Capítulo 9: Cordialita
Después de mi escena en el ático, me esperaba una buena reprimenda. Pero no había sido así. Lo único que había recibido era una advertencia de Eric. Se había acercado a mi lentamente, tanto que podía sentir su fuerte respiración en mi cara, luego había acercado su boca a mi oreja, de nuevo tan cerca que sus labios me habían rozado mientras me susurraba: "ten cuidado; si juegas con fuego, te quemas". Un escalofrió había recorrido todo mi cuerpo mientras se alejaba y anunciaba a los demás que ya era la hora de ir a comer.
Cuando llegamos al comedor, los nacidos en Osadía ya habían llegado, así que la mayoria de las mesas estaban ocupadas. Busque rápidamente a Uriah y Lynn. Me senté con ellos, justo al lado de Myra y Edward, que ahora eran pareja.
-¿Que tal disparando?- se interesó Lynn.
-Bien.- contesto, cogiendo un panecillo- Aunque creo que la he liado un poco.
-¿Que la has liado? ¿No habrás disparado a nadie, no?- se alarmó Uriah
-¿Que tendría eso de malo?- dijo tan natural Lynn- Le daría un poco de emoción a esas clases tan aburridas
-Bueno, digamos que casi disparo a alguien
-¡Por dios, cuéntalo ya de una vez!- se desesperó Lynn.
Les conté resumidamente a Lynn y Uriah mi pequeña escenita en el ático.
-¡Eres una suicida, princesa!- dijo entre risas Lynn.
-Y tanto- añadió Uriah, también entre risas. Y unos segundos después ya estábamos los tres riendo.
Observe un momento a Myra y Edward, estaban tan juntos que se daban codazos mientras comían. Myra se detiene y besa Edward, y luego es Edward quien se vuelve y besa a Myra en los labios. Aparto la mirada y suelto un suspiro.
-Se me hace tan raro verlos besarse en publico.- comento en voz alta
-¿Por que? Ni que ahora fueras una abnegada, princesa- argumenta Lynn
-Es que en Cordialidad no se ven muchos besos
-¿A no? Yo pensaba que con todo eso de la armonía y la paz, os sobrarían los besos.-dice Uriah
-Pues no. Es una cuestión de respeto, no puedes besarte así en publico. No se. En Cordialidad solo se dan besos en la mejillas. De esos si que sobran. Según Johanna, ayudan a mantener la paz y un alma en calma.
-Que cursis. Cada vez me extraña menos que te cambiases de facción- suelta Lynn, tan brusca como siempre.
Edward vuelve a besar Myra. Se me hace tan raro. Una parte de mi quiere que los regañen, como haría Johanna si estuviera aquí, pero otra parte de mi siente curiosidad. Nunca he besado a nadie ni sentido esas mariposas de las que todo el mundo habla revolotear en mi estomago. Supongo que sera porque nunca me he enamorado de nadie. Me pregunto como se sentirán los labios de otra persona sobre los míos. Sacudo ligeramente la cabeza para sacarme eso de la mente. "Se realista, M. Eso nunca va a pasar. Al menos no en un futuro cercano".
-0-
Después de la comida, Cuatro nos lleva a otra sala. Es enorme, tiene un suelo de madera que chirría y está lleno de grietas, con un gran círculo pintado en el centro. En la pared de la izquierda hay un tablero verde: una pizarra.
Nuestros nombres están escritos en la pizarra por orden alfabético. Colgados a intervalos de un metro a lo largo del fondo de la sala hay unos sacos de arena de color negro desteñido. Nos ponemos en fila detrás de ellos, y Cuatro se pone en el centro, donde todos podamos verlo.
-Como dije esta mañana, ahora aprenderéis a pelear. El objetivo es prepararos para actuar; preparar vuestros cuerpos para que respondan a las amenazas y a los desafíos..., cosa que necesitaréis si pretendéis sobrevivir como miembro de Osadía. Hoy repasaremos técnica y mañana comenzareis a luchar entre vosotros. Prestad atención y aprended rápido, o puede que acabéis heridos.
Todos nos ponemos a golpear los sacos. No se si soy la que peor lo hace; pero desde luego no soy la mejor. Repito la técnica que utilice cuando disparamos: observar a los demás para aprender de los más buenos y perfeccionar los errores de los demás. Pero esta vez no funciona. No soy fuerte ni rápida, mas bien soy algo torpe. Por mucho que observo e intento imitar los movimientos de Edward (que es el que mejor lo hace con diferencia) no logro nunca el mismo resultado que él.
