Maldito Cuerpo Traicionero (E...

بواسطة NessaRodriguez26

305K 15.9K 480

La versión original de Maldito cuerpo traicionero... (versión erótic) #Premios Espinelas Hace mucho quería ha... المزيد

Sinopsis
El casino y el barman
Capitulo 1-Lina
Capitulo 2-Lina
Capitulo 3-Lina
Capitulo 4-Lina
Capitulo 5-Lina
Capitulo 6-Lina
Capitulo 7-Lina
Capitulo 8-Lina
Capítulo 9-Lina
Capitulo 10-Lina
Capítulo 11-Alex
Capítulo 12- Lina
Capítulo 13- Alex
Capítulo 14-Lina
Capitulo 15- Alex
Capitulo 16- Lina
Capítulo 17-Alex
Capítulo 18-Lina
Capítulo 19-Alex
Capítulo 20-Lina
Capitulo 21-Alex
Capitulo 22-Lina
Capitulo 23-Alex
Capítulo 24- Lina
Capitulo 25-Lina
Capítulo 26-Dany
Capitulo 27-Lina
Capitulo 28-Alex
Capitulo 29-Lina
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capítulo 35-Lina
Capitulo 36-Lina
Capítulo 38-Alex
Capítulo 39-Alex
Capítulo 40-Lina
Capítulo 41-Lina
Capítulo 42-Alex

Capitulo 37-Alex

4.1K 293 4
بواسطة NessaRodriguez26


—¡¿Cómo que no saben dónde está?! —grito de tal forma que mi garganta se queja.

—Señor...

—Es el deber de ustedes cuidarla; para eso les pago, ¡carajo! —seguía gritando, sentía que mi pecho se cerraba y mi cabeza empezaba a cavilar las peores cosas.

—Ella salió por atrás, creemos que se fue con el auto de la señorita Moreno —explica uno de ellos; juro que tengo muchas ganas de saltar por encima del escritorio y molerlo a golpes.

—¿Cómo que creen? ¿Dónde está el auto de Soledad? —grazno de nuevo, mientras buscaba con manos temblorosas por el miedo y la rabia, el número de Erik en mi celular.

—No lo sabemos, señor. Acosta y Méndez están buscando el auto de la señorita Moreno.

—¿Y ustedes qué carajos hacen aquí todavía? Vayan a buscarla; quiero a Lina esta noche en esta casa, o lo van a lamentar —demando apretando los dientes—. ¡Lárguense! —les grito al ver que no se movían.

—Sí, señor. Lo mantendremos informado.

—Lina desapareció, Erik, no sé qué hacer —lo atosigo apenas atiende el teléfono. Me derrumbo en el sillón del escritorio y las lágrimas, que había estado conteniendo en presencia de los inútiles de los custodios, empezaron a recorrer mis mejillas sin poder atajarlas.

—¿Qué? —pregunta casi en un grito.

—Lina no está, mi ángel no está, no sé qué hacer, Erik —No pude aguantar el llanto, percibo un fuerte dolor en el pecho; me falta el aire, no puedo respirar—. Tengo miedo —sollozo, con una mano apretándome la boca con fuerza.

—Tranquilo, amigo. Dime qué pasó —Trata de que hable, pero me es imposible; el llanto no para, y la rabia, el miedo, el dolor, la impotencia, muchos sentimientos encontrados, están matándome por dentro—. Alex, por favor, trata de calmarte; así no puedo ayudarte.

—Se escapó de los custodios, parece que se fue por la parte de atrás del restó y tomó el auto de Sole —Tomo aire profunda y sonoramente, para recomponerme un poco—. Ahora están buscando el auto, y a ella... ¿Y si él la tiene? —Comienzo a llorar de nuevo, tan solo pensar en eso me mata en vida, no puedo soportarlo.

—Alex, amigo, por favor, no pienses eso, vamos a encontrarla; seguro es uno de esos arranques de soledad que le suelen agarrar —Si ese era su modo de tranquilizarme, no estaba funcionando—. Gaby y Sole me han dicho que suele hacer eso, que suele irse cuando necesita pensar, o cuando no se siente bien; seguro es eso... —No lo dejo que siga con esa pantomima.

—Ella nunca hizo eso estando conmigo, nunca desapareció...

