I Want To Break Free •TERMINA...

By FanficsDeQueen

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Londres, una familia de cuatro damas, integrada por la abuela Joahnna, la tía Fredderina, la madre Brianna y... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
FINAL
SEGUNDA TEMPORADA
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
FINAL - Capítulo 40

Capítulo 20

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By FanficsDeQueen

"Joahnna y John Deacon"

Joahnna se adentró a una habitación pintada de blanco, con una camilla al centro, una ventana al fondo y cortinas color azul, escuchó una maquina sonar a lo lejos y miró a un bebé recostado sobre una camilla, durmiendo y sosteniendo una mano el triple de grande que la del pequeño. Ambas personas dormían plácidamente, por lo que ella tenía que moverse con cuidado y en silencio. Se llevó ambas manos hasta el pecho y cerró los ojos llena de ternura, era la imagen más hermosa que había visto hasta ahora. Un padre, acompañando los sueños de su hijo. Camino lentamente hasta donde ambas personas estaban, se puso de pie y sus manos se dirigieron al cuerpo ancho y grande de John Deacon, acarició su espalda, dando ligeros y suaves masajes.

-John — comenzó a mover el cuerpo — Mi amor, ya estoy aquí — volvió a sacudirlo, ahora con más fuerza

Él abrió los ojos lentamente, la imagen borrosa de una pequeña manita, sosteniendo la suya, se hizo más clara y pronto le permitió darse cuenta de en qué lugar estaba.
Su rostro estaba sudado, sus manos seguían temblando con fuerza y daba señal que todo había sido una pesadilla, sólo eso, una dura pesadilla.  Término de darse cuenta de que estaba en la realidad, de que nada de las imágenes que había visto, eran reales y que él en realidad no estaba muerto, de que John Deacon jamás murió. Limpió su rostro y soltó la mano de su hijo, aún estaba un poco confundido ¿Quién le había despertado? Poco a poco fue girando su cabeza, para encontrarse con la mirada de la mujer más hermosa en su vida: su muy amada Joahnna Deacon. Reluciente, mirándolo con una sonrisa y las manos extendidas, para que él las tomará y formarán uno sólo.

-Mi amor, no te fuiste, no me abandonaste — le dijo con un hueco en la garganta, se puso de pie y la cogió entre sus brazos

-¿De qué hablas? — la anciana trató de librarse de los brazos de su enamorado, pero él se aferraba a ella

-Tuve una pesadilla, una en donde tú me dejabas y nunca más te volvía a ver. Una muy cruel, en donde significaba tener que vernos en otro mundo, porque lo nuestro no podía ser en éste — le contó lleno de melancolía él, Joahnna no podía creer el miedo con el que John se lo decía — ¿Verdad que fue sólo una pesadilla?

-Mi amor — Joahnna le negó con una sonrisa, la palma de su mano, suave y tierna, se detuvo sobre la mejilla fría de John y comenzó a regalarle caricias — Gracias a Dios sólo fue una pesadilla, porque nunca me iré. Nacimos para estar juntos, con años de diferencia, pero estamos destinados a morir como uno sólo

-¿Eso significa que nunca te irás? ¿Qué si vas a estar a mi lado como lo prometiste? — John acarició el mentón de la anciana y acercó sus labios a los de ella, susurrándole suavemente

-Te prometí que nunca me iría y ahora estoy aquí contigo, para toda la vida. Estoy a tu lado para que me hagas tu mujer, para que formemos una nueva familia, con Sammy... Sólo nosotros tres juntos — le dijo la anciana y después besó fugazmente los labios de John Deacon, un besó lleno de amor, de deseo, un besó que significaba felicidad

-¿En dónde estabas? — John acarició los labios de Joahnna con su pulgar

-Fui a terminar una relación con Paul McCartney, una relación que nunca debió ser — ella le dijo avergonzada — ¿Pero sabes?

