Joder...
Estaba casi al otro lado del estadio cuando recibió el llamado por parte de Goten, fue corriendo con todo hacia la enfermería al recibir la noticia, cruzó junto a su esposa entre varias personas de la gradería hasta salir a duras penas del lugar. En esos momentos deseaba tener la posibilidad de teletransportarse como Goku.
Nunca se imaginó que su sobrino se le pasaría la mano e hiriera a su pequeña, cruzó el umbral de la puerta y vio a ambos niños conversando alegremente. La niña de cabellos lavanda estaba en la camilla con un algodón en la nariz y con varias vendas por sus brazos y rodillas, mientras el otro chico estaba sentando en el borde del colchón pidiendo disculpas por lo sucedido.
–Naomi...– la llamó al ingresar al pequeño cuarto, la pequeña lo observó emocionada con sus azabaches ojos y sonrió apenada, igual de inocente que su madre –¿Te hicieron mucho daño?
–No te preocupes papá, Godai no me hizo casi nada, excepto por lo de mi nariz– anunció señalando con la mirada a su primo. La pequeña Naomi no parecía estar muy preocupada por sus heridas, aún cuando su gi verde oscuro estaba roto y con rastros de sangre –Tío Goten ya me dio una semilla del ermitaño.
Godai infló los cachetes mientras bajaba la mirada que desprendía sus ojos marrones puros, tenía una dulce inocencia y al poseer ese típico atuendo de la familia Son se parecía mucho a su magnífico abuelo.
–Godai, para la próxima ten más cuidado, recuerda que mi pequeña tiene diez años y tú tienes catorce– explicó la única saiyajin de raza pura a la par que acariciaba los sedosos cabellos de su hija.
–Lastimosamente el torneo fue justo este año– anunció Goten desde el otro lado de la camilla, estaba sentando en una silla esperando la pronta recuperación de su sobrina –Si caía el año que viene mi hijo estaría en las ligas juveniles y entonces podría luchar sin problemas.
Las ligas del torneo estaban divididas en tres partes: la infantil, la juvenil y la de adultos. La primera es de los cuatro hasta los catorce años, la juvenil a partir de los quince hasta los veinticinco, y la de adultos desde veintiséis para adelante; en cada una se presentan los respectivos concursantes y pelean todos contra todos. Pero los torneos se hacen cada dos años, esta vez en la final quedaron Godai y Naomi con una brutal pelea de saiyajines que acabó con la pequeña.
–¿Shin no estará peleando ahora?– preguntó la pequeña hija de de Trunks y Koron. Los mismos se observaron y asintieron desesperados, estaban apunto de perderse la pelea de su hijo mayor.
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Fácil, fácil, grande pero fácil...
El joven híbrido pensaba eso cada vez que sacaba a cada concursante de la plataforma de batalla, todos eran humanos, para él esos seres eran muy odiosos y débiles. Siempre se veía superior ante todos, podía ganar este torneo con el movimiento de un dedo pero su conciencia aún cuerda le dictaba que no debía asesinar a nadie, aunque su instinto le exigiera que lo hiciera.
Él, a diferencia de su hermana menor, tenía más mentalidad de un saiyajin que de un humano, aunque un cuarto de su ser sea de esa raza. Su padre siempre decía que era una viva imagen de Vegeta, su abuelo, si no fuera por sus adorables ojos celestes y sus anchos flecos sería como verlo a vivo de nuevo, incluso en este momento estaba llevando su misma vestimenta: un enterizo elástico de color azul con unos pares de guantes y botas de color blanco.
Pero él no se dejaba llevar por el lado malvado que llevaba en la sangre, aunque mantenía en sus genes la necesidad de ser alguien malvado no lo hacía... porque adoraba ser superior que todos, y si los aniquilaba no tendría a nadie quien superar.
Golpeó a un sujeto alto y fornido, con una tez canela que brillaba por la intensa luz del sol, lo derribó de la plataforma en un segundo. Fue tomando ventaja antes todos hasta que alguien lo sujetó por la espalda, aunque parecía más que aquella persona lo abrazaba en vez de atacarlo. Él logró presenciar de quien se trataba cuando vio el ondulado pelo caer por su hombro y el increíble traje chino color amarillo.
–¡Shin!– mencionó aquella terrícola con una voz supuestamente adorable –Si me dejas ganar esta vez te prepararé una torta de helado– amenazó tocando su sentimiento más sensible: el hambre.
