Maldito Cuerpo Traicionero (E...

By NessaRodriguez26

305K 15.9K 480

La versión original de Maldito cuerpo traicionero... (versión erótic) #Premios Espinelas Hace mucho quería ha... More

Sinopsis
El casino y el barman
Capitulo 1-Lina
Capitulo 2-Lina
Capitulo 3-Lina
Capitulo 4-Lina
Capitulo 5-Lina
Capitulo 6-Lina
Capitulo 7-Lina
Capitulo 8-Lina
Capítulo 9-Lina
Capitulo 10-Lina
Capítulo 11-Alex
Capítulo 12- Lina
Capítulo 14-Lina
Capitulo 15- Alex
Capitulo 16- Lina
Capítulo 17-Alex
Capítulo 18-Lina
Capítulo 19-Alex
Capítulo 20-Lina
Capitulo 21-Alex
Capitulo 22-Lina
Capitulo 23-Alex
Capítulo 24- Lina
Capitulo 25-Lina
Capítulo 26-Dany
Capitulo 27-Lina
Capitulo 28-Alex
Capitulo 29-Lina
Capitulo 30
Capitulo 31
Capitulo 32
Capitulo 33
Capitulo 34
Capítulo 35-Lina
Capitulo 36-Lina
Capitulo 37-Alex
Capítulo 38-Alex
Capítulo 39-Alex
Capítulo 40-Lina
Capítulo 41-Lina
Capítulo 42-Alex

Capítulo 13- Alex

6.9K 388 4
By NessaRodriguez26


Sin más, se dio la vuelta y se fue. Soy el más grande de los cobardes; "¿por qué no vienes conmigo?" preguntó, y yo solo me quede en silencio... Qué idiota. Al otro día que se fue, le mandé un par de fotos que le había sacado sin que ella supiera, tratando de... no sé; tal vez, quiero que sepa que pienso en ella, o buscar la forma de decirle algo más, quizá decirle que sí quiero irme con ella. La verdad, nunca nadie me había hecho pensar en esa posibilidad; ni siquiera algo similar a lo que Lina planteó. En este momento estoy en la oficina, contemplando la vista que se ve desde la ventana de esta. Antes, el hacer esto me calmaba, me ayudaba a aclarar mi cabeza; hoy solo es una pérdida de tiempo. Solo pienso en Lina, en todo lo que hicimos, en nuestras discusiones, sus retos, en todos nuestros encuentros. Recuerdo cuando volvimos del río, después que logró pararse sobre esa tabla de surf, lo contenta que estaba por ganar su desafío.

~•~

—Bueno, ahora merezco una muy buena recompensa —esbozó sonriendo cuando llegamos al hotel.

—Ok, yo me encargo de eso —le aseguré conforme apretaba el botón del ascensor.

—Me duele todo mi hermoso cuerpo, por tu culpa, Sole —Lina acusó, frunciéndole el ceño a su amiga.

—No sé por qué te quejas; hoy te van hacer masajes como te gusta, ¿no, Alex? —preguntó la pelirroja, mirándome con complicidad.

—Le haré lo que quiera —respondí sin dudar.

—Y lo que no quiera también —acotó Erik con aire divertido.

Ya dentro del ascensor, ella se masajeaba las piernas por el dolor, así que la alcé; los chicos se despidieron en el piso de Lina y nosotros seguimos a mi habitación. Después de entrar en esta, la coloqué suavemente sobre el diván.

—Quédate aquí —le avisé, depositándole un beso en la comisura de sus labios. Ella solo asintió con la cabeza.

Fui rápido a preparar el jacuzzi con sales y aceites, y cuando tuve todo listo la fui a buscar, la volví a alzar y la llevé al baño, con solo la intención de ocuparme de ella, de consentirla, y así lo hice. Le saqué la ropa con cuidado y luego hice lo mismo conmigo, la deposité en el jacuzzi con su espalda sobre mi pecho, limpié y masajeé su cuerpo; ella tiró su cabeza hacia atrás, apoyándola sobre el hueco de mi hombro.

—Esto es lindo... demasiado lindo —murmuró con los ojos cerrados.

—Lo es —me limité a decir, besando su cabello; y diablos que sí lo era. Ella se dio vuelta, colocándose a ahorcajadas sobre mí, mirándome con esos hermosos ojos grises brillantes, y yo me perdí en ellos.

