Tanaka le dio la espalda y volvió a tocar el timbre, ambos se quedaron ahí parados, incómodos y sin mirarse. Luego de una hora de espera Yachi se dio por vencida y se fue a su casa, el trayecto iba a ser largo por lo que no podía seguir esperando. No se despidió de Tanaka, sólo se marchó.
Tanaka se quedó una hora más por si llegaban, ahora sí que tenía la certeza de que algo había ocurrido, pensó en varias opciones, en la muerte de algún familiar, en que su hermanita se cayó y estaban en el hospital, en que la mamá y todos fueron donde su tía, en que tenían una cena familiar, esta última idea la descartó porque ese no sería motivo para que faltara a clases, luego le llegó la idea que tenía hace rato tenía en mente y que le oprimía el pecho y era de que algo malo le había pasado a su querido Hinata, eso era lo peor, que él estuviera enfermo, que haya tenido un ataque al corazón o una alergia y estaba sufriendo o sufrió un shock anafiláctico, se pasó mil rollos pero nunca imaginó la verdad de los sucedido, se paró, suspiró, escribió una nota que dejó debajo de la puerta contando que había estado ahí que cuando llegara por favor lo llamara, que estaba preocupado y que si quería que le llevara los apuntes del día. Ya era muy tarde también optó por marcharse.
En el club todos preguntaron por Hinata, Kageyama se vio tapado en preguntas.
- Kageyama ¿por qué no vino Hinata? – preguntó Nishinoya.
- No sé – fue escueto y seco al hablar.
- Pero, ¿también faltó en el día a clases? – agregó Tanaka.
- Sí.
- Kageyama, ¿lo has llamado por teléfono? – preguntó Daichi.
- No.
- ¿Pero cómo es posible no son amigos? – lo interrogó Suga.
- Es que el rey no se preocupa de los demás, sólo le importa su propia persona – dijo Tsukishima.
- Tsuki – dijo en tono cansado Yamaguchi.
Kageyama aprovechando el comentario de Tsukishima evadió la pregunta de Suga, no quería contestar eso, porque no sabía qué responder, ¿son amigos?, ¿son amigos con ventaja?, son sólo conocidos con ventajas?, ¿son sólo compañeros de equipo?, no sabía qué mierda eran, así que se hizo el tonto. Pero no le duró mucho.
- Llámalo ahora Kageyama, Hinata es una parte importante de nuestro equipo por lo tanto debemos saber qué le sucedió, él nunca antes había faltado a clases ni al entrenamiento, sí, se arrancó una vez pero nunca ha faltado – dijo Daichi.
- Es verdad Daichi – corroboró Suga.
Suga miraba al capitán como se admiraría un plato sabroso de comida cuando estás hambriento, incluso llegaba al extremo algunas veces, inconscientemente, de lamerse el labio inferior al recordar los besos del día de ayer, esos besos acostados en su cama, él arriba del hermoso moreno, fueron bastantes besos pero sólo eso, nada de manos traviesas o movimientos erotizados, todo dentro de lo que se podía esperar, pero era algo que hacía tanto tiempo esperaba que no lo importaba nada, recibir esas pequeñas migajas era lo máximo, lo observaba y se lo comía con la mirada, Daichi se puso nervioso, ya que las expresiones de Suga eran evidentes, gritaban amor y deseo, él no quería que todos se enteraran, quería mantener todo en absoluto secreto y que a ojos del resto seguían siendo los amigos de siempre, tenía el rollo mental de que podían rechazarlo o que le perderían el respeto, puros prejuicios infundados, claro, era obvio que tuviera esos miedos, pero no se atrevía a enfrentarlos, más bien viviría regido por ellos, mientras todo mantuviera el status quo, todo bien, además Suga estuvo de acuerdo que todo se mantendría en secreto, que él no lo abrazaría, no lo tocaría y menos lo besaría en público, sólo cuando estuvieran solos en un espacio cerrado y sin nadie alrededor, eso limitaba sus encuentros a la pieza de ellos, a ningún lugar más, pero estaba bien, era lo correcto ¿no?, y si Suga lo aceptaba todo marcharía a la perfección. Pero todo se podía echar a perder con las expresiones de su ahora pareja, era demasiado obvio, ahora incluso más que antes, cómo hacer para que dejara de mirarlo de esa forma, tendría que hablar seriamente con él sobre esto, debía pararlo de inmediato.
"Deja de mirarme con esas miradas que estás gritando que te gusto... Mierda me desconcentré, 'Hinata' de eso estábamos hablando".
- Kageyama llámalo y me avisas qué le sucedió – ordenó el capitán.
- Ve Kageyama – dijo Suga.
