Es Un Placer Ser Tu Esclava

By charlotteduran1

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#Dramione More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capitulo 26
Capítulo 27

Capítulo 20

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By charlotteduran1

Draco despertó con la luz de la mañana acribillándole la cara pero la somnolencia le indujo a continuar durmiendo así que cerró los ojos y giró para acostarse boca abajo al tiempo que estiraba su brazo buscando a cierta castaña que había dormido a su lado. No obstante, se extrañó al no encontrar el cuerpo cálido que le había abrigado durante la noche, por lo que volvió a abrir los ojos cerciorándose de que efectivamente Hermione ya no estaba en la cama. Segundos después, el rubio se levantaba refregándose la cara para despabilarse, salió de su dormitorio observando que su mujer no se hallaba en el living ni tampoco en su cuarto según dejaba entrever la puerta abierta del mismo. Decidió probar suerte en el baño.
La encontró frente al lavatorio, lavándose los dientes con su uniforme impecablemente dispuesto y sus bucles mojados enmarcándole el rostro que aún daba señales de un sueño recientemente arrebatado. Se acercó a ella mientras que las pupilas marrones lo escudriñaban de reojo sin que el accionar del cepillo dental se detuviera dentro de la boca de la joven.

- ¿Por qué no me despertaste?- inquirió abrazando por la cintura a su mujer, quién se enjuagó la boca antes de contestar.

- No quise, te veías demasiado adorable como para cometer semejante atropello.

- ¿A si?- El chico giró a la castaña para abrazarla más estrechamente y besarla detrás de la oreja ocasionando que ella riera por las cosquillas.

- Sí, resulta que cuando duermes tus párpados cerrados evitan que se vea la chispa de maldad que siempre ilumina a tus ojos.

- Esa chispa que te encanta.- afirmó él descendiendo sus labios por el cuello cetrino. Hermione sonrió asintiendo internamente.

- Eso lo has dicho tú, no yo.

- Pero tengo razón, ¿cierto?

- Ya deja de jugar, Draco.- solicitó la chica empujándolo para quitárselo de encima.- Aséate que se hace tarde.

- ¿Y de quién es la culpa de ello?

- Mía, mía…- confesó ella siguiendo el juego y entornando los ojos.- Lávate los dientes y yo te prepararé la tina.

El slytherin resopló pero igualmente acató. Mientras tanto, la castaña marchó hasta la bañera, abrió las canillas tanteando la temperatura del agua hasta lograr la regulación perfecta y una vez llena la tina cerró los grifos. Para el momento en que ella se ponía de pie, Draco ya había dejado de cepillarse los dientes y sumergido en el agua pero arrastrando a su esposa en el acto.

- ¡¿Qué haces?!- demandó ella totalmente empapada- Ya estaba lista, cerdo.

- ¡Qué lindo que me llames así!- musitó el rubio devorando el cuello de su mujer- Siempre te imaginé como mi pequeña puerquita.

- Ayer te portaste más o menos bien. ¿Por qué ahora no?- preguntó la castaña siendo arrinconada contra la pared de la bañera, las manos de su marido aferradas a sus caderas y él entre sus piernas.

- Cada nuevo día es un nuevo intento. ¿Alguna vez escuchaste el dicho: "Persevera y triunfarás"?

- ¿Nunca dejas de pensar en mí de la misma forma?

- Sí, a veces te fantaseo debajo de mí, otras arriba, contra algún muro, sobre el escritorio de Snape, en el lago, la torre de Astronomía, mi Sala Común, TU Sala Común, el Gran Comedor, en plena clase de Historia de la Magia, el invernadero, en el estadio de Quidditch, tanto en las gradas como en el campo y los vestuarios…

- ¡Ya está bien!- exclamó Hermione con los ojos desorbitados al especular todo el tiempo que le llevaría al joven imaginarse tantas escenas diferentes.- Creo que me quedó claro que solamente piensas en mí en el plano sexual.

Sólo entonces fue que el blondo interrumpió sus lisonjeos de cuello para mirar directamente en los ojos castaños.

- Hermione, recuerda que si se tratara única y expresamente de cuestiones sexuales tengo a mi disposición varias otras mujeres afanosas de satisfacerme, ¿me comprendes?

