Una historia Insurgente

By Bannellyope

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Vamos en el tren, camino a Cordialidad. Supongo que ahora no importa si soy “Maud la veraz”, o “Maud la osada... More

Cordialidad
Pesadillas
Condiciones de Cordialidad
Marcus oculta algo
Reconciliación
Suero de la paz
Arriban los eruditos
Los Sin Facción
Evelyn Johnson
Compartiendo
Pelea con Ariana
Will
Interrogatorio
Traidores
Cruzando caminos con Eric
Apuñalado
Annelisse Rogers
Futuros planes de Erudición
Interrogatorio de Eric
Confesiones
Enfrentando a Jack Kang
Pensando como Jeanine
"Cobarde"
Emboscada y traición
"¿Qué haremos con Eric?"
La última noche
Ejecución de Eric
De regreso en Osadía
Paintball
El apartamento de Eric
Buscando consuelo con Will
Perdóname, Eric
Primer discurso en Osadía
Alianza con los abandonados
Erudición
Alerta de Divergente
El conejillo de Indias
Estudiando el cerebro Divergente
La Caja
Sinceridad
Tortura
Sacrificio
Planes de guerra
Alguien conocido con los tragalibros
Soy Divergente y no puedes controlarme
Agua carbonatada
La última simulación
Abnegación
Aclarando las cosas
Sonrisas
Alianza con Marcus Eaton
Cambio de planes
Johanna Reyes
Aliados eruditos
Ataque a Erudición
Dentro de Erudición
Camino a la oficina de Jeanine
La otra Maud
Simulación de Cordialidad
Traición
Agradecimientos

Bajo el suero de la Verdad

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By Bannellyope

Mi turno. Ariana se va y ahora paso yo, al centro de la sala. Me tiemblan un poco las piernas y respiro rápido. Veo a Niles preparar la aguja. A mi alrededor, los osados se hacen un poco más hacia adelante, o murmuran entre ellos. Hay mucho por decir.

Busco a mi padre con la mirada, y al encontrarlo, me afirma con la cabeza y sonríe. Me apoya.

Me limpio el cuello con la toallita, pero cuando él se acerca, me aparto. Como si fuera por instinto.

- Prefiero hacerlo yo sola. – le digo.

- ¿Sabes hacerlo? – pregunta, arqueando sus cejas.

- Sí.

No quiero que nadie me vuelva a inyectar algo, luego de lo que Eric hizo con engaños casi hasta le he perdido el miedo a las inyecciones. Es cierto que no puedo cambiar el contenido, pero al menos seré yo la responsable de mi propia destrucción. A penas noto cuando inserto la aguja, luego la tiro en una papelera que alguien me ofrece.

Empiezo a notar los efectos del suero, es como si me pusieran concreto en las venas, en lugar de sangre. Es horrible, me siento débil. De pronto, mi cerebro se queda en blanco, no parece importar nada, solo este espacio en el que estoy de pie y el hombre que se encuentra frente a mi lado. Todos los que están en los asientos, se me hacen imágenes borrosas que, con el paso del tiempo se van esclareciendo, nuevamente.

- ¿Cómo te llamas? – me pregunta.

- Maud Austin. – suelto, sin meditarlo.

- ¿Tienes algún apodo, como tus amigos?

- No.

- ¿Cómo se llaman tus padres?

- Frank y Cecile Austin.

- ¿También eres trasladada?

- Sí.

- ¿De qué facción?

- Me trasladé de Verdad a Osadía.

- ¿Por qué te trasladaste?

- Porque tenía miedo de que al pasar por la iniciación de Verdad.

- Es irónico que, ahora estés pasando por ella. – sonríe. – ¿Por qué le tenías miedo a la iniciación?

- Porque, sabrían los resultados de mi Prueba de Aptitud.

- ¿Y, cuáles fueron tus resultados?

- Verdad, Osadía y Erudición. Elegí Osadía porque me suponía una barrera de protección, pues al aprender a defenderme, podría evitar que me mataran por ser divergente. Ahora sé que estaba equivocada.

- ¿Por qué dices que estabas equivocada?

- Porque, no sabía que en la etapa de las simulaciones podrían descubrir también que era divergente.

- ¿Y, lo notaron?

- Sí.

- Maud, vimos en unos videos que eras líder de Osadía. La líder más joven que ha tenido la ciudad. Cuéntanos un poco acerca de esto.

Trato de meditar bien las palabras que diré, pero es como si me pasara fuego por el cerebro y no me permite pensar más allá de lo que debo decir. Me retuerzo y exhalo. De algún modo, esta pregunta vendría.

- Eric me nombró líder la noche anterior al ataque, me presentó ante Jeanine como "la nueva líder" y ella parecía tener agrado por mí. Así que me comentaron cómo se llevaría a cabo todo, en pocas palabras.

- ¿Qué dijo Jeanine cuando estabas presente?

- Dijo que Max y ella estarían juntos en todo momento, y que Eric y yo, estaríamos controlando las filas de los soldados en Osadía y en Abnegación, también estaríamos al tanto de los divergentes, y teníamos la orden de matarlos.

- ¿Cómo fue que Eric te pidió que fueras líder?

- Bueno... me dijo que si ya había escogido trabajo, le dije que probablemente iría a pedirlo a las boutiques. Él, me dijo que me ofrecía algo mejor, y era ser líder ya que había sido la número uno de la clasificación de iniciados y era la más apta para el puesto.

- ¿Por qué aceptaste ser líder?

- Porque... días antes me había enterado de ciertos planes que Jeanine tenía con Eric; ella mencionaba algo sobre un suero que se pondría a todos los osados y ellos actuarían como si estuvieran sumergidos en una simulación. La única manera de salir con vida, que yo tuviera acceso a esta información de primeras fuentes y evitar el daño que ellos quisieran causar, era aceptando este puesto.

- ¿Te ofrecía algo a cambio?

- No.

- ¿Qué habría pasado si le hubieras sido leal a él y no a tus amigos?

- Bueno, al terminar el ataque, me iba a entregar a Jeanine, por ser Divergente, Eric me había ofrecido como rata de laboratorio. – digo, con amargura. – Luego de experimentar conmigo, me habría matado.

- ¿Qué pasó cuando Jeanine los encontró en la Sala?

- Luchamos con los soldados que llegaron con ella, armados. Y luego le inserté un cuchillo en su mano, a cambio recibí un disparo en la pierna. Sin embargo, Tobias logró apagar la simulación, y luego salimos los cuatro del lugar.

- ¿Cuatro, dices? ¿Quiénes eran?

- Tobias, Mariana, Peter y yo.

- ¿Por qué solo vienen tres, entonces? – pregunta. Algo me presiona el pecho y la verdad, es que las lágrimas me salen incontrolables. – ¿Qué sucedió con el otro muchacho?

- Murió. – respondo, entre sollozos.

- ¿En el ataque de Abnegación?

- No. – digo, con lo que supongo es mi voz reprimida por el llanto. – Luego de huir de Osadía, nos refugiamos en Cordialidad. Johanna Reyes informó a todas las Facciones que su facción serviría de albergue para los que quisieran resguardarse. Los eruditos y los osados que están con ellos, llegaron al par de días... tuvimos que huir, y ahí le dispararon. Cuando nos dimos cuenta, él ya no venía con nosotros.

- Bien. – exhala, noto cierto tono comprensivo en su voz. – Solo para dejarlo claro, ¿me estás diciendo que casi te asesinan los eruditos por haberlos traicionado, que después luchaste contra soldados para poder detener la simulación y que al final, venciste a Jeanine?

- Sí.

- Creo que hablo en nombre de todos, si afirmo que te has ganado el nombre de osada.

Surgen gritos de la parte izquierda de la sala, y hay una nube de puños, alzándose. Mi facción, Osadía. No sé si en realidad merezco esto o sólo lo hace para evitar que llore. Trato de respirar hondo y no pensar más. Levanto la mirada y busco a mi padre, él me sonríe. Luego, veo a Will y está con el ceño fruncido viendo al suelo, consternado.

- Maud Austin – continúa Niles. – Dinos, ¿de qué te arrepientes más que nada en el mundo?

- Me arrepiento...

Eric. Es lo primero que se me viene a la mente. No quiero soltar el secreto, no quiero abrir mi boca, pero el dolor me tortura y me presiona la cabeza, me obliga a decirlo.

- Si te resistes, el dolor será peor. – me advierte Niles.

- Me arrepiento – digo de nuevo, pero no encuentro palabras para decirlo. Solo sé que todo se pone nublado tras las lágrimas, aún cuando trato de ahogarlas. Lloro por el dolor de cabeza y por el dolor que siento en el pecho. – Me arrepiento de haber tenido una relación con Eric. Me arrepiento de haber sido tan estúpida de haberlo preferido a él, antes que a Peter. Me arrepiento de haber sido la causante de que Peter muriera.

Escucho los murmullos, no esperaba menos; aunque, no sé si son de desprecio o de sorpresa. No me importa. No quiero ver a nadie a la cara, por ahora. Me limpio las lágrimas con mi mano, respiro hondo, la presión se va y vuelvo casi a la normalidad. Sintiéndome una basura.

- Gracias por tu sinceridad. – me dice Niles. Me parece patético esto, pero logro escuchar el coro detrás.

No me muevo de mi lugar. Cuando levanto mi cabeza, observo que todos salen, tanto osados como veraces. Will se acerca a mí y me abraza. No puedo más y comienzo a llorar. Él me acaricia la espalda, y me besa el cabello. No quiero ver su cara, y tampoco la de mi padre... no quiero ver cuán decepcionados están de mí.

- Lamento lo de Peter. – me dice, levantando mi rostro por la barbilla. Me atrevo a verlo, y sus ojos solo tienen la misma expresión dulce de siempre.

- Debí hacerte caso desde un principio. – le digo entre sollozos.

- Está bien, está bien. No te disculpes. Ya pasó.

- ¿Maud? – dice una voz femenina, a mis espaldas. Mis padres están ahí. Corro a abrazarlos.

- Perdónenme. – les digo. – Perdónenme por decepcionarlos. No soy tan buena hija como ustedes quisieran.

- No debes decir eso. – me reprende mi madre. La veo, y ella trata de guardar sus lágrimas y sonríe.

- Te arrepientes. – dice mi padre, con una sonrisa comprensiva. – Y, eso es lo que importa. No conozco a ninguna persona que sea tan valiente, como para decir eso ante su facción.

- Estamos orgullosos de ti. – continúa mi madre. – Elegiste sabiamente, Maud. ¿Escuchaste todo lo que decías? Siempre elegiste estar del lado de tus amigos y tratar de salvarlos de esa tiranía erudita. Lo hiciste bien. – dice, acariciando mi mejilla.

- Sí, mamá. Pero no pude hacer lo mismo por Peter. Salimos bien de todo, ¿para que muriera en lo último? ¿En lo más patético? Pero lo vengaré. Eso no va a quedarse así. – digo, entre dientes.

- Sh. Tranquila, calla. – dice, con dulzura y calma. – Todo se dará en el momento que deba suceder. Si Jeanine no te ha capturado aún, es porque saldrás victoriosa de esto, y ella no.

- Vamos a casa. – dice mi padre. – Ahí podremos hablar mejor.

Will nos acompaña a casa. Él trata de hacerme reír, diciéndome que ahora él ocupa mi cama y que yo tendré que dormir en el sofá. Me alegra que esté aquí. Me alegra realmente, ver a tres de mis personas favoritas en el mundo. Quizás si él hubiera ido con nosotros a Cordialidad, le habría pasado lo mismo que a Peter. Y, quizás yo tomaría la misma decisión de Al. No habría soportado tanto. Y, si hubiera decido aguantar... no sé cómo estaría comportándome ahora. No sé, y tampoco quiero averiguarlo.

Al llegar a casa, nos sentamos a charlar sobre todo lo que ocurrió el día del ataque, luego cómo escapamos y cuando nos aceptaron en Cordialidad. El ataque de los eruditos y luego la huída. No puedo contar sin lágrimas el momento en que me di cuenta, que Peter ya no venía.

Por último, les narro lo que escuché con los abandonados, todos esos planes y cómo es que están organizados. Ese asombroso sistema, el mundo que hay bajo aparentes edificios destruidos.

- Will, ¿qué sucedió cuando detuvimos la simulación? – le pregunto. Él está a mi lado, en el sofá. Tal como el día que venimos a visitar a mis padres.

- Todos comenzamos a ayudar a los abnegados que teníamos al frente. Traté de localizarte, pero me fue imposible. Luego, regresamos a Osadía por algunas prendas y huimos, corrimos hacia este lugar. – me dice, con su mirada perdida, supongo que esas imágenes deben pasarle frente a los ojos. – Fue horrible. Nadie podía creer lo que habíamos hecho, ¿a cuántas personas inocentes habíamos matado? Una vez, Jack nos dejó entrar, no dudé en buscar a tus padres. Pensé que...

- Pensamos que... que te habíamos perdido. – dice lentamente mi padre, con su mirada hacia el suelo. – Nadie nos daba razón tuya. Incluso, nos dijeron que te habían visto tirada, muerta, en las calles de Abnegación. Y, hoy cuando oímos que habían venido tres osados más, y que eran los que andaban buscando... no tienes idea de la felicidad que sentimos.

Pero, sí tengo idea, porque la sentí cuando Will decía mi nombre, al entrar en la celda, y al ver a mi padre en el interrogatorio. Fue lo mejor que pudo haberme sucedido en estos días.

- Bien, debes estar hambrienta. – dice mi madre. Pero, no lo estoy. – Haré la cena, tómate una ducha para mientras, ¿está bien? Así te relajas y estás más tranquila.

- Sí. – acepto. Todos nos ponemos de pie, y abrazo nuevamente a mis padres, dando un beso en la frente de cada uno.

Will me acompaña a mi habitación. Luego de haberme desahogado con ellos, me siento mejor. Siento como si me quitaran un poco de esa tristeza que venía arrastrando.

- Ya, pansycake. – le digo a Will, sonriendo. – ¿Dónde has estado durmiendo? ¿En mi cama?

- No, pansycake. – me imita. – En el sofá, o con nuestra facción.

- ¿Les dieron una sala, o algo?

- Sí. Nos repartieron por casi todo el complejo. Pero, casi no conocía a nadie, así que... prefería venir con tus padres.

- ¿Y la ropa que ensucias? Espera... no me digas, ¿mi madre te ha ayudado?

- Así es. – sonríe. – Y, tu padre tiene también un poco de complicidad en esto.

- ¿Mi padre? – río. – Vaya, creo que alguien realmente deseaba tener de hijo, a un chico. – digo, con sarcasmo. Él se sienta en mi cama, mientras saco ropa de mi armario. Huele a mi infancia y me da un nudo en el estómago.

- ¿Qué sucede?

- Nostalgia. – sonrío.

Saco unos vaqueros negros y una camiseta sin mangas. De zapatos, me pongo unas botas negras y me considero lista.

Saco los frascos de medicamento del bolsillo de la camisa, y los pongo sobre la mesa donde tengo los perfumes y el maquillaje. Will va a la sala y yo entro a la ducha de mi habitación. Mi habitación... a la que pensé que no regresaría jamás. Aquí estoy de nuevo. Viva. Con Will y mis padres.

Me quito toda mi ropa. Aún tengo el vientre hinchado. No entiendo qué sucede, pues ni me ha venido el mes. Un momento... hace una semana debió bajarme. Me observo en el espejo del baño, dejo de deshacerme la trenza. Todo empieza a tomar sentido.

Los vómitos, la constante depresión... no pasó con Al. Sí tardé en asimilarlo, pero... luego, me desahogué con Will, y todo fue mejor.

- Dios, no... – me veo el vientre, y paso mi mano. – Eric... oh, no. No... yo no puedo... no puedo estar embarazada. 

No de Eric. 


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