Capítulo 4

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"Deberían premiarme por correr con este dolor de cabeza y no chocar con nada" Aunque al golpear el suelo con su mentón gracias a haber obviado una de las trampas del pasillo se retractó. "¡Mierda¡Odio las malditas resacas!"Hermione se levantó con un nuevo dolor en su cuerpo y continuó corriendo en dirección a las mazmorras rogando a los cielos por alguna coincidencia que retrasara a su profesor de Pociones, pero va a ser que no...

-Llega tarde, señorita Premio Anual.- Severus Snape carraspeó las dos últimas palabras con premeditada acentuación, indicándole a la castaña la grave falta habiente en que una chica con su cargo se apareciese justo cuando él estaba cerrando la puerta del aula, dando por sentado que todos los estudiantes estaban presentes.

- Disculpe, profesor. Tuve un pequeño percance...eh...verá... - Intentó ingeniar la aludida.

-No trate de darme excusas tontas, señorita. Diez puntos menos para Gryffindor.

-¡¿Qué?!- Una exclamación ahogada recorrió a todo el lugar, pues no era frecuente ver a Hermione Granger contradecir, mucho menos gritar a un profesor cuyo nombre no sea Dolores Umbridge. Sólo un rubio seudo albino encontró a la situación entretenida y reavivan te o, más bien, excitante. Draco sonrió con malicia. Snape también se sorprendió por el exabrupto de la alumna-chupa-medias-número-uno y arqueó una ceja, demostrando una vez más su poca expresividad. -Pero ni siquiera había cerrado la puerta.- Trató de hablar más calmada habiendo notado la reacción de los demás.

-No alce la voz cuando se dirija a mí -Advirtió el profesor frunciendo el ceño- Ahora vaya a sentarse si no quiere que otros 30 puntos sean restados del cuentero de su casa.-Rezongando, maldiciendo por lo bajo y siendo observada con escepticismo por sus compañeros, la castaña tomó asiento en donde siempre: a la derecha de Harry en el tercer banco de la fila de los Gryffindors.

-¿Estás bien? -Preguntó el pelo azabache preocupado por la cara de muerta viva de su amiga.

-No, tengo una resaca espantosa.

-Nuestra chica crece, Harry -Bromeó Ron al otro lado del ante ojudo y ganándose una mirada reprobatoria de la chica en crecimiento. Todo intento de conversión se vio frustrado por un gruñido amenazador de Snape, quién aprovechó el renovado silencio para aleccionar a sus alumnos de séptimo sobre el duro año que les esperaba si pretendían aprobar satisfactoriamente los EXTASIS para que al graduarse no viviesen miserablemente por los siglos de los siglos, amé no escuchó ni media palabra de aquel sermón, sino que se esforzaba por soportar el peso de su entonces intolerable cabeza con las manos al tiempo que trataba de enfocar a su fastidioso profesor, totalmente ignorante de que un par de ojos gris azogue la contemplaban intensamente desde el cuarto banco de la fila de los Slytherins. Un papel que se posó mágicamente sobre su pupitre la hizo olvidarse de su dolor momentáneamente. Intrigada, desenrolló el trozo de pergamino y leyó la letra prolija y pequeña que escribía:

Buen día, futura esclava:¿Tuviste sueños eróticos sobre mí anoche¿Te levantaste mojada?

La nota no estaba firmada, no hacía falta. La castaña giró para fulminar con la mirada al Premio Anual. Él esbozó su irritante sonrisa. Volteó, tomó su pluma y escribió debajo de la grafía de Draco.

Eso imaginas en tu diminuta y depravada cabecita,huroncito. Pero no, no suelo tener pesadillas, gracias por tu inquietud igualmente. Pero... ¿por qué no me despertaste, eh?

Lo envió y al rato obtuvo la contestación.

Nunca te hubiera arrebatado de tus apreciados sueños. Y tampoco habría sido una pesadilla, porque habrías gritado mi nombre más de una y dos veces, cerebrito.

Es Un Placer Ser Tu EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora