Daron, un ángel para Nathalia...

By jane_n_johnmest

1.8M 151K 16.4K

LIBRO COMPLETO✓ Una joven normal, con una vida normal. Abandonada por su madre, pero amada y protegida por su... More

Sinopsis
Para ti, querido lector
Book tráiler
Epígrafe
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 9
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 28
Capítulo 42
¿Qué te ha parecido la historia?
¿Qué sigue después de esto?
Capítulo 46
Capítulo 47
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Extras
Capítulo 48 [+18]
Capítulo 49

Capítulo 17

33.4K 3K 422
By jane_n_johnmest

NATHALIA


Me percato de que no estoy en casa de Johnvid, sino en una habitación poco iluminada, con una ventana que apenas deja que los rayos de sol se filtren por medio del cristal opaco. Me toco la cabeza, porque siento que me duele cada parte del cerebro, hasta el bulbo raquídeo. Sigo un poco ofuscada por todo lo que ha pasado y por no saber en dónde me encuentro ahora mismo. Tomo asiento sobre la cama con los pies por fuera de esta, recordando que Lyron me ha apuñalado y eso sí que no ha sido un sueño. Llevo mi mano hacia donde debería estar la herida, pero para mi sorpresa no siento dolor cuando me toco. Levanto la camiseta blanca que traigo puesta, para cerciorarme de que la herida sigue ahí, pero no hay rastro de ella, ni siquiera un indicio de que hubo una, eso hace que mi mente se cuestione muchas cosas: ¿realmente ya no sé distinguir entre la realidad y la ficción?

Me pongo de pie y recuerdo que Daron había llegado a mi rescate, tal y como él me había dicho que lo haría si lo llamaba.

—¿Cómo es eso posible? —murmuro tan bajo, que solo yo puedo escucharme.

—Has despertado —Su voz me guía hasta su rostro.

Me giro sobre mis pies y ahí está, parado junto al marco de la puerta sin su particular chaqueta y mirándome de brazos cruzados. Mis ojos se desvían unos segundos a sus brazos desnudos y músculos tensados. Pero que tentación es la que tengo frente a mí.

Contrólate, contrólate. Me repito una y otra vez.

—¿Dónde estamos? —cuestiono para alivianar el calor que está experimentando mi rostro.

—En mi casa —responde.

Entonces hago clic y recuerdo la habitación que está completamente cambiada. Enciende la luz de techo y puedo ver que efectivamente nos encontramos es la habitación que le ha pertenecido a mi padre por muchos años. Daron no tiene muchas cosas, más que la cama, una pequeña mesa de noche y el armario de ropa que se encuentra adjunto a la pared.

—¿Tú me quitaste la ropa? —pregunto, recordando que solo traigo una camiseta puesta. Acomodo mi cabello detrás de mis orejas—. ¿Dónde está mi ropa?

—Si no yo, ¿quién más? —Sus cejas se juntan al medio, formando dos líneas de confusión—. No podías hacerlo tu sola evidentemente, y yo no podía acostarte sobre mi cama, en el estado que te encontrabas —sonríe.

Agacho la mirada avergonzada por la situación y luego la levanto para percatarme de que sus ojos me observan como si me estuvieran sonriendo. Siento que el aire me falta por un momento.

—No te preocupes, Nathalia. No he visto nada más allá —se apresura a decir, al ver mi reacción—. No me aprovecharía de ti —eleva una de sus cejas—. Al menos que tú así lo quieras.

Un hormigueo aparece dentro de mí, provocando una ligera convulsión. "Me hubiera gustado que te aprovecharas de mí", ese pensamiento se viene a mi cabeza sin siquiera avisar y me avergüenzo al instante, golpeándome mentalmente. Él me sonríe como si hubiera podido escuchar lo que dije.

—No puedo ser capaz de mirarte con lujuria si no me lo permites —termina de decir.

—Tenías razón sobre Lyron —Cambio el tema.

—Es bueno saber que te has podido dar cuenta de ello —añade—. ¿Tienes hambre?

