Los Warner #1: ¿Podrás ser sa...

By Maaaacp

92K 5.6K 435

Amanda y Clar han vivido toda su vida en un pequeño y tranquilo pueblo. Todo el mundo se conoce y todo es dem... More

Capítulo Uno
Capítulo Dos
Capítulo Tres
Capítulo Cuatro
Capítulo Cinco
Capítulo Seis
Capítulo Siete
Capítulo Ocho
Capítulo Nueve
Capítulo Diez
Capítulo Once
Capítulo Doce
Capítulo Trece
Capítulo Catorce
Capítulo Quince
Capítulo Diecisiete
Capítulo Dieciocho
Capítulo Diecinueve
Capítulo Veinte
Capítulo Veintiuno
Capítulo Veintidós
Capítulo Veintitrés
Capítulo Veinticuatro
Capítulo Veinticinco
Capítulo Veintiséis (Final)
PGP2016 ¡Ganamos! 💜
"Los Warner: #02"

Capítulo Dieciséis

2.3K 175 8
By Maaaacp

Me quedé congelada por unos segundos en la puerta, mirando fijamente a quien tenía en frente ¿Podría ser el padre de Max? Tenían un cierto parecido que me llamaba la atención. El hombre me miró mucho más serio de lo que ya lo estaba, como esperando a que yo dijera algo, pero no era capaz de hacerlo, así que él dio un paso al lado y con su diestra me hizo un gesto hacia la casa para que entrara.

Mis rodillas temblaron en cuanto logré moverlas, odiándome por ello, no podía verme débil o miedosa, tenía que parecer que nada de esto me afectaba, aunque fuera una fachada. Ellos tenían que darse cuenta que estaban frente a alguien que pelearía por su vida. Estaban completamente locos si pensaban que vendría a entregarme tan fácilmente. Tengo una vida, tengo sueños por cumplir, un brillante futuro por delante, una familia que se preocupa por mí y... a Max. Tengo a Max.

Una vez ya en el salón me di cuenta de que había más personas de las que creía. En el sofá se encontraban sentados dos hombres y una mujer, frente a estos, en las butacas, estaban dos mujeres más y de pie, el hombre que me recibió y otro que estaba apoyado contra un costado de la chimenea. Todos vestían de negro, a diferencia de las mujeres que usaban un pañuelo rojo en sus cuellos ¿Qué era esto? ¿Habíamos pasado de filmar Romeo y Julieta a Matrix?

- Por favor, siéntate.

Me indicó uno de los hombres que ya estaba sentado. A simple vista era el mayor de todos. Su rostro estaba bastante arrugado y sus ojos algo caídos, su cabello también se veía afectado por su edad, era una combinación entre negro y blanco. Yo negué con mi cabeza y me quedé de pie, prácticamente al lado del umbral que daba hacia la puerta principal. Ante cualquier índole de peligro que sintiera, mi plan era uno solo, correr.

- ¿Piensas que alguno de nosotros le haría daño a una chiquilla como tú?

Preguntó ahora el tipo que estaba parado al lado de la chimenea. Lo dijo en un tono burlesco, como si se estuviera riendo de mí. Él tenía la voz muy parecida a la de Eric.

- No.

Dije intentando sonar segura.

- Porque no lo haremos. Has venido por tu cuenta, y eso te beneficia a que si hubieras venido con Max, por cierto ¿Dónde está?

Sí, definitivamente el tipo que me abrió la puerta y el que ahora me hablaba, era la misma persona que había estado discutiendo horas atrás con Max. Su padre.

- No lo sé.

Me hice la desentendida.

- Sabemos que estás mintiendo. No deberías haberme permitido contacto visual. Leo tu mente, Amanda.

¡Maldición! Se me había olvidado ese pequeñísimo pero importante detalle. Ahora el padre de Max podía saber lo que pensaba, ahora podía descubrir todo lo que yo había estado planeando. Mi plan se había ido directamente por la borda.

- Si lo sabes, entonces no creo que sea necesario que me preguntes.

Contesté sonando más segura de lo que mi cuerpo y rostro demostraban. Mierda. Mis manos ya comenzaban a sudar, aquí hacia demasiado calor para ser pleno invierno.

- Perfecto.

Dijo alzando su voz y se volteó mirando a los demás.

- Solamente –continuó- nos faltarían dos humanos y podríamos comenzar con lo de siempre.

- ¿Qué hay de mis padres? Necesito despedirme de ellos, no puedo desaparecer así como si nada.

