12 de Marzo de 1816
Abrió los ojos y pudo ver el cielo que prometía lluvia, pues estaba muy nublado, eran de sus días favoritos pero por la noche, no lo eran, ella le tenía miedo a las tormentas, ¡aún mas a los rayos y truenos! Eran su temor, Christopher siempre había estado allí con ella abrazandola para que no tuviera mucho miedo a los fuertes ruidos que producían las tormentas.
Se sentó en su mesita para esperar a que pasara más tiempo y poder llamar a Lissa, se había levantado muy temprano que ni los sirvientes estaban despiertos.
Ella se mantuvo en silencio, a tal grado que se estaba quedando dormida encima de la mesita que estaba, pero escuchó ruidos provenientes de al lado, donde Christopher dormía. Eso hizo que abriera los ojos y se pusiera en alerta.
Se levantó y se cambió por ella misma, dejó su cabello suelto, y sin hacer mucho ruido, abrió la puerta y bajó silenciosamente por la escaleras para ocultarse en su florero favorito, el más grande.
Desde su lugar esperó, ella calculaba que aún faltaban dos horas para que todos se levantaran, pues aún estaba algo oscuro.
Esperó unos minutos hasta que escuchó como bajaban las escaleras, movió un poco las hojitas de la planta para ver mejor y si, era Christopher que bajaba con su traje de cabalgar, pero antes de salir se dirigió a su estudio. Georgiana estaba decidida a salir, pero antes de hacerlo, volvió a escuchar ruidos de alguien bajando por las escaleras, lo que la hizo volverse a esconder. Esperó un poco y pudo ver a Catherine bajar con su bata transparente, sabía que iba al estudio con Christopher, lo que le rompió el corazón y le hizo darse cuenta de que a él, ella ya no le importaba, no la había buscado para pedirle perdón ni nada.
Con el mismo silencio que bajo, subió nuevamente con las lágrimas en sus mejillas. Entró en su habitación y agarró vestidos metiéndolos con coraje a el baúl, estaba decidida a irse de allí, no soportaba más que le vieran la cara de tonta, cada persona tiene su límite, y el de Georgiana había llegado a su fin.
Como pudo, trató de bajar el gran baúl por las escaleras, lo que hizo su espalda doler, sabía que estaba cometiendo una estupidez al ella bajar el baúl pero no quería que nadie se diera cuenta. El baúl accidentalmente se le resbaló de las manos causando mucho ruido en toda la casa, lo que le dio temor a Georgiana e inmediatamente corrió por el y salió de la casa por la puerta de la cocina que siempre estaba abierta. En su habitación había dejado una nota diciendo a Lissa que no la bucaran, que estaría con Lady Armstrong-Jones.
Arrastraba con todas sus fuerzas el baúl que traía, era pesado y para ella aún más, sus pies le dolían al igual que su espalda, pero ella prefería salir ya de ese lugar.
Se sintió mal porque Lady Rumsfeld estaba tan emocionada por ver a su nieto que ella llevaba en su vientre, ella sabía lo que le doleria, pero dejó en la carta donde la podía encontrar, y que no llevara a Christopher. Estaba consiente del gran escándalo que causaría en Londres al verla llegar sola sin su marido, estaba preparada para eso también.
No había despertado al cochero por falta de tiempo, sabía que Christopher saldría a ver que había sido ese ruido a esas horas, no se quedaría sentado sin descubrirlo y ella no quería quedarse a ver cómo él lo hacía, y mucho menos que la viera huyendo prácticamente de allí, de él.
Arrastró el baúl con más fuerzas haciendo sonidos que hacían sus oídos dolieran, esperaba salir y cainar hasta ver una carruaje que amablemente la llevara a Londres.
No sabía si era por el miedo que sentía de ser descubierta pero sentía que alguien la miraba, lo que la ponía aún más nerviosa y la hacia que sacara más fuerzas para arrastrar el baúl.
