La donante (#1 ) *Resubida*

נכתב על ידי Iselayuki

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Libro 1 de la Saga La Donante. En unas semanas iniciare a publicar los capítulos. ¡Atentos! Un mundo donde... עוד

Nota Importante
Sinopsis
BookTrailer
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capitulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capitulo 42
Capítulo 43
Capítulo 44
Capítulo 45
Capítulo 46
Capítulo 47
Capítulo 48
Capítulo 50
Capítulo 51
Capítulo 52
Capitulo 53
Aviso
Ya a la venta en físico y digital
Pedido de libros de la saga

Capítulo 49

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נכתב על ידי Iselayuki


Llegar a Cádiz nos ha llevado dos días más. Los descansos han sido cortos y la marcha diligente, no solo debido a la poca cantidad de reservas para humanos y vampiros con las que contamos y a la gravedad de los heridos, sino también a la inquietud que nos ha dejado lo ocurrido. Somos conscientes de que, como Armen dijo, ahora Abdón tiene de su lado al grupo de impuros y repudiados que controla Darius, el vampiro más temido por los fundadores y quien intenta controlarme. No ha habido más sueños, ni tampoco han ocurrido ataques en el trayecto. Esto mantenía inquieto a Danko, pues comenzaba a creer que tal vez Darius había decidido atacar Cádiz aprovechando su ausencia. Sin embargo, mientras nos acercamos, todo parecen estar en orden. Bail, el quinto de los fundadores principales, se encuentra en las puertas de la muralla acompañado por un gran grupo de subalternos. Vienen a nuestro encuentro, pero principalmente al de Danko y Elina, quien aún continua en brazos de Rafael.

Ella tiene mejor aspecto, pero sin duda el sustituto no le ha sido de mucha ayuda después de la herida que sufrió y tampoco ha querido beber más sangre de Rafael. Pues, aunque él no quiera demostrarlo, también parece fatigado. Pen y Alain son quienes se muestran más cansados, sobre todo porque no han comido mucho. Anisa, Irina y Uriel están bien y son quienes se han mantenido vigilando y guiándonos a todos. Armen tampoco ha querido beber, a pesar de mi insistencia, no quiere debilitarme. Aunque es un alivio que ahora no tenga tan mal aspecto como la ocasión anterior.

Del enfrentamiento no se ha comentado mucho, pero Pen me ha dicho que tuvo que enfrentarse a Aquiles, que como Farah anunció, estaba con la gente de Abdón, así como un grupo de humanos que lucharon a su favor.

No ha sido un viaje sencillo, pero lo hemos conseguido, ahora estamos en Cádiz. Mientras nos abrimos paso noto que no solo se encuentra la guardia. Mires, Valencia y Nicola son algunos de los rostros que puedo distinguir entre los curiosos que se han reunido. También veo a mi padre y mi hermana que corren en mi dirección.

―¡Lleven a los heridos a la clínica y a los demás instálenlos en uno de los refugios! ―ordena Danko―. Que la guardia tome un descanso y repórtense más tarde.

Un par de subalternos repiten sus órdenes y rápidamente todos se ponen en movimiento.

―Hija. ―Desvío la mirada y miro a mi padre, justo antes de que me estreche con fuerza contra su pecho al mismo tiempo que Mai se une a nuestro abrazo. Es un alivio poder abrazarlos. Me fundo en su abrazo y me permito sonreír. Al ver a esas personas heridas, imaginé lo que les habría ocurrido de haber estado ahí. Sin duda, esa es una de las tantas cosas que tengo que agradecerle a Armen―. ¿Estás bien? ―inquiere apartándose ligeramente―. ¡Dios! Mírate, estás pálida ―murmura observándome de pies a cabeza, buscando algún indicio de heridas.

―Estoy bien, papá ―aseguro dedicándole una ligera sonrisa. Suspira aliviado y de nuevo me abraza.

―Me alegro de que estés a salvo. ―se opuso a que fuera, pero sabía que no podría detenerme y en parte, también estaba preocupado por las personas de Jericó, por lo que también se ofreció a acompañarnos. Jamás habría permitido que él o Mai hubieran ido.

―¿Qué les ha pasado? ―pregunta Mai señalando a los mayores. Quienes ahora tienen los ojos cubiertos por improvisadas vendas, tal como lo sugirió Irina, para evitar alterar más a las personas de la ciudad al ver lo que les ha ocurrido.

