Capitulo 25-Lina

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Comienzo a abrir los ojos con dificultad, la verdad es que no dormí casi nada; tuve una maratón de sexo, y sabe Dios que no me quejo, pero no quiero levantarme tan temprano. De todas maneras, otra no me queda; hoy es el funeral del padre de Lucas y tengo que estar ahí; además, tengo que llevar a Aye a la casa de mi mamá. Respiro profundo, va a ser un largo día. Siento que Alex aún está dormido, tiene un brazo pasando sobre mi cintura aferrándome a él y sus piernas entrelazadas con las mías, me giro y contemplo cómo duerme; su respiración es tranquila y sus rasgos están relajados, en estos momentos parece más joven de lo que realmente es. Me dispongo a levantarme con mucho cuidado para no despertarlo y, cuando me siento sobre el borde de la cama y pongo los pies en el piso, lo escucho hablar.

—Vuelve a la cama —dice, llevándome de nuevo hacia él.

—Ganas no me faltan. Pero hoy es el día funeral, ¿recuerdas?

—Sí —suspira—. ¿Nos duchamos juntos? —indaga, moviendo las cejas divertido.

—No; si nos duchamos juntos vamos hacer más cosas, y no hay tiempo para eso ahora —contesto riendo.

—Pero hay que hacer eso del mañanero —manifiesta, muy comprometido con la causa.

No puedo evitar reír.

—Haremos un merendero, ahora deja que me levante —me tiene casi encima de él y rodeada por sus brazos.

—Merendero —repite pensativo.

—Alex —advierto.

—No —suelta como niño caprichoso y me besa, afectando todos mis sentidos y mi voluntad para levantarme.

—Ya; hay cosas que hacer. Muévete —ordeno, saliendo de su agarre.

—Sí, señora —farfulla a regañadientes.

Después de una ducha rápida salgo a la habitación envuelta en una toalla púrpura. Él todavía sigue en la cama, pero ya había buscado qué vestir; levanta la vista para mirarme y se queda viéndome por unos segundos.

—Dios, Lina; estoy poniendo toda mi fuerza de voluntad para no ir hasta ahí y sacarte esa maldita toalla.

—Usa esa fuerza de voluntad para ir a la ducha —digo, dándole la espalda y yendo al armario.

—Estoy en eso —masculla.

Entonces se me ocurre una pequeña idea maliciosa. Saco una lencería bastante sexy que me había regalado Sole para mi cumpleaños, es de encaje color rojo con destellos en negro, y muy pequeña; despojo la toalla de mí, dejándola caer al suelo. Sus ojos se abrieron desmesuradamente en cuanto me vio como Dios me trajo al mundo, puedo ver como su pecho baja y sube en forma más errática; se pasa la lengua por sus labios, dejando una fina lámina de humedad.

—Ángel, no me lo estás poniendo fácil —habla con voz ronca.

—Nadie dijo que lo sería —expreso, mientras me pongo mi lencería en movimientos lentos y calculados. En cuanto me doy cuenta de lo que piensa hacer, chasqueo con mi lengua—. Al baño, ahora —le ordeno; suspira y se levanta con velocidad, yendo al baño.

Cuando salió yo estaba sentada en el borde de la cama, peinándome el cabello; ya me había vestido con un pantalón ajustado negro, una camisa entallada también negra, y unos zapatos tres cuartos, también negros. Él estaba con el torso desnudo, húmedo, todavía le corrían gotas de agua y llevaba una toalla negra debajo de las caderas; muy abajo de las caderas.

—Disfrutando la vista —se burla, mostrando su arrogancia y su sonrisa de "te atrapé mirando, y te gustó".

Yo niego con la cabeza y sonrío. Deja caer la toalla al piso y se dispone a caminar hasta el armario. Por todos los libros eróticos de la historia, ese hombre tiene un culo prodigioso; tengo que levantar mi mandíbula del suelo con las dos manos, el muy maldito se estaba vengando. Trago saliva y me levanto de la cama.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Where stories live. Discover now