- Oh no te preocupes –habló ahora el mismo tipo que estaba recargado contra la chimenea- usaremos el mismo plan de siempre. Les dejas una carta y les dices que te vas porque estás aburrida de tu vida, a las pocas semanas después encontraran tu cuerpo en algún río cerca del pueblo –dijo con indiferencia, como si fuera la cosa más fácil y obvia del mundo-

Era un completo idiota. ¿Cómo podía burlarse de algo así? Podían no tener sentimientos propios, podían claramente importarle un carajo lo que sentíamos, pero eso no justificaba la forma tan cruel que tenía para decir las cosas.

- ¿Qué pasara con Max?

- Max y todo su grupo de amigos recibirán el castigo que corresponde por no acatarse a las reglas.

Se dirigió a mí el mayor de todos.

- ¿Qué castigo?

Pero antes de que alguien pudiera responderme, el tipo que estaba recargado sobre la chimenea, dio un paso hacia adelante llamando la atención de todos.

- ¡Eric no! Él hizo lo que tenía que hacer. Él nos dijo la ubicación de donde se encontraba tu hijo. El mío queda fuera de esto.

- ¡No hay excepciones! Tu hijo también traicionó a su comunidad. A todos nosotros. Lo mismo pasa con Victoria y Noah. Todos deben de ser castigados.

Sentí como lentamente mi meta fue quedando de lado, ahora la discusión se trataba sobre quienes debían de ser castigados y quienes no, pero ¿Por qué castigarlos? No podía lograr entender la forma en la que ellos vivían, ni el porqué de su odio a nosotros. Técnicamente eran iguales a nosotros, no había diferencia física a excepción de que eran altos, delgados y de ojos muy expresivos y muy abiertos, pero eran como cualquier ser humano. No encontraba una razón lógica para que ellos quisieran a toda costa siempre estar alejados de nosotros. Sí, eran diferentes, tenían disque 'poderes' pero si la gente no se enteraba de eso, podrían vivir normalmente, como yo. Como vivía yo antes de conocer a Max.

Miré a mi alrededor esperando encontrar algún tipo de salida o alguna puerta en donde pudiera meterme y esconderme dentro, pero todo estaba demasiado lejos de mí ¿Por qué rayos la casa era tan grande? La mía era una alpargata a su lado. De pronto la puerta principal se abrió de par en par y todos nos volteamos a ver quién era. Yo inmediatamente pensé que sería Max, que había venido a buscarme, a ayudarme a salir de aquí, pero casi me caí de la sorpresa cuando vi a Luis, mi padrastro, entrar por esa puerta con su cara echa una furia y con una mirada directa hacia el padre de Max.

- Dijiste que no tocarías a nadie de mi familia, esto es romper el trato, Warner.

Dijo con una voz fuerte e intimidante. Nunca lo había visto tan molesto.

- Y he respetado el trato, pero ella no es de tu linaje, no lleva tu sangre.

- ¡No la trates como si fuera un animal! Es humana, es igual que tú y yo. La sangre no importa, ella pasó a ser mi hija cuando me casé con su madre.

El padre de Max soltó una risa bastante sarcástica, que incluso me hizo sentir incómoda. Nunca antes había escuchado a Luis hablar tan decidido con alguien y más me impresionaba que él intentara protegerme a mí, alguien que efectivamente ni siquiera llevaba su sangre.

- No me vengas con sentimentalismos, Baker. Sabes de la existencia de Alma, y sabes perfectamente lo que hacemos para poder continuar con su existencia y la nuestra.

- ¿Le harás a tu hijo lo mismo que te hiciste a ti? ¿Eres tan canalla de repetir la historia?

Mis ojos se abrieron como platos. Oh por Dios. ¿Qué acababa de decir Luis? De inmediato miré a la madre de Max, quien automáticamente bajó el rostro. Una cierta decepción se adueñó de su rostro y soltó un casi imperceptible suspiro, a la vez que restregaba sus manos sobre sus piernas. Se veía incomoda y nerviosa.

- ¡Cállate! Creí que éramos amigos, no tienes por qué sacar cosas del pasado. Hice lo necesario para continuar con la existencia de Alma y es lo que seguiré haciendo hasta el fin de mis días.

- ¡Éramos amigos! –gritó Luis- hasta que me di cuenta del plan de tu hijo para con mi hija. ¿Crees que permitiría que le hicieran daño? ¿Qué la toques siquiera?

- ¡Max no sabía que era tu hija! –grito de vuelta-

Paso un segundo de silencio y de repente las luces de la casa comenzaron a tintinear. No. Ya había vivido esta escena antes con Max, sabía lo que pasaría. Las ampolletas comenzarían a explotar y las cosas a caerse.

Luis y el padre de Max, de quien no sabía si no recordaba su nombre o siquiera Max me había dicho alguna vez como se llamaba; no dejaban de mirarse fijamente y con sus manos empuñadas, como si ambos estuvieran esperando el momento exacto para atacarse. El resto de los fundadores solo los miraban expectantes. Quien más lo disfrutaba era el padre de Eric. Parecía como si siempre hubiese esperado a que ese momento llegara entre ambos.

Yo me encontraba en medio de todos, cualquier intento que hiciera para escapar del lugar, podía quizás terminar de una manera trágica, y por lo menos no quería morir por culpa de algún movimiento mal calculado.

- Para esto, Warner. Amanda puede ser la excepción a la regla.

- No lo entiendes ¿Cierto? –Rio con ironía- Es ella o somos nosotros. Y no me importa quitar una vida humana si así puedo continuar con la vida de mi comunidad.

- Pero ella es...

En cosa de segundos todas las ampolletas que estaban encendidas explotaron y nos vimos envueltos en una oscuridad absoluta. Pestañee un par de veces para adaptar mi vista a la oscuridad pero entonces se me ocurrió una brillante idea, era mi momento de intentar escapar sin que me vieran.

- ¡Que no escape!

Gritó el padre de Eric.

Me importaba un verdadero carajo el chocar con las paredes, muebles o botar cualquier cosa. Ellos sabían que yo intentaría escapar y era lo que haría. Sí, había querido parecer valiente al presentarme frente a ellos sola, pero no iba a ser tan tonta como para regarles mi vida en bandeja.

Intenté correr por el único pasillo que había divisado segundos antes de que se cortara la luz. Choque contra la esquina de un mueble y maldecí a los cuatro vientos. ¡Maldición! Los golpes en los pies dolían un montón. Estiré mis manos y corrí de nuevo cuando sentí que alguien venía detrás de mí. Al fondo del pasillo pude divisar una pequeña luz, que se encendía y se apagaba de vez en cuando. Me metería dentro de esa habitación y luego intentaría salir por la ventana, era mi mejor plan de escape.

- ¡Corre! No dejes que te atrapen.

Escuché el grito de Luis a mi espalda para luego ser callado conteniendo el aire. Lo habían golpeado. Quise devolverme y ver si estaba bien, pero en esta oportunidad me preocuparía por mi vida, a él no le pasaría nada, él tenía ese estúpido trato con el padre de Max, yo no.

Estaba a tan solo unos pasos más de llegar a mi escape, cuando sentí que alguien me tiró con fuerza hacia atrás tomando mi brazo, provocando que me golpeara la cabeza contra la pared que tenía a mi espalda. Me habían atrapado.

- Más te vale que corras. Que corras un montón y sin mirar atrás porque en el momento en que ellos te encuentren de nuevo, dejarás de existir al instante.

Sabía perfectamente bien quien me estaba hablando. Era el hombre canoso, el que me pidió que me sentara cuando llegué. ¿Por qué intentaba ayudarme? No, mejor dicho ¿En serio estaba ayudándome o era una trampa en donde quizás al salir estaría lleno de Rogenes? Él soltó mi brazo y yo en un segundo salí corriendo hacia la habitación que había visto antes. Me importaba un carajo saber si de verdad quería ayudarme o no, pero tenía que salir de aquí si quería continuar con vida.

Tal y como lo había previsto, había una ventana que daba hacia la calle. Torpemente mis dedos intentaron abrir la ventana pero esta no cedía, era como si estuviera trabada. Escuché como los pasos de alguien se acercaban hasta la habitación en la que me encontraba y en un intento de desesperación lancé lo primero que encontré cerca, contra la ventana, provocando que esta se rompiera, haciendo un gran estruendo dentro de la casa. Llamaría su atención, pero era la única forma que tenía para salir. Me lancé por en medio de los vidrios rotos y caí de boca sobre el césped. ¡Mierda! Estaba segura que me había dañado en alguna parte porque me costó más de lo normal ponerme de pie.

Corrí. Tal y como el hombre canoso lo había dicho, corrí y corrí. No sé por cuantos minutos u horas estuve corriendo, pero todo a mi alrededor estaba oscuro, era como si hubiesen apagado las luces del pueblo adrede. Estaba sola.

No tenía mi celular, dinero u algo que me pudiera servir para ocultarme en cualquier estúpido motel del pueblo. No podía ir a la casa de Clar porque ella se encontraba con Victoria ¿Dónde? Ni idea, solo recuerdo que Max le dijo que la llevara con Noah y que luego se verían en donde habían quedado ¿Dónde se suponía que sería eso? ¿La cabaña? ¡Dios! La cabaña quedaba a las afueras del pueblo, me tardaría horas caminando y en verdad ni siquiera recordaba donde quedaba. Ese día me dormí en el auto de Eric en medio del recorrido. ¡Maldición! ¡Mi auto! Tenía que conseguir mi auto.

Busqué mi reloj en la muñeca pero no lo encontré. Tampoco me lo había puesto. Me miré de pies a cabeza cuando vi me reflejo frente a una de las tantas vitrinas de tiendas de ropa que había por el centro, me veía espantosa. Estaba usando una calza negra, un poleron demasiado ancho para mi gusto en color verde, zapatillas de deporte y mi cabello estaba algo desordenado. Me acerqué un poco más para inspeccionar mi rostro. Tenía dos cortes en la ceja derecha de donde caía una pequeña hilera de sangre, nada muy de vida o muerte, algo sin importancia.

¿A dónde se suponía que tendría que ir ahora? No podía ir a casa, ni a casa de Max, ni a la de Clar, ni a la casa del hermano de Clar, ni a la de los abuelos de mi hermano, ni siquiera a la cafetería en donde ya ni recordaba la última vez que había ido a trabajar. No tenía donde carajo ir. Di un fuerte y hondo suspiro y me dispuse a seguir caminando por las calles del pueblo. Estaba todo demasiado oscuro, quizás serían las once o doce de la noche, mis piernas me dolían y los pies me ardían por haber corrido con tanta fuerza en tan poco tiempo. Me sentía agotada física y mentalmente ¿En qué momento todo se había vuelto un problema? ¿Qué tenía en la cabeza cuando se me ocurrió seguir con Max cuando sabía lo que era? Fui una estúpida, una real y vil estúpida chica de 17 años que se enamoró del típico chico raro y distinto de la escuela.

Llevaba horas vagando por las calles del centro del pueblo. Dando vueltas por las mismas cuadras. Ya me sabía todo de memoria, pero intentaba siempre buscar algo distinto para no sentirme más asustada de lo que ya me encontraba. El frío ya me había entumecido los pies y las manos, necesitaba tomar algo caliente. La luz de un auto que venía a gran velocidad por la calle contraría a la que iba yo, llamó mi atención. De seguro que serían los típicos adolescentes idiotas que le habían sacado el auto a uno de sus padres para irse de fiestas.

En cosa de segundos el auto ya se encontraba a mi lado, las puertas traseras se abrieron y alguien salió de adentro tapándome la boca con una de sus manos y con la otra intentando arrastrarme dentro. Mierda, me estaban secuestrando. Intenté forcejear con el tipo, golpeándolo con mis pies o con mi brazo, pero él tenía demasiada fuerza a diferencia de mí, yo era una debilucha, siempre lo he sido. Me metió dentro del auto y luego todo se volvió oscuro cuando sentí que me clavaron algo en el cuello.

Maldición. Me dolía el cuello, sentía un peso horrible sobre mí. Moví mi diestra para sacarme el cabello que tenía sobre mi rostro pero algo me impidió siquiera intentar mover mi brazo. Abrí mis ojos de un solo golpe y la luz que tenía frente a mí me cegó por completo. Rayos ¿Qué estaba sucediendo aquí? ¿En dónde estaba? Lo último que recuerdo era... Era que me subían a un coche a la fuerza. Intenté mover mis brazos, pero no pude. Miré desesperadamente a mi alrededor y me di cuenta que estaba sentada sobre una silla, en medio de una habitación totalmente oscura y al parecer solitaria, en donde me tenían iluminada con una luz demasiada intensa, como si quisieran impedir que tuviera los ojos abiertos o que lograra mirar más allá de la maldita luz. Mis brazos se encontraban amarrados a mi espalda, al igual que mis piernas estaban amarradas a las patas de la silla.

- ¿Asustada?

Escuché la voz de alguien. Esa voz, me parecía demasiado conocida. Intenté mirar más allá de lo que la luz me lo permitía, achicando mis ojos a más no poder, pero no conseguía ver nada. Todo estaba demasiado bien planeado.

