Destino S.A.

Por samt210300

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El futuro es el único momento que la humanidad no ha podido develar, se presenta ante ellos como un velo opac... Más

Sinopsis
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Booktrailer del libro
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16. Diario Virtual de Shaile
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AVISO
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Por samt210300

Polaris 8C

Destino S.A., Centro Empresarial, Capital Mundial.


La joven yace en el suelo blanco de una habitación, su pecho se mueve a un ritmo lento y sus párpados están cerrados sobre sus ojos oscuros.

La habitación a primera vista no tiene puertas, pero a cada lado hay una que solo se puede abrir desde el exterior con un botón o con un comando, Polaris lo sabe, y es por eso que cuando la encerraron allí no peleó.

Solo pensó en dos personas: Shaile y Marcus.

Ella nunca había creído en las historias antiguas que hablaban de unos sitios a los que se llega cuando uno muere, que si eras "bueno" ibas a uno, pero que si eras "malo" estabas condenado al otro, le parecía una estupidez.

Pero, Polaris antes de caer rendida solo pensaba en que, si existiera la remota posibilidad de que esos dos lugares existieran, Shaile y Marcus se encontraran en el mismo. Ambos irían al primero, porque a su parecer, ambos habían sido "buenos" en vida.

Polaris se despierta. Abre sus ojos lentamente, intentando acostumbrarse a la intensa luz que salía del techo de la habitación. Sus paredes eran totalmente blancas, por lo que la luz parecía más brillante de lo que era en realidad.

Se acomoda y se sienta con las piernas cruzadas, su estómago ruge. La única manera que le traigan comida es abriendo una de las dos puertas, y Polaris sabe que eso no sucederá; es la anhelada prisionera de Destino S.A., y una simple comida no cambiará eso.

Observa la habitación. Ya ha estado en ella, una vez para ser exactos. Es la habitación donde tuvo su prueba para elegir qué cargo ejercería en la empresa.

—A la mierda le empresa —suelta en su soledad.

Aunque ella sabe que la están observando; que el CEO no le quitará los ojos de encima después de todo lo que ha sucedido.

"Marcus está mejor esté donde esté que estando aquí, este es un mundo que aparenta ser ordenado, que la convivencia y la paz existen en todos los recodos. Pero no, y esta empresa lo demuestra."

¿Por qué eres tan ruda con nosotros? —una voz suena por toda la habitación, Polaris reconoce la voz: El CEO.

—¿Acaso te importa? —espeta Polaris a la voz del parlante.

Hiciste lo que te pedimos —se jactó la voz.

—Lo que me obligaron —corrige furiosa Polaris.

Pero lo hiciste, lo cual es lo más importante —la voz se ríe y continúa—, sabías lo que hacíamos desde un principio y de todos modos cooperaste. Eres moldeable, como tu amiga y como Marcus.

—¡No metas a ellos dos en esto! —repuso Shaile con una voz rota—, ellos no tenían nada que ver.

Pero aun así mataste a Marcus.

—¡É-Él no merecía vivir en un mundo como este! L-lleno de personas como tú —No logra articular bien las frases, su mente está nublada y no logra disipar esa dolorosa niebla.

¿Y cuándo debería vivir? ¿En el pasado? ¿Lleno de asesinatos, violencia, discriminación, guerras y terrorismo?

Polaris no conocía esa última palabra, pero le sonaba tétrico. Las lágrimas empezaron a brotar de sus ojos, las palabras del CEO estaban cargadas de verdad, y esa verdad dolía.

Dolía entender que el caos en el que se sumía el pasado es problemático y que el orden actual era mucho más pacífico que el anterior.

Aunque, y esto sí le dolía admitirlo, aunque existían personas como el CEO en la actualidad, el presente es mucho mejor que el pasado.

Actuó con sus instintos, eliminó a Marcus de este mundo, por miedo a que sufriera. Ella ya había sentido dolor y sufrimiento cuando Shaile desapareció, sintió que algo dentro de ella se había roto y hubiera desaparecido. Pero no se llevó el dolor que sintió, el hueco que dejó la acompañó durante los días siguientes, recordándole la pérdida.

Luego llegó Marcus, al comienzo sólo lo había visto como un compañero, un apoyo para resolver el misterio y descubrir los secretos de Destino S.A., pero luego ese sentimiento cambió. Él llenó el hueco, la acompañó, la soportó, la amó.

Ella nunca había sentido el amor más de lo que había compartido con Shaile, pero este era un amor fraternal, que aunque era muy fuerte, no se asemejaba a lo que sintió con Marcus, eso era diferente, y a Polaris le gustó.

Pero se fue, se sintió obligada y lo mató, sólo es una marioneta de la empresa. "Soy moldeable", el CEO tenía razón. Las lágrimas salieron con más fuerza, su cara demacrada por el cansancio se vio llena de agua salada corriendo por su piel.

No eres más que un peón en un tablero que no alcanzas a vislumbrar. No conoces todo lo que sucede, sólo crees lo que quieres creer y ves lo que deseas ver. Pero, sin Marcus con nosotros, tendrás que ser más útil de lo que ya has sido.

Polaris ya no puede hablar, está recostada en el suelo, sollozando, pensando en Shaile. La estupidez que ha cometido le ha recordado todos los días con ella. El hueco se volvió a abrir, en ese mismo lugar dónde había sido elegida como guionista, en las entrañas de la empresa.

—L-l-lo sé... —alcanza a decir.

Pero el CEO no responde, el silencio vuelve a la habitación y abraza a la pobre joven que está envuelta en lágrimas, se sienta y observa la habitación.

—R-responde maldito jefe —susurra—, ¡responde! ¡Di algo! ¿¡Crees que puedes dejarme así!? —Las lágrimas se han detenido y la furia vuelve a su corazón destrozado.

La voz no vuelve a la sala, Polaris se levanta y empieza a mirar fugazmente hacia todos los lados, empieza a apretar sus manos y los nudillos se ponen blancos. Toda la ira y la impotencia que ha acumulado estos días se está liberando. Siente que puede destruir las paredes, salir de su encierro y liberar a la humanidad del ciudadano corrupto que es el CEO, pero no puede, su ira ciega sus ojos y oídos, cuando la puerta detrás de ella se abre.

Entra un adulto, hombre, tiene canas en su pelo y lleva un uniforme totalmente blanco que combina con la habitación. En sus manos lleva una bandeja de plástico con un plato con comida. Tan pronto como entra la puerta se cierra detrás de él.

—Han acordado en traerte comida —habla el hombre—, pero sólo será una vez al día.

Le acerca la bandeja y Polaris la observa, está parada en el medio de la habitación y tiene deseos de escapar. Agarra la bandeja y la deja en el suelo, detrás de ella. Observa al hombre, siente furia y cree que todo es posible.

—No me importa —espetó Polaris—, no quiero nada que provenga de esta empresa.

Una idea le ha venido a la cabeza de Polaris. Él será su salida, el hombre puede salir y ella saldrá con él. ¿Pero cómo? "Amenaza al CEO, él te debe estar observando". Polaris da un paso al frente, da otro, su respiración acelera conforme avanza, se acerca más al hombre, ve que tiene una complexión física débil, da otro paso, está muy cerca.

Polaris levanta el brazo derecho y lo lanza hacia el hombre, rodeando su cuello, lo voltea para que quede frente a ella su espalda, con su brazo izquierdo agarra el pecho del hombre y con su pierna inmoviliza una del hombre.

El hombre empieza a jadear, el sudor recorre su cuerpo y moja las axilas de su uniforme.

—P-Polaris —tartamudea al hombre—, no hagas esto... No surtirá frutos.

—¡¡Jefe!! ¡¡Déjeme salir!! Tengo prisionero a este hombre, no me ignorarás. ¡¡Hable ahora!!

—Tempus est ad finem vitae —suena la voz del CEO por el altavoz, Polaris entiende perfectamente el latín: "Es hora de terminar tu vida".

El hombre logra liberar un brazo aprovechando la distracción de Polaris y saca de su uniforme un artefacto rectangular brillante. Se la acerca al cuerpo y antes de oprimir un botón en la superficie dice:

—Procurare ad profectum humanitatis.

Oprime el botón y una corriente mortífera de electricidad atraviesa al hombre, éste se retuerce y cae el suelo. La corriente también pasa por Polaris, pero en menor intensidad; esta se sacude por el choque eléctrico y cae al suelo. Observa el cadáver del hombre: de su nariz, ojos y boca sale sangre, que empapa todo el suelo y tiñe la blusa y los pantalones de Polaris.

—Felicidades Polaris, has matado a otro hombre.




No... puedo... pensar...


Agito mis brazos y piernas intentando ponerme a flote en la superficie de agua, siento todo mi cuerpo, pero las piernas casi no me responden. Sigo intentado patalear y me remuevo intentando nadar.

El agua intenta colarse por mi boca, pero la cierro fuertemente, siento calor en todo mi cuerpo y mis extremidades entumecidas. El aire me empieza a faltar.

Solo... debo seguir... nadando...

Abro mis ojos, estoy en una clase de lugar oscuro, no logro enfocar bien, está oscuro, volteo hacia un lado y hay una clase de luz ardiendo, es como la estrella que vi.

La estrella, el calor que me infundía.

Polaris...

El rojo y anaranjado se mezclan, pero el calor no llega hasta mí.

Seguir pataleando, es mi única opción.

Otro fuego llega, intento enfocar aún más y veo tres siluetas, una se mueve y salta hacia mí, el agua se mueve y siento por un momento que empiezo a hundirme, intento pensar en cómo llegué acá, pero solo recuerda esa estrella.

La silueta, que veo es un hombre, me rodea con su brazo por el pecho y empieza a jalarme hacia los dos fuegos. Llegamos a tierra y mis ojos empiezan a ver todo con mayor claridad.

Hay dos mujeres, una un poco más joven que la otra, llevan una clase de vestimenta en su cadera, pero sus pechos están descubiertos. Al ver esto, me volteo y evito verlas. Es la primera vez que veo el pecho de una mujer, un escalofrío pasa por mi cuerpo.

Una voz empieza a llenar la sala, es del hombre, no logro entenderle, tengo mis oídos llenos de agua. Me levanto forzosamente y vuelvo a caer, mis piernas están muy débiles.

—... Joven... tu...

Levanto la cabeza intentando no ver a las mujeres, pero el hombre está frente a ellas.

—Joven, dime tu nombre —le entiendo como un eco sordo que retumba en mis oídos.

—M-Ma-Ma —las palabras no me salen, empiezo a toser y escupo agua.

—Señor —dice una voz femenina, como un impulso volteo y veo que la que habla es la más joven—, lo reconozco. Su nombre es Marcus.

—¿Marcus? ¿Lo conocías?

—Así es —asintió la mujer—, era el tema número uno en noticias antes que yo... llegara acá.

—Bueno Marcus —me dijo mirándome y extendiéndome el brazo—, bienvenido a la Caverna.

Agarré su mano y el hizo un fuerte tirón. Me levanté del suelo pero mis piernas empezaron a temblar. Me agarró con el otro brazo y me instó a usar las piernas para caminar, di unos cortos pasos con su brazo sosteniéndome.

—Muy bien. Dentro de poco ya caminarás sin problemas, mira Sandra —señala a la mujer más joven—, ella llegó hace poco y ya camina bien. Te acostumbrarás también a la poca luz.

Logro dar unos pasos sin su ayuda y el me felicita. Empezamos a caminar por un pasillo estrecho formado por rocas, frente a mí iba el hombre y detrás las dos mujeres Sandra y la otra cuyo nombre todavía no conozco.

Avanzamos varios metros y le pasillo se ensancha un poco. Unos minutos después, salimos y entramos a una cueva gigantesca.

A donde quiera que mirara solo veía al final oscuridad. Había varias fogatas reunidas en distintos puntos, un resplandor un poco más fuerte de fuego serpenteante desde un extremo de la caverna, "parecen una clase de chozas".

—Esta es la Caverna principal. Aquí estamos la mayoría casi todo el rato, por allá puedes ver las chozas. Ahí viven casi todos —Señalaba con su brazo libre, el otro estaba haciéndome apoyo, a las chozas que veo a un costado.

—Cada tiempo, un grupo de gente sale al Exterior —continúa Sandra—, así es como conseguimos todas las cosas.

—¿El Exterior? —pregunto intrigado—, ¿Cuántas personas hay acá?

—Tú eres la persona 144 —el hombre gira y empezamos a avanzar hacia la pared, al llegar veo marcas en la pared—, cuando llega alguien la persona hace su marca: Una línea vertical, para seguir contando cuántos somos.

La otra mujer, me pasa una piedra negra y filosa. "Una obsidiana". Me acerco a la pared, cojeando, y con la punta hago una línea vertical al lado de otra.

—Marcus —me dice el hombre—, soy Ulio y te doy la bienvenida a la Cueva.


~Final Parte 1~

Parte 2: Aisce - Sergio A. Mejía

Ya disponible en Wattpad

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