Daron, un ángel para Nathalia...

By jane_n_johnmest

1.8M 151K 16.4K

LIBRO COMPLETO✓ Una joven normal, con una vida normal. Abandonada por su madre, pero amada y protegida por su... More

Sinopsis
Para ti, querido lector
Book tráiler
Epígrafe
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 9
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 28
Capítulo 42
¿Qué te ha parecido la historia?
¿Qué sigue después de esto?
Capítulo 46
Capítulo 47
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 20
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Extras
Capítulo 48 [+18]
Capítulo 49

Capítulo 14

33.7K 3.2K 493
By jane_n_johnmest

NATHALIA

Camino rumbo a la parada de autobuses, me toca regresar sola a la casa. Doy pasos sin prisa por la acera transitada, en mi cabeza se plantan mil dudas y entre ellas está mi padre; ¿por qué no pasar a visitarlo ahora que me encuentro por aquí? Podría abrazarlo y disculparme, o simplemente abrazarlo. Cruzo la calle no sin antes mirar que no venga ningún vehículo, para después tomar la dirección que me lleva al que ha sido mi hogar por muchos años. La casa no queda tan lejos de la universidad.

Me emociona la idea de volver a ver a mi padre por más que mi orgullo patético me grite una y mil veces que ha sido un idiota conmigo, nunca he podido ser capaz de odiarlo ni siquiera un poco y no puedo usar esa palabra para expresarme de él. Cuando me enojo con su persona se me escapa, pero es solo por el momento. La rabia en ese instante me hace actuar y decir cosas que realmente no siento.

Los padres amorosos como lo es el mío, que siempre están sin importar la situación o circunstancia y siempre están apoyando cada decisión que saben que es buena para sus hijos; no merecen ser tratados con tal sentimiento y aunque antes no solía reconocer esas cosas, tengo que decir que mi padre siempre ha sido todo eso. Pero mi orgullo e inmadurez me ciegan la mayor parte del tiempo. Toman posesión de mí y entonces me sale lo ruin. Papá siempre ha sido mi madre, mi padre, mi hermano, absolutamente todo y le estoy agradecida por ello.

¿Qué es lo primero que le diré cuando abra la puerta? Una disculpa quizá sea suficiente, pero yo quiero abrazarlo fuerte.

Mis pensamientos se ven interrumpidos por esa extraña sensación de la que me había olvidado por unas horas y otra vez está haciendo acto de presencia. Levanto la mirada de la acera por donde me encuentro transitando, para observar a mi alrededor con recelo, pero solo veo un montón de personas caminando acompañados de amigos, parejas, niños, perros, adolescentes fumando y personas apuradas caminando hacia sus trabajos o hablando por teléfono. Ninguno está observándome de manera extraña, sin embargo, sigo sintiéndome como tal.

Esto ya me está enloqueciendo. ¿Es solo un truco de mi mente? ¿Quizás me siento sola y necesito creer que alguien está conmigo? No, claro que no, yo no soy esa clase de persona, a mí me gusta mi soledad y estas cosas nunca llegaron a pasarme antes. No entiendo por qué hasta ahora lo estoy viviendo.

Apuro mis pasos y a unos cuantos metros diviso la pequeña casa rodeada de rejas negras, la emoción crece en mi pecho y la felicidad se refleja en una tenue sonrisa en mi rostro. Se siente fenomenal regresar a casa y aunque sé que no me quedaré, ver que estoy aquí nuevamente me hace inmensamente feliz. Las rejas de la puerta están cerradas, lo que no significa que mi padre no esté en casa, siempre las cierra, aunque esté dentro. Recuerdo que aún conservo mis llaves, busco inmediatamente dentro de mi mochila, porque ahí deben de estar, no recuerdo haberlas sacado desde la última vez que las deje ahí y efectivamente las encuentro.

Me apresuro a abrir la reja.

Ver la casa hace que un montón de recuerdos melancólicos invadan mi memoria, las ganas de llorar también hacen acto de presencia y los ojos lacrimosos desenfocan mi visión en cosa de segundos, pero me aguanto la cursilería de ponerme a llorar por mis recuerdos de niña. Respiro profundo y me abro paso por el estrecho camino que lleva hasta la puerta principal, introduzco la llave para abrir, entonces la puerta se abre.

Todo adentro luce como la última vez que estuve aquí y aunque no fue hace mucho tiempo, parece como tal.

—¿Papá? —llamo—. ¿Estás? —pero no recibo respuesta.

Dejo mi mochila sobre el sofá y me encamino por el pequeño pasillo que da hacia las habitaciones, abro la puerta de la suya, pero no está, sin embargo, noto que algo ha cambiado. Las paredes tienen otro color, ahora son grises cuando antes solían ser blancas. Las sábanas de la cama son negras. Mi ceño se frunce.

—¿Qué es lo que ha pasado aquí? —cuestiono para mí misma.

Me adentro a la habitación sin dejar de observar el entorno, ¿por qué papá ha cambiado a gris? Camino hacia la mesita de noche y tomo asiento en la cama, mirando mi alrededor con demasiada curiosidad.

Coloco un mechón de cabello detrás de mi oreja derecha.

—¿Vienes a acostarte conmigo?

—¡Santo cielo! —chillo pegando un salto que rápidamente me hace levantarme.

Me llevo una mano al pecho, porque siento que el corazón se me saldrá. No puede ser cierto lo que mis ojos ven, es él, Daron. Lo miro llena de incertidumbre.

—¿Cómo entraste aquí?

Él levanta las cejas.

—Yo debería hacerte esa pregunta a ti, ¿no crees? —Ahora yo soy la que lo mira con las cejas arqueadas.

—Tengo llaves —respondo.

—Yo también —añade.

—¿Qué?

—Esta es mi casa —dice, terminando de entrar a la habitación.

—Claro que no —niego—. Esta es la casa de mi padre y esta es su habitación —aclaro.

Tira su mochila hacia la cama, desde donde está.

—Creo que tu padre se ha mudado —dice.

Se me hace un hueco en el estómago al escuchar eso.

—Mientes.

—¿Por qué mentiría? —sonríe—. Esta ahora es mi habitación y esa de ahí —dice apuntando con su dedo—. Es mi cama. También tuya —Me guiña un ojo.

Tenía razón, no tiene por qué mentir con eso, no ganaría nada o tal vez sí, seguro busca fastidiarme como ya viene haciéndolo. Lo observo en silencio, entonces él se mueve por la habitación al mismo tiempo que se deshace de su chaqueta y acto seguido veo como se saca la ramera, no me inmuto me quedo descaradamente observando su marcada espalda desnuda.

—Me largo de aquí —murmuro en cuanto me doy cuenta de lo que hago.

Salgo desanimada por el hecho de que mi padre no se ha tomado la molestia de avisarme que se ha mudado. Cruzó el pasillo tan rápido como puedo, tomo mi mochila y salgo por la puerta. No volveré a ver a papá y todo por mi estúpido orgullo, ahora sí quiero llorar y no creo aguantarme las ganas.

Saco mi celular del bolso al mismo tiempo que camino por la entrada de la casa y busco su número entre mis escasos contactos; le marco, pero no timbra, solo sale la grabadora avisándome que no está disponible.

Maldigo.

Escucho el rugido de una motocicleta detrás de mí y me giro a escasos centímetros de cruzar la reja. Es una deportiva de color rojo vino con negro y el estúpido está sobre ella. Se acerca y me quedo inmóvil.

—Voy a llevarte —dice haciendo rugir el motor.

—No, gracias —vuelvo a girarme.

Ya no escucho el motor del vehículo. Que rápido ha entendido mis palabras, pero entonces siento su agarre en mi brazo. Mi cabeza voltea a verlo.

—Suéltame —ordeno.

—¿Por qué estás molesta? —inquiere.

—Que te importa —contesto tajante, tratando de soltarme y cuando lo hago casi caigo de espaldas sobre el cemento, si no es porque vuelve a sostenerme con firmeza, hubiera caído no muy dignamente.

—¿Por qué tienes que ser tan irritante? —Me pregunta y solo lo miro directamente a los ojos, entretanto permanezco sostenida a sus brazos—. ¿Me culpas porque tu padre me vendió la casa?

La sorpresa que esas palabras causan en mí, casi hace que la boca se me caiga al piso. Lo miro con la confusión en mi rostro, tratando de entender por qué mi padre ha hecho semejante cosa. Creí que solo la había alquilado.

—¿Te vendió la casa? —repito con la incredulidad en mi boca—. Eso no puede ser...

—Sí, estaba buscando un lugar para vivir, así que encontré la oferta y se la compré.

—¿Por qué mi padre vendería la casa?

Es más, una pregunta para mí que para él.

—Tendrá sus motivos.

¿Qué motivos podría tener mi padre para vender la casa?

Ni siquiera me consultó nada, no me ha considerado en su decisión, pero me lo merezco. Se ha largado y no sé a dónde ni por qué, seguramente se cansó de tener una hija tan estúpida. Me quedo observando la nada, mientras Daron sigue frente a mí.

