Finge Conmigo

By Lila-Ann

768K 77.9K 19.2K

Nathaniel Ferrars, descendiente de una importante familia, ha sido castigado por su arrogancia y prepotencia... More

Finge Conmigo
Dedicatoria
Érase una vez...
Capítulo 1.
Capítulo 2.
Capítulo 3.
Capítulo 4.
Capítulo 5.
Capítulo 6.
Capítulo 8.
Capítulo 9.
Capítulo 10.
Capítulo 11.
Capítulo 12.
Capítulo 13.
Capítulo 14.
Capítulo 15.
Capítulo 16.
Capítulo 17.
Capítulo 18.
Capítulo 19.
Capítulo 20.
Capítulo 21.
Capítulo 22.
Capítulo 23.
Desde la cabeza de Nathan
Agradecimientos.

Capítulo 7.

25.5K 2.8K 566
By Lila-Ann




Hay algo sobre la inspiración, y es que te arrasa con todo, como un huracán. Te posee por completo. Tanto que ni te das cuenta de lo que haces o por qué lo haces.

7:30 am de un sábado despierta dibujando varios diseños a la vez. Había tenido un gran sueño el cual me había inspirado con una estupenda línea de ropa. En el sueño era parte de un circo y toda la diversión y los colores me habían iluminado para crear una línea con esta temática.

All the eyes on me in the center of the ring. Just like a circus. When I crack that whip, everybody goin' trip. Just like a circus. —Sacudí mi cabeza y el gran moño desordenado en la cima de mi cabeza se movió junto conmigo—. Don't stand there watching me, follow me. Show me what you can do. Everybody let go, we can make a dance floor. Just like a circus.

Mordisqueé el final del lápiz de carbón, un mal hábito que tenía al pensar mientras dibujaba. Miré hacia la pizarra en el centro, esta estaba llena de pequeñas notas resultados d lluvias de ideas y frases inspiradoras. Recordatorios para animarme. Entre todas ellas una destacaba más y era la que escrito esta mañana al recordar el consejo de Nathan. Es tiempo de brillar.

Eché un vistazo a Nathan durmiendo profundamente sobre un colchón en el suelo. Sus labios estaban entreabiertos y sus músculos a la vista. Las sábanas estaban enredadas alrededor de su cuerpo y apostaba por todo el dinero que ganaba que él dormía en calzoncillos. Solo debía levantarme y alzar la sábana un poco para averiguarlo. Me golpeé la frente con el lápiz para alejar tal pensamiento.

Volví a ver los diseños. Eran locos y coloridos, muy creativos. Para mí no había nada imposible cuando se trataba del arte... o de la moda. Probablemente nadie usaría algo de esto para vestir día a día, pero yo aspiraba a algo más grande. Ser parte de las grandes pasarelas de la semana de la moda. New York, Milán, Londres... Et Paris. Tener mi propia boutique y ser la diseñadora de grandes artistas. Soñar no costaba nada, trabajar para lograr esos sueños sí lo hacía. Pero todo por el amor a la moda.

Y realmente no me importaba cuantas personas me decían lo difícil que sería llegar a donde quiero, que no lo lograría y moriría de hambre. Esto era lo que quería hacer por el resto de mi vida. Incluso si terminaba viviendo bajo un puente.

Un bufido me distrajo de mi tarea. Mirando sobre mi hombro encontré a Nathan estirando los brazos mientras bostezaba. Parecía un oso saliendo de su hibernación. La sabana se había deslizado dejando al descubierto su tonificado abdomen. Eran como las barras de un buen chocolate.

—Buen día —saludé.

—¿Qué haces despierta tan temprano? —preguntó, su voz era más profunda y su acento más marcado.

—¿Hice algo para que despertaras? —pregunté molesta.

La sonrisa perversa que siempre me hacía querer halarme el cabello se formó en su rostro.

—No sé, pero sentí una mirada profunda sobre mí. Has estado espiando, viéndome dormir —dijo seguro de sí mismo. Yo solo me preguntaba si él realmente había estado durmiendo todo este tiempo—. Si quieres vuelvo a dormir, de esa manera no muere tu fuente de inspiración.

—Eso te mantendría callado, así que creo que sí.

Retorné a mi trabajo ignorando a Nathan, si le hacía mucho caso me haría perder el tiempo. Aunque no pasó mucho tiempo antes de que volviera a reclamar atención porque unos segundos después su mano tomó una hoja de la mesa. Nathan silbó.

—Lindo.

Y con solo girar mi cabeza un poco pude comprobar mi hipótesis. Nathan dormía en calzoncillos. Aclaré mi garganta.

—¿Estás siendo sarcástico?

Nate resopló.

—Kitty, ya te lo he dicho, eres muy talentosa.

—Gracias, ahora... ¿Me puedes explicar por qué demonios duermes en calzoncillos?

Él colocó una mano en la parte de atrás de su cabeza, posando para mí.

—Tú sabes que te gusta.

Sí, ese es el problema.

Un toque en la puerta nos sobresaltó.

—Kath, ¿Con quién hablas?

Al escuchar la voz de mi hermana quise darme una palmada en la frente. Debía ser más cuidadosa cuando charlaba con Nathan. No era la primera vez que me sorprendía hablando con alguien en mi estudio. El otro día me escuchó gritándole a Nathan por haberse comido mis Skittles, tuve que inventarme alguna historia sobre que estaba peleando con Rey Julien. Se lo creyó porque la verdad ella piensa que soy así de alocada. Y si las cosas continúan como van terminaré para el final del mes en un manicomio.

Le hice un gesto a Nate para que se mantuviera callado.

—Por teléfono con Pagan.

—Ooh, escucha, Max y yo tenemos una reunión con la planeadora de bodas, estaremos fuera todo el día, ¿estás bien con eso o acaso quieres venir con nosotros?

¡De ninguna manera! No sería arrastrada con ellos.

—Umm, me quedo. Tengo mucho que hacer.

—Bien, si necesitas algo llámame.

—Estaré bien, lo prometo.

Esperé a escuchar el ruido de sus tacones al bajar las escaleras y finalmente abandonar la casa. Me sentí aliviada. Cada día se hacía más difícil ocultar a Nathan de Kim y Max, así que era mucho más sencillo cuando simplemente ellos no se encontraban alrededor. Y si ya era difícil ocultarlo de mi hermana y su prometido, lo difícil que sería ocultarlo de mis padres cuando regresaran.

—¿Muchas cosas que hacer? —Nathan se cruzó de brazos—. ¿Cuáles son nuestros planes para el día de hoy, Kitty?

—Pues es sábado con S de salir de compras por libros.

Me tomó un buen rato convencer a Nathan de que me acompañara a la librería. Necesitaba la fuerza de un hombre para la cantidad de libros que iba a comprar. Así que literalmente tuve que arrastrarlo fuera de casa para que él condujera, lo había transformado en mi chofer, y luego sobornarlo prometiendo llevarlo a McDonald's en cuanto termináramos. El chico era un adicto a sus papas fritas y McNuggets y yo realmente no lo culpaba.

—No lo entiendo, tienes millones de libros en casa —comentó Nathan en cuanto entramos a la librería.

Saludé con un pequeño asentimiento al cajero, Thomas, el viejo hombre estaba acostumbrado a verme por aquí ya ni siquiera preguntaba lo que buscaba o que necesitaba.

Amaba ir a la librería; amaba el olor a libros nuevos y la promesa de pronto ser introducida a un nuevo mundo con nuevos personajes. Era una magnifica sensación.

—Sí, pero nunca es suficiente.

No tenía idea en qué prefería gastar dinero si en ropa o en libros. Tal vez en ambas cosas al mismo tiempo. Corrí por la librería hasta llegar a mi pasillo favorito. El pasillo para jóvenes adultos.

This is real, this is me. —Tomé un libro y lo abracé girando alrededor—. I'm exactly where I'm supposed to be now. —Alcé una mano—. Gonna let the light, shine on me. Now I've found who I am. There's no way to hold it in. No more hiding who I wanna be. This is me.

Al terminar mi musical me di cuenta de una pareja que me miraba de rara manera y cuando se dieron cuenta de que yo sabía que me acosaban, la chica tomó la mano de su novio y pude leer en sus labios: "Sigue caminando. No hemos visto nada."

Con las mejillas flameando por lo ocurrido busqué el libro que quería. Y ahí estaba The return de Jennifer L. Armintrout. Tenía meses esperando por la oportunidad de comprarlo, pero cada vez que venía ya no había y esta vez solo quedaba una copia. Era afortunada.

Una pequeña mano tomó el libro antes que yo. Me encontré con una niña que no podía tener más de seis años. Su cabello era largo y negro, vestía una camiseta de Ariana Grande y su pantalón tenía de fondo pequeños conos de helado.

—Disculpa. —Ojos marrones encontraron los míos—. Ese libro es mío.

—Yo lo tomé primero así que es mío —dijo la pequeña con su voz caprichosa.

—Querida, ¿para qué querrías este libro?

Era obvio que la pequeña apenas aprendía a leer, ¿para qué quería un libro sobre dioses y titanes? Yo a su edad buscaba por libros del Dr. Seuss o sino de princesas y hadas.

—El chico de la portada es guapo.

Rodé los ojos. Y este era el futuro del mañana, eligiendo libros porque el chico de la portada era guapo. Y vaya que lo era, pero eso no era ninguna excusa. Era la última copia y no dejaría que ninguna mocosa caprichosa lo tuviera.

—¡Mira es Ariana Grande! —Señalé al final del pasillo.

La pequeña miró hacia atrás con emoción. Aproveché el momento para arrebatarle el libro. ¡Ja! Pobre ilusa, ¿por qué demonios estaría Ariana Grande en esta librería?

Cuando la pequeña se dio cuenta de mi trampa se giró a verme con sus manos en la cintura y mentón en alto. Toda su postura mostraba determinación.

—Yo quiero ese libro —dijo con decisión.

—Lo siento, linda pero este libro no tiene dibujitos. La sección infantil está en el siguiente pasillo. —Me arrodillé para estar a la misma altura que ella—. No es nada personal, pero trata de muertes.

Sus ojos se aguaron y al final se alejó gritando "¡Mami!". Suspiré y abracé al libro. Ya lo tenía, eso era lo que importaba.

—Eso fue cruel, Kitty. —Escuché a Nathan decir a mis espaldas.

—Era lo que tenía que hacerse. —Me levanté sacudiendo mi pomposa falda azul—. ¿Dónde has estado?

—Solo mirando alrededor, ¿tan rápido me extrañas?

Resoplé.

—¿Encontraste algo de tu interés? —pregunté cambiando el tema.

—Nada, ¿tienes alguna recomendación para mí?

Lo miré a los ojos. Amaba cuando me pedían recomendaciones de libros, era la perfecta oportunidad para cambiar la forma de pensar o de vivir de una persona. Esa era la magia de los libros.

—En verdad, sí hay algo que quiero que leas. —Tomé su mano y lo arrastré hasta el pasillo de autoayuda. Leí títulos hasta encontrar el que buscaba, esperaba que este libro pudiera ayudar a Nathan tanto como me ayudó a mí—. Aquí está. Tengo una copia en casa, pero quiero que tengas la tuya propia.

Tendí el libro hacia él. Nathan frunció el ceño.

—¿El caballero de la armadura oxidada?

Asentí.

—Tienes algunas cosas que hacer para salir de este castigo, y por más que quiera ayudarte, solo tú te puedes salvar. —Cerré los ojos recitando—: "Porque todos tenemos nuestra propia armadura". Tal vez esto te ayude a deshacerte de la tuya.

Él le dio un último vistazo a la portada del libro.

—Gracias —dijo con sinceridad.

Me encogí de hombros restándole importancia. Por la siguiente hora la pasé revisando libros y leyendo sinopsis mientras al mismo tiempo buscaba reseñas de cada uno en mi celular. Nathan me persiguió quejándose como si se tratara de un niño cuya madre lo ha obligado a ir de compras. Él estuvo feliz una vez que salimos de la tienda y nos dirigimos a McDonald's. Ciertamente McDonald's hacía feliz la vida de muchos.

—Creo que McDonald's es mi cosa favorita de Estados Unidos —admitió Nathan mientras abría su bolsa y de ella sacaba un par de papas entrándolas a su boca.

—Creo que Estados Unidos va a volverte gordo —comenté colocando mis pies sobre el tablero del auto.

—¿Cómoda? —Alzó una ceja.

—Bastante. Ahora comparte conmigo, tienes mucha comida ahí contigo. —Me incliné para robar un poco de sus papas.

—Kitty, quiere de mis papas.

La comida que tenía en mi boca fue escupida de manera poco delicada, aunque dudo que hubiera una al escupir.

—¡Oh Dios mío! Tenías que arruinar la buena comida con tus pensamientos pervertidos. ¡Chico, no tienes remedio! —Golpeé su hombro.

Él estalló en carcajadas, estas duraron un buen rato y yo me mantenía limpiando el desastre que había hecho. Una vez su risa terminó empezamos un juego donde creábamos una vida a cada persona que veíamos. Éramos como dos viejas chismosas dejándose llevar por solo las apariencias, pero era algo divertido. En especial porque Nathan exageraba toda la historia haciéndolo parecer de telenovela.

—¿Qué hay de ella? —Señalé a una chica sentada un banco mientras miraba una hoja.

—Acaba de enterarse que está embarazada. —Tomó un sorbo de su refresco estudiándola—. El hijo es de su mejor amigo de toda la vida, el cual es un total patán y no piensa pagar ningún gasto del niño. Además, su padre es pastor y está segura de que la echará de casa cuando se entere de su pecado.

—Guau, pobre chica. —Giré a ver a Nathan—. ¿Si me vieras en la calle qué ideas te harías de mí?

—Pues los mismos que tengo ahora. Eres tan transparente como el agua, Kitty.

—¿Qué quieres decir con eso?

—La mayoría de personas van por el mundo escondiendo pequeños pedazos de su ser, incluso cuando las conoces habrá cosas que no sabrás de esa persona. —Me señaló—. Pero tú, tú no tienes miedo de mostrar cualquier pedazo de tu ser. Más bien eres feliz haciéndolo, amas quien eres. Eso es admirable.

—Bueno, gracias. —Agradecí incomoda. Aún se me hacía difícil aceptar cumplidos por parte de él y creo que nunca me acostumbraría

Nos mantuvimos en silencio solo viendo los autos pasar por la carretera. No había nada incomodo sobre este silencio, solo nos hacíamos compañía. Y yo no podía creer el hecho de que Nathan se volviera una buena compañía.

Lo miré con el rabillo del ojo, se encontraba relajado y feliz. Parte de mi empezaba acostumbrarse a su arrogancia, perversión, sus burlas, sus historias, su gran apetito, sus comentarios machistas, su acento, como parecía gustarle fastidiarme a cada rato y en fin a toda su persona. ¿Lo peor de todo? Es que acostumbrarme no era para nada bueno. Sentir el mínimo afecto por Nathan me arruinaría por completo.

Todo esto apestaba.

Continue Reading

You'll Also Like

1M 94.2K 44
¿Y si por accidente te ganas el odio del cantante más famoso del país? *♫* Kale es el cantante juvenil más amado de la década, pero está cansado de s...
1.6K 350 31
El mundo nunca es lo que esperamos, ni siquiera cuando nos preparamos para todas las situaciones que nos depara nuestra mente. Los planes se confront...
132K 2.1K 1
IMPORTANTE: Algunos capítulos se encuentran en privado por contenido +18. Para poder leerlos solo deberéis seguirme. «No todo es lo que aparenta, y t...
2.6M 176K 73
"La vida no suele darte una segunda oportunidad, pero a él le ha dado dos semanas" Para Jill Jones pedir ayuda al padre de su hija nunca fue una opc...