Acaricié su mejilla con mis dedos, luego corrí mi mano hacia su nuca y la traje a mí para besarla; ella posó sus manos en mi cabeza, enredando sus dedos en mi cabello y haciendo más intenso el beso, como si su vida dependiera de ello; yo me uní a esa intensidad sin vacilar, besé cada célula de su cuerpo, saboreando su exquisito gusto a fresa, y ella se dejó hacer. Yo jadeé, ella gimió y succioné ese gemido que electrificó mi cuerpo; bajé de su boca, pasé por su cuello y el lóbulo de su oreja, el cual mordisqueé porque me había dado cuenta que era su punto débil, y seguí bajando hasta llegar a uno de sus pechos, donde hice mi labor de succionar y acariciar, y rozar con mis dientes; me hundí en ella cual si fuéramos uno. Mordí su rosado y erecto pezón, para luego mimarlo, la agarré del culo profundizando mis embestidas; ella tenía sus manos posadas en mis hombros, agarrándose de ellos y empujándome más. Tomé su pelo asiéndolo en mi puño y jalé de él, tirando su cabeza hacia atrás, y pasé mi lengua por su cuello hasta llegar al medio de sus pechos. Ella jadeó mi nombre cuando corrí unas de mis manos por sus nalgas y pasé un dedo por su hendidura; cuando llegué a su ano, la miré esperando su aprobación. Ella clavó su mirada en mis ojos y en ellos estaba el "sí"; con una media sonrisa penetré su ano con mi dedo índice, mientras, al mismo tiempo la embestía con fuerza; volvió a gemir y me bebí su gemido, mordió mi pecho y empezó a mover sus caderas con más ímpetu, succionando mi erección con sus músculos internos.

—Lina, por favor —jadeé.

—¿Quieres que pare? —preguntó besando mi cuello, y succionando más fuerte mi pene.

—Jamás... Voy a correrme.

—Hazlo —susurró en mi oído.

—Ven conmigo.

Esa sensación de cómo nuestros cuerpos encajaban a la perfección, y cómo perdía prácticamente el sentido cuando alcanzamos el clímax, juntos. Luego la llevé a la cama, donde inicié mi recorrido con mi lengua por su cuerpo otra vez; llegué hasta su humedad, pasé mi lengua como si fuese un helado, ella gimió y se arqueó, abrí los pliegues con mis dedos y mordí su clítoris, para luego succionarlo haciendo que grite; lo soplé, volviéndola loca, y volví a succionar; introduje dos dedos en su interior y empecé a moverlos en forma circular, al tiempo que mi lengua sobaba su clítoris; sentí cómo se tensaba, agarró mi cabeza, apretándome contra su sexo más fuerte, y bebí hasta la última gota de su esencia. No di lugar a que su cuerpo se calmara y la penetré, tomé su pezón con mi boca, jugueteando con él con mi lengua; cuando estuve cerca de correrme, metí mi mano entre nosotros y con mi pulgar presioné en forma circular su botón erecto; al poco tiempo ella se corrió, y al segundo yo la seguí. Otra vez tuve esa sensación de perfección y pérdida del sentido cuando llegué a la liberación. Después de hacer el amor, ella se durmió sobre mi pecho; yo no podía dormir, a pesar de estar cansado. Solo podía mirarla, admirarla, contemplarla, mientras dormía tan tranquila, tanta paz que destilaba, una persona diferente a la que era cuando estaba despierta.

~•~

No me quejo, me gustan sus dos personalidades, la tranquila y la inquieta, esa picardía que tiene en su mirada gris la hace única y tan deseada. Es el séptimo cielo, nunca antes me sentí así con una mujer, nunca jamás nadie me hizo sentir así, y ahora que probé esa divinidad, tengo miedo de depender de ella, de ansiarla más de lo que pueda soportar; tengo miedo de sentir el vacío y nunca poder rellenarlo, nunca me he sentido de esta manera ¿Qué me hizo esta mujer? Maldita seas, Lina, quiero el poder de seguir sin necesitar esas sensaciones que solo tú puedes darme.

—Alex —escucho una voz familiar sacándome de mis recuerdos.

—Sí —digo, girándome a encarar a Erik que entraba en mi oficina.

—¿Estás bien? —pregunta.

—Sí. ¿Pasa algo? —En quince tenemos la reunión con Miller —anuncia.

Me había olvidado por completo de esa reunión.

—Lo sé. ¿Está la sala preparada?

—Sí, están llegando todos de a poco —entrecierra los ojos—. ¿Seguro que estas bien?

—Sí, estoy bien.

—Ok. Ian llamó, dijo que está con tu madre; nos va a pasar a buscar por el aeropuerto cuando lleguemos a Estados Unidos.

Ian Russel, mi primo. Él es tan alto como yo, cabello rubio, ojos azules, y es una perdición para las mujeres. Siempre fuimos, junto con Erik, muy unidos los tres; cuando éramos jóvenes compartíamos las mujeres. Ian siempre fue el chico malo, tengo dudas de cuándo sea el día en que madure.

