risas y bromas. Dimas siempre parece muy reservado como yo, pero no posee ni un solo problema para relacionarse con los demás y convertirse en el centro de atención por donde va.

—Una vez... —empieza con cierta duda en la voz y desde ahí sé que me dolerá lo que sigue— Mina se embarazó, pero perdió al bebé... Hicimos muchos planes...

Estrujo el tirante de la mochila y siento el suelo moverse bajo mis pies.

¿Iba a ser padre? ¿Con Minerva?

—Necesito pasar —repito con la garganta seca—, por favor.

—Ella no me hizo nada para que terminara nuestra relación —continúa, ignorándome— y de verdad la amé. A veces...

—¿No sabes si todavía la amas? —pregunto con toda la desazón que se agita en mi pecho—. Bienvenido al club. Ahora déjame pasar.

Lo tomo por sorpresa y consigo abrir la puerta, pero con su mano vuelve a cerrarla. Aprieto los puños e intento abrirla de nuevo sin conseguirlo.

—¿Todavía amas a León? —Me detiene por los hombros.

—¡No te importa! —exclamo, las lágrimas comienzan a caer por mis mejillas.

—¡Tengo derecho a saberlo!

—¡No, no lo tienes! ¡Tú ya no estabas, evadiste mis llamadas y me olvidaste!

Dimas me sacude y acerca su rostro al mío.

—No seas tonta —susurra con rudeza—. Nunca te olvidé.

Cubro mi cara porque ya no quiero verlo, cada palabra es una aguja que se clava en mi corazón.

—¿Por qué me dejaste? —pregunta— No lo entiendo...

—No hay nada por entender —murmuro—. Pasó hace mucho, déjalo.

—No puedes pretender que en realidad lo deje así.

—Basta, Dimas...

Comienza a arrinconarme contra la pared y su presencia masculina se mete bajo mi piel. Lo único que deseo es enterrar las manos en su cabello y besarlo hasta olvidar mi nombre.

—¿Fue porque ya no me amabas?

No sé cómo puede preguntarme eso cuando puede ver cómo me están afectando sus palabras, pero es la clave para alejarlo. Ya una vez lo lastimé, no puedo hacerlo de nuevo... No puedo sólo confesar mis sentimientos y romperme cuando vuelva a ver a León.

—Lo siento —murmuro—, debí decírtelo antes, pero yo...

—¿Es eso?

Puedo escuchar el dolor en su voz y no quiero mirarlo a los ojos porque sé que me retractaré.

—Aura —susurra— ¿Ya no me amas? ¡Mírame!

Toma mi rostro y me obliga a mirarlo a los ojos. Le causo tanto dolor que sé que he tomado la decisión correcta, pero mis labios tiemblan a punto de traicionarme y decirle lo que de verdad siento.

Abro la boca, pero sus labios me callan y me rindo entre sus brazos. Rodeo su cuello y devoro sus suspiros como tanto he querido hacer. Mi corazón se agita desenfrenado dentro del pecho y suelto un gemido al sentir sus manos aferrándome con fuerza por la cintura. Su lengua se abre paso dentro de mí, recuerdo su esencia inconfundible fundiéndose en cada centímetro de mi cuerpo. Los años no han pasado, en este instante somos los mismos que antes... un par de desesperados por hacerle sentir al otro todo lo que hay dentro de nosotros.

Entonces se aparta con brusquedad y me observa con su gélida mirada celeste.

—No volveré a intentarlo, lo prometo.

Su cuerpo se aparta del mío y siento como si alguien me hubiera arrancado un pedazo de piel. El frío me embarga, lo observo sin entender nada de lo que ha pasado. Abre la puerta, Minerva está del otro lado y nos mira con sorpresa, le dice algo a Dimas, pero él se marcha sin responder.

Recojo la mochila, que cayó en algún momento al suelo, y me la coloco al hombro. Apenas puedo dar crédito a lo que acaba de pasar y aparto de un manotazo a Minerva cuando intenta tocarme.

—Aléjate.

Ella me mira con los ojos muy abiertos y me dirijo hacia el final del pasillo hasta la cocina. He dejado de llorar, pero el nudo que tengo dentro es más grande que cualquiera que recuerde. Me abro paso entre los cocineros, que me miran con curiosidad, y camino hasta el final detrás de unos anaqueles. Tiro la mochila y me resbalo sobre la pared hasta el suelo, todo está arruinado.

Lo perdí, para siempre. Perdí a Dimas, nada de lo que haga ahora logrará reparar el daño que le he hecho. Abrazo mis piernas, escondo el rostro entre las rodillas. Ya no hay más lágrimas que derramar.