—Quizás ahora sí necesitaba desaparecer; vas a ver que en un par de horas aparece —Él me da ánimos, pero yo no lo recibo como debería—. Hagamos una cosa, en unos minutos estoy en tu casa y hablamos bien; en el trayecto voy a llamar a Ian y a Gaby, ellos son policías y van a encontrarla antes que los custodios. ¿Está bien? —Solo me quedo en silencio—. Voy para allá; tómate una copa, tranquilízate, y cuando llegue con los demás, vemos cómo proseguir, ¿ok?

Quiero creer que todo lo que me dice es verdad, pero muy en el fondo sé que no es así; lo siento, ella está en peligro, y yo no puedo hacer nada. Otra vez no sé qué hacer, otra vez estoy estático sin saber qué hacer, como aquella vez que me dijo en el aeropuerto de Alemania que por qué yo no iba con ella. De nuevo esta sensación de vértigo y asfixia.

—Ok —contesto, con un hilo de voz apenas audible.

—Ok, ya estoy saliendo, nos vemos en quince minutos —Sin más cuelga.

Quedo unos minutos con el teléfono apoyado en mi oreja, perdido en la angustia. ¿Qué voy a hacer sin Lina? No podría estar sin ella, me hizo ver la vida de otra manera, ya no podría seguir sin su presencia.

—Por favor, Dios, sé que no soy santo de tu devoción, pero por favor no me la quites; que no le hagan daño, que vuelva a mí. Tráemela de nuevo, por favor —rezo, y quiebro de nuevo en llanto—. Por favor, que no le pase nada, que Erik tenga razón, que entre por esa puerta —Tengo que hacer algo, no me puedo quedar de brazos cruzados, no cuando ella está en peligro. En ese momento se abre la puerta y levanto la vista de golpe—. ¿Ángel? —digo esperanzado.

—Alex.

La vocecita somnolienta de Aye me trae de nuevo a la realidad, ella también depende de Lina, al igual que yo. ¿Cómo hago para enfrentarme a esta niña así? Aye me necesita, tengo que ser fuerte por ella. Me recompongo, limpio mis lágrimas, refriego mi cara con las manos rápidamente para despojar rastros del llanto y me dispongo a forzar una sonrisa; esta niña no puede verme mal.

—Princesa. ¿Qué haces despierta? —le pregunto, mientras me acerco a ella.

—Escuché gritos. ¿Pasa algo malo? —curiosea, apretándose las manitos.

—No, mi vida, no pasa nada.

—¿Y por qué gritabas?

Me acuclillo delante de ella y le acomodo el pelo detrás de su orejita.

—Cosas del trabajo, cosas que salieron mal, nada importante —miento; no me gusta mentirle, pero en este momento es lo único que puedo hacer para que no esté mal, hasta que sepa con exactitud qué pasa con Lina.

—¿Y mi mami?

En cuanto termina de formular la pregunta cierro los ojos con fuerza, deseando que esto fuese un sueño, un mal sueño. ¿Por qué tenía que hacer esa pregunta?

—Mami está con Sole, llegara más tarde, ¿sí? —sigo mintiendo, dejándome un sabor ácido en la boca y el estómago revuelto.

—¿Por qué no me avisó? —Es la viva imagen de la madre, curiosa y llenas de preguntas que no teme hacer.

—Porque llegó tarde y ya estabas dormida, no quería despertarte. Ahora vamos a la cama —La palmeo, instándola a caminar—. Vamos a dormir, ¿sí?

Me decido por alzarla y llevarla en brazos, aunque estoy temblando un poco por todo esto, solo espero que mi pequeña observadora no lo note.

—¿Estás triste por mi mami? —cuestiona, justo cuando estoy subiendo las escaleras, haciendo que me tambalee, pero logro estabilizarme y no caer escalinatas abajo.

—¿Qué? —No pude decir otra cosa más que eso, era imposible que ella supiera lo que estaba pasando con la madre.

—¿Estás triste porque mi mamá no quiere casarse? —Mis pulmones volvieron a la vida; a pesar de lo malo de la situación, esto es un alivio, no se refería a la desaparición de Lina.

—¿De dónde sacó eso usted, señorita?

—Escuché cuando hablaba con mi tía Sole. Mi tía la estaba retando —cuenta como si fuese un secreto.

—Ah, ¿sí? —canturreo sonriendo.

—Sí —asiente—. Mi tía estaba enojada, y te defendió —asegura.

Que cuidado hay que tener con esta niña.

—Bueno, entonces le voy a deber un regalo a tu tía Sole —declaro una vez que la dejo en la cama.