Al parecer no quiere tocar esa conversación, mucho menos hablar sobre Lyron, pero yo tengo tantas dudas, lo que conlleva a hacer muchas preguntas; de las cuales quiero saber todas las respuestas. Daron tiene que explicarme, cómo es que encajo en todo el odio que Lyron revela hacia mí, como es que soy parte de su necesidad de matarme y de quién quiere que me aleje, pero, sobre todo, tiene que explicarme, ¿dónde está la herida que me propició? Porque recuerdo haber recibido una puñalada, y ¿cómo es posible que haya llegado hasta mí con tan solo haber pronunciado su nombre?

—Sí —respondo—. Tengo hambre, pero tengo hambre de explicaciones, de saber qué está pasando.

Él me mira y la sonrisa que tiene dibujada en los labios desaparece completamente. Lo que le he dicho no le ha causado mucha gracia y lo puedo notar en su duro semblante.

—¿Qué cosas quieres saber exactamente?

—¿De dónde vienes? ¿De dónde conoces a Lyron? —Trago saliva —. ¿Por qué quiere matarme? ¿Por qué ya no estoy herida, e incluso no tengo la herida de bala que sufrí antes? —recuerdo que la herida que se encontraba en mi pierna tampoco está.

—No comprenderías de donde "venimos" —enfatiza la última palabra—. Tampoco me creerías.

—¿Cómo sabes que no te creería? —Frunzo el ceño—. ¿Cómo es posible que llegaras a mí con tan solo decir tu nombre?

—Lo puedo divisar en tus ojos —añade respondiendo a la primera pregunta—. Además, haces muchos cuestionamientos innecesarios. No es el momento.

—No importa si no te creo, y tampoco si hago muchas preguntas, menos si no es el momento. Necesito que me des una explicación.

Lo miro a los ojos con decisión. No estoy dispuesta a seguir bajo esta manta de confusión, en donde no comprendo nada y tampoco obtengo respuestas. Estoy decidida a escuchar cualquier cosa que pueda iluminar mi entendimiento, así sea lo más absurdo del planeta.

—Lyron y yo somos hermanos sagrados, o lo fuimos hace eones.

¿Hermanos? Aunque tienen características físicas parecidas, al igual que sus caracteres, al final ambos son muy diferentes. Ambos poseen esa misma belleza descomunal que es capaz de dejarte embelesada de una manera irracional. Tienen ese misterio que los rodea y esa peculiar forma de hablar con tantos rodeos, pero no es como para que fueran hermanos. Daron tiene ojos verdes esmeraldas y cabellos dorados, mientras que Lyron tiene ojos celestiales y cabellos castaños oscuros.

—¿Hermanos? —dudo.

—No hermanos como los que tienen ustedes los humanos —su tono es carente de alguna emoción—. Fuimos creados por el mismo ser, al cual traicionamos para venir a la Tierra.

¿Ser? ¿Venir a la tierra? Estoy más confundida de lo que ya me encuentro. Me observa y como si supiera cuál sería mi siguiente pregunta, continúa hablando.

—No, no somos humanos y tampoco extraterrestres, Nathalia —me mira directamente a los ojos—. Somos condenados, ángeles caídos. Expulsados del Coelum.

—¡¿Qué?! —No puedo evitar que mi entrecejo se arrugue y aquella pregunta se manifieste con asombro.

—Tenemos ciertas habilidades o poderes, como prefieras llamarle —agrega sin importarle lo sorprendida que me encuentro—. Mismos que podemos usar con los humanos, para ayudarlos o simplemente beneficiarnos y hacerles la vida imposible a cualquier miserable.

En ese momento recuerdo la conversación con Aileen, la prima de Johnvid. ¿Realmente existen los ángeles caídos, o Daron solo está jugando con mi cabeza? Estoy sin palabras, esperando a que continúe.

—Por eso puedo meterme en tus sueños y controlarlos, por eso puedes escuchar mi voz, por eso sientes que te observo, pero no puedes verme. Por eso aparecemos de la nada, por eso no tienes las heridas.

Sigo observando en su dirección, mirando como su hombro carga todo el peso de su cuerpo, contra el marco de la puerta. Sus ojos me contemplan esperando a que de mis labios salga algo.