Hana era una de las pocas terrícolas a quien Shin le agradaba, tenía dieciséis años, un año mayor que él. A pesar de ser hija de Oliver y Mamoru tenía una gran personalidad de Mirai, al fin y al cabo ella era quien la entrenaba. La muchacha era la viva mezcla de sus padres, cabello castaño y perfecta tez morena por parte de su padre, y por parte de su madre heredó los maravillosos ojos dorados y las graciosas pecas.
–Suéltame Hana– ordenó mientras se zafaba con un movimiento débil para no herirla, aunque ella era una humana muy fuerte él no quería hacerle daño. Aquella chica lo volvía blando.
–Esta vez ninguno ganará– la híbrida, ahora no tan pequeña, Son Pan golpeó a ambos jóvenes echándolos fuera de la plataforma, obteniendo así la victoria en la liga juvenil.
Pan ya mantenía los veinticinco años cumplidos, esta era su tercera victoria consecutiva en las ligas juveniles en el torneo de artes marciales. Aunque nunca llegó a transformarse en súper saiyajin seguía entrenando, las peleas ahora eran sólo un pasatiempo y por eso le encantaba participar en los torneos.
–¡El título de campeón del torneo juvenil de este año es para Son Pan!– gritó el presentador a través del micrófono, levantó el brazo de la mencionaba y la gran ola de gritos de emoción inundaron todo el lugar.
Oh, maldición...
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–Que lástima que ninguno de los dos logramos ganar el torneo– indicó la menor de la familia Brief mientras recogía su morado cabello en una coleta de lado.
–Yo sólo perdí porque no me transformé en súper saiyajin ¡Y porque "alguien" quiso seducirme con comida!– exclamó entre dientes mientras observaba con furor a la joven de ojos claros.
–¡Deja de decir estupideces!– contraatacó la adolescente con igual furor que mantenía el joven.
–¡Ambos cálmense!– anunció Mirai dando un golpe en la cabeza de ambos, recibió unos quejidos por parte de los dos. Ella siempre debía soportar sus peleas, ambos adolescentes eran orgullosos pero al parecer sólo se contradecían para pasar tiempos juntos, el amor entre ellos se veía desde kilómetros.
¿Por qué sonríes Mirai? ¿Acaso esos dos chicos te recuerdan a alguien?
No se había dado cuenta de que estaba sonriendo, ella se sonrojó al oír eso dentro de su cabeza, se cubrió la boca con su mano de prótesis intentando ocultar su atontada sonrisa y el tono rojo de su rostro.
Sabes perfectamente a quienes me refiero, Piccoro...
Ella juraría que el namekiano estaría de la misma manera que ella, quizá no sonriendo como estúpido pero seguro que sí estaría sonrojado levemente.
–Mirai ¿Acaso Piccoro te dijo algo?– preguntó Trunks mientras la observaba pícaramente, más bien, todos los presentes lo estaban haciendo.
Sí, todos ya sabían que ella y el Nameku estaban fusionados mentalmente, y que todo el tiempo están en contacto telepático, es por eso que se formó una gran y profunda conexión entre ambos; a pesar de ser la única forma de comunicación de este mundo y el mundo de los muertos.
–¡Mi relación con él no es de su incumbencia!– gritó colocándose aún más colorada al saber que metió la pata cuando mencionó la palabra "relación", las miradas y murmullos no tardaron en llegar –¡Silencio, bastardos!– y en vez de obedecer todos estallaron en carcajadas.
Eres una tonta, humana ilusa.
Cállate tú también, estúpido reservado.
Ella lanzó un bufido de rabia, no era la primera vez que todos lanzaban chismes sobre su relación con el namekiano ¡Eso no debería de importarles! Además, muchos creían que ella se casaría y tendría hijos pero la vejez llegó primero y muchos pensaron que nunca tuvo una familia por sus sentimientos sobre Piccoro.
Y lo más absurdo que la molestaba era que éste estaba muerto. Odiaba las tonterías que decían los demás.
–Los participantes para la siguiente liga deben estar presentes ahora en la entrada número cuatro– asignó uno de los altavoces que llamó la atención de todos los presentes –Repito, todos los concursantes para la siguiente liga favor de presentarse en la entrada número cuatro de la arena de combate.
–¡Al fin!– exclamó Koron de un salto, en todos estos años ella había madurado mucho pero aún mantenía su espíritu de niña cuando las cosas que le gustaba se presentaban –¡Esta vez yo gana...!– se detuvo de inmediato cuando sintió el largo cabello lavanda por sus hombros y una cálida frente chocar por su espalda.
–Cálmate, Koron, sólo es una batalla...– aseguró su marido que aún se mantenía sentado, pero debido a la baja estatura de la saiyajin él logro chocar su frente por su pequeña espalda. Sabía que ella odiaba eso, aún más cuando llevaba blusas sin mangas y dejaba sus hombros vergonzosamente desnudos.
No tenía razón para emocionarse, ellos dos nunca habían luchado en un torneo, siempre le parecían aburridos. Pero esta vez Koron no se aguantó e infantilmente le rogó que participaran porque ya no soportaría ver luchar desde lejos a Oliver, Mirai y Goten y no poder participar en él.
–¿Cuántas veces te he dicho que no me gusta que hagas eso?– mencionó estirando uno de sus mechones, Trunks soltó un quejido y nuevamente se incorporó en su asiento –Te dije también que te cortes el cabello– recibió un bufido por parte de él y entonces ella sonrió victoriosamente.
–Bueno, sólo vayámonos– indicó el híbrido colocándose de pie, ofreció la mano a su esposa y la otra a su pequeña hija. En ese entonces todos se dirigieron a presenciar la siguiente pelea.
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–¡Bienvenidos a la tercera parte de el Torneo de Artes Marciales número veintiséis!– anunció el presentador levantando una mano en lo alto ya que en el otro llevaba sujeto el micrófono –¡Dentro de unos minutos iniciará la Liga de Adultos!
Los flashes de la cámara y los reflectores del estadio alumbraban todo el lugar que estaba a punto de ser consumido por el atardecer. Los camarógrafos estaban listos para transmitir en vivo a todos los televidentes que no lograron ir, aunque el estadio abarca a más de cien mil personas los aficionados del torneo son más del doble de aquello, por eso varios canales presentarán cada detalle de lo sucederá.
–A continuación se nombrarán los treinta y ocho participantes de la Liga de Adultos de este torneo...– anunció una voz femenina por el megáfono, en la pantalla gigante se mostró una cuadrícula de cinco filas y ocho columnas, en ellas mostraban cada participante con su respectivo nombre.
–¡El primero en entrar a la plataforma es un chico muy rudo!– gritó el presentador, en la pantalla gigante uno de los pequeños cuadros se agrandó lo suficiente para mostrar al nombrado –¡Makoto Fuji!
En el campo de batalla ingresó un señor robusto y alto con apariencia china, tenía el pelo corto y negro que le daba una apariencia militar. Todas las porras empezaron cuando subió a la plataforma y empezó a saludar a todo su público amablemente.
–¡La segunda participante en ingresar es...!– en la pantalla mostró el rostro de una joven mujer rubia y de apariencia vikinga –¡Liv Conung...!
Poco a poco se presentaron varios concursantes, jóvenes hasta ancianos, cada uno en su respectivo puesto en la gran plataforma mientras saludaban a sus acompañantes y al público presente. Ya eran veintidós personas en el lugar de batalla, esperando con ansias el momento de inicio.
–¡El vigésimo tercero en concursar es alguien muy conocido para todos...! Especialmente para las chicas...– el locutor guiñó el ojo pícaramente –¡Trunks Brief!
En medio de todos los abucheos y coqueteos del público femenino sólo una persona lanzó un bufido por aquella ridícula presentación: Bulma. Ella estaba en una de las graderías vip con sus nietos y sus amigos observando todo, y no le gustó nada como le presentaron a su hijo.
Trunks subió a la plataforma con una sonrisa nerviosa, vio a cada rival y, por suerte, todos eran simples humanos. No ingresó al torneo para concursar contra ellos sino por una clase de entrenamiento junto a Koron, Oliver, Goten y Mirai. Sí, sólo por diversión.
–Lastimosamente chicas, este sujeto no está disponible...– confesó el presentador con una decepción sobreactuada seguido de los lamentos de las jovencitas –Porque la concursante número vigésimo cuarto no es nada más y nada menos que la dueña del corazón de este increíble hombre– gritó señalando sin disimulo a Trunks, éste sólo se limitó a aguantar toda la farándula –¡La siguiente en ingresar es Koron Brief!