—A nosotras nos gusta el helado —demanda, incluyéndose en el regalo; eso hizo que ría de verdad.

—Helado será —prometo, haciéndole cosquillas en el cuello con mi barba de dos días.

No paraba de reír, y ese sonido me llenó el alma y me removió el corazón. Que no falte Lina, por favor.

—No, para —grita entre risas.

—Bien, a dormir —le ordeno con suavidad; le acomodo las sábanas y le doy un beso en la mejilla. La miro por un segundo, y vuelvo a rezar en silencio para que a Lina no le pase nada malo—. Cierra los ojos —le digo, bajando sus párpados delicadamente con mis dedos para que los dejara cerrados.

—Hasta mañana —murmura con una sonrisa.

Ajena a todo lo malo, ajena a todos los problemas, ajena a la tristeza; sin duda, Lina hizo un gran trabajo con ella para que no supiese lo que es la amargura. No sé si es bueno o malo, pero parece estar bien eso, al menos por ahora.

—Hasta mañana —respondo, la beso de nuevo y me dispongo a levantar, llego a la puerta y, cuando estoy por salir, ella habla otra vez.

—Alex.

—¿Sí?

—No estés triste; mi mami se va a casar contigo, y además quiero un hermanito.

Doy gracias que la luz de la habitación está apagada, así ella no vería mis lágrimas caer sin previo aviso. Trago un nudo en mi garganta, y trato de hablar con la voz lo más estable que puedo.

—Vas a ser una hermosa y buena hermana —hablo conteniendo el torrente dentro de mí.

—Y tú eres un hermoso y buen papá —entona, moviendo las manos.

—¿No querrás decir que seré un buen padre? —pregunto confundido.

—Nop —responde y se tapa la cara con las manos; luego las saca y me mira con una gran sonrisa—. ¿Podrías ser mi papá? —Dios, esta niña va a dejarme seco; parezco un puto marica con el reguero de lágrimas que me provoca con todo lo que dice—. Yo quiero que seas mi papá. ¿Quieres ser mi papá? —habla rápido y nerviosa.

Inhalo profundo, contengo todas las sensaciones dentro de mí, y vuelvo a caminar hacia la cama.

—¿De verdad quieres que sea tu papá? —pregunto y me siento a su lado, haciendo mucha fuerza para ocultar lo que me genera esta situación, y más en este momento.

—Sí, quiero que seas mi papá. Eres bueno, lindo, siempre estás con nosotras, y la quieres a mi mamá.

—Y a ti también te quiero, pequeña demonia —le hago saber, tocándole la punta de la nariz con mi dedo índice.

—Yo también te quiero... Además, eres lo más cercano a un papá que tengo; tengo a mi Abu, pero es mi Abu, no es lo mismo —Trago en seco, sin saber qué poder decir, es una confesión que, con sinceridad, no me esperaba. Ella me mira por un segundo y luego habla —. ¿Quieres ser mi papá, o no? —vuelve a preguntar, ya que no le respondí, y tiene razón.

—Sería un gran honor ser tu "papá" —respondo, regalándole una gran sonrisa.

—Gracias —chilla, salta hacia mí y me abraza.

No me lo esperaba, y mi pecho se hinchó por el orgullo que me da el saber que ella me quiere, y me quiere para que sea su padre. La abrazo con mucha fuerza, tratando de eternizar este momento.

—Gracias a ti, por darme la oportunidad —La separo un poco de mí y miro sus hermosos ojos verdes—. ¿Sabes qué? —le digo y ella niega con la cabeza—. Te prometo que siempre voy a cuidar de ti, voy a ser el mejor papá del mundo —Le beso la mejilla.

—¿Lo prometes? —pregunta, y levanta el dedo meñique para cerrar la promesa.

—Lo prometo —afirmo, enganchando mi dedo con el de ella para terminar de cerrar mi promesa—. Pero tienes que ayudarme, ya que soy nuevo en esto y no sé cómo hacerlo, ¿sí? —le pido, porque de verdad no sé bien cómo hacerlo y le soy sincero, al menos en esto puedo serle lo más sincero posible hoy.

—Siii —habla emocionada—. Como lo estás haciendo, vas bien. Es raro, tengo una mezcla de sentimientos; por un lado, me siento feliz, ella me hace feliz con que quiera hacerme parte de su vida de esta manera, siendo nada más y nada menos que su padre; por otro lado, me siento mal por Lina, por no saber nada de ella, ni siquiera cómo está.

—Bien, ahora sí; a dormir, princesa —La acuesto, le acomodo el edredón y beso su frente—. Descansa —susurro.

—Que sueñes con los angelitos —dice antes que me levante.

—Tú también —Me incorporo y salgo de la habitación; cuando direcciono para bajar las escaleras, me pego un susto de muerte—. Mierda, me asustaste —acuso a Erik, que estaba apoyado en la pared con los brazos cruzados al pecho.

—Lo siento, no quería interrumpir —dice, señalando con la barbilla hacia la habitación de Aye.

—Escuchaste —Con claridad no se lo estaba preguntando.

—De hecho, sí; y si hubiera más luz en este pasillo, ambos podríamos vislumbrar los rastros de lágrimas en nuestros rostros —articula, y sé perfectamente que tiene razón.

—No sabes el orgullo, y lo feliz que me hizo sentir con todo lo que me dijo —Me acerco a él y lo abrazo, derramando más lágrimas.

—Lo sé, es una niña increíble y muy inteligente —Yo solo asiento con la mirada escondida—. Bueno, no muy inteligente, ya que te eligió para que seas su padre —bromea, y le golpeo el brazo.

—Idiota —mascullo.

—Vamos abajo, que están los demás, y deja de mariconear... Papi —se burla.

—Imbécil —lo insulto, dándole una patada en el culo.

Mientras bajamos por las escaleras voy refregándome la cara con las manos, para no mostrarme tan hecho mierda por toda la situación. Cuando estoy llegando a los últimos peldaños puedo divisar a Ian y Gaby caminando de un lado a otro, y a Sole sentada en el sofá con las rodillas en el pecho, abrazándolas. Ian está hablando por teléfono y, por lo que puedo llegar a entender, habla con policías; Gaby está pasándose una y otra vez las manos por la cabeza, desarmando su cabello.

—¿Saben algo de Lina? —pregunto apenas bajo las escaleras.

—¿Qué pasó? —suelta Sole sobre las palabras que yo emitía.

—Nada —me responde Gaby—. ¿Cómo fue que se les perdió? —habla como preguntando, pero suena más a un reproche.

—Aparentemente, salió por atrás del restó, tomó el auto de Sole y se fue; los custodios no sabían nada, hasta que se les hizo extraño el tiempo que llevaba ahí.

—Esto es una mierda —masculla.

Miro a Ian que sigue al teléfono; vuelvo a mirar a Gaby y hablo.

—Es mi culpa —suelto, provocando que él me mire fijo.

—¿Qué? —exclama Sole, que me observa sin entender.

—Sí, es que... discutimos, por eso ella se quedó más tiempo en el restó...

—No seas idiota, Alex, todos discutimos con nuestras parejas —intervine Erik, que ya está sentado al lado de su chica, abrazándola.

—Pero es mi culpa; si yo no le hubiese pedido que se casara conmigo, no hubiéramos discutido. Ella hubiera llegado temprano y...

—¿Le pediste que se casara contigo?

Erik está sorprendido por lo que acaba de escuchar, él nunca se hubiera imaginado que yo algún día me casaría, o siquiera que pensara en eso. Le pedí a él que le diera el sobre a Aye, para que lo guardase en la mesita, pero nunca le dije qué contenía ese sobre; pensaba hacerlo después, cuando todo estuviese dicho. Desde que apareció Lina en mi vida, todo dio un giro de ciento ochenta grados; cosas que jamás pensé que podría llegar a sentir, o decir, ella hace que lo haga. Ella cambió todo en mí, y la amo por eso; amo quien soy hoy, amo todo lo que puedo llegar a sentir. La amo por darme lo que necesitaba, sin que yo mismo supiese lo que era.

—Así es, tu queridísimo amigo quiere casarse; la mujer que quita el aire lo tiene bien agarrado de las pelotas —se regodea Ian, guardando el teléfono en el bolsillo del pantalón.

Habla así porque él es peor que yo, dudo que alguna vez sintiera lo que yo siento por Lina, o lo que Erik siente por Sole.

—Bueno, eso está bien, pero no entiendo por qué discutieron; es decir, eso no es un tema de discusión —Parece que Erik no conoce a Lina, porque en definitiva ese fue el tema de discusión.

—Ella no cree en el casamiento —interviene Gaby conforme se desploma en el sofá.

—¿No cree? —Erik sigue sin entender.

