Capítulo 9-Lina

7.1K 424 9
                                    


—Sole, ¿en verdad te parece buena idea llevar a los chicos junto a las colombianas, y encima, ir a ese club? —le cuestiono, porque la verdad dudo que sea una buena idea, ya que, con el pequeño inconveniente de la última vez con aquel alemán, Alex no estuvo muy contento, y para ser sincera, no creo que si pasa de nuevo se contenga; eso sin contar a las colombianas, que son bastante fácil para conseguir, y conseguirte, diversión para la noche.

—¿Tienes celos de ellas? ¿De que Alex las mire? —replica a mi pregunta arqueando una ceja.

—No son celos y no es por eso que te lo preguntaba, sino por el simple hecho que ellas son buenas, muy buenas para conseguir compañía para la noche, y no sé si sería buena idea que se acerquen amigos de su compañía a nosotras, con Alex y Erik ahí.

—No va a pasar nada, no te preocupes; ellos se van a comportar, y hablando de Roma... —dijo, caminando hacia la puerta cuando escuchó que golpeaban. Me acerco a la sala y veo a Sole, ya prendida de Erik; por Dios, es tan pegajosa. Voy a acercarme a Alex, pero me detengo al ver que estaba algo serio.

—Date vuelta —ordena sin siquiera saludarme.

—¿Por qué? —pregunto confundida.

—Quiero ver que ese vestido tenga toda su parte de atrás —responde cruzando los brazos.

Llevo un vestido de strapless rojo brillante y, como él me había dicho que le gustaban mis botas rojas, me las puse. En fin, ahora me ordena que me de vuelta para ver si no llevo la estúpida espalda desnuda. Idiota. ¿Quién se cree?

—¿Qué te hace pensar que voy hacer lo que me dices? Yo no sigo órdenes —asevero, cruzando los brazos sobre mi pecho, imitando su posición.

—¿Te das vuelta, o te doy vuelta yo? Elije —amenaza, arqueando una ceja.

—Punto uno: mi espalda está cubierta —cosa que es verdad—; punto dos: nadie me amenaza; punto tres... ¡Ah! —grito, producto del asombro. Se adelantó hacia mí y me alzó, haciéndome girar; no lo vi venir, ni me lo esperaba—. Suéltame... Cuando baje, vas a ver lo que te.... —otra vez no puedo terminar mi glosario, porque me gira de nuevo para estar frente a él, haciendo que roce contra su cuerpo, y me besa tragándose todas mis palabras; yo ya no puedo hacer nada.

¿O sí puedo, pero no quiero? Sí, más seguro que fuese eso. No quiero. Luego me baja, casi sin respiración por el atraco de su boca a la mía.

—Estás hermosa —exclama sonriendo.

Me va a volver loca, de eso no hay duda. Miro a mí alrededor y veo a Sole y Erik sonriendo por nuestra pequeña escena; no le encuentro la gracia a todo esto. Salimos de la habitación, Alex tiene su mano en mi espalda baja y ese calor que emana de ella no me deja concentrar; no es bueno que mi cuerpo reaccione a él de esta manera tan irracional. Al llegar abajo nos encontramos con las colombianas y, ¡¡por el talón de Aquiles!! No voy a describir como están vestidas estas chicas. Lo único que les digo, es que estas mujeres deben dejar de lavar la ropa con agua caliente. No sé si me explico. Nos acercamos a ellas y después de saludarnos, presentarnos, y toda esa maraña de formalidad innecesaria, nos encaminamos hacia fuera del hotel para dirigirnos a la limusina que nos espera para llevarnos al club.

—Por tu bien, espero no encontrar nada de esa vestimenta en tu armario; ni siquiera similar —susurra Alex a mi oído, señalándome cómo iban vestidas las colombianas.

—¿O qué? —entono, medio fastidiada, no me gusta que me digan qué vestir y qué no.

Se para frente a mí, su nariz rozando la mía, entrecerrando los ojos y con el ceño fruncido, respirando el mismo aire. Dios, está tan cerca que estoy haciendo un gran esfuerzo por no estamparle mi boca contra la suya; no sé qué me pasa con él, pero siento que me hace maleable y no me gusta mucho, pero no lo puedo evitar.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Where stories live. Discover now