- El rey haciendo mandados, quién lo creería – Tsukishima sólo quería fastidiarlo un resto.
- Tsk – fue toda la respuesta del ceñudo.
- Kageyama, oye dame el teléfono de Hinata – pidió Nishinoya.
- A mí también – dijo Tanaka.
- Sí, mas rato – arrugó aún mas el entrecejo, la verdad es que no quería darles el número, no entendía muy bien el por qué pero así era, lamentablemente no se podía negar, no había motivo para eso.
- Gracias – Noya le cerró el ojo y le regaló la sonrisa mas amplia del mundo.
- De nada – dijo con los dientes apretados.
Continuaron el entrenamiento, el ceñudo erraba los pases, ya que éstos eran muy rápidos y los rematadores no alcanzaban a golpear el balón, es que le estaba pasando el balón a Hinata, todo esto inconscientemente, claro, su mente estaba en Hinata y en el por qué no vino a clases, además se preocupaba por haber sido un mierda en decirle todas esas cosas hirientes, recordó el rostro de Hinata al escuchar esas palabras hirientes y se le apretaba el pecho, los compañeros de equipo no le reclamaron, fueron comprensivos, todos notaban que estaba preocupado aunque él lo intentara disimular, de alguna forma todos entendían que había una conexión especial entre ellos pero nunca imaginaron el tipo de conexión, ni siquiera el perceptivo Sugawara que ahora andaba en las nubes o mejor dicho en la ionósfera.
Terminó el entrenamiento, eran las ocho y media de la noche se demoraron más de lo habitual. En la sala del club Kageyama frente a la insistencia de la mayoría pulsó sobre el nombre de Hinata en su teléfono, pero nadie contestó porque estaba fuera de servicio, ¡rayos! Pensó, le comunicó esto a Daichi, que le dijo que estaba bien, que mañana lo intentara de nuevo pero por si acaso él también llamaría, así que Kageyama se vio en la obligación de dar el número del teléfono de Hinata a todos en el club, eso fue como una patada en el trasero para él, le gustaba ser el único que tenía el contacto, aunque no lo quería reconocer, por supuesto.
Al salir y caminar hacia su casa sintió angustia, y ésta cada vez era mayor a tal punto que le dolió el pecho, se lo agarró y reflexionó por un minuto, la causa de este sentimiento era Hinata, algo le decía que la cosa no andaba bien, se sentía culpable, y si Hinata estaba tan deprimido por lo que él le dijo que ya no iba a ir nunca más a los entrenamientos y si el peli anaranjado se cambiaba de preparatoria, no lo aguantó más y corrió a casa del naranjito. "Hinata estúpido", pensó.
Llegó a las nueve y cuarto de la noche a casa de Hinata, debía hacer una visita rápida porque el último bus pasaba a las diez y si se lo perdía sería una hora y media caminando a su casa, se quedó frente a la puerta, lo primero que le llamó la atención era que no había luz, "que raro, tal vez están durmiendo, pero ese imbécil jamás se duerme temprano, mierda, ¿habrá pasado algo de verdad?, mejor miro por las ventanas", así lo hizo, se escabulló hacia la parte trasera de la casa y miró por la ventana de la cocina, todo desierto, volvió a quedarse en la entrada principal, estaba apunto de volver cuando ve llegar el auto del padre de Hinata, su corazón latió a mil por hora y le sudaron las manos, un mal augurio lo invadió, ese maldito presentimiento que no se equivoca, al estacionarse lo primero que ve es a Hinata con parches en la cara, el padre de éste se bajó y ayudó a su hijo a descender del auto, la mamá hacía lo mismo con la hermanita del naranjito, su sorpresa fue mayor cuando el padre lo tomó en brazos, se encontraron frente a frente con Kageyama que tenía su mano en el pecho angustiado.
- ¿Qué pasó? – fue lo primero que dijo, no saludó, se olvidó por completo de sus modales.
- Kageyama es tarde – dijo la mamá – es una historia larga, por favor quédate a cenar, debes tener hambre – las mamás siempre se preocupan de alimentar a los amigos de sus hijos, tal vez porque eso les gustaría que las otras mamás hicieran por los suyos.
- Claro –respondió Kageyama que no le quitaba los ojos de encima a Hinata.
El papá abrió la puerta luego de dejar a Hinata apoyado en el suelo, sólo lo sostenía con un brazo por lo que Kageyama se acercó y recibió a Hinata, le pasó el brazo por debajo de su axila y lo sostuvo. Entraron a la casa, Hinata no decía nada, tampoco miraba a nadie a la cara, tenía los ojitos clavados en el suelo y su mirada estaba totalmente perdida, su rostro era una escultura, no movía ni un sólo músculo.