—No cree —le afirmo.

—Ella dice que un papel no te da más amor, que no hace la diferencia —explica el pelinegro, que con seguridad sí la conoce.

—Eso es una ridiculez; cuando amas a alguien, quieres todo con esa persona —suelta Erik indignado.

—Lina ama de una manera diferente a los demás —le hace saber Sole con voz suave.

—Ella tiene otra forma de pensar, Erik; la única manera que pueda llegar a aceptar, es si la sorprenden, pero es difícil de sorprenderla... Y nunca te lo deja fácil —explica Gaby.

—Ni me lo digas —exclamo por lo bajo, ya que recuerdo lo que me pidió que haga.

En eso, Ian empezó a reír.

—Con razón te mandó a que te tiraras por un paracaídas.

—¿Te dijo eso? —pregunta Erik, asombrado.

—Me dijo que buscara una forma original de pedirle matrimonio, que hiciera como un tal Samuel... no sé qué mierda.

—Samuel Garnett —entabla Sole, sonriendo; ella sabe bien lo que dijo la amiga, si leen esas chorradas de libros juntas.

—¿Quién carajos es ese? —salta Erik molesto.

—Un personaje de un libro —Se queda mirándome sin entender—. En fin —Suspiro—. Dijo que nos lanzáramos en paracaídas en unas dunas en Brasil, como hizo ese tal Samuel Garnett —concluyo conforme él me mira desconcertado.

—Está loca —farfulla Gaby, descontento.

—Esa mujer es mi ídolo —Ríe Ian.

—Igual, eso no quiere decir que sea tu culpa que ella no aparezca... — Gaby no deja terminar de hablar a Erik.

—Se culpa porque piensa que ella se fue por la discusión; ella es de hacer eso. Cuando necesita tiempo, o aire, ella... solo se aleja —En ese momento me mira a los ojos—. Pero no tienes de qué culparte, esta vez no fue eso lo que pasó; si fuese así, ya estaría aquí. No la dejaría mucho tiempo sola —Señala las escaleras, refiriéndose a Aye, y creo que tiene razón; en realidad sé que tiene razón.

—Gómez —Ian atiende el llamado de su teléfono—. Bien, ya vamos —le dice al interlocutor.

—¿Qué te dijo? —se apresura Gaby.

—Encontraron el auto, está a media hora de aquí. Vamos —Sé que no está diciendo todo lo que le dijeron.

—¿Y Lina? —hago la pregunta de rigor.

—Ella no estaba en el auto; aparentemente hubo un choque, pero no hay señales de Lina.

Un torrente de angustia se instaló en mi garganta, no puedo pensar con claridad, solo me quedo parado en el lugar sin hacer movimiento alguno; perdiendo de a poco la visión, veo como todo se va desvaneciendo.

—Alex —Gaby pasa la mano por mis hombros, no sé en qué momento se paró y se acercó a mí; no lo vi, no veo casi nada—. Vayamos a ver dónde está el auto y después sacamos conclusiones, no nos precipitemos, ¿dale?

¿Cómo hace para mantenerse intacto? Asiento en silencio, y me ordeno mentalmente recuperar los sentidos; Lina me necesita entero y fuerte, tengo que mover cielo y tierra para encontrarla y cuidar de ella como se lo merece.

—Sole, tú te quedas; tienes que quedarte con Aye —ordeno apenas me recupero del estado shock, luego lo miro a Erik—. Te quedas con ella —Está a punto de abrir la boca para replicar, pero no le doy tiempo—. No puede quedarse sola —digo levantando un dedo, señalándola.

Asiente y le agradezco en silencio. Salimos los tres de la casa con rumbo a la dirección que le dieron a Ian; él va manejando, yo voy a su lado y en el asiento de atrás va Gaby, a quien oigo dar órdenes por teléfono a sus compañeros de trabajo, y no se lo ve muy contento.

—¿Qué hay? —indaga Ian cuando Gaby cuelga el teléfono.

—Casi dejan que la grúa se lleve el auto —le responde.

—Mierda —vocifera, propinándole un puñetazo al volante.

—¿No se lo llevaron? —pregunto, aunque no quisiera enterarme si así lo hicieron.

—No, lo detuvieron justo —contesta Gaby.

—¿Llegaron a interferir en la escena? —interroga Ian a Gaby.

