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Narra Barry
Ya es otro día, pero aún sigo sintiendo esa impotencia de no hacer nada al respecto. Quiero matar al Dr. Wells pero a la vez no puedo, es el papá de Nina, y no puedo hacerle eso.
Caitlin me mandó un mensaje diciendo que el Dr. Wells nos quiere a todos en el laboratorio ya que hay trabajo que hacer, pero, no sé si pueda soportar verlo. Corro hasta allá con mal carácter para hacer lo de todos los días.
—Buen día, Barry —me dijo Caitlin con una linda sonrisa—Eres el segundo en llegar.
—Pensé que ya todos estaban aquí —dije algo desganado—Sabes, háblame cuando eso pase.
—¿Estás bien? —se acercó a mí—¿Ha pasado algo entre tú y...
—No, estamos bien —mentí—Sólo tengo cosas que hacer.
Salí de ahí lo más rápido posible, no quería saber nada de ese lugar, corrí y corrí hasta llegar a una parte Central City a la cual nunca había estado, al detenerme tropecé con un señor haciéndolo caer al suelo, tenía lentes y chaqueta negra.
—¿Está bien? —me dijo aquel señor con una voz familiar.
—Si, estoy bien —al reincorporarse, noté que era el Dr. Wells, rápidamente pude sentir un impulso de ira lo que hizo que lo tomara del cuello de su chaqueta—¿Por qué me hizo esto?, ¿por qué mató a mi madre?
—¿Qué? —su mirada era de confusión, estaba seguro de que lo hacía para cubrirse—Disculpa, no sé de qué estás hablando —me tomó de las manos y se soltó.
—Nos engañaste a todos, en especial a Nina —traté de tranquilizarme.
—Nina... ¿Conoces a Nina? —sonrío al escuchar su nombre—Ella... ¿Ella está bien?
—Creo que no estoy entendiendo nada —dije confundido.
—¿Gustas pasar a mi casa?, podemos hablar aquí —sacó unas llaves de su pantalón y abrió la puerta.
Dudé un poco en hacerlo, pero al final lo hice. La casa era como la de Joe, hablando estructuralmente, pero tenía muebles y equipo como los que hay en el laboratorio, en las paredes había muchos cuadros con fotografías de Nina cuando era pequeña, de su mamá y de él.
—Puedes sentarte en el sillón —me señaló el lugar, en el mueble había demasiados papeles—Perdona por el desorden.
—No se preocupe —traté de acomodar los papeles y dejarlos en una pequeña mesa que había enfrente.
—Así que... ¿Conoces a mi dulce Nina? —se sentó en una silla que tomó de su comedor.
—Si, sí la conozco —traté de comprender lo que estaba sucediendo, pero no llegaba a nada—Sé que apenas me acaba de conocer pero, ¿cómo es que usted es él Dr. Wells?
—Veo que conociste a Eobard... —se levantó de la silla y comenzó a dar vueltas.
—¿Eobard? —vaya, estaba más confundido.
—Él hombre al que tú conoces como Harrison Wells, en verdad es Eobard Thawne. ¡Ese hombre viene del futuro!
—Wow, wow, más lento por favor.
—El provocó un accidente que tuvimos —se sentó en la pequeña mesa que había enfrente.
—¿El accidente de auto? —las cosas empezaban a tomar forma.
—Así es, ese hombre me quitó a mi Tess y a Nina —una lagrima recorrió su mejilla—Por eso te pregunté, si ella estaba bien.
—Lo está, no tiene porqué... —el brazalete que tenía en donde recibía la alerta del anillo, comenzó a parpadear.
—¿Sucede algo? —él se dio cuenta del pequeño resplandor del brazalete.
—No, bueno, sí. Tengo que irme —no quería que él se enterara de que soy flash y mucho menos que esto es una alerta de que Nina tiene problemas—¿Podemos vernos luego?
—Por supuesto —me sonrió.
—Gracias —me levanté y corrí hasta la puerta para abrirla —Hasta luego —cerré la puerta y corrí hasta la casa de Nina que era de donde provenía la señal.
~*~
Narra Nina
Abro los ojos y me doy cuenta que ya es de día. Pero, me doy cuenta que no estoy en la calle, sino en una habitación, era como la casa de Joe, solo que habían cosas mías, de cuando estaba yo pequeña al igual que equipo de laboratorio.
Intenté sentarme en la cama, pero mi cuerpo pesaba y mi brazo aún me dolía, solo que ahora estaba vendando.
—Al fin despertaste princesita —esa voz...—Te he preparado un té.
—¿Quién eres tú? —me paré bruscamente e hice una mueca del dolor—¿A qué hora regresaste?, ¿por qué me haces esto? —dejó la taza en el buró que había a lado de la cama.
—Yo no soy ese hombre, Nina. Yo no soy Eobard —comenzó a acercarse a mí despacio.
—¿Papá? —todo comenzó a dar vueltas—Pero ¿cómo?
—¿Qué tal si mientras desayunamos hablamos? —me dio la mano y también se la di.
Me ayudó a caminar ya que con el dolor me era un poco difícil.
La casa estaba algo desordenada, habían libreros repletos de archivos y libros, aunque habían muebles modernos. En la pared que hay detrás del comedor, hay un enorme cuadro con una fotografía de mi mamá, él y yo.
Al ver la mesa, ya estaba el desayuno preparado.
—Con cuidado —me ayudó a tomar asiento—Listo, espero te guste lo que hice.
—Tostadas con mermelada y un hotcake —sonreí. Ese era el desayuno que me preparaba los fines de semana cuando estaba pequeña—Gracias.
—Creo que tienes algunas preguntas por hacerme —bebió un poco del jugo que tenía servido en su vaso.
—¿Cómo estás vivo? —le di una mordida a mi tostada y eso fue lo único que probé. No es que supiera mal, sino que, tuve esta misma escena con Eobard y de tan solo acordarme, se me revuelve el estómago.
—Bien... —se aclaró la garganta—Eobard me clonó físicamente, gracias a un invento que tú hiciste.
—¿Qué yo hice? —él asintió.
—Me pidió que me alejara del mundo, o si no iba a matarte —se quedó callado un momento—Yo no iba a dejar que te matara a ti también como lo hizo con tu madre.
—Me hubiera encantado saber que mi real padre estaba vivo —hice una mueca.
—Lo lamento, yo... —el timbre lo interrumpió.
—Dr. Wells, soy yo. Barry —ambos nos quedamos sorprendidos por su visita inesperada.
—¡Voy en un momento! —le gritó mi papá desde la mesa—Escóndete en tu habitación.
—¿Qué? —me entró el pánico.
—Él no puede verte, recuerda —me levanté con cuidado de la silla y corrí hasta mi habitación como pude. Cerré la puerta ya que daba enfrente a la puerta de la casa.
Me quedé detrás de la puerta para escuchar pero me comía la duda de ver cómo se veía de cerca Barry, la primera vez que estuve aquí, no pude ver bien sus facciones. Abrí un poco la puerta en silencio y me asomé para ver un poco.
Barry se veía tan apuesto como siempre, ya se le notaba la edad en el rostro, pero eso no le quitaba lo encantador. La ropa que traía ya no era al estilo que utilizaba antes, ahora era mucho más formal: camisa manga larga blanca con corbata, pantalón negro de vestir con sus respectivos zapatos negros.
—He revisado los últimos equipos para el laboratorio —Barry le entregó unos papeles a mi padre—Todo está aquí.
—Muchas gracias hijo —le dio una palmada en el hombro.
—Bueno, tengo que regresar al laboratorio —se levantaron del sillón.
—Mañana iré a darme una vuelta por allá.
—Claro —se dieron un pequeño abrazo y él se fue.
Mi padre revisó los papeles un momento, abrí completamente la puerta y me reposé en ella.
—¿Trabajas en el laboratorio? —dejó los papeles encima del montón que habían en un rincón de la sala.
—Si, no voy mucho porque, me recuerda a ti —miró al techo por un segundo—Al día que te fuiste para siempre.
—Eobard me mencionó que aquí ya no existo —me acerqué hasta donde estaba él—Y me gustaría que me contaras lo que sucedió —caminó hacia un librero y buscó un periódico.
—Mira —me lo entregó—Ahí lo dice todo.
Miré el periódico ya algo viejo, tenía algunas hojas ya rotas, pero lo que era la portada, aún estaba visible. En el encabezado se podía leer "Incendio en STAR Laboratories", y debajo había una imagen de la parte del cortex en llamas. Leí las primeras líneas de la noticia, donde decía que había muerto una mujer del sexo femenino conocida como la prometida de Barry Allen.
Tuve sentimientos encontrados al leer esto, qué difícil debió de haber sido para mí papá y para Barry.
—Lo siento mucho —no sé ni cómo pasó esto, pero me siento terrible.
—No te preocupes hija —me dio un beso en la mejilla—Tengo que ir al laboratorio. Quédate aquí, recuerda que nadie te puede ver.
—Sí, aquí estaré —me senté en el sillón.
—No tardaré —tomó un juego de llaves de un llavero que hay cerca de la puerta—Sí tienes hambre, hay comida en el refrigerador.
Ahora estoy sola, pero me agrada estarlo aquí. Esta casa no es tan grande como la otra, esta es más acogedora, y aquí se respira un aroma familiar que no percibía desde pequeña.
Me incomodaba un poco que hubieran pequeñas pilas de papeles en el suelo, así que me tomé la molestia de recogerlos y ponerlos en un estante desocupado, al igual de que aproveché de hacer un poco de limpieza.
Al terminar, estaba sedienta, tenía ganas de un café. Fui a la cocina a revisar si había para poder hacerme una taza pero no, tenía la idea de ir a Jitters por uno, pero recordé lo de no salir de aquí y aparte de que no tenía dinero, pero, si me camuflajeo en ropa, quizá nadie me reconozca y con lo del dinero, puedo tomarme un poco prestado a mi padre, sé dónde lo ocultaba cuando estaba pequeña y no creo que esa costumbre haya cambiado.
Me fui a la que es mi habitación y abrí el armario, la ropa que había ahí no era algo que utilizara yo en mi tiempo, pero como sea, me puse unos pantalones negros, y una blusa de manga larga azul para ocultar la venda que tengo en el brazo y busqué un pequeño gorro negro. En el tocador que había, encontré unos lentes oscuros, que no dudé ni un segundo en ponérmelos.
Estaba lista, solo me faltaba el dinero, me fui a su habitación, busqué debajo de la cama y me encontré con unos billetes, agarré lo mínimo y lo demás, lo dejé en su lugar.
Me fui de la casa corriendo, no quería tardar tanto para que al regresar, mi padre me encontrara en este lugar. Tomé un taxi para tardar menos, y llegué ahí en menos de 15 minutos. Me encantaría poder utilizar mis poderes pero no quiero que la gente tenga esas nociones de pérdida de tiempo, así que los utilizaré en verdaderas emergencias.
Al entrar había una fila algo larga, así que me senté en una mesa desocupada para esperar.
—Nina.
Creo que estaba a punto de meterme en problemas.