- ¡Engreído!- le acusó ella. Sin embargo, lo que él le había dado a entender la excitó mucho más que sus caricias y eso… ya es decir. Por tanto, se abalanzó sobre el joven, quién se vio obligado a retroceder ante el arrebato de su mujer y quedó estampado contra la pared opuesta de la tina con las piernas de la castaña rodeando su cintura mientras era besado apasionadamente. El rubio se apropió del trasero de su esposa y correspondió su pasión. Luego de una ardua y pareja batalla de lenguas hicieron una pausa para recobrar oxígeno.

- Mi puerquita.- murmuró en el oído de la muchacha.

- ¿Por qué siempre utilizas aquel modo tan posesivo para referirte a mí?

- ¿De qué hablas?

- De que me llamas "MI mujer, "MI puerquita", "MI esposa" con un tono muy pero muy posesivo. ¿Es que acaso me consideras un objeto más de tu pertenencia?

- ¡Por Merlín, Hermione! ¿Tienes que ser tan condenadamente complicada? ¿No puedes dejar tus idiotitas ideologías de lado por un puto momento?

- ¡Así que mis ideologías te parecen idiotas?!- inquirió mosqueada.

- Pues sí, hablas en exceso.

- Pues será que tú actúas demasiado, alguno de los dos tiene que compensar.

- No parecías querer compensar hace unos segundos.

- ¡Eres un infeliz!- gritó desmontando a su marido.

- Vamos, deja de fingir que no me soportas.

- Yo no finjo nada. ¡No te soporto!

- ¡Ya baja los sumitos!- vociferó exasperado.

- ¡Deja de ordenarme qué hacer!

- ¡Eres mi mujer y te ordeno lo que se me plazca!

PLAF

-¡¿Qué fue eso?!

- Una bofetada, ¿te gustó?

- ¡¿Por qué mierda me golpeas, Granger?!

- Por estúpido.

- Ah, pues yo debería hacerte lo mismo entonces.

PLAF

- ¡Carajo, Granger!- Draco tomó a su esposa del codo y la apretó contra si más fuertemente de lo que debería.

- ¡Me haces daño!

- Pide perdón.- exigió él entre dientes y el rostro contorsionado por la ira, pero ni aun así ella se amedrentó.

- ¡Sólo estando loca!

- ¡Ya lo estás!

- ¡Suéltame!

- ¡Discúlpate!

- ¡Jamás!

- ¡Es una orden!

- ¡Métete tus órdenes por el culo!

- Cuida tu lenguaje, querida.

- Cuida tu yugular, querido.- lo ridiculizó atinando a morder la vena de su marido pero éste se apartó sin dejar de someterla a su fornido estrujón.

- ¿Por qué eres tan odiosa?

- ¿Por qué eres tan despreciable?

- Deberías retractarte.

- Deberías suicidarte.

- ¿Y convertirte en una pobre viuda?

- Me harías feliz.

- Nunca te daría el gusto, mi vida.

- ¡Miserable!

- Exasperante.

- ¡Mentiroso!

- Sensual.

- Retorcido.

- Excitante- susurró provocadoramente anidando su nariz en el cuello de su esposa.

- Pervertido.- replicó ella en un hilo de voz.

- Enloquecedora.

- Pervertidor.

- MI pervertida.- sentenció el blondo antes de besarla y ser correspondido. No obstante…

PLAF

- ¡Y ahora qué?!

- ¡Por pervertirme!- se excusó ella desligándose de su esposo y saliendo de la tina con rapidez.

- Mujeres…

- No vuelvas a repetir aquello con ese tono de voz cansino.- advirtió la chica antes de prorrumpir del baño dando un recio portazo.

- Brujas…

- ¡Eso tampoco!- La gryffindor volvió a entrar al lavabo para gritarle eso último a su marido y después abandonarlo allí nuevamente.