-¿Sí? — John no evitó sentirse celoso

-Él me dijo algo, que sólo me sirvió para aferrarme más a lo nuestro, él me hizo ver las cosas a tu manera. La edad no importa cuando se hay amor, y ahora sé más que nunca, que quiero disfrutar los tantos años que me quedan... A tu lado

-Entonces ¿Por qué no empezamos de una vez? — preguntó coqueto John, tomó a Joahnna de la cintura y la sentó en sus piernas

-Estás loco — carcajeó ella — Estamos en un hospital y Sammy puede despertar en cualquier momento — lo rodeó por el cuello

-Hoy dan de alta a mi hijo, y cuando salga, tú no te escapas esta noche de mí y de mí amor — le susurró John al oído, Joahnna se sonrojo

Pasaron más horas dentro del hospital, Joahnna no se había separado de John en ningún momento, estuvo a su lado todo el tiempo, Sammy había despertado y ya no tenía ningún cable conectado de sus pequeños brazos a una maquina aterradora. Joahnna jugó con él todo el tiempo en el que John estuvo fuera del hospital y arreglando papeles para que Sammy pudiese salir pronto.

¿Había esperado tanto tiempo para eso? ¿John Deacon en realidad la había amado desde que era un niño? Ella no lo podía creer ¿Cómo un joven pudo haber estado enamorado de una mujer mayor, durante mucho tiempo? ¿Qué tan importante había sido la madre de Sammy para John? Eran tantas preguntas y tantas dudas, pero  ya no le importaban a ella, su vida estaba a punto cambiar y se sentía tan segura de comenzar una nueva vida al lado del hombre que tanto amaba.

John se sentó dentro del consultorio del doctor que había atendido a Sammy, él lo había dejado sólo, aquel hombre de treinta y dos años, recostó su cabeza sobre su brazo derecho y cerró los ojos. Se puso a pensar, pensó en aquella pesadilla. Sería muy duro que en verdad hubiese sido realidad, él no desearía jamás estar muerto, no soportaría hacerle tanto daño a mucha gente, no podría causarle ese dolor a sus amigos, que eran como sus propios hermanos, no soportaría dejar a Sammy sólo y aún peor, dejar de ver a su Joahnna. ¿Cómo se hubiese sentido ella, si aquella muerte hubiese sido real? ¿También le hubiese dolido? ¿Joahnna podría vivir sin él, como él sin ella? Sí era cierto que Joahnna lo amaba ahora, John tendría que hacer lo posible por hacerla feliz, por nunca dejar que esa llama de amor se perdiera.

Ahora estaba mirándola detrás de esa ventana, sonreía ante cada risa que Sammy dejaba salir a causa de ella, sonreía ante cada mueca que le hacia Joahnna a su hijo, esa era la familia que él quería.
Sus recuerdos volvieron hasta cuando él tenía catorce años.
John era tan sólo un joven que vestía siempre de suéteres de estambre, corbata, camisas bien planchadas y vaqueros sencillos, un niño común y corriente. Joahnna era una mujer bastante mayor ya, una mujer hermosa, siempre elegante. Una mujer que vestía de vestidos cortos y para nada escotados, con peinado a la altura y poco maquillaje sobre el rostro, Joahnna a esa edad, presumía de un cuerpo bello, delgado y alto, John siempre se sintió atraído por él, por su rostro, por sus labios y aquellos ojos grandes y profundos. Se sentía raro, siempre pensó que era diferente a los demás chicos de su edad, siempre creyó que estaba mal por fijarse en una mujer mayor, casada y con hijas, en lugar de fijarse en una niña de su edad. Pero no le importaba, ninguno de los comentarios que hacia Freddie, sobre su enamoramiento hacia aquella mujer, le importaban. John escribía mil veces el nombre de su amada sobre su cuaderno, la pronunciaba a todas horas, pensaba en ella antes de dormir y después de levantarse, la llevó dentro de su corazón, durante toda su vida.
Joahnna estaba casada y su esposo la hacía feliz, la llevaba a cenar y a bailar, cada vez que John la miraba con él, sentía tantos celos, sentía mucha envidia, deseaba estar en el lugar de Elvis Presley, pero era tonto, todo él lo era, todo ese amor por ella era tonto e imposible, nunca la tendría, pero aún así, él nunca dejó de amarla. Y cuando Presley murió, cuando Joahnna dejó aquellos vestidos de colores y se hundió en los vestidos de luto, aún así él la seguía mirando como la mujer más hermosa del mundo. Él dejó de ser un niño, para hacerse de un adolescente, un adolescente babeando por la madre, de su compañera de colegio, Fredderina. Se hizo adulto y con todas aquellas mujeres con las que estuvo, ninguna logró borrar de sus pensamientos a Joahnna. La seguía amando a pesar de tantos años, de tantas imposibilidades. La seguía deseando, seguía soñando con algún día tenerla. Nunca pudo ser feliz con alguna otra mujer, por culpa de ella. Joahnna había entrado profundamente en el corazón de John Richard Deacon.
Él moriría amándola, sí, moriría amándola, pero con el placer de saber que la hizo su mujer, que besó sus labios y sintió su cuerpo... con el placer de saber que ella también lo amo a él.