—Bien, seguro que algo se trae entre manos —entono, saliendo para ir a la reunión.

—Apuesta a que sí.

Después de la aburridísima pero eficaz reunión, me dirigí al hotel para terminar de hacer las valijas; Erik ya tenía todo listo, estaba ansioso por volver a casa. Yo, sin embargo, estaba actuando por inercia.

—Apúrate Alex, vamos a perder el avión por tu culpa —dice.

—Ya estoy, deja de ser tan chillón.

—Bien, pero si perdemos el vuelo me voy a quedar con tu Harley —demanda.

—Sí, claro —como si eso fuera a pasar. Al llegar al aeropuerto, lo único en lo que podía pensar, era en Lina dándome la espalada y yéndose sin siquiera voltear una vez para mirarme; me paso las manos por el rostro, diciéndome a mí mismo que termine con la paranoia.

Basta de torturarme con ella; vuelvo a casa, vuelvo a mi vida, como tiene que ser. Llegamos a Estados Unidos y, como Erik dijo, Ian estaba esperando por nosotros; vestía una camiseta negra y unos jeans oscuros, sigue con su fachada de chico malo.

—¡Ahí están Batman y Robín! —bromea, acercándose a nosotros.

—Ahí está Gatubela —le retruca Erik.

La verdad, extrañaba sus peleas verbales.

—Cuidado que tengo las garras recién hechas —replica Ian.

—¿Cómo está mamá? —pregunto, cambiando de tema antes que empiece la pelea felina.

—Bien, los está esperando; me hizo tarta de manzana, así que muevan el culo que tengo hambre.

Mi madre siempre lo consiente, yo soy hijo único e Ian también; además, él perdió a la suya cuando nació, la hermana de mi padre. Ian se crio prácticamente conmigo y mi madre, ya que su padre «al igual que el mío» viajaba mucho por trabajo; ella le dio todo lo que él quiso, y ya con treinta años todo sigue igual, nada cambió.

—A ti te hizo tarta de manzana, ¿y a nosotros no nos hizo brownies? — habla Erik, resignado.

—Qué puedo decir, soy el favorito de los tres —contesta mí primo, sonriendo con autosuficiencia.

—Tranquilo Erik, seguro que nos hizo los brownies; sabes que nunca se olvida de ninguno —lo tranquilizo.

A Ian le encanta molestarlo con eso; a pesar que Erik tiene a sus dos padres, él se siente bien cuando estamos los tres juntos y somos consentidos por mi madre. Se siente de la familia. Es de la familia. Al fin llegué a mi apartamento; después de pasar por la casa de mi madre y llenar su curioso cuestionario, como es habitual en ella cada vez que viajo, pude llegar a mi espacio personal. En fin; después de una placentera ducha estoy en la cama, en mi cama y, ¿adivinen qué? De nuevo estoy pensando en ella, en Lina, al igual que me pasó en casa de mi madre cuando me preguntó qué me pasaba que estaba raro; obviamente que le contesté que nada, pero ella siempre tuvo un sexto sentido conmigo y, por lo que dijo, creo que hoy apareció un séptimo sentido.

~•~

—Cariño, si esa chica es la indicada y se pertenecen, la vida los volverá a cruzar.

—Yo me tomé un momento para procesar sus palabras; todavía no había dicho que lo que me pasaba era una mujer.

—La dejé ir, no tuve el valor, no hice nada —confesé; la verdad es que no tenía ningún sentido negárselo a ella, siempre sabe lo que pasa.

—¿Le pediste que se quedara contigo y no lo hizo?

—No podía; tiene una hija de la cual ocuparse, pero...

—¿Le pediste ir con ella? —preguntó, como sabiendo que tenía más de una salida ese día.

—Me pidió que vaya con ella —admití.

—Oh— exclamó y se tapó la boca con la mano, intuyendo lo que respondí, ya que estoy aquí.

—No supe qué contestar, qué hacer; solo me paralicé, mientras ella esperaba una respuesta... No pude hacer nada —resigné suspirando.

—Solo hay dos días en el año en los que no se puede hacer nada; uno se llama ayer, y el otro mañana...—citó ella, y yo complete.

—Por lo tanto, hoy es el día ideal para amar, creer, hacer y, principalmente, vivir... "Dalai Lama" —susurré.

—Sí, hijo; solo tómate un tiempo para pensar qué es lo que en verdad quieres. Hazte su pregunta una y otra vez, hasta que tengas la repuesta —diciendo esto me besó en la mejilla, y se giró para irse.

—Y cuando tenga la repuesta, ¿qué se supone que debo hacer? —pregunté, tratando de pararla.

—Teniendo la repuesta a su pregunta, tendrás la repuesta a tu pregunta —dicho eso se fue; me dejó mirando su espalda, más confundido de lo que llegué. Gracias, madre.

~•~

¿Él timbre a esta hora? Solo puede ser una persona, o dos, y no quiero abrirles; no pienso abrirles. Mierda, me olvidé que Erik tiene la llave de repuesto.

—¡Si te estás masturbando, es mejor que lo dejes en este preciso momento, porque vamos a entrar! —grita Ian desde afuera de mi habitación; voy a tener que sacarle esa maldita llave a Erik.

—¡Váyanse, o los dos van a tener un accidente contra mis puños! —les grito; para nada, porque ya estaban entrando.

—Tranquilo, badboy, vengo a tomar unas cervezas contigo —dice, entrando con las manos levantadas, mostrando las cervezas.

—¿Por qué no toman ustedes dos juntos, y me dejan descansar en paz?

—No es divertido; ya sabes cómo se pone tu primo de cariñoso cuando toma, se vuelve pervertido —declara Erik.

—Dios, la relación de amor-odio de ustedes ya me tiene cansado.

—Sabes que sin nosotros no podrías vivir; ahora, levanta tu trasero de esa cama y vámonos —exclama Ian, y yo comienzo a reír. Ellos me miran, atónitos por mi reacción.

—¿De qué carajos te estás riendo? —pregunta.

—Me acordé de algo, nada más —contesto, ya solo sonriendo.

—¿Y de qué, si se puede saber? Digo, así nos reímos todos —sigue preguntando.

—De nada, dame una cerveza —demando sentándome en la cama.

—Es mejor que hables, si no quieres las cervezas derramadas en tus lindas sábanas de seda —amenaza.

—Tu expresión, ¿ok? Solo eso —contesto.

—¿Qué expresión? ¿Qué dije? —pregunta sin entender.

—Nada; dijiste trasero y me acordé de algo, solo eso... Ahora, dame mi cerveza.

—Ya entiendo —murmura Erik.

Él sabe bien a qué me refería, sabe que me acordé de Lina, otra vez; maldita sea.

—Lo que sea, pero no te doy nada —asevera Ian.

—¿Por qué no? —cuestiono. —Porque cambié de opinión, vamos a tomar afuera —demanda.

—Nada de eso, quiero la comodidad de mi casa —replico.

—No, primo; la comodidad de tu casa la tendrás mañana, hoy no.

—No quiero, en serio; recién llego, maldita sea —hablo indignado.

—Vamos, Alex, la pasaremos mejor en un bar —esboza Erik.

—No a un bar cualquiera, vamos a lo de Billie, él mejor bar —declara Ian.

—Como sea, da igual, vamos —suelto, resignado. Llegamos al bar de Billie y, después de saludarlo, nos dirigimos a nuestra mesa de siempre.

—¿Qué van a tomar? —nos pregunta una mesera; debe ser nueva, porque no la conozco.

—Tres cervezas, cariño —contesta Ian.

Definitivamente era nueva, él ya estaba midiendo el terreno; ella se limitó a sonreír y asentir con la cabeza. Tiene ese efecto con todas las chicas y él lo sabe, y como es de esperar, lo utiliza siempre.

—Vamos Ian, ¿en serio? ¿Con la mesera? Si se entera Billie, te vuela las pelotas —le dice Erik después que la chica se fue.

—¿Qué tiene? Es sexy, y Billie no se tiene por qué enterar —espeta.

La verdad que sí, es una chica muy sexy; alta, delgada, cabello castaño y ojos color miel. Una mujer muy linda.

—Como digas; yo no me arriesgaría, me gustan mis pelotas donde están —aconseja Erik.

—¿Cómo te llamas, preciosa? —pregunta mi primo a la mesera cuando se acerca a dejarnos las cervezas, ignorando completamente lo que le dijo Erik.

—Marissa — responde, con timidez, sonriéndole, antes de ir a atender otra mesa. Dios, ya la tiene donde quiere.

—Mira quien está allí —señala Ian, casi gritando.

Miramos hacia el lugar donde señalaba; luego de ver a la persona que apuntaba, nos miramos con Erik. No puede ser. ¿Qué hacía ella aquí? Nuestras miradas se encontraron y me sonrió; luego de unos segundos, se estaba levantando y caminando hacia nosotros.

—Hola —saluda, sonriendo cuando se acercó a nuestra mesa.

—¿Cómo estas, Rachel? Tiempo sin verte —responde Ian. Rachel Sanson, mi ex, es una hermosa mujer, con su cabello oscuro, ojos canela, nariz refinada, y muy buena en la cama debo aclarar; estuvimos juntos creo que como dos años.

Después que nos separamos, a veces, cuando nos encontrábamos por casualidad, teníamos lo que se dice "sexo casual". Pero eso fue hace ya un tiempo, ya que se había comprometido con un tipo británico cuyo nombre no recuerdo, sinceramente.

—Bien, visitando viejos lugares; y tú, Alex, ¿cómo has estado? —me pregunta.

—Bien, trabajando como siempre. ¿Y tú prometido?

—De hecho, ya no tengo más un prometido —entona con complicidad—. Oigan, estoy con unas amigas. ¿Podríamos sentarnos con ustedes? —pregunta y con Erik nos miramos, ya que nuestra situación no era la misma de antes; él estaba con Sole, y yo todavía no podía sacarme de la cabeza a Lina.

—Claro —entona Ian sin pensarlo dos veces. Genial, él no sabe que Erik ya no está solo.

Ella les hizo señas a sus amigas y se unieron a nosotros.

—Ellas son Anna y Regan —presenta señalando a sus amigas—. Ellos son Ian, Erik, y Alex —hace énfasis en mi nombre como marcando territorio; ahí vamos.

Después de tomar demasiado, todos sin excepción, Ian se encontraba bailando con una de las amigas de Rachel; un baile muy comprometido, ya tiene a quien llevar a su cama. Erik estaba, con todas sus fuerzas, tratando de mantener a la otra amiga de Rachel a la distancia, lo cual se le complicaba, ya que con cualquier movimiento ella procuraba rozarlo de alguna manera. Yo estaba escuchando a Rachel, o eso aparentaba.

—No estás conmigo —la oigo decir conforme me acaricia la mejilla con sus largos dedos.

—¿Qué quieres decir? —pregunto, haciéndome el desentendido.

—Que no me escuchas —susurra en mi oído.

—Disculpa. ¿Qué me decías?

—Vamos a bailar —arremete ella.

—No, no creo que sea buena idea —niego sutilmente.

—Oh, vamos; recuerdo que te movías muy bien —ronronea, y no me dio tiempo a replicar: me arrastró hacia la pista.

Estuvimos bailando; mejor dicho, ella me bailo, literal, rozó y frotó todo su cuerpo contra el mío, mientras yo trataba de separarla de mí siendo sutil. Pero hacia caso omiso a mi reacción.

—Quiero recordar viejos tiempos contigo —susurra en mi oído y luego pasa su lengua por él; antes, con ese acto se me hubiera puesto dura, pero esta vez no sentí absolutamente nada.

—Creo que va hacer mejor que me vaya a casa —le aviso, ignorando su insinuación.

—Eso me gusta, vamos a tu casa —exclama, tira de mí y me besa; yo me dejo llevar, hasta que no sé por qué se me cruza Lina en la cabeza.

Mierda; la separo de mí.

—No, Rachel, me voy solo a mi casa; no quiero ser grosero, pero no quiero estar contigo —le aclaro.

—¿Hay otra mujer? —cuestiona.

—Sí... No —contesto, bajando la cabeza.

—¿Sí, o no? —vuelve a preguntar.

—Solo quiero estar solo, Rachel; lo siento —dicho eso, me doy la vuelta y camino hacia la mesa a buscar mi chaqueta; en ese momento Erik me visualiza y me suplica con la mirada que lo salvara, él nunca fue bueno para sacarse de encima a las mujeres que no le interesaban, teme ser grosero, entonces me acerco—. Erik, nos tenemos que ir; lo siento muñeca, pero... cosas del trabajo —diciendo eso e ignorando la cara de decepción de la mujer, nos marchamos de ahí.

Continue Reading

You'll Also Like

2.8M 195K 58
¿Cómo arruinar una amistad de muchos años en solo una noche? Simple , con una fiesta y alcohol...Mucho alcohol. Chase Macdaniel y Blue Mitchell l...
3M 156K 62
Ada hace dos años se había enamorado como nunca, ella creía que Alexander era su verdadero amor.Pero como casi siempre pasa el la uso y la engaño...
5.8M 423K 121
Gracias, gracias :) #2 30/08/16 #1 10/09/16 #1 22-23/09/16 #1 25-27/09/16 #3 28/09/16 Código de r...
2.7M 176K 73
"La vida no suele darte una segunda oportunidad, pero a él le ha dado dos semanas" Para Jill Jones pedir ayuda al padre de su hija nunca fue una opc...