Ron caminaba en dirección a Historia de la Magia pensando en la escena que había protagonizado el día anterior con cierta aborrecible slytherin. Se preguntaba cómo había sido capaz de insinuársele a Parkinson de esa forma, pensó que quizás al haber sido ella la primera en hacerlo le había motivado un poco más de la cuenta, nunca había vivido una situación similar. Realmente no tenía punto de comparación, recordando sus exiguas y frustrantes salidas con Hermione caía en la certeza de que lo de ellos dos había sido un enorme error, un intento desesperado de dos amigos que ansiaban evitar la soledad a toda costa en tiempos turbulentos porque le parecía evidente que al haber besado a su amiga jamás había sentido ni la décima parte de la pasión que había compartido con aquella rubia altiva. La memoria de los movimientos sensuales de la cadera de Pansy contra la suya le provocaron sonreír tontamente sin siquiera darse cuenta de sus gestos, sabía que la chica era demasiado fogosa, para expresarlo de manera discreta, pero comprobarlo por experiencia propia le resultaba altamente satisfactorio. De repente, sus pensamientos se vieron interrumpidos al ser jalado del brazo y al verse acorralado contra la puerta de un baño aparentemente vacío a excepción de la persona gestora de su secuestro.

- ¡¿Pansy?!

- Buenos días, Weasley.

- ¿Qué se supone que haces?

- Y yo que había pensado que ya habías aprendido a deducir…Te estoy besando el cuello o será que ni siquiera puedes interpretar lo que significan unos labios contra la piel de tu garganta.

- ¡Lo entendí!- espetó el pelirrojo- Lo que no entiendo es por qué estás acorralándome precisamente a mí contra la pared, ¿no te parece algo raro que tú y yo…- El chico habría
continuado farfullando si no hubiera sido callado por un dedo de la ojiazul.

- Mira, comadreja, si quieres que te explique esto con palabras mejor ve a una clase de reproducción sexual y ya, podría haberte aleccionado en la parte práctica pero como veo que…- La chica habría continuado con su descarada invitación pero lo dicho había sido más que suficiente y el ojiazul la calló besándola con la misma fiereza del día anterior.

Las manos empezaron a bailar y a cubrir de a pasos cada recoveco del cuerpo de uno y otro hasta que empezaron a sentir demasiado calor para no reparar en que la ropa les sobraba. Súbitamente, la rubia saltó para envolver con sus piernas la cintura del chico y éste rápidamente sostuvo su escueto peso con las manos en su trasero. A zancadas el pelirrojo fue caminando hasta un pupitre cercano con Pansy a cuestas hasta posarla allí para tener acceso directo a sus piernas.

- Me gusta cómo besas.- comentó la rubia desabrochando la camisa del chico a medida que él le desabrochaba la suya, con lo cual el enredo de manos hambrientas entorpecía al buen desarrollo de la cuestión.- Espera, espera, primero tú…- le indicó ella mientras que Ron seguía besando su cuello demasiado extasiado y asombrado con lo que le había caído en gracia como para poder pronunciar algo que no fueran gemidos o palabras de deseo. Una vez que la camisa de la slytherin reposaba tranquilamente en el suelo, la chica detuvo la boca del ojiazul que se había encariñado más de lo necesario con sus pechos.- Espera, te estás precipitando un poco, hay que ir más despacio, yo te explico.- Se puso de pie y bruscamente dispuso de una silla para empujar al chico sobre ella.- Me parece que tienes muchas cosas que aprender, pobretón, pero será interesante ser tu profesora.- Dicho lo cual, se sentó a horcajadas arriba del boquiabierto gryffindor y empezó a desabrocharle la camisa con mayor precisión.

- ¿Tan mal dices que lo hago?

- No, mal no, eres un poco…digamos que te dejas llevar demasiado. Piensa en frío, sé que los de tu casa no son muy calculadores pero a la hora de la verdad lo que vale es saber cuándo poner un stop y cuándo no y para eso hay que tener la cabeza fría poniendo en ella imágenes que te distraigan un poco para lograrlo.- explicó la chica demostrando sus grandes conocimientos en la materia.- ¿Me entiendes?

- Seeee…- jadeó él como respuesta, aunque claro que los movimientos circulares que realizaba la chica sobre su regazo presionaban tanto su segunda cabeza que su sangre difícilmente irrigaba la otra para que ésta pudiera pensar correctamente lo que entendía o no. - Joder, me estás matando, mujer.

- Piensa en frío.- musitó ella lamiendo la oreja del torturado a muerte.

Tal vez habría sido posible saber si Ron saldría airoso de su primera lección o no, si dos voces muy familiares no hubieran alcanzado los oídos del pelirrojo desde un lugar muy lejano que fue aproximándose progresivamente.