Estoy muy sola, pero es mi culpa.

☆★☆

No sé cuánto tiempo he permanecido refugiada en este rincón, pero la banda tiene un rato tocando. Dimas ha continuado con su vida y, aunque sé que debe alegrarme, me oprime el corazón hasta hacerlo un dolor físico más que emocional. Me duele respirar, pensar y no sé si lograré salir de ese pequeño rincón pronto.

—Te están buscando —dice una voz femenina frente a mí.

Levanto la vista sobre las rodillas y veo a una chica con ropa blanca y una redecilla en la cabeza.

—Tus amigos y el jefe —continúa—. Nadie de nosotros ha dicho que estabas acá porque, bueno... no te ves cómo alguien que quiera hablar mucho.

—Gracias —musito.

—La violinista vino hace un rato —añade—, pero le dijimos que no te vimos.

Es gracioso cómo encuentras aliados en quienes menos te esperas. Esbozo una minúscula sonrisa y vuelvo a refugiar el rostro entre mis piernas. La escucho alejarse y permito escapar algunas lágrimas necias.

Sólo quiero desaparecer o dormir una semana entera. Hace mucho que no me sentía así, sin lograr divisar un mañana agradable en el que consiga sonreír y como si una enorme nube gris se hubiera instalando arriba de mí sin planes de marcharse pronto.

Pasa un rato más y me sobresalto al escuchar algo a mi lado. Levanto la cabeza y veo a la misma chica que ha dejado un plato con un sándwich.

—¿Por qué no vas a casa?

—No puedo volver a casa —respondo.

Ella levanta la mirada hacia una señora que también me observa con preocupación.

—Come algo —aconseja ésta—. Después te sentirás mejor.

Recojo el plato y lo coloco sobre mi regazo, como lentamente el sándwich. Escucho la voz de Federico y ambas mujeres salen del rincón para regresar a sus trabajos. Reviso mi celular, tengo muchísimas llamadas perdidas de toda la banda, incluida Minerva, y hasta de Sofía. Me siento culpable por alarmar a mi amiga y es a la única a la que le envió mensaje diciéndole que estoy bien, apago el celular.

Termino el sándwich y, tras de dar un larguísimo suspiro de autocompasión, me levanto y dejo el plato en una mesa cercana. Me sirvo un vaso de agua mientras los chicos de la cocina me observan de reojo

Considero que soportar un rato a mi madre es mejor que ver a Minerva y Dimas en el departamento. Así que, luego de agradecerles a ambas mujeres su preocupación, salgo de la cocina.

Asomo la cabeza con cierta timidez hacia el bar justo cuando Minerva comienza a cantar. Reconozco de inmediato la canción y me parece absurda la ironía que la cante hoy por primera vez. Es What Kind Of Man de Florence And The Machine. Hay tanto sentimiento en su voz que comprendo la clara incomodidad en el rostro cincelado de Dimas.

Minerva imita un poco esa forma desenfrenada de la vocalista original, saltando por aquí y por allá y moviendo con exageración las manos. Canta muy bien, me sorprende, y detesto cuando se gira para cantarle el coro a Dimas, quién intenta ignorarla concentrándose en la guitarra. No tengo idea de lo que ellos compartieron, pero parece ser muy importante. No debo inmiscuirme en algo así.

Sostengo con fuerza la mochila cuando me abro paso entre la multitud segura de que no me verán; pero hay demasiadas personas y me quedo atrapada a la mitad del camino hacia la puerta. La canción termina y todos aplauden, de pronto una ola de grititos se esparce a mí alrededor. Dirijo la vista hacia el escenario y descubro a Dimas abrazando a Minerva frente a todos; no necesito más para saber que han regresado. Lo volví a arruinar, es increíble mi habilidad para joder lo que toco, pero... es lo que quería ¿no?

Empiezo a romperme, escucho el crujir dentro de mí. Empujo a las personas para abrirme paso, la mayoría se queja o me insulta, pero sé que necesito salir de aquí cuanto antes o comenzaré a gritar en medio de un ataque de ansiedad.

—No puede ser bueno un chico al que le dedican esa canción ¿No, Aura?

Mi corazón se detiene, no sé si es posible, pero eso siento. Mis pies se congelan en su sitio y un escalofrío recorre mi columna. Puedo reconocer esa voz entre miles, es la única que puede hacer temblar así mis cuerdas vocales.

No hoy, no hoy... No tengo fuerzas, estoy agotada...

—León.

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