—Supuestamente, no; cuando lleguemos vamos a ver qué pasó en verdad, y si estos idiotas hicieron alguna cagada. Llegamos al lugar y sí, era el auto de Sole; tenía la puerta del conductor abierta y un choque en la parte trasera. Ian y Gaby se meten por debajo de la cinta perimétrica mostrando las placas, y yo los sigo.

Revisan el auto y encuentran su teléfono debajo del asiento del conductor, más allá su arma, y debajo del coche se encontraba la navaja de Lina; otra vez el ácido galopando mi garganta, me doy la vuelta y miro hacia arriba, un poco para tomar aire y otro poco para rezar en silencio. Cuando estoy bajando la vista, mis ojos se percatan de algo que me llama la atención al otro lado de la calle, llegando casi a la esquina. Entorno los ojos para ver si es lo que yo pienso que es, y me doy cuenta que sí: esa cosa de ahí, es una cámara.

—Ian.

—¿Qué?

—Mira —Señalo con la cabeza, apuntando hacia la cámara.

—Buenísimo —exclama golpeándome la espalda. Sale disparado a llamar a unos de los oficiales, ordenándole que limpien todo.

Gaby se encargó de que toda la policía buscara a Lina; algunos, los que no la conocen, se quejaron argumentando que para eso tenían que pasar cuarenta y ocho horas de desaparecida, cosa que hace, tanto a Gaby como a mí, querer bajarles a todos el comedor completo de un solo derechazo. Pero ninguno lo hizo, nos miramos, inhalamos e ignoramos; yo ignoré, y Gaby les ordenó que acataran la orden sin decir nada más. Nos fuimos hasta la empresa de seguridad, responsable de la cámara que estaba en la calle donde encontraron el auto de Sole.

—Ahí —exclama Gaby, apuntando la pantalla—. Ahí está Dany —Se pasa la mano por el pelo, desarmándolo—. Ese hijo de puta.

—Voy a matarlo —Me giro hacia ellos—. Y ni se les ocurra detenerme cuando lo tenga en frente —les pongo sobre aviso.

—Vuelve —pide Ian al del monitoreo, para que regrese la grabación—. ¿Puedes ampliar ahí? —inquiere, señalando la parte donde se encuentra la matricula del auto, que aparentemente pertenece a Dany.

—Sí, señor —El hombre lo amplía hasta que la matricula fue legible.

Gaby la anota, y llama para que le buscasen información. Por lo que entendí, le dijeron que lo volverían a llamar en cuanto tuviesen novedad; nos quedamos todos completamente en silencio. Yo reacciono y rápidamente saco mi celular.

—Cooper —hablo en cuanto este atiende el teléfono—. Necesito de tu ayuda.

—Dime, Betanckurt. ¿Qué necesitas?

Le cuento lo sucedido, le paso los datos del vehículo y todo lo que tenemos hasta ahora. Él me asegura que va a estar al tanto, que en cuanto sepa algo me llamará. A los quince minutos el celular de Gaby volvió a cobrar vida. Él atiende, después de un minuto cuelga sin siquiera decir "hasta luego". Nos mira y empezamos a movernos con rapidez hacia el auto, nos explica a donde ir; en realidad le explica a Ian, ya que es el conductor y no conoce las calles de Buenos Aires. Por lo que nos dijo, en esa dirección se encontraba la camioneta que chocó contra el auto de Sole, en la que se llevaron a Lina. Nos explicó que estamos a más de dos horas de la dirección, el auto estaba en Entre Ríos. Al tener esa información, vuelvo a llamar a Cooper para que monitoree el lugar. ¿Qué mierda hay en Entre Ríos? Voy a matar a ese desgraciado, juro que en cuanto lo tenga en frente lo mato.

واصل القراءة

ستعجبك أيضاً

5.8M 423K 121
Gracias, gracias :) #2 30/08/16 #1 10/09/16 #1 22-23/09/16 #1 25-27/09/16 #3 28/09/16 Código de r...
2.7M 176K 73
"La vida no suele darte una segunda oportunidad, pero a él le ha dado dos semanas" Para Jill Jones pedir ayuda al padre de su hija nunca fue una opc...
30.3K 3.1K 35
Rebecca chica popular y novia de un chico atlético con sus amigas irin y Heidi las hermosas de la universidad chicos ricos que le hacen la vida impo...
2.8M 195K 58
¿Cómo arruinar una amistad de muchos años en solo una noche? Simple , con una fiesta y alcohol...Mucho alcohol. Chase Macdaniel y Blue Mitchell l...