Pasaron muchos minutos en los cuales ahora sólo esperaba ver a uno de los sirvientes de Norfolk llevarla a la fuerza de vuelta o al mismísimo Christopher, lo cual sería peor.
Se tiró bajo un árbol exhausta y con un horrible dolor en su cintura. Se acarició el vientre que había crecido un poco más últimamente mientras le hablaba, sabía que no entendía mucho pero aún así lo hacía.
- Algún día lo conocerás, ya verás cariño... Te lo prometo.
- Vaya, parece que tendremos que llevarla a algún lugar lleno de lujos, querida duquesa.
Al escuchar aquella voz tan extraña y gruesa, se levantó de un brinco con los ojos abiertos a tope y el corazón acelerado.
- ¡Aléjese de mí!
- Lo siento por asustarla, duquesa de Norfolk. - Escuchó su acento irlandés. - No era mi intención.
- ¡Le digo que se aleje de mi! - Volvió a gritar al verlo bajarse de su caballo.
- Sólo intento ayudar, la vi desde que salió de Norfolk arrastrando ese pesado baúl.
- ¿Así que me estaba espiando? ¡es un acosador!
- Bueno, llámalo como quieras.
- ¿Me está tuteando?
- Eso creo.
- ¡Que falta de respeto!
- Bueno, ya me estoy cansando, ¿quiere mi ayuda o no?
- ¡No!
- Adiós.
Lo vio volverse a subir en su caballo mientras comenzaba a andar por su camino.
Ella pensó en que sería su única oportunidad, sabía que pronto Christopher enviaría a sus hombres para buscarla.
Con un suspiro de frustración y dando un pisotón, lo llamó.
- ¡Alto!
- ¿Ahora necesita mi ayuda? - Volteó hacía ella.
- ¿Hacía donde se dirige?
- Londres, milady.
- Hacía allá voy, serán quince libras.
- ¿Es enserio?
- Sólo estoy bromeando. - Se rió al ver su cara de indignación.
- Agh.
- Uhh, me tocó una pasajera gruñona.
- Sólo... Sólo hágalo lento, que no puedo cabalgar.
- ¿Por qué?
- A usted que le importa.
Él volvió a reírse de ella, se veía graciosa con su estatura, pero le parecía también hermosa.
- Déjeme ayudarle, duquesa.
- Deje de llamarme duquesa.
- Bueno, déjeme ayudarle su majestad.
- No soy la reina.
- Parece.
- ¿Acaso está coqueteando?
- No, claro que no. - Le dijo con una sonrisa ayudándole con su baúl. - Listo, ya nos podemos ir. - Se volvió a subir.
- ¿Acaso no sabe lo que significa la palabra "caballerosidad"?
- Discúlpame, su Alteza.
- ¡Deje de llamarme así y ayúdame a subir!
- Ahora tú me tuteas.
- Agh. - Sólo dijo mientras él se volvía a bajar y la ayudaba a subir en el caballo. - Lento, enserio.
- Está bien.
El caballo empezó a caminar, y como él le dijo el caballo iba lento.
- ¿Te subes a un caballo de alguien más sin conocerlo?
- Hoy hice la excepción, emh...
- Angwyn McLoughlin.
- Georgiana... - Se quedó pensando en qué decir. - Georgiana, simplemente.
- Sé que usted es Georgiana Rumsfeld.
- Acosador.
- Pues te subieste al caballo de un acosador.
- Espero y sea un caballero.
- Lo soy, milady.
Christopher POV's
Se levantó muy temprano, esa día tenía mucho trabajo y quería empezar con el trabajo para terminarlo más rápido e ir con Georgiana a disculparse, estaba decidido a correr a Catherine de Norfolk, no le había agradado que llamara a su esposa una estúpida.
Bajó las escaleras con su traje de cabalgar puesto, pues antes de empezar pensaba en salir a cabalgar.
Cuando entró en su estudio para poner todo a la vista, escuchó su puerta cerrarse por lo que se volteó y vio a Catherine.
- Catherine, vete.
- ¿Estás molesto amor?
