Capítulo 20-Lina

6K 337 4
                                    


¿Qué mierda hacías aquí? ¿Qué quieres de mí? Pensé que ya te había olvidado, que ya te había superado, y ahora acabo de darme cuenta que no fue así, que me estaba mintiendo a mí misma. Dios, cada vez que se acerca yo pierdo la cordura, me pierdo en esos ojos azules como el cielo en el atardecer, en su perfume, oh Dios, su perfume; amo su olor, ese aroma a tierra mojada después de la lluvia, y ese enorme cuerpo que promete apoyo incondicional, esos largos brazos que juran calor y contención. Cuando se acerca, dejo de ser racional; mi pulso me engaña, mi corazón me delata y mi cuerpo, mi maldito cuerpo me traiciona.

—¿Estás bien? —escucho decir a Lucas.

—Sí —respondo, y sigo buscando, lo que sea que estemos buscando en los archivos de su padre.

—Desde que subimos, estuviste muy callada —observa, decidido a sacarme lo que sea que me esté pasando.

—No tengo ganas de hablar —aclaro directamente.

Y es verdad, no quiero, ni tengo ganas de hablar, y menos de lo que pasó abajo; no quiero hablar de Alex, aunque esté tan jodida que lo pienso en todo momento.

—Me gusta —dice de repente, lo cual hace que detenga la búsqueda con brusquedad.

Pero la retomo al instante y opto por no demostrar que quizás sepa bien de lo que está hablando.

—¿Qué es lo que te gusta? ¿Que esté callada? —inquiero, adoptando el papel de desentendida e ignorante.

—No; ese tal Alex, me gusta —contesta, y puedo sentir su mirada clavada en mi rostro.

—¿En serio? ¿Quieres una cita? —bromeo para no salirme de mi papel.

A mí también me gusta Alex. ¿No se nota? Por los Dioses del Olimpo, claro que se nota; pero solo tengo que seguir actuando como si no fuera así. Ellos, o me la dejan pasar, o soy una excelente actriz.

—Muy chistosa; lo decía para ti. De todas formas, no es mi tipo; me gustan más como Gaby —se burla, asumiendo que no me va a sacar nada con respecto a Alex, al menos no por hoy.

—Lamento decepcionarte, pero no eres mi tipo; me gustan rubias y voluptuosas —demanda Gaby, haciendo señas de pechos grandes.

—Cualquiera es tu tipo, Gaby —replico con desdén.

—Qué puedo decir, soy una especie de proxeneta —alega el morocho destilando egocentrismo.

—Oh, Dios todopoderoso —exclamo, viendo un archivo que tenía el padre de Lucas.

—No sé si Dios, pero...

—Basta, Gaby. Mirá, Lucas —le tiendo el archivo; él lo agarra y, al darse cuenta, frunce el ceño.

—¿Qué estaba haciendo? —cuestiona, mostrándose verdaderamente desconcertado por lo que encontramos.

—¿Por qué tu padre tiene un expediente sobre el padre de Dany? — indago por encima de su pregunta, la cual se la había hecho más para sí mismo que para los que lo rodeábamos.

—No sé; algo no está bien, el padre de Dany está muerto —asegura, posando sus ojos por unos segundos en los míos, como queriendo buscar repuestas en mí.

El padre de Dany falleció hace unos diez años, murió por un aneurisma; fue ahí cuando Dany asumió su lugar. Con dieciocho años pasó a ser el jefe más joven, y también el más temido; era más egocéntrico que su padre y con muchos menos escrúpulos, no le perdonaba nada a nadie. La mayoría no lo respetaban; hacían lo que él ordenaba, sí, pero solo lo hacían por miedo. Todos le temían, Dany lo sabía bien y le encantaba que sea así; juro que podía sentir el miedo en los demás. Debe ser por eso que solo duró menos de tres años en el mandato, antes que lo metieran en prisión; su codicia fue su caída libre al precipicio.

Maldito Cuerpo Traicionero (En Edición)Where stories live. Discover now