- Ay, Harry, te necesito.

- Ginny, tengo clase.

- Yo también y ¿qué?

- Ahora no es el momento indicado.

- Claro que lo es, amor, he esperado tanto por este momento.

- Pero en un baño, ¿te pa...- pero su preguntada fue interrumpida por el gemido que escapó de su boca.

- Hazme tuya ahora, Harry. Dónde sea…

Fue entonces cuando el pelirrojo volvió a la realidad y levantó los párpados encontrándose con una Pansy, aún sentada sobre él, al borde de las lágrimas a causa de la risa que contenía con una mano tapándose la boca y mirando para un costado. Desvió su vista hacia la dirección de los ojos de la rubia topándose con la imagen más perturbadora de toda su vida, tanto que se puso de pie sobresaltado, tirando a la slytherin al suelo en el trayecto.

- ¡HARRY! ¡TE MATO!- De inmediato, el pelirrojo se abalanzó hacia la pareja que seguía en plan de lote contra el muro, uno muy parecido al que segundos antes él había practicado con la ojiazul quién a su vez aprovechaba para cubrirse con su camisa hace rato olvidada en el piso.

- ¡Ronald!- Ginny fue la primera en salir del trace y bajarse de la cintura de su novio.- ¡No te atrevas!- gritó interponiéndose entre su hermano y el mejor amigo de éste, quién no podía creer su mala suerte.

- ¡Cómo has podido?!- vociferó el joven Weasley con la cara contorsionada por la furia y a centímetros del rostro sonrojado del pillado. La pelirroja permanecía estrujada entre los cuerpos de ambos jóvenes.

- Yo…- comenzó el ojiverde.

- ¡Ronald deja el melodrama! Nos estábamos dando un poco de cariño nada más.

- ¡Ginny!- intercedió Harry viendo que la excusa de su novia tornaba aún más rojo a su amigo.

- Ok, sólo digo que no hacíamos nada malo, que…¡Espera! ¿Qué haces con el torso desnudo y el cabello así de despeinado?

- Yo…- Ron por fin tomó conciencia de su estado.- Estaba…

- ¡PARKINSON!- chilló la pequeña gryffindor asombrada al ver a la rubia esa en la misma habitación donde su hermano…un momento…- ¡Estabas con Parkinson?!

- Bueno, yo…- el aludido fue retrocediendo olvidando por unos momentos las comprometidas circunstancias en las que encontró a la otra pareja.- Bueno, estábamos peleando en realidad…

- No sabía que uno necesitaba desnudarse para ello.- replicó Ginny, fingiéndose más indignada de lo que realmente estaba puesto que había hallado la escapatoria perfecta, ni que su hermano tuviera todas las luces…

- Bueno, yo me retiro, tantos gryffis en una misma habitación me dan mala espina.- Con eso, la slytherin se zafó fácilmente sin importarle dejar a su compañero de calentón en una encrucijada.

- ¿Qué tienes para decir, Ronald?- insistió la pelirroja observando la debilidad del ojiazul expuesta en su boca abierta al ver salir a Pansy por la puerta.

- Vamos, Ginny, no seas tan dura con Ron.- Harry salió en defensa de su amigo, más por querer saldar cuentas que por estar de acuerdo con el ligue del chico.

- Tú no te metas que ya hablaremos.

- No, tú no le reprocharás nada a Harry porque él y yo somos novios, ¿me oyes? Eres tú el que debe dar explicaciones.

- Bueno, lo discutiremos más tarde… Tengo Historia de la Magia.

- Finalmente…- susurró Ginny al verse nuevamente a solas con su novio y prendiéndose a su cuello.

- ¡¿Estás loca?!- se escandalizó el ojiverde al entender las intenciones de la pequeña Weasley. – Ron llega a ver que no asisto a la clase del Profesor Binns y es capaz de lanzarme un Avada-Kedravra.

- Pero Harry…

- No, no, no. Después nos vemos, amor.- Besó los labios de su novia sin darle tiempo a corresponder al beso.

- ¡Mierda! ¿Quién fue el estúpido que hizo de Harry el mejor amigo de mi entrometido hermano? Consultaré a Hermione.

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