- Vete.
- Mi amor, no quiero más peleas entre tú y yo.
- Srta. Edwards, le vuelvo a repetir que salga de mi estudio y de mi casa.
- No, no lo haré, ¿sabes porqué? Porque estás con la mujer equivocada, ¿no me pudiste esperar?
- ¿Esperarte? Mírate, no creo que alguien en su sano juicio se fije en ti. - Habló con desprecio.
- ¿Sigues enojado por la vez en que te dejé platado? Supera eso, ahora hay que viver el presente. - Puso sus manos en los brazos de él a lo que se los alejó de inmediato. - Yo realmente me quería casar contigo, peor tú sabes que mis padre no querían eso.
- Te lo vuelvo a repetir, vete de aquí ahora mismo.
- ¿Aún recuerdas esa vez que me viste con tu amigo, no?
- Sólo me causas asco.
- ¿Entonces por qué todo este tiempo hasta estado conmigo y no con ella?
- Porque soy un estúpido por haber caído otra vez contigo, pero ya no más Catherine, ahora te exijo que ¡te vayas de mi casa!
Gritó mientras la empujaba hacia la puerta que estaba cerrada, antes de que la abriera, escuchó un fuerte estruendo en la parte de las escaleras, lo que lo hizo que la abriera rápido a hiciera a un lado a Catherine para ver mejor.
Si estudio estaba algo alejado de la parte de las escaleras, y el iba caminando para ver, podía ser un ladrón o que uno de los de servicio se hubiese levantado ya.
- Parece que tu esposa de hartó de ti. - Dijo feliz Catherine llegando junto a él.
- No digas estupideces y vete.
- Yo sólo digo, adiós amor.
Salió más rápido que él, dando la vuelta hacia donde estaban las escaleras de donde había venido el ruido. Al dar la vuelta Christopher, no vio nada ni a nadie, pero si escuchó una puerta cerrarse y algo ser arrastrado.
Trató de averiguar de donde venía el sonido, se quedó quieto tratando de escuchar, perdiendo el tiempo, hasta que a dio cuenta que ahora en los jardines se escuchaba, por lo que caminó y se asomó por una de las ventanas sin lograr ver mucho.
Extrañado por los extraños ruidos, decidió el mismo salir a averiguar en su caballo, así que salió listo para ir por su caballo.
Cuando iba por el establo, escuchó de nuevo como arrastraban algo más rápido, parecía que era algo pesado lo que arrastraban. "Estos ladrones." Pensó caminado por su caballo pero antes, fue a avisar a sus sirvientes de los ruidos.
Cuando todos estaban listos, fueron junto con Christopher a ver quien era el ladrón, llevándose la sorpresa de que no había ya nadie, todos regresaron a sus lugares de trabajo, peor algo le decía a Christopher que debía de buscar bien. Él siguió caminando observando cuidadosamente su alrededor, ya casi se iba cuando a lo lejos pudo ver una un zapato, por lo que se acercó más.
Cuando estuvo cerca, de un brinco se bajo de su caballo viendo un rastro de lo que parecía una caja grande, pero lo que más le impresionó es que ese zapato pertenecía a Georgiana.
Rápidamente se subió en su caballo y cabalgó de regreso. Cuando llegó, subió las escaleras lo más rápido que pudo, sin tocar, entró en la habitación de Georgiana donde vio los armarios casi vacíos y la habitación con ropa por la cama y el suelo, pero vio una nota encima de su mesita de noche.
"Lissa...
Sé que tú serás la primera en leer esta nota, así que te diré lo más rápido que pueda.
He decidido irme de Norfolk con mi tía Claire en Londres, no puedo seguir más allí sabiendo que está la Srta. Edwards allí, no puedo simplemente.
Estaré bien, no me busquen, tal vez las vea en otro momento, dile a Lady Rumsfeld y a la Sra. Lawrence que gracias por todo, también al Sr. Fernsby, dile que muchas gracias por haberme hecho compañía en estos días que me sentía mal.
