Capitulo 10-Lina

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Nada salió bien; esto está mal, no debería de ser así, se suponía que solo venía de vacaciones, a descansar, no a enamorarme de un egocéntrico, arrogante, narcisista... ¿Espera, enamorarme dije? No, eso no; reconozco que me gustaba «o me gusta, lo que sea», pero no enamorarme. Una vez más, digo que tendría que haber hecho caso a Sole e ir a Brasil; esas sí hubieran sido vacaciones, muchos brasucas, cariocas, mucho axé y, definitivamente, mucha caipirosca. Pero nop; yo tuve que ser testadura y terca, y venir aquí. Repito: esto no debería ser así. Ahora tendría que estar disfrutando, no tirada en una reposera en el balcón y lamentándome de cómo salieron las cosas.

Nada hubiera sido diferente si le decía sobre Aye; además, esto no debería haber sido tan serio como para que hablara de ella, y saber que después vienen las preguntas que llevan al padre. Eso es algo que prefiero no tocar, un pasado del cual no quiero hablar; no necesitan saber sobre mi vida anterior, es algo de lo que no me enorgullezco y que quiero dejar atrás «muy atrás». Solo hay una cosa que rescato de ese momento turbio, y es mi hija. Lo bueno es que en un par de días nos vamos; quiero irme ahora, ya, mañana como tarde, pero no quiero arruinarle las cosas a Sole con Erik. Aparentemente, están bien; no imagino como sería para ellos, si arreglaron el volver a verse o si solo fueron más inteligentes e hicieron esto como dije en un momento que debería ser: "pasión de verano". Ojalá a una de nosotras nos haya ido bien.

—¿Estás bien? —Giro mi cabeza y veo a Erik, que se acerca a mi lado.

—Sí, perfecta. ¿Y tú?

—Bien, perfecto —me imita y se sienta en la reposera de al lado.

—¿Y Sole? —interrogo.

—Se está duchando —suspira, y noto como medita lo que va a decir—. No estás bien, no te ves bien —dice, mirándome.

—Ah... Gracias —le digo pareciendo ofendida. Sé lo que quiere decir, pero voy a hacerme la tonta.

—No me refería a eso. ¿Qué pasó con Alex?

—No quiero hablar sobre eso.

—Soy evasiva, y no me importa.

—Está bien; entonces, no hables y escucha —toma una respiración profunda y se acomoda más en la reposera—: Mira, Lina, yo sé que no te conozco lo suficiente, pero por lo poco que he visto de ti, sé que eres una buena mujer, y puedo ver que no estás bien con lo que pasó con Alex. Él me contó el percance que tuvieron —¿Percance? ¿Acaba de decir eso?—. Me contó lo que te dijo y yo sé muy bien, por él y por mí, que lo conozco de toda la vida, que no quiso decir lo que dijo. No era él quien hablaba, sino la ira; se sintió traicionado y se cegó, habló sin pensar... —Me cansé del defensor particular de pobres, así que le corto su pequeño discurso.

—Erik, no dices cosas que no hayas pensado; él dijo que no me hubiera dicho que me quedara, si sabía que tenía una hija... —hablo con voz ronca, tratando de pasar el nudo en mi garganta al recordar nuestra estúpida pelea.

—¿En serio te dijo eso? —cuestiona.

—Sí.

—¿Textuales palabras? —vuelve a cuestionar.

—Sí... Bueno, no... Pero es lo mismo —titubeo, porque la verdad ya no sé qué pensar.

—¿Por qué no le dijiste que tenías una hija? —me interroga, y no sé por qué, pero me siento acusada.

—Porque no se dio, y no lo vi como si fuera algo necesario. Vamos, Erik, todos sabíamos que nos separaríamos, que ninguno vive acá; no sé, no pensé que había necesidad de decírselo. Además, ¿cuál es el problema con que tenga una hija? —refuto; no me gusta que me juzguen.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Where stories live. Discover now