La mencionada ingresó al lugar cubriéndose los ojos por los innecesarios y exagerados faroles, subió al escenario fácilmente de un salto, a pesar que éste mida más de medio metro de altura y ella sólo ciento cuarenta y cuatro centímetros.
–¿Emocionada Koron?– preguntó el híbrido cuando ella se ubicó respetuosamente a su lado.
–¿Tú crees que lo estoy?– respondió con una sonrisa maliciosa dibujada en sus labios. Pues claro, Trunks ya descubrió porque ella quería concursar.
Las presentaciones continuaron uno por uno, el ambiente divertido del estadio nunca se esfumaba y todos los participantes se detallaban unos con los otros para descubrir ventajas o debilidades.
–¡Los participantes trigésimo sexto y trigésimo séptimo fueron los finalistas del torneo pasado, ellos casi obtuvieron el título aquella vez!– el animador gritó con todas sus fuerzas para sobreexcitar al público con los siguientes participantes –Aquí están estos amables padres de sus respectivas familias... ¡Un aplauso a los inseparables Oliver y Goten!
Ambos jóvenes subieron a la plataforma al trote mientras saludaban a todos con cálidas sonrisas, ellos siempre concursaban y también todos los reconocían como los "camaradas del torneo", pero nunca llegaron a ganar el primer lugar.
–¡Y finalmente les presentaremos a la concursante número treinta y ocho!– todo el mundo aplaudió y gritó de la conmoción al observar la persona que se presentaba en la pantalla –¡Aquí viene la ganadora del torneo pasado! ¡Aquí viene Mirai Slump!
Pues claro, Mirai...Pensó sarcásticamente Trunks al ver a su amiga acercarse a la plataforma con una confiada sonrisa delineada en su rostro. Mirai en el combate no es la misma Mirai, ella sola tan sólo llegaría a un poder igual o menos al de Oliver, pero cuando se fusionó con Piccoro obtuvo increíbles habilidades debido a la concentración de ambos seres. Pues, dos cabezas piensan mejor que una.
Ahora los más de treinta concursantes estaban parados sobre la plataforma de piso de cemento, todos confiados en sí mismos y con el ego llegando hasta el cuello.
Trunks. Koron. Mirai. Oliver. Goten.
Los cinco cruzaron desafiantes miradas acompañadas por astutas sonrisas, los demás sólo son aficionados que avivarían las llamas de su futura e inmensa pelea de verdad. Tres súper saiyajines, un humano anormal y una terrícola fusionada, todos contra todos. Esperaron con ansias iniciar la pelea y, aunque por las normativas no pueden ir muy lejos, darán todo de sí.
–¡Que la pelea comience!
Y justo cuando el anunciador indicó el inicio de la batalla los gritos de furia de los concursantes, mezclado con las interminables porras del público, hicieron eco en el gran estadio y por toda la gran ciudad del Oeste.
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Más allá, en los extremos de los universos, dos seres observaban temiblemente hacia el cielo, frunciendo el ceño mientras sudores fríos recorrían las laderas de sus rostros y frentes.
– ¿Sentiste eso?– preguntó uno tragando saliva, era un pequeño de piel morada y una cresta blanca.
– Por supuesto que sí...– contestó el otro, de gran altura y tez rojiza y arrugada – Es imposible que él...
– Esto se ha complicado, están violando las leyes naturales de la vida– interrumpió presionando los puños con firmeza – Si eso cae en las manos equivocadas todo el universo... No, toda la existencia infinita correrá peligro...
–No poseemos la fuerza suficiente para controlar la situación– perdió la paciencia y se observó las manos con los ojos desencajados, negó rabiosamente y ensanchó su preocupada mirada hacia su compañero – ¿¡Qué demonios vamos a hacer!?
El joven bajó la mirada y se secó el rostro lleno de sudor, dudó unos instantes en volver a levantar la mirada ya que su mente carcomía todo su ser, no tenía idea que hacer ni cómo buscar una solución exacta ante el gran problema que está creándose. Él crujió sus dientes y cerró los ojos con fuerza, luego con un suspiro clavó sus grandes ojos oscuros en el rostro de su colega, ambos llenos de desesperación y escaza esperanza.
– No lo sé Kibito, pero hasta que encontremos a alguien que pueda ayudarnos sólo podemos observar como poco a poco nuestro universo estará al borde de la extinción...
Fin del primer libro.