La noche se hizo presente para ambos y después de tanto tiempo de estar deseándose él uno al otro, aquel momento tan esperado para los dos amantes llegó. El momento de hacer el amor, como ambos lo habían estado queriendo desde hace mucho tiempo.
Joahnna se dejó recostar sobre la cama, bastante nerviosa, hace más de veinte años que ningún hombre la tocaba, y ahora John Deacon estaba recostado sobre ella, mirándola a los ojos, sonriéndole con amor, con ternura. Él comenzó a desabotonar la blusa de Joahnna, lentamente, mirando y descubriendo aquel cuerpo, que en ese momento iba a ser suyo, sólo de él. Ella era hermosa, la mujer más bella que él antes pudo ver. Era bella a pesar de tal edad, ella se sentía así en ese momento, joven y bella.

-Te amo. Eres la mujer perfecta para mí, eres perfecta para cualquiera, pero eres solo mía, mía y de nadie más — le dijo John, antes de comenzar a besar su pecho, hasta bajar por sus senos y finalmente por su vientre

-¿Estas seguro de que quieres estar conmigo, John? — le preguntó con miedo la anciana, sintiendo vergüenza

-¿Estas bromeando? Joahnna, he querido hacerte mía durante dieciocho años. Creeme que hoy es el día más feliz de mi vida — le dijo susurrando

Joahnna sintió un alivio al escuchar eso y se dejó llevar, llevó sus manos sobre el pecho desnudo de John y lo acarició, era un hombre joven, un hombre guapo y ahora ella era la afortunada de tenerlo a él. Paso lo que tenía que pasar, Joahnna y John hicieron el amor por primera vez, entregaron lo mejor de sí mismos, entregaron su alma y no sólo su cuerpo, los dos habían entregado el amor que se tenían. John le hacia el amor lentamente, con suavidad y delicadeza, cuidando sus movimientos, Joahnna cerraba los ojos y abría la boca. No le quedaba la menor duda de que John era un hombre maravilloso. Joahnna gemía de placer y John cada vez se movía más dentro de ella, era un acto de amor, de caricias, de pasión e intensidad. John acariciaba las piernas de Joahnna, besaba sus brazos y hombros, mientras Joahnna pellizcaba la piel de él y se aferraba a sus labios, los besaba con pasión, los mordía y también se dejaba llevar por él. No faltaron las palabras de amor, nunca, en todo tiempo en que ellos hicieron el amor, John no dejó de decirle y demostrarle a Joahnna cuánto la amaba, ella tampoco olvido decirle lo muy feliz que era ahora a su lado.

Finalmente todo había terminado, John estaba recostado sobre cama, con una sabana cubriendo desde su cadera, hasta abajo, Joahnna estaba recostada sobre su pecho, la sabana le cubría todo el cuerpo. Eran tan felices.

-¿Sabes? — habló John

-¿Sí, amor? — Joahnna le acarició el pecho

-Muchas veces me preguntaron por qué seguía luchando por ti, a pesar de tus rechazos — John ladeó el rostro y miró a los ojos a Joahnna — Yo les decía que lo hacía, porque estaba convencido de que eras el amor de mi vida 

Joahnna sintió un remordimiento en el corazón, recordando todas las veces en las que lo rechazó, en las que fue grosera y cruel diciendo que nunca iban a estar juntos. Ahora se arrepentía, se arrepentía de todo, se arrepentía porque ahora ella era feliz gracias a él.
Joahnna también lo miró a los ojos, esperando encontrarse con una mirada resentida, pero no, en su lugar, estaba una mirada de amor, unos ojos brillantes y llenos de luz, los ojos que la enamoraban tanto.

-Tú no eres el hombre de mi vida solamente — dijo ella, John arqueó la ceja — Eres el amor de mi vida y la persona con quien quiero hacer todo y nada a la vez

-Te amo — John besó sus labios

-Te amo más — ella devolvió aquel gesto y se acurrucó en sus brazos

Ambos se sonrieron, John la cubrió con la sabana y cerro los ojos, para dormir un poco, para dormir al lado de la mujer que tanto amaba, como lo había soñando desde que tenía catorce años.

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