Capítulo 11

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-Y bien Hermione, dinos... ¿Te declaras culpable de haber besado a Draco Malfoy?- la castaña escupió todo el jugo de calabaza que estaba bebiendo, el cual tuvo la gentileza de caer sobre el bienaventurado Harry, quién estaba sentado enfrente de ella.

- ¡Oye! ¡Fíjate a dónde apuntas! Mi amor, ¿estás bien?- preguntó Ginny preocupada por su novio al tiempo que lo limpiaba con una servilleta.

- ¿Y bien? ¿No me piensas contestar?- preguntó Lavander Brown al lado izquierdo de la Premio Anual quién comenzó a cobrar un color rojo en sus mejillas que delataba su nerviosismo o tal vez ira por saberse el blanco de semejante interrogante.

- ¿Qué...por qué me preguntas eso?- balbuceó.

- Por cómo se tocaron. Vamos, si esa ha sido la primera vez que se manosean yo soy hada madrina.

- Obviamente, esa no ha sido la primera vez que "fraternizan"- agregó Parvati Patil al otro lado de su inseparable amiga.

- ¡¿Es verdad eso?! ¡Has estado fraternizando con el enemigo?!- inquirió Ron furioso, cuyo arrebato le provocó que el jugo que estaba bebiendo se le escapara por los orificios de su nariz pecosa. Empezó a toser y el pelo-azabache le dio unas cuantas palmadas en la espalda para que se tranquilizara mientras que las señoritas se reían por el espectáculo.

Una vez que el pelirrojo recuperó su compostura los ojos se volvieron a centrar en la castaña.
- ¿Es verdad eso, Mione?- insistió Harry con suma calma pero taladrando con sus ojos esmeralda a su amiga, quién permaneció confusa por unos segundos antes de recordar las palabras de su idioma.

- ¡Malfoy y yo somos totalmente incompatibles!- intentó evadir la pregunta con un estamento sincero.

- Nadie te ha preguntado si son compatibles o no, solamente si se han besado...- observó Lavender perspicazmente.
"Y ¿ésta desde cuando es perspicaz?" pensó Hermione antes de decidir que no le quedaba más opción que mentir si no quería terminar asesinada por dos pares de ojos (uno verdes y otro azules) que la miraban detenidamente.

- Por supuesto que no he tenido nada con Malfoy más que peleas. Ya me tenía harta con sus insultos y humillaciones y decidí darle un poco de su propia medicina, ¿tan difícil es eso de entender?- para al término de su declaración su voz ya sonaba demasiado borde por lo que ninguno de los presentes se atrevió a contradecirla. Aunque la pelirroja Weasley la contemplaba divertida y conciente de lo caradura que era su amiga.

El resto del día transcurrió en un suspiro. Los cuatro amigos pasearon por los jardines de Hogwarts aprovechando los últimos rayos de sol que por un largo período se verían sojuzgados por los estragos de un invierno que en Inglaterra solía prolongarse más de lo común.

Afortunadamente, Hermione no tuvo que toparse con Draco en todo el día y, mejor aún, el conocimiento de la causa de aquello la satisfacía, pues sabía muy bien que el chico debía estar cumpliendo un fastidioso castigo por haberse paseado en paños menores por el castillo. Finalmente, la noche se convirtió para la Premio Anual en un indicio que le advertía de que pronto tendría que encontrarse con su colega en la privacidad de su Sala Común. Cuando entró en ella notó con alivio que él todavía no había vuelto puesto que el living estaba en su mayoría a oscuras, si no fuera por la tenue luz del atardecer que se filtraba por la ventana. Fue derechito hacia su cuarto y creyó óptimo caer en un temprano sueño para recuperar fuerzas y deshacerse de la tensión que la dominaba. Después de todo, la noche anterior sí que había sido agitada.

Se cambió la ropa de civil por su pijama corto de seda negra con finos tirantes, el cual era su preferido por la suavidad de la tela y el vuelo de la prenda que le daba la impresión de estar casi desnuda. Se cercioró de trancar la cerradura de su puerta por si las moscas antes de recostarse en su cama mientras se hundía en las tinieblas pensando en el mar de felicitaciones que había recibido por su jugarreta de la mañana. Sin embargo, muchas de esas congratulaciones no se justificaban por lo que ella hubiese querido: la humillación de Malfoy. Contrariamente, muchas de sus compañeras de curso y también menores le habían agradecido el hecho de haberles revelado uno de las "maravillas del mundo". Por otra parte, los hombres parecían haberse tomado muy en serio sus facultades como masajista, ya que obtuvo varias propuestas que no le hicieron mucha gracia y a las que ella contestaba amenazando con quitar puntos de sus respectivas casas. Con el correr de los minutos y la evaporación de sus pensamientos, fue cayendo en el esperado dormitar que la relajó debajo de sus sábanas.

Es Un Placer Ser Tu EsclavaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora