Capítulo 11

94.9K 6.3K 629
                                    


Los impuros son seres que no razonan. Matan sin piedad, sin importarles si se trata de niños, mujeres o ancianos. Ellos solo buscan sangre. El primer ataque de impuros fue cuando yo tenía diez años. Era poco más de media noche. Los gritos y llantos se escuchaban por todas partes. Mi madre nos sacó de la cama y corrimos hacia el corazón de la ciudad intentando encontrar protección con ellos. Una gran ironía. Esa fue la primera vez que las palabras de Pen cobraron sentido. Eran los vampiros quienes nos intentaban asesinar y a quien debíamos recurrir para salvarnos. Algo ridículo. Mientras corría con mis hermanos en brazos, me sentí impotente, inútil al ver morir a las personas que conocía o que al menos había visto alguna vez en la calle. Esa noche mucha gente murió y otra desapareció. Esa noche quise hacer algo más que escapar, esa noche me decidí aprender a usar un arma y poder defender a mi familia.

Contengo la respiración mientras observo el rostro de Irina, quien se acerca y me sujeta por los hombros al notar mi expresión de pánico.

―No hubo heridos, tranquila ―asegura con voz tranquilizadora y siento como el alma me regresa al cuerpo. «¡No hubo heridos!», repito mentalmente.

―Pero lograron alcanzar el muro ―murmura Anisa mirando hacia la ventana.

―¿El muro? ―pregunto atónita. Eso es... Eso es casi imposible. Tuvieron que cruzar toda la ciudad sin ser vistos porque la guardia los habría frenado. ¡Imposible!

―Como lo oyes ―dice de mala gana.

―Pero... ¿Y los guardias?

―La guardia estaba dormida ―responde Irina con expresión socarrona, sacudiendo la cabeza. La miro desconcertada y ella pone los ojos en blanco―. No sabemos cómo es que no se dieron cuenta, ni siquiera se percataron hasta que se marcharon.

―¿Cómo?

―Los impuros no hicieron nada.

―Simplemente llegaron y se marcharon ―murmura pensativa Anisa―. Esto es muy extraño y no me da buena espina. ―Por supuesto que es extraño. ¿Cuál era su propósito?

―¿No atacaron a nadie? ―Anisa me mira como si fuera una tonta―. Ellos no hacen eso ―continuo―, van directos a por las personas.

―¿Y tú qué sabes? ―cuestiona con una mueca de desagrado.

―Los he visto atacar ―digo encogiéndome de hombros―. Vivo en la parte más próxima al límite de la ciudad.

―Tuviste suerte entonces ―comenta con malicia y poniéndose de pie abandona la estancia. Miro a Irina, quien sacude ligeramente la cabeza.

―No le prestes atención. Está de malas porque no pudo seguir su rastro.

―¿Su rastro? ―pregunto sorprendida―. Espera, ¿Anisa es una rastreadora? ―Miro por donde ha desaparecido. ¡No puedo creerlo!

―Sí ―responde con una sonrisa divertida.

Existen varios rangos o clases de guardias entre los vampiros. Se trata de vampiros subalternos con habilidades especiales. Hay algunos que son del tipo vigía, estrategas y rastreadores. Ellos trabajan para los fundadores y se encargan de eliminar a los impuros o posibles amenazas para la ciudad. No son como el resto de los subalternos, son más rápidos y fuertes.

―Anisa es una de las mejores rastreadoras. ―Ahora entiendo su aire de superioridad y su afán de hacerme sentir menos.

―¿De verdad? ―musito sin salir de mi asombro.

―Sí. Por eso nos pidieron que fuéramos a investigar.

―Entonces, tú también eres una rastreadora. ―Se encoge de hombros restándole importancia.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora