Capítulo 14-Lina

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"Un mes después del regreso de Alemania"

—Sole, quedas a cargo, voy a buscar a Aye a la escuela.

—Está todo bajo control —asegura.

—Bien —digo finalmente, y me dirijo hacia el auto para ir por Aye.

Ya pasó un mes desde que regresamos de Alemania. Con Sole hemos abierto un restó, por suerte nos va bien; encontramos un lugar espectacular y unas personas excelentes. Dany todavía no apareció, no sabemos nada con respecto a él, ni siquiera la policía, todavía parece no estar buscándome; aparentemente, Lucas tenía razón, él necesita instalarse y eso le va a llevar un rato. De todas maneras, yo sigo con mis entrenamientos, los hago más extensos y por más horas, y paso más tiempo practicando tiro. Mi familia, Sole y yo, seguimos con custodia; pero no nos sentimos amenazadas, al menos no todavía. Lucas me ayudó a comprar un arma «en realidad, dos»; siempre llevo una conmigo, y la otra la tengo escondida en mi casa. Alex... Bueno, sobre él no he sabido nada desde la noche que me envió las fotos; todavía lo pienso, aunque no tanto como los primeros días, trato de no volverme una sombra de sus recuerdos. Sole y Erik siguen juntos, ellos están muy bien; es más, en estos momentos él está aquí. No se mudaron juntos, tienen una relación a media distancia; se turnan viajando. Estuvieron días sin verse, a veces se extienden esos periodos por temas de trabajo, pero les va bien con eso y yo estoy feliz por ellos. Todo eso hace un poco más difícil el sacarme a Alex de la cabeza, pero pongo todo de mí para no pensar en él. Erik, gracias a Dios, no lo nombra, a menos que le pregunte; pero no lo hago, y yo agradezco y quiero a ese chico por esa acción. Llego a la escuela de Aye, salgo del auto y me dispongo a esperarla fuera de este, veo a todos esos niños salir y correr hacia sus respectivos padres y eso está tan lejos para Aye; es decir, por ella solo viene la madre, o los tíos, nunca va a venir su padre. Ella no lo tiene y, para ser sincera, espero que nunca lo tenga; Dany no es bueno para mí hija, nunca lo será.

—¡Mami, mami! —grita, corriendo hacia mí.

—Hola, princesa, ¿lista para ir a casa? —la alzo y le doy un beso en la mejilla, y otro en la frente.

—Sí —canturrea, mientras la meto en el auto y le abrocho el cinturón de seguridad.

—Bien. ¿Qué le vamos a pedir a Tony para que nos prepare de rico hoy? —le pregunto, en cuanto lo pongo en marcha.

—¡Hamburguesas con papas fritas! —grita.

—¿En serio, Aye? Tony hace comidas de todas clases y muy elaboradas, ¿y quieres comer hamburguesas? —le hablo en tono de reto, aunque ambas sabemos que eso no funciona.

Tony es el chef del restó, un gran chef. Es un boricua de los que no hay dos.

—Bueno, de postre, que haga tiramisú; eso es elaborado —dice sonríendo.

Chica lista.

—Si no hay una comida de verdad, no hay un postre de verdad — asevero.

—Bien; entonces quiero pastel de papas, pero tiramisú de postre —Hace morritos.

—Bien, ya lo llamo para que nos tenga todo preparado, entonces.

Después de un día largo «muy largo, ya que es viernes y en el restó hay más trabajo», llevé a mi hija con mi mamá; ella la va a cuidar hoy, porque Sole insistió en salir. En la mañana Erik se va, así que será como una "media despedida", y digo media porque en unas semanas va a volver. Llego a mi casa, me ducho, me visto, me pongo un top azul eléctrico, unos pantalones de cuero tiro bajo y unas botas largas hasta las rodillas de color negro; ahora solo me falta terminar de maquillarme. El timbre suena cuando estoy terminando de ponerme el labial. Abro la puerta y me lo encuentro a Gaby con una botella de tequila en las manos.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Where stories live. Discover now