Las chicas me miraron de pies a cabeza y Gabriella se retiró con su clan. Brooklyn y Katherine me llevaron a las bancas, sentándome recio, tanto que me dolió el culo.
¿por qué presentía que esto era como un interrogatorio?
— así qué... ¿Qué acaba de pasar? — preguntó Brooklyn cruzándose de brazos.
la miré a los ojos y contesté con toda sinceridad.
— no lo sé
— Christopher te acaba de... Salvar de un golpe seguro — añadió Katherine
— ¿él es Christopher? ¡madre mía! es guapo y sexy — interrumpió Brooklyn mientras sonreía coqueta.
Rodé los ojos. En serio no necesitaba que las chicas me dijeran en la cara lo guapo que era ese imbécil...eso no me ayudaba.
— no hay nada de especial en eso ¿Por qué les emociona tanto? Fue...amable conmigo y la verdad es que se lo agradezco — ¿en realidad se lo agradecía? — y no sé porque lo hizo... Cualquier chico hubiera hecho lo mismo... creo...
Ambas me miraron sonrientes. Brooklyn se sentó a mi lado y mi hermana imitó la acción.
— ¿Evy por qué no quieres admitir que te atrae?
¿Qué me atrae? Es guapo, si...y el cabello despeinado le da esa pinta de despreocupado, al igual como viste, su abdomen, esos brazos que.... Simplemente pueden cubrir a cualquier chica de muchas cosas...
¡No! Precisamente Christopher pasó corriendo en busca del balón y mis ojos se enfocaron en él.
«¡No! No. No. ¡No quiero que esto en suceda!»
Mi silencio les dio una respuesta, así que respondieron con un "Aww" en una forma tan cursi y pegajosa.
Simplemente mi silencio no era porque me atraía y me costara admitirlo, era porque simplemente no podía creer que me sentía de esa manera tan.... Vulnerable hacia él.
El timbre derrumbó mis pensamientos. Era momento de la última clase: Anatomía.
Las chicas se despidieron de mi aún con sus sonrisas cómplices. Sin pensarlo tanto me dirigí hacia el aula. Por alguna razón me sentía expuesta, necesitaba un escudo. Sabía que en cuánto lo viera, mi cuerpo se iba a sentir extraño.
Entré al aula y los vellos se me pusieron de punta. Él estaba sentado en el lugar de siempre. Las sillas estaban acomodadas, así que no tenía que mover nada. Dejé mis cosas encima de la mesa y tomé asiento.
Se estaba limpiando la cara con una servilleta de tela. Me recosté sobre la mesa colocando mis brazos de modo que cubría mi cabeza. Como si mis pálidos y delgados brazos fuesen un escudo.
Cuando alce la cara, el profesor ya estaba sentado detrás de su escritorio, ordenando el papeleo.
— ¿a qué hora entró el profesor? — pregunté sin mirarlo
— hace un rato.
No. Simplemente no pude haberme dormido «que vergüenza»
Le miré mientras el prestaba atención. Sus largas pestañas negras y su nariz alta hacían una perfecta combinación.
Me dolía admitirlo, pero, si lo admitía en mi mente lo consideraba caso perdido. Me atraía la forma en que caminaba seguro de sí mismo, su voz, su sonrisa, incluyendo su hoyuelo.
«Me atrae, ya está, lo admito.»
Pero... Eso no quería decir que estaba enamorada de él, para nada sólo pensaba que era atractivo, como también encontraba atractivo a otros chicos.
Pensé en aceptar de una vez por todas el famoso juego de billar, sólo iba hacer un juego de amigos, colegas... conocidos... Aparte, después de ese juego no iba a volver a hablarle de otra cosa que no fuese ese tema.
De repente todas las miradas estaban sobre mí. ¿Qué paso? ¿Por qué me miran?
— ¿qué? — pregunté en voz baja
Las risitas burlonas de los demás me pusieron más nerviosa.
— dos, señor — respondió Christopher por mí. Le miré inmediatamente y luego el profesor me miró decepcionado.
— hay que prestar atención para la próxima señorita Adams
Suspiré.
— ¿estás bien? ¿Estás drogada? — preguntó en voz baja en tono burlón.
— ha ha, que gracioso — respondí sarcástica.
— estás ida. ¿segura que no fumaste?
Solté una risita boba y él de inmediato sonrió al escucharla.
— sobre el famoso y aclamado juego de billar...yo....
— ¿Aún no te rindes? Diablos, Evelyn sí que me estas dando pelea
— Acepto
Estaba sentada en el sofá escuchando una lista de reproducción en mi móvil con los audífonos cuando sin razón Katherine me los quitó.
— parece que estás en depresión ahí desparramada en el sofá ¿pasó algo?
— ¿me los puedes devolver? — estiré mi mano
me los entregó
— oye, voy a salir hoy con Mason, llegaré tarde — añadió y luego salió disparada hacia su habitación
— ¿y tu tarde es?
Se giró antes de poner un pie sobre el quinto escalón.
— tarde, pero llevaré mis llaves por si al caso
Con Katherine fuera, no tendría ningún problema en salir con Christopher. Observé la hora en el móvil.
— ¡Son las cinco treinta!
Dejé el móvil en la cama, retirándole los audífonos y así la lista de reproducción empezó a sonar por toda mi habitación. Entré a la ducha y al salir de nuevo escogí la ropa interior al azar. No le veía importancia al combinarla, total nadie la veía.
Busque algo casual para ponerme. Tomé la toalla para secar mi cabello, en ese momento Katherine abrió la puerta de golpe.
— ya me voy — avisó y se sorprendió al verme haciendo lo que estaba haciendo — al parecer tu igual vas a salir — sonrió picarona
— algo así, solo arreglaré algunos negocios
Katherine se retiró de mi habitación e iba quien sabe a dónde con Mason y la verdad me alegré por ella.
S&M comenzó a sonar en mi móvil e involuntariamente empecé a cantar, dejándome llevar. Cuando la canción estaba a punto de terminar me dirigí a ver la hora en el móvil.
— no te detengas, continúa, me gusta la euforia con la que cantas y bailas
Christopher estaba recargado sobre el marco de mi puerta, cruzado de brazos con una sonrisa socarrona.
¿Cuánto hacía que estuviese ahí? Ignoré su comentario, detuve la música y guardé el móvil en mi bolso.
— ¿Cómo entraste?
— tu hermana me dejo subir
«Claro, debí pensar en eso antes»
— ¿nos vamos? — preguntó
Se adelantó al salir de mi casa, pero me esperó a mitad del patio. Se subió a la motocicleta y como siempre me observó antes de subir. Arrancó y avanzó a toda velocidad. Suavemente mis manos sujetaron su cintura.
— ¿y a dónde vamos? ¿Al centro? Dicen que ahí hay un lugar especial para ese tipo de juego
Negó.
— iremos a mi casa
«a su casa»
Quería darme una bofetada porque había aceptado; o mejor aún ya estaba planeando tirarme de la motocicleta así iba ser más fuerte el golpe y reaccionaria sí o sí.
Había tomado una jodida decisión. Quería mi orgullo de vuelta.