—¿Hiciste esto a propósito? —interrogo.

Me suelta.

—¿Hacer qué? —alzo la cabeza para poder mirarlo a la cara.

—Comprar la casa, seguro sobornaste a mi padre, lo amenazaste para que te la vendiera, pareces de ese tipo. ¿Qué quieres de mí? —pregunto con la paranoia en mi rostro.

—¿Por qué haría algo así? —pregunta con diversión—. Suenas un poco loca.

La sangre me hierve.

—¿Acabas de llamarme loca? —Mis fosas nasales se dilatan.

—Me gustan las locas —admite.

Lo abofeteo tan fuerte que siento el picor en la palma de mi mano.

—Me has estado acosando, diciéndome cosas extrañas y me tratas y hablas como si me conocieras de toda la vida —exploto—. Además, te atreves a llamarme loca.

Acaricia su mejilla con esa sonrisa suya.

—Buen golpe —Se burla—. ¿Crees que te estoy acosando?

—Desde que te conozco, me han estado pasando cosas raras, siento que alguien me mira a cada momento y a dondequiera que voy —levanto las cejas—. Oigo voces en mi cabeza, tengo sueños en donde tenemos conversaciones que no comprendo —muevo las manos como una loca—. Apenas te conozco, ¿por qué mierda soñaría contigo?

—¿Qué tipo de sueños son? —pregunta con el ceño fruncido y cuando estoy a punto de responder me interrumpe—. ¿Son de esos donde nos quitamos la ropa?

Lo miro indignada.

—Eres un cerdo asqueroso.

Pero claro que no, es todo lo contrario. Ese pensamiento sale por inercia.

Él sonríe.

—Dime, ¿sientes escalofríos cuando te observan? —pregunta esta vez con el rostro serio.

—Sí.

—¿Aceleración cardiaca o desesperación? —Su rostro está serio y sus ojos fijos en los míos.

—Sí... —balbuceo.

—¿Miedo?

—¿Te burlas?

—Contesta.

—Quien no estaría asustada si siente que algún loco demente la está observando a cada instante —sonríe como si la situación le divirtiera, ruedo los ojos y su actitud me enoja—. ¡¿Cuál es el maldito chiste?!

—¿Experimentas temperaturas altas cuando me sueñas? —cuestiona ignorando mi pregunta.

—¿Qué? —Mi ceño se frunce.

—¿Qué si te sonrojas? —arquea una ceja.

—No —miento.

—Tu cara no miente, lo tomaré como un sí.

—Vete al diablo.

Se ríe.

—Menos mal que no te gustan los rubios —ironiza.

—Vengo a ver a mi padre y tengo la mala suerte de encontrarme con la caca con patas de cucaracha —murmuro.

Sus manos me agarran sutilmente por los brazos acercándome demasiado hacia su cuerpo.

—¿De verdad crees que parezco eso? —interroga en su susurro que me descoloca—. No soy tu padre, Nathalia, pero puedo ser tu papi si así lo deseas —agrega de forma coqueta.

Sus ojos verdes me observan risueños y siento las mejillas calientes.

Me apresuro a soltarme de su agarre.

—Eres... un pervertido—digo.

Veo una sonrisa demasiada amplia en su boca y siento rabia. Vuelvo a girarme para largarme antes de cometer una locura. Pero vuelve a detenerme como lo ha hecho segundos atrás.

—Dije que voy a llevarte —señala la moto.

Hago una mueca de horror al mirar el vehículo, esas cosas me aterran.

—Primero prefiero que me disparen, antes de ir contigo en esa cosa —aclaro.

—Puedo hacerte ese favor —sonríe—. Puedo dispararte otra cosa, mientras cantas mi nombre —Lo miro boquiabierta.

—¡Jesús! —exclamo.

—No voy a matarte, Nathalia —suspira—. No al menos de esa forma. Solo trato de ser amable.

—¿Amable? ¿Acaso conoces lo que es eso? —Me zafo nuevamente y me cruzo de brazos.

—Sí —dice seguro.

—No confío en ti.

—Pues quien debería no confiar soy yo —pone una mano como gesto pensante en su barbilla—. Digo, ofrecerme a llevar a una tipa que escucha voces en su cabeza, siente que la observan y tiene conversaciones que parecen ser alucinaciones, es un riesgo muy grande. Además, que confía en gente que no debería. Hay una clínica psiquiátrica muy cerca.

—Me largaré sola —mascullo fastidiada.

—Oye, no seas tan irritante. ¿Dónde está tu amigo?