Por el rabillo del ojo veo como Cuatro ayuda a Tris y Eric intenta corregir a Al, pero por muchas indicaciones que le grita, Al no da pie con bola.Poco a poco van pasando de persona en persona, tal y como había hecho Cuatro en el ático. Con forme van pasando por las personas, estas recogen sus cosas y se van. Sin saber muy bien porque, contra mas cerca estan mas nerviosa me pongo. Sabia que ya no tenia que demostrar que yo no era la típica cordial del "Se feliz" y que no se le ocurriría hacer daño ni a una mosca, la escena del ático lo había dejado claro. Pero aun así sentía que no quería decepcionarlos. Ya no por su opinión, era cuestión de orgullo personal.
-Si sigues golpeando así te romperás la mano- me sorprendió la voz de Eric detrás de mi. Había estado tan concentrada en mis pensamientos mientras golpeaba el saco que no me había dado cuenta de que estaba allí. Ya solo quedamos Myra y yo. Cuatro esta corrigiendo a Myra. Hago caso omiso a su comentario, ¿como se supone que debo golpear si él no me lo indica? Pego con más fuerza al saco, pero solo soy capaz de dar dos golpes mas pues los puños empiezan a dolerme. Los miro y los tengo rojos, aunque no están sangrando. Vuelvo a golpear- ¿Es que estas sorda? Te he dicho que así no se hace.
-¿Has terminado ya?- le pregunta Cuatro desde la puerta, que al parecer ya había terminado con Myra.
-No, creo que voy a tardar un poco mas. Vete yendo si quieres.- le contesta Eric, sin apartar la vista de mi.
-Vale, no olvides apagar las luces cuando salgas. Y ten cuidado con lo que dices, no vaya a ser que se gire y te pegue un puñetazo en la cara o, peor, un tiro- bromea Cuatro. Se marcha y ya solo quedamos Eric y yo.
-Sigue golpeando, vamos- me ordena al verme parada. Golpeo de nuevo el saco, esta vez con mas rabia, imaginándome al saco con una cara en concreto: la de Eric. Después de unos golpes me vuelven a doler los puños y bajo el ritmo- ¡Ya basta!- ordena de nuevo. Se pone entre el saco y yo, con las manos a la espalda- Golpeame a mi.
¿Estaba loco? ¿De verdad quería que le golpeara a él? Sabía que no le iba a hacer daño, así que comencé a golpearle. Eric parecía ser del tipo de persona que no deja nada correr, del tipo de persona que espera el momento justo para su venganza, y yo todavía estaba esperando a que eso pasara. Me había sorprendido que no fuese allí mismo, en el ático. Pero podría ser en cualquier momento. Tan solo dí un par de puñetazos cuando recibí un fuerte rodillazo en el estomago, provocando que me encorvase agarrándome el estomago. Ahí estaba su venganza.
-Mal. De nuevo, iniciada.
Lo intento de nuevo, pero lo vuelvo a hacer mal y me vuelve a pegar un rodillazo en el estomago. Esta vez toso un poco, pero me recupero rápidamente.
-Golpea mas rápido, eres floja y no tienes resistencia, así no lograrás nada. Intenta pegar con los codos y las rodillas. De nuevo.
Vuelvo a probar y recibo otro golpe en el estomago, aunque esta vez ya me lo veía venir y me intento apartar, pero no soy lo suficientemente rápida.
-Vamos, cordialita, puedes hacerlo mejor
¿Cordialita? Yo ya no soy de Cordialidad, ahora soy de Osadía. Ya no soy "cordialita". Noto que me pongo roja de la rabia y golpeo mas fuerte. Lo hago rápido, como él me ha dicho. Se ve que lo hago bien porque el ultimo golpe lo esquiva e intenta pegarme un puñetazo que, asombrosamente, yo esquivo y incluso logro darle un codazo. Pero mi suerte no dura mucho mas pues el siguiente puñetazo acierta en mi costilla y luego me pega otro rodillazo. Toso y escupo un poco de sangre.
-No esta mal, iniciada. ¿O debería decir cordialita?- ríe Eric. Al parecer se había dado cuenta de que no me gustaba que me llamase así.
-¡Que te den, Eric!- le grito, mientras él se aleja y yo intento recuperarme.
-Hasta mañana, M- se despide, divertido, y apaga la luz.