Te prometo que en cuanto llegue a Londres veré a un doctor.
Sin más que decir...
Georgiana."
- Maldición.
Salió nuevamente de allí bajando las escaleras para llamar a sus sirvientes, si iba a buscar a Georgiana sería de ya.
Georgiana POV'S
- También me gusta el color lila, ¡es hermoso!
Desde que él le había preguntado lo que hacía en su tiempo libre, ya no la pudo callar.
- ¿Sabe? Creo que las tartas de frutas son ricas, antes no me gustaban pero ahora si me gustan, ¿a usted le gustan? Bueno como sea, ¿usted no es muy conversador?
- Si lo soy.
- Ha estado casi todo el camino callado.
- La he dejado hablar.
- ¡Me cansé de hablar! Ahora dígame de donde es.
- Soy de Irlanda.
- ¿De qué parte de Irlanda?
- Apuesto lo que sea a que no sabe nada de Irlanda.
- Sólo responda.
- Soy de Leinster Irlanda.
- Ya decía que era de allá por su acento.
- ¿Conoce a algún irlandés?
- Si, uno de los amigos de mi padre era de allá, tenía el mismo acento que usted.
- Oh.
- Hay que parar, escucho caballos acercarse.
- ¿Debo preocuparme?
- ¡Claro que si! ¡escondase! ¡rápido que nos van a ver!
El obedeció y se escondió entre los árboles que habían a su alrededor.
- ¿Contenta?
- Shh, deje que pasen todos y después vamos nosotros.
- Bueno...
Tal como lo dijo, pasaron caballos, pero el que más le llamó la atención fue el de su esposo, que iba con el rostro serio mirando a su alrededor con mirada fría.
Cuando llegó a donde ellos estaban, se quedó un rato mirando, hasta se acercó.
- ¡No no no! - Gritó en un susurro.
- Déjame entrar en acción.
- ¿Qué?
- Sólo observa.
- No haga nada estúpido, es astuto y nos puede ver.
- Observa cariño.
Bajó del caballo y de una de las mochilas del caballo, sacó una botella de vino echándose un poco encima y tomando un trago, para esto, los hombres de Christopher también e acercaron a ver.
Antes de irse, le guiñó un ojo y como si estuviese borracho empezó a caminar hacia ellos.
- ¡Señor! - Se escuchó la exclamación de uno de los sirvientes.
- ¿Quién es usted? - Preguntó con dureza Christopher.
- ¿Eh? - Decía Angwyn de una manera que sonara ebrio.
- Es sólo un simple borracho, duque.
- Vámonos, sigamos buscando. - Desde su lugar, pudo ver que él no se quedó muy confiado en que era un simple borracho, más bien iba a ritmo lento detrás de los demás, como queriendo saber la verdad.
En eso, el caballo se empezó a mover, Georgiana asustada dio un brinco hacia abajo, no quería que brincara con ella encima de el.
- Listo milady, ya nos podemos ir.
- Quiero que vaya muy lento.
- ¿Por qué?
- Pero que entrometido, vamos.
Volvieron a subir al caballo y ahora si emprendieron camino por la otra parte del camino.
Cuando estaban a punto de llegar a Londres, las gotas de lluvia comenzaron a caer, por lo que ahora hizo que el caballo anduviera más rápido.
- Más lento. - Dijo Georgiana pero él no la escuchaba. - ¡Más lento!
- ¡A ese paso llegaremos empapados!
- ¡Hágalo más lento!
- ¡No!
- ¡Que si!
Siguieron discutiendo hasta que ella se enojó y bajo de un salto del caballo, Armstrong-Jones ya estaba cerca.
- Adiós Sr. Angwyn McLoughlin.
- Adiós Sra. Georgiana Rumsfeld.
- ¡No me llame Rumsfeld! - Gritó mientras bajaba su baúl.
Se dio la vuelta y nuevamente, arrastrando su baúl por las calles mojadas de Londres, su tía la regalaría por exponerse estando embarazada.
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