Capítulo 33

61.8K 4.5K 340
                                    



El amor puede ser algo maravilloso y al mismo tiempo algo aterrador. Antes de conocerlo tenía claros mis sentimientos, mis planes o al menos mis ideales, que aunque no pasaban de ser meros sueños, los defendía a capa y espada. Pero eso cambió después de conocerlo, después de entregarle mi sangre y también mi corazón.

Jamás se está lo suficientemente preparado para algunas cosas. Menos para toparte con un muro.

Sabía que, al ser el gobernante, era él quien dictaba las órdenes y que por consiguiente, tenía que estar enterado de lo que hacían en los laboratorios y conocer de donde procedía el sustituto y las consecuencias que ocasionaba en las personas. Aun así, no puedo evitar que mi rostro exprese la decepción y dolor que siento en estos momentos.

«Tranquilízate, Gema. No solo has venido aquí por eso».

Cierto. Hay muchas interrogantes, las cuales no pueden postergarse. Necesito respuestas, aun cuando éstas no me gusten. Me trago el nudo que tengo en la garganta y respiro hondo. No es momento para perder la dirección.

―Lo sabías, ¿verdad? ―susurro intentando mirar a cualquier parte excepto a su rostro.

―Lamento no haberte hablado sobre ello. ―Yo lo lamento aún más. Esto confirma las palabras de Pen y no sé si el hecho me hace sentir aún más patética de lo que soy. «¡Eres una tonta, Gema!»―. No es algo de lo que me sienta orgulloso. ―Ignoro su comentario y me armo de valor para mirarlo a los ojos. «Necesito respuestas».

―¿Por qué? ―cuestiono. Armen me observa de ese modo tan suyo, manteniendo quietud externamente, mientras que sus ojos delatan sus sentimientos. Parece abatido, arrepentido. Me duele verlo en esas condiciones, pero ahora mismo tengo prioridades―. ¿Por qué mentir de esa manera? ¿Por qué? ―pregunto con severidad, olvidándome de mis sentimientos y concentrándome en los hechos. Se toma unos segundos para observarme y suspira.

―Porque no había otra forma, Gema ―dice sin ápice de emoción en la voz. «¿No había otra forma? Eso...»―. Cuando se estructuraron las ciudades... ―continua antes de que pueda replicar―, y se llegó a un acuerdo para dejar de consumir su sangre, se planeó la elaboración del sustituto, el cual consistía en una especie de suero que sería fabricado artificialmente y nos serviría de alimento ―explica con expresión ausente mirando la pequeña lámpara que pende del techo, como si su mente evocara dichos recuerdos―. Se intentó fabricarlo a base de sangre animal y también se probaron otras fuentes como materia prima, pero no funcionó. El suero no tenía los mismos resultados que la sangre humana. Para empezar, no disminuía la sed y nos debilitábamos con rapidez. Eso solo provocó una serie de muertes que alteraron a las personas. Entonces, alguien decidió probar directamente con sangre humana y descubrieron que era viable. El sustituto obtenido de nuestra sangre no solo calmaba la sed, también permitía fortalecer nuestro cuerpo por períodos prolongados.

―Pudieron pedirnos sangre ―musito. Me mira y mueve ligeramente la cabeza.

―El problema era que se necesitaban grandes cantidades de sangre para sintetizar el sustituto requerido para uno solo de nosotros y ninguno de vosotros estaba dispuesto a entregarla.

―Por eso los alteraron... ―murmuro en voz baja―, y los durmieron para que no se resistieran. ―Por mucho dinero que se ofreciera, permanecer en esas condiciones y ser alterado no equivale a ser un donante. Nadie lo haría por voluntad propia.

―Gema... ―dice con voz afligida, mirándome suplicante. Niego retrocediendo un paso.

―Nos habéis estado utilizando todo este tiempo, nos habéis mentido ―digo con amargura. Cierra los ojos y sacude la cabeza.

La donante (#1 ) *Resubida*Donde viven las historias. Descúbrelo ahora