―Es un poco complicado, Mai ―digo mirando a mi padre que asiente con la cabeza. Se ha dado cuenta y me mira con preocupación.

―Gema. ―Armen se acerca a mí, dedicándole una inclinación en forma de saludo a mi padre―. Señor. ―Esta es una de las pocas ocasiones en las que han estado cara a cara, y al parecer mi padre sigue teniendo recelo hacia él pues ni siquiera lo mira. ¿Qué dirá cuando le cuente lo que he decidido?

―Supongo que necesitas descansar, cariño ―dice secamente sin mirar a Armen.

―Papá...

―Volveremos después. Vamos, Mai. ―Sin esperar una respuesta de ella, la toma del brazo y se aleja. Dejándome perpleja. ¡Oh Dios!

―Lo siento ―digo apenada.

―No te preocupes. ―Armen me dedica una mirada comprensiva, pero yo estoy muy avergonzada.

―De verdad que lo siento ―insisto torpemente. Sonríe negando con la cabeza y me hace avanzar.

―No pasa nada. Vamos, tienes que descansar.

Quiero decirle algo, pero no es el momento. Nos alejamos de la multitud en dirección a la residencia de Danko. Puedo sentir unos ojos taladrándome, al volver la mirada veo a Nicola, la cual me dedica una mirada envenenada. Evidentemente sigue odiándome.

―No le prestes atención ―susurra Armen, rodeándome con el brazo por la cintura, pegándome a su dorso.

―¿Ella sabe lo de la transformación? ―Asiente.

―Sí.

―¿Qué fue lo que dijo? ―No es que me importe, pero sé que ella es una de las integrantes del consejo y una de las más influyentes.

―No importa lo que ella diga ―responde con firmeza―. La mayoría está a favor.

―¿Y las personas? ―No había pensado en ello, pero al igual que en Jericó, existe un representante de los humanos en el consejo. Y el no transformar es una de las normas que tienen mayor importancia.

―Aún no hemos hablado con él. Les pedí que primero decidieras tú y luego haríamos los preparativos, en caso de que aceptaras.

―¿Habrá problemas?

―¿Te has arrepentido? ―pregunta con una ligera sonrisa.

―No. ―Pero no puedo evitar preocuparme por él o por lo que podría pasar. Ya he sido demasiada carga y no quiero que eso continúe. Menos con ese vampiro interesado en mí.

Aunque parece que esto será complicado. Hace más de cuatrocientos años que nadie ha sido transformado, al menos no por los fundadores de las ciudades, ya que eso mantiene el control sobre el número de vampiros. Y también me preocupa lo que diga mi padre, esto parece más serio.

Me envuelve con sus brazos, manteniendo mis piernas aprisionadas entre las suyas, mi rostro permanece escondido en su pecho y su barbilla apoyada en mi cabeza.

―Descansa ―susurra con voz dulce colocando un beso en mi pelo.

―Tú también. ―Siento como su pecho se mueve, indicándome que ríe. Pero mis ojos han comenzado a cerrarse. Nos hemos aseado y alimentado, ahora nos disponemos a dormir.

Aún es temprano, pero estos días no hemos podido conciliar el sueño correctamente y es imposible persuadirlo.

Siento sus labios moverse sobre mi oído, provocando un delicioso cosquilleo que recorre mi espalda. Está detrás de mí, sus manos permanecen en mi vientre, manteniéndome pegada a su pecho. Abro los ojos y me giro para verlo. Mantiene la expresión serena, pero puedo ver una chispa de diversión en su mirada. No dice nada, yo tampoco lo hago. Acaricio su mejilla, Armen cierra los ojos y suspira. Tomándolo de la nuca acerco su boca a la mía y lo beso.

Sus suaves labios ahora están un poco fríos, necesita beber. Sin romper el beso, se mueve hasta colocarse sobre mí. El contacto es mesurado, pero conforme los segundos trascurren se torna apasionado. Su lengua acaricia la mía y me agita. Mis dedos tocan sus hombros y suben hasta su pelo.

Rompe el beso, al mismo tiempo que su mano desplaza mi ropa y comienza a besar mi hombro dejando un sendero de besos a lo largo de la línea de mi clavícula y por mi cuello, hasta alcanzar mi barbilla. Echo la cabeza hacia tras, indicándole que lo haga.

―Estoy bien ―afirmo atrayéndolo hacia mí. No duda.

―Mi dulce Gema ―susurra besando de nuevo mi cuello. Sus manos se aferran a mi cintura y sus colmillos penetran mi piel. Cierro los ojos, al mismo tiempo que mi respiración se agita un poco ante la sensación placentera.

Cesa la presión de sus labios y su lengua lame, estimulándome. Siento como sonríe y se mueve hasta encontrar de nuevo mi boca. Esta vez no se detiene. Su mano se cuela por mi ropa, desnudándome, mientras su beso me hace perderme.

Recorre despacio mi cuerpo, ahora sus labios son tibios y me estremecen. Me agito al sentirlo entre mis piernas, besando el interior de mis muslos, mi feminidad. Me muerdo los labios y me aferro a las sabanas disfrutando de lo que me provoca. Él me hace sentir de mil maneras. Él, el fundador que me robó el aliento cuando lo conocí y también el corazón.

Sonrío acunando sus mejillas entre las palmas de mis manos. Beso la punta de su nariz y suspiro.

―Te amo ―digo mirándolo a los ojos.

―Te amo, Gema ―dice antes de entrar en mí.

Nuestros cuerpos son uno solo, el sudor y el calor me invaden, mientras la bruma de placer llena mi mente. Escucho como susurra mi nombre en mi oído y aumenta la cadencia de sus movimientos. Me aferro a sus hombros y busco su boca, antes de sentir como mi mundo colapsa, como mi cuerpo se vuelve lívido, como me pierdo en él.

Suspiro mientras observo la ciudad. Lo difícil no ha terminado. Los hemos traído, pero aún es necesario reconfortarlos, no solo a ellos que han tenido que experimentar algo tan horrible como lo que les hicieron, sino también a quienes viven aquí y que, seguramente, ya se habrán enterado. Por otra parte, aún no sabemos qué ha ocurrido con la gente de Erbil: Farah, Knut y Abiel, el líder de la guardia. Danko comentó que hubo bajas y por ese motivo Kassia está muy preocupada. Elina ha sido castigada permaneciendo en su habitación hasta que esté completamente repuesta. Aunque ha protestado, Danko se ha mostrado enérgico. Al resto los he visto poco, salvo a Irina, quien ahora es mi acompañante.

―Fuiste descortés con él, papá ―comento intentando no sonar acusadora. No me mira, finge remover el contenido de su plato. Mai me mira apenada y se encoge de hombros. He venido a visitarlos después de lo que ocurrió cuando llegamos. Armen aseguró que no me preocupara por ello, pero el trato que mi padre le dio no está bien. Además necesito hablar con ambos―. Papá...

―No puedo prohibirte que estés con él ―dice mirándome a los ojos―. Ya no eres una niña, Gema. Pero no me pidas que lo apruebe. ―Su actitud arisca me toma por sorpresa―. Pen me contó lo que hicieron en esos laboratorios y...

―¡No! ―exclamo al instante―. Mi madre no fue uno de ellos...

―Pero fue consecuencia de ello. ¿No es así? ―«Consecuencia». Aunque el virus surgió al alterar a las personas para obtener una mayor cantidad de sangre, es cierto que las cosas se salieron de control y que el virus comenzó a infectar a otras personas que no estaban siendo manipuladas, como mi madre.

―Papá, Armen nos salvó y a esas personas también ―digo sin ánimos de pelear. Suspira y niega.

―Ha hecho mucho y desde luego que se lo agradezco, pero tú eres mi hija. No quiero perderte como perdí a tu madre, Gema. No quiero que te conviertas en uno de ellos. ¡Eso no puedo aceptarlo! ―Me muerdo el labio.

―Papá ―protesta Mai agitando los brazos―. Es su decisión.

―No, Mai. ¿Te gustaría que tu hermana fuera un vampiro? ¿Por qué no puedes quedarte con Pen? ―cuestiona mirándome con reproche.

―Porque no lo amo. ―Suspira y sale de la estancia, dando un portazo.

―No le hagas caso, Gema ―susurra Mai, tomándome de la mano.

―Pero...

―Entiéndelo. Aún no ha podido superar lo que pasó con Taby y mamá ―dice con una expresión compasiva―. Cada noche tiene pesadillas sobre ella.

―¿Pesadillas? ―pregunto con interés. ¿Será posible?

―Sí, repite el instante y siempre grita su nombre y el de Taby. ―Sus pesadillas son distintas, pero me entristece saberlo. Ellos tampoco lo han pasado bien.