—No puede ser posible... —musito—. No puedo creerlo —lo miro como si estuviera viendo y escuchando algún producto de mi imaginación.

—Es difícil para un humano asimilar algo como esto —veo como su pecho se infla al tomar aire—. No es siquiera posible ante sus mentes, sopesar algo de tal magnitud —hace una pausa—. Entiendo que no pueden ser capaces de mirar más allá de lo que no pueden comprender o ver.

—Es que... —guardo silencio unos instantes—. No es normal que te hagan este tipo de confesiones... —digo sin saber qué decir—. ¿Entonces Dios si existe? —La curiosidad es algo innato en mí.

Él me sonríe.

—No tengo una respuesta a eso. Ni siquiera he podido verlo.

Guardo silencio y me quedo pensante unos segundos.

—¿Qué poderes tienen los ángeles?

—Como un ángel caído pierdes y ganas, dejas de ser un ángel y te conviertes en mitad demonio, por eso se nos llama condenados —explica—. Los poderes que tenemos como caídos son los mismos que teníamos cuando éramos ángeles, solo que con el tiempo y las atrocidades que vamos cometiendo, pueden desarrollarse otros, y perderse los entregados por el Coelum —sus ojos dejan de verme, para mirar hacia el suelo —. Entonces adquirimos algunos del Infernum.

Vuelve a levantar su mirada al pronunciar esa última palabra y deja caer sus brazos hacia los costados de su cuerpo. Da pequeños pasos hacia mi dirección.

Sin darme cuenta, me echo hacia atrás.

—Puedo leer y meterme en las mentes de aquellos humanos que temen. Siempre y cuando su miedo sea algo que no puedan controlar, si entonces son capaces de hacerlo, no puedo ser capaz de cruzar las puertas hacia sus pensamientos, a eso le llamo bloqueo. Puedo controlar sueños, crear cosas que no existen, y hacer que los humanos como tú, vean lo que yo quiero. También puedo curar.

—¿Visiones?

Él asiente.

—Podemos hacer muchas cosas, Nathalia, estaría toda una vida enumerándote cada cosa.

—Eso significa que Lyron es igual que tú, es capaz de las mismas cosas.

—Sí... —afirma—. Aunque admito no haber usado mis habilidades siempre para ser el bien, él nunca las ha usado para otra cosa que no sea hacer mal.

Tengo una pila de muchas cosas que para alguien común y racional, suenan a pura fantasía estúpida, sacadas de un montón de cuentos llenos de mentiras; creados en la imaginación de un demente. Pero todo lo que Daron acaba de contarme, encaja en todo lo que me ha sucedido en este tiempo que he estado en Dijon. Todo esto explica mis sueños prácticamente reales, las voces que he estado escuchando en mi cabeza, las miradas que no puedo ser capaz de hallar. Esto explica que no estoy volviéndome loca y aunque no son las respuestas que me esperaba, creo que es lo único que puede explicarlo.

—¿Cómo sé que es real todo lo que me dices?

—No ha sido un truco mental, ninguna alucinación, Nathalia.

Cuando está lo suficientemente cerca de mí, toma asiento en la cama y palmea a su lado, invitándome a hacer lo mismo.

—Todo lo que acabo de decirte y todo lo que has vivido hace horas atrás, es real. Lyron te atacó y tú me llamaste. Llegué y te curé. Entiendo más que nadie que estés llena de confusión y que la situación te está torturando, pero esta es la verdad.

Lo miro directamente a los ojos y me quedo callada unos segundos. Luego tomo asiento a su lado.

—¿De qué planes hablaba Lyron? —Interrogo.

—He estado tratando de averiguar cuáles son esos planes, pero no he encontrado nada —comienza a explicar—. Creo que debe referirse al momento en que caímos. Yo había tomado la decisión por todos los que querían hacerlo, incluyendo a Lyron. La tomé porque él no quería hacerlo solo, y porque yo jamás había pisado la Tierra, ni siquiera como ángel guardián de nadie, por ende, no conocía nada de este mundo. Ni siquiera a las criaturas que lo habitan. Sin embargo, Lyron sí. Él era ángel guardián, mientras yo simplemente vigilaba que todo estuviese bien en el Coelum.

