Capítulo Veinticuatro

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Lo recordaba. Ahora recordaba todo lo que había pasado en estos últimos meses. Recordaba cómo me habían mentido cuando desperté en el hospital, recordé cómo Clar se había atrevido a mentirme a la cara, todos se habían estado burlando de mí todo este tiempo. Todo el mundo sabía que el padre de Max no quería a los humanos de por sí, solo me quería a mí, solo necesitaba mi alma. Simplemente fui un muñeco para ellos, hicieron lo que quisieron conmigo, y ahora que había logrado crear sentimientos por Max, que me había vuelto a enamorar de alguien, me querían muerta.

Sentía que mi cuerpo ya no me pertenecía, era como si estuviera flotando, intentaba moverme, intentaba abrir mis ojos, pero no podía, todo pesaba más de lo que recordaba. ¿Estaba muerta? ¿Eso era lo que me sucedía, ellos habían logrado matarme? Parecía ser que sí lo habían logrado, no escuchaba ruidos a mí alrededor y me sentía extraña, muy extraña, era como si de verdad mi alma hubiese abandonado mi cuerpo.

Si pudiera retroceder el tiempo y me dieran la opción de conocerlo o no conocerlo, sin pensarlo dos veces, hubiese aceptado conocerlo. Él llamó mi atención desde el primer día que lo vi en la escuela, siempre iba con sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón, con el ceño medio fruncido y su mirada de "no me interesas". Recuerdo el primer contacto físico que tuvimos, en la clase del profesor Aburto, si hubiese estado enterada en ese instante que él había planeado indirectamente nuestro encuentro, hubiese pensando que era un psicópata loco obsesionado, bueno, lo pensé en su momento, pero sería con justa razón. Quizás no llegamos a ser oficialmente novios, aunque todo el mundo pensaba que lo éramos, y aunque yo pensara lo mismo, pero él nunca me lo pidió oficialmente, tampoco caminábamos tomados de la mano con mucha frecuencia, aunque el fuera algo frío o distante, cosa que comprendía porque no sabía cómo expresar lo que sentía, sabía que él me quería, o que por lo menos sentía algo especial por mí.

De pronto sentí que un calor abrazador comenzó a formarse en mi pecho, necesitaba verlo, quería verlo una vez más, quería decirle que a pesar de todo lo que había sucedido, a pesar de que me mintió y me utilizó en su momento, que lo quería, y que lo perdonaba por ello. Sí, sé que solo una tonta jodida de la cabeza diría eso cuando está a las puertas de la muerte, y solo por culpa de él, pero ¿Qué más podía hacer? Solo quería verlo una vez más, solo necesitaba sentir un abrazo de su parte.

- ¡Amanda! ¿Me escuchas? ¡Despierta maldita sea!

Mis ojos se abrieron de un salto y comencé a toser desesperadamente ¡Mierda! ¿Qué había pasado? ¿No estaba muerta o ya estaba en el cielo o algo por el estilo? Miré desconcertada a mí alrededor hasta que de pronto mi vista se fijó en la silueta de alguien. No lograba ver bien, todo estaba demasiado oscuro y la verdad es que no sabía si esto era real o si estaba soñando.

- ¡Dios! ¿Por qué lo hiciste? –preguntó casi en un grito- ¿Por qué te subiste a su jodido auto?

Esa voz.... Esa era la voz de Eric.

- ¿Eric? –pregunté en un susurro-

- Pensamos que llegaríamos tarde... -suspiró y se sentó a mi lado, tomando mi mano- creímos que te perderíamos.

Recordaba todo, no tenía necesidad de preguntarle qué había pasado para que yo me encontrara así, pero sí tenía que saber por qué estaba despierta. Creí que había muerto, sentí que mi alma había abandonado mi cuerpo, me sentí totalmente libre por unos instantes.

- ¿Cómo es que estoy viva?

Eric apretó un poco más mi mano y luego suspiró.

- Llegamos a tiempo, Amanda, solo eso puedo decirte. Llegamos a tiempo.

Los Warner #1: ¿Podrás ser salvada?Where stories live. Discover now