—¿Por qué no vas y se lo preguntas a él?

—Pudiste esperarlo, ¿por qué no lo hiciste?

—Eso no te concierne, rubio —digo alejándome de él.

—¿Dejaste que saliera con él a solas?

Me detengo al escuchar sus palabras.

—¿Con quién? —pregunto.

—Lyron.

Johnvid no me dijo que saldría con él y eso solo me deja claro que está evidentemente molesto conmigo. Se atrevió a excluirme de sus cosas y él nunca lo hace, hasta ahora.

—¿Ha salido con él?

—Permíteme llevarte —camina hacia su moto, sin contestarme.

—Te dije que me voy en autobús —Le doy la espalda otra vez y cruzo la reja.

El motor no demora en volver a rugir y segundos después siento como el neumático me empuja levemente hacia delante.

Gamóto! ¹ —La palabra en griego sale de mi boca sin permiso.

Él no sabe lo que le acabo de decir.

Soy una bilingüe ahora.

Mi ego siempre, ante todo.

Aftó den eínai to pós proféretai ²—Lo escucho decir.

Su griego es perfecto. Lo habla con la misma fluidez que lo hace Johnvid, pero con esa voz que hace que todo en lo que estoy pensando, se vaya a la basura en segundos.

—No sabía que supieras griego —dice con una sonrisa.

Lo miro estupefacta y avergonzada al mismo tiempo. Esto me deja una gran lección: no intentar quedar bien delante de nadie, porque puede ser peor.

—Ti arrampichi? ³

¿Italiano ahora? ¿Cuántos idiomas habla este tipo? Lo observo en silencio por un corto lapso, tratando de descifrar que es lo que me ha dicho, pero me es imposible.

¿Me estará diciendo algo sucio? No, no se atrevería.

—¿Qué? —pregunto.

Me mira burlesco.

—¿Qué si subes? —asiento con la cabeza, para ocultar mi vergüenza y mis aberrantes pensamientos. No me queda más que aceptar, porque no parece querer darse por vencido. Me tiende el único casco que parece tener y no me inmuto en cuestionarle o preguntarle que usará él. Considero mi vida más importante.

Cierro la reja detrás de mí con melancolía, él me mira sin poder dejar de sonreír. Coloco el casco sobre mi cabeza y camino hacia la moto, para subirme sin saber que más hacer o decir.

—Sujétate de mi tronco —ordena con sutileza.

Mis ojos se abren, mi garganta se seca y la cara se me calienta. ¿Habla en doble sentido o yo soy la mente escabrosa? ¿Qué es eso de su tronco? Me quedo de pie pensando y él gira su cabeza hacia mí, entonces otra vez se ríe y me pregunto de qué.

—Me refiero a mi torso —aclara.

El alivio me abraza y la vergüenza también.

Dudo en hacerlo, pero al final pongo mis manos sobre su abdomen.

Me pego lo más que puedo a su cuerpo, buscando protección.

No estoy dispuesta a morir con los sesos desparramados sobre alguna carretera. Lo abrazo con mis brazos y lo aprieto tan fuerte como puedo. Odio las motocicletas.

—¿Ya estamos avanzando? —pregunto con los ojos aún cerrados.

—Si me dejaras respirar podría ponerme en marcha.

—Lo siento... —Me disculpo soltándolo un poco, pero solo un poco.

—No me pidas disculpas, sabes que puedes tener lo que quieras de mí.

Escucho esas palabras salir de su boca casi en un susurro desesperante. El corazón se me ha puesto a mil por horas con tan solo escucharlo. Él hace que me enloquezca más de lo que ya estoy y eso me asusta.

___________________________

¹ iMaldición!

² No es así como se pronuncia.

³ ¿Subes?

━━━━━━━━━━━━ ⸸ ━━━━━━━━━━━━

Por favor, apóyame en redes sociales también♥

Continue Reading

You'll Also Like

3.3K 324 22
Harriet Bishop. Una chica mimada que lo ah tenido todo en la vida, unas veces muy amable, otras veces muy mala. Todo un personaje que oculta su dolor...
59.5K 2.6K 17
Deanna guarda un secreto que nadie sabe...
30.1K 1.1K 32
Les vengo a informar que si demoró en publicar más capítulos es por falta de ideas o porque estoy ocupada y si no les gusta el ship por favor no haga...
1K 87 7
𝗘𝗡 𝗗𝗢𝗡𝗗𝗘 él era el mejor amigo de su hermano hasta que dijo algo sobre ella que hizo que lo odiara, hasta que son elegidos juntos para una pel...