- ¿Dónde estoy? ¿Qué quieren de mí?

- Ey, tranquila. La diversión recién comienza.

Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Ahora lo recordaba. Era Eric. Esa era la voz de Eric.

- ¿Eric?

Pregunté en un susurro.

- Bingo -Rio con sarcasmo- Como simplemente me utilizaste para llegar a Max, pensé que no te acordarías de mi voz.

- ¿De qué estás hablando? ¿Esto es por Max?

Intenté no sonar tan asustada. Aunque creía que podía confiar en Eric, el tono de su voz, su risa y la manera en cómo me tenía amarrada me causaba algo de miedo. Había aprendido algunas cosas de él mientras disfrutaba de mis emocionantes y normales días de noviazgo con Max, pero este no era el Eric que yo recordaba. Estaba distinto.

- Quizás. No lo sé. Pero me divertiré viendo lo desesperado que estará al saber que no puede encontrarte y que jamás podrá hacerlo.

- ¿Por qué no me matas y ya? Eso es lo que quiere tu padre. Lo que quieren todos ustedes de mí. ¿Piensas dejarme encerrada toda una vida?

- No he dicho que mi intención sea matarte, eso podrán hacerlo los fundadores, cuando se me dé la regalada gana de entregarte a ellos. Puede que sea mañana, como puede que sea nunca.

- ¿Qué? –chillé- ¿Estás loco? ¡No sacas nada con tenerme aquí! Todos están buscándome ¿Crees que no me encontraran?

- ¡Claro que no lo harán! –rio- Jamás sabrán donde estás.

No sonaba igual al Eric que había conocido meses atrás. No sabía si era cosa mía, imaginación o quizás qué, pero su voz tenía un cierto toque de maldad, como si de verdad estuviera disfrutando de ver a otra persona sufrir.

- ¿Por qué lo haces, Eric? ¿Qué ganas con esto?

- No se necesita ganar algo para querer hacer algo.

Suspiré. Quizás si intentaba disculparme por hacerle falsas ilusiones, si lograba cerrar o curar esa herida que le había formado, me dejaría ir. Por mucho que ellos dijeran que no sentían, sabía en el fondo, que si lo hacían, de alguna u otra forma ellos lograban sentir algo de dolor, esperanza, amor, cualquier cosa.

- Lo siento, Eric. De verdad lo siento. Me sentí atraída por ti, lo admito, pero no sentí nada más que una simple atracción. Me la pasaba bien contigo, me hacías reír, te preocupabas por mí, pero no sentía esa química que sentía con Max. Lo siento por hacerte falsas ilusiones.

Un silencio se apoderó de la habitación cuando terminé de hablar. Solo escuchaba mi respiración, ni siquiera sabía si él seguía aquí, si siquiera me había escuchado. Así que volví a hablar.

- De verdad yo no quise...

- ¡Cállate maldita sea! –gritó abalanzándose sobre mí y colocando una de sus manos sobre mi cuello, asfixiándome- Tú no tienes idea de lo que yo sentía por ti. Me usaste, simplemente querías llegar a Max, así que me usaste a tu antojo.

- No... yo... no... te... use...

Hablé en un hilo de voz, tosiendo entre medio. Estaba asfixiándome. Mis ojos se abrieron más de lo normal e intenté moverme sobre la silla, provocando que esta se balanceara, casi cayendo hacia un lado, pero Eric me tenía tan fuerte tomada por el cuello, que solo provoco que me apretara más.

- E-e-e-r-ric

Susurré cuando sentí que ya no podía respirar. 





Continue Reading

You'll Also Like

1.2M 144K 199
Este es un fanfiction. El trabajo original, así como los personajes pertenecen a la autora china Meatbun Doesn't Eat Meat. Datos de la obra original ...
58K 3.3K 21
--Kayla,-- él susurró incitantemente, y su cálida respiración acarició mi mejilla.--Es el momento. Las lágrimas cayeron de mis ojos. Sacudí mi cabeza...
Secretos By Eliza

Fanfiction

5.3K 192 22
Ahora que Zayn volvió a irse, Jamie se vuelve más apegada a su hermano sin saber lo que él hizo. Sin embargo, hay alguien que si lo sabe y no permiti...
2.8K 243 30
-Ya chamo dame mi arepa! -Estire mi mano mirando al tipo este nuevo. -No. -dicho eso comió un pedazo de mi arepa. hijo de... -Mira carajito, ahora...