La tristeza en sus palabras y la aflicción que permanece en sus ojos mientras habla, se transportan hacia mi corazón.

—Un día llegó diciendo que debíamos bajar a la Tierra, quedarnos aquí y ser como humanos —una pequeña risa irónica sale sin esfuerzo—. Siempre tuve el deseo o quizá la curiosidad de experimentar cosas más allá de mi entendimiento. Sentir el tacto de alguien sobre mi rostro, tal y como algunos ángeles describían. Así que acepté creyendo que eso haríamos, pero Lyron quiere más que eso, en realidad, nunca le interesó ser humano —termina de decir.

—¿Y qué quieres tú? —Musito al ver que se queda en silencio.

Una sonrisa llena de tristeza figura en su rostro, mientras sus ojos verdes están concentrados sobre el suelo, mirando nada. Vuelve su vista hacia mí, entretanto cruza sus manos por delante de él, como si estuviera pensando su respuesta.

—En un principio, creí que había caído por algo, pero mientras el tiempo pasaba, me di cuenta de que ese algo en lo que creía, no era la razón en sí.

—¿Por qué no?

—Porque un día encontré a alguien que me hizo ver que no estaba haciendo nada importante y que estaba desperdiciando quien era. Esa mujer me llevo hasta mi verdadero propósito y fue hasta entonces que me di cuenta de que había caído por algo más.

Muy dentro de mi corazón, siento compasión por él, pero continúo con las preguntas que siguen apareciendo en mi cabeza. Me he propuesto a mí misma descubrir lo que ocurre y al menos estoy cumpliendo mi cometido.

—¿Y qué tengo que ver yo en los planes de Lyron? —Vuelvo a preguntar.

Daron me escruta con sus cejas juntas, su mandíbula se contrae bajo la piel de su rostro y eso hace que pueda ver como el conjunto de huesos de esta, se marcan de manera visible.

—¿Qué tengo que ver yo? —Insisto.

—Es extraño... —dice—. Pero no tengo una respuesta a eso.

—¿Entonces no lo sabes? —Cuestiono con decepción.

Su mirada se desvía de mí, como si quisiera ocultar algo. Lo observo trasladar su mano hacia su boca, para agarrar entre su dedo índice y pulgar, su labio inferior. Sus ojos permanecen fijos en la pared frente a nosotros y veo la duda cruzar por su rostro. Está dudando en darme la respuesta.

—¿Daron? —Farfullo.

Acto seguido se restriega el rostro con frustración, mientras aprieta con fuerza el puño de su mano izquierda con la palma de la otra y tras un impaciente silencio, finalmente decide continuar hablando.

—No tengo respuesta a eso, pero tengo algo más que decirte —agrega, mirándome a los ojos.

—¿Qué es? —La curiosidad me invade.

—Te conocí en 1993 —dice.

Mi entrecejo se arruga y mi boca se abre ligeramente.

—No estoy comprendiendo... —digo con el semblante lleno de confusión.

—Conocí a tu madre, Marion cuando tú tenías cuatro años.

—¿Conociste... a mi madre? —Siento un nudo en mi garganta.

—Sí —afirma—. La conocí en un bar... —duda un momento en continuar—. Ella buscaba diversión.

Mi boca se abre ligeramente ante sus palabras y algo cruza rápidamente por mi cabeza.

—Te acostaste con ella... —susurro.

—No —niega inmediatamente—. La mandé a casa junto a su esposo, junto a ti. Decidí seguirla para percatarme de que llegara bien. De que llegara a donde la había enviado y así lo hizo. Pero ella no era feliz con tu padre y evidentemente no lo era contigo —no pude evitar que los ojos se me agüen—. En cuanto te vi, supe que debía protegerte, te veías tan frágil y para tu madre parecías no existir. Lucas siempre se encargó de que no te dieras cuenta de ello, trataba de que Marion no te hiriera. De que no sintieras su falta de amor.

—Nunca me hizo falta —el labio inferior me tiembla.

—Lo sé... —toma mi mano. Mis ojos viajan hasta ese gesto y luego vuelvo a mirarlo—. Fuiste creciendo y el cariño de Lucas te ha hecho fuerte. Te convertiste en lo que eres ahora, gracias a él.

—Y he sido tan miserable con él.

—Es parte de crecer.

La tristeza que siento en mi pecho duele, como si un clavo atravesara mi carne.

He tratado a mi padre de una forma que no se merece, he sido egoísta y cruel. No he sido capaz de ver que él se ha encargado de sufrir el abandono de mi madre por ambos. Ha sido lo suficientemente bueno y se ha esforzado para evitar que pasara por lo mismo que él. Me siento lo peor de este mundo por no apreciar eso. No puedo evitar que una lágrima moje mi mejilla.

Saber que mi madre no me quería, me destroza. A pesar de que nunca la necesité, siempre me pregunté por qué no ha estado y ahora que lo sé, me duele más. Daron se toma el atrevimiento de estrecharme entre sus brazos, al ver que las lágrimas comienzan a brotar de mis ojos sin control, y cuando lo hace, no me contengo y las dejo fluir. La opresión en mi garganta y pecho me abaten.

—Lo siento... —se disculpa y sorbo mi nariz.

—¿Por qué si me conociste en ese tiempo, no te recuerdo?

—Me fui cuando cumpliste diez —su mano acaricia mi cabello—. Antes de irme, borré cualquier imagen de mí en tu cabeza. Luego volví cuando cumpliste los diecinueve, para entonces, me di cuenta de que la necesidad de estar cerca de ti era más grande que mi capacidad de tomar el control de mis propias decisiones. No puedo dejarte sola, y comprender el porqué, me resulta difícil —dejo sus cálidos brazos, para incorporarme en mi posición anterior. Sus ojos verdes brillan—. Cuando me abrazaste en la moto, me enfoqué en imaginar cómo se sentiría tu tacto sobre mí, y llegue a sentirlo como si fuera lo más real —sus cejas se juntan—. Pero eso simplemente es una ilusión, es lo más cercano que puedo tener a experimentar tal cosa.

—Yo... no sé qué decir...

—No estás en la obligación de decir nada —musita.

Durante una corta pausa, sonríe mientras aprieta los nudillos de su mano izquierda.

—Lyron cree que estoy enamorado de ti y que por ello ya no deseo ayudarlo —se pone de pie y me da la espalda.

¿Enamorado de mí?

—¿Cómo estarías enamorado de mí si no puedes sentir?

—No lo sé, ni yo puedo explicarlo —se gira para verme—. Hay muchas cosas que tanto tú, como yo debemos descubrir.

—Yo ya no quiero descubrir nada.

—Sé que tienes miedo —se detiene en el umbral de la puerta—. Pero no tienes por qué temer de mí —su mirada me escruta—. Nunca tocaría una hebra de tus hermosos cabellos, siquiera para respirar cerca de ellos.

Me quedo en silencio tras sus palabras, no sé qué decir o cómo actuar en esta situación. No he pasado por algo similar, no tengo experiencia con este tipo de cosas.

—Creo que tengo hambre... —murmuro para escapar de la situación y él me sonríe ampliamente.

—Ay, Nathalia —agrega en un tono juguetón.


━━━━━━━━━━━━ ⸸ ━━━━━━━━━━━━

Por favor, apóyame en redes sociales también ♥

Continue Reading

You'll Also Like

1.2M 199K 200
《 Transmigré a la antigüedad para ganar dinero y criar a mi cachorro 》 Cuando despertó después de transmigrar, descubrió que se había convertido en l...
1.8M 241K 47
En un mundo oscuro, ella es un brillante faro... Portada hecha por: Austrova ♥️
460K 38.6K 53
•Ella capitana de natación. •Él jugador de voleibol de la universidad rival. •Un pacto entre rivales con fecha de caducidad. •¿Qué podría salir mal...
6.1M 612K 61
«La única ventaja de jugar con fuego es que aprende uno a no quemarse.» -Oscar Wilde