―¿Y tú? ¿Cómo estás?

―Yo estoy bien. No fue sencillo lo que pasó, pero soy consciente de que ya no era ella. No después de asesinar a Taby. Además, habría hecho daño también a papá si no lo hubieras hecho. ―La miro admirada.

―Has madurado, Mai. ―Niega apenada.

―He tenido un buen ejemplo ―afirma―. Tú estuviste dispuesta a sacrificarte por nosotros. A pesar de que los odiabas. No debió ser fácil, Gema.

―No al principio.

―Él parece bueno y te mira de un modo especial ―dice sonrojada.

―Es bueno y me quiere ―confirmo. Se inclina sobre la mesa y sonríe de modo cómplice.

―Hazlo. Si es que lo deseas, que no te importe lo que papá diga. Seguirás siendo mi hermana, eso no cambiará. ¿Cierto?

Me levanto y rodeo la silla para abrazarla.

―Gracias, Mai. Te quiero, hermana.

―Te quiero, Gema.

La claridad del nuevo día ilumina la estancia, parpadeo varias veces y percibo el sonido de voces. Salgo de la cama, cojo la bata y mientras me la coloco corro hacia la salita de nuestra habitación. Me detengo al ver a Armen en compañía de Farah y Kassia.

― Hola, Gema ―saludan ambos.

―Hola ―respondo torpemente. Ajusto la bata y me acerco a donde se encuentra sentado Armen.

―¿Te despertamos? ―pregunta divertido Farah. Niego, aunque es más que evidente que miento. Él intenta esconder una sonrisa y Kassia le da un ligero golpe en el brazo. Armen se aclara la voz y toma mi mano entre las suyas.

―Acaban de regresa de Erbil ―explica Armen con su acostumbrado tono de voz sereno.

―Me alegro saber que estás bien ―digo sinceramente. Él sonríe y asiente―. ¿Y Knut? ―pregunto extrañada de no verlo aquí.

―Tiene algunos golpes y el médico ha dicho que tiene que quedarse un par de días en cama, pero no es nada serio ―afirma con aire despreocupado. Es un alivio. Farah también tiene un moretón en el pómulo derecho y rasguños en los brazos.

―Vaya que tienen resistencia ―comenta con tono burlón, Danko desde la puerta. Farah se encoje de hombros y le regala una enorme sonrisa.

―Te lo dije. Quizás no somos tan buenos como vosotros, pero algo podemos hacer, ¿no? ―Danko entra seguido de un par de sirvientes y de Uriel. Quien se encoje de hombros, cuando Armen lo mira interrogante.

―Necesitamos discutir algunas cosas ―explica Danko acomodándose en uno de los asientos.

―¿No pueden esperar? ―cuestiona Armen no muy contento. Danko ladea el rostro y arruga la frente.

―Solo será un momento, después... ―Me observa y agita las manos― podrás seguir haciendo lo que estabas haciendo. ―Me muevo incómoda ante la insinuación de sus palabras y tiro del extremo de la prenda. Uriel y Farah ríen, en tanto que Danko se encoje de hombros.

―Tu chico acaba de decir que solo estaban durmiendo ―explica Farah mirándome. Claro, él puede seguir sus conversaciones mentales. Me ruborizo aún más ante su comentario.

―De acuerdo. Dejad eso para después ―los interrumpe Uriel poniéndose serio―. ¿Qué haremos con Erbil?

―Enviaremos algunos hombres a Erbil ―comienza a explicar―, el problema es que ahora que el consejo sabe que Abdón está con Darius, están un poco inquietos. No desean dejar desprotegida la ciudad.

―Tampoco podemos olvidarnos de esas personas ―debate Armen.

―Lo sé. El asunto es que nos estaríamos convirtiendo en un blanco fácil.

―No podemos cubrir dos blancos ―murmura Uriel.

―¡Exacto! ―exclama Danko―. Justo ahora se está discutiendo la posibilidad de traerlos a Cádiz. Pero estaríamos un poco saturados. Se han acondicionado espacios para la gente de Jericó, aunque no son los mejores y eso se tiene que resolver cuanto antes. Porque ahora que el chico molesto lo sabe, no dejará de asediarme...

―Por supuesto que no ―asegura Pen abriendo la puerta.

―¿No os lo he dicho? ―pregunta con gesto agobiado Danko―. ¡Ya apareció!

Entra en compañía de Alain y Anisa. Desde que regresamos, ella no se aparta de él, aunque sea solo para discutir. Creí que ya habían superado eso. Puesto que durante la segunda noche de regreso, noté el olor de ella en la ropa de Pen y también la marca fresca en su cuello. Pero parece que no es así.

―¿En qué estaba? ―inquiere Danko.

―Hablando de la gente de Erbil. ―Ahora es Rafael quien aparece. Armen niega, mirándolo con reproche, pero al igual que el resto, entra despreocupadamente.

―¡Oh cierto! ―dice Danko aclarándose la voz―. Temo que es un poco complicado traer a las personas de Erbil. Por los espacios.

―¿Entonces qué harán? ―interroga Pen. Danko pone los ojos en blanco.

―¿Acabas de llegar y ya estas preguntando? ―Anisa le tira de la oreja como si fuera un niño pequeño y por un instante su imagen fría cambia. ¿Hay algo entre ellos?

―Continúe, señor ―dice incómoda, al darse cuenta de que todos la están mirando sorprendidos.

―Controla a tu mascota, ¿quieres? ―farfulla Danko.

―Él no...

―No importa. Solo mantenlo callado ―la interrumpe Danko―. Para terminar, por ahora los protegeremos. Hemos analizado la propuesta de Armen, crear una ciudad conjunta donde puedan residir los humanos. ―Kassia, Alain, Pen y yo lo miramos sorprendidos. ¿Él ha pedido eso? ¿Por qué no me había dicho nada?―. Ya que mientras él este rondando por ahí fuera, nadie estará seguro.

―¿No creen que se puedan rebelar como la vez anterior con el refugio? ―comenta Anisa mirando con reproche a Pen que ahora parece apenado.

―Desde luego que existe la posibilidad, pero como están las cosas en estos momentos podría ocurrir también si no les damos su lugar.

―Su lugar ―susurra Rafael pensativo―. ¿Quieres decir...?

―Quiero decir, darles una vida digna ―aclara Danko con seriedad―. Es lo que debimos hacer desde hace más de quinientos años. Los tiempos han cambiado, aun cuando nosotros no lo hagamos, así que es hora de hacerlos amigos, no esclavos.

―Nunca sería tu amigo ―declara Pen. Todos nos quedamos en silencio, mirando sorprendidos y desconcertados―, pero te respetaría si hicieras posible lo que acabas de decir.

Danko sonríe de lado y lo observa con aire altivo.

―Sería un avance, aunque nunca te dejaría al mando. Te convertirías en una molestia aún mayor de la que ya eres.

Lo observo fijamente mientras todos abandonan la estancia. Estoy tan emocionada y al mismo tiempo preocupada. Una ciudad para los humanos. ¿Sería posible? ¿Y qué pasaría con la sangre?

―Es solo una posibilidad ―dice mirándome desde la puerta. Sabe lo que estoy pensando.

―Pero...

―No quiero que te hagas ilusiones aun ―explica acercándose a mí―. Algunos han sugerido que también esté dirigida por nosotros, pero que ustedes se encarguen de la distribución de trabajos y demás cosas.

―Aun así, seria increíble. ¿Por qué no me lo habías dicho?

―Porque aún no es un hecho ―responde encogiéndose de hombros. Niego, conmovida por su humildad.

―Es maravilloso lo que haces por nosotros. ―Baja la mirada tirando de mi cintura para pegarme a su cuerpo.

―No, ahora solo lo hago por ti ―ronronea sobre mis labios.

―Gracias.

― ¿Estás segura? ―inquiere moviéndose incómoda.

―Sí ―contesto mirando a Irina, que no parece estar de acuerdo con mi petición―. Por favor. Solo hablaremos con ella. ―Suspira y niega, pero sé que aceptará.

Anisa se encuentra con Armen y Uriel en una reunión con el consejo, Elina aún está confinada en su habitación por orden de Danko. Así que de nuevo Irina es quien cuida de mí. He querido verla desde que regresamos, pero con Armen a mi lado y el asunto de mi padre no había podido hacerlo, sin embargo, es algo que necesito hacer.

―De acuerdo. ―Suspira dejando caer los hombros.

―Yo asumiré toda la responsabilidad ―aseguro. Ella sonríe y niega.

―¡Ay, gema! Mejor démonos prisa y vayamos a ver a Vasyl. Anda.

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