Nadie podía imaginar el sufrimiento que una persona tan vulnerable y frágil como lo era él podía guardar en su interior.
Tristeza y más tristeza cargada a su espalda mezclada con traiciones y malos recuerdos que ni durmiendo desaparecían de su mente.
Aquel chico de rizos oscuros y sonrisa brillante ya no estaba. Se había ido. Por ninguna parte podías verle aunque lo que sí quedaba de él era su cuerpo. Al menos...
Vagaba de un lado a otro y si no tenía fuerza simplemente se desplomaba sobre el colchón de uno de los lujosos hoteles en los que se hospedaba y ahí se quedaba. Permanecía quieto, mirando el techo o sus manos mientras esperaba que algún día alguien le salvara de todo aquello.
Se quedaba mirando la puerta del hotel pensando qué ocurriría si de repente escapara, si ideara un plan para escabullirse de todos y lograra salir de allí. Pensaba que por casualidad, por cosas del destino o lo que fuera, podría chocarse con alguien que con una simple mirada le cambiara la vida.
Sería tan fácil y rápido.
Una persona que le quisiera, que le cuidara, que le escuchara y sobretodo... Que le creyera.
" Estoy cansado de repetir que soy inocente. Aunque si dejo de decirlo, al mundo le va a dar igual. Porque no van a escucharme... Aún así el mundo sigue preguntando. "
Frases así escuchaban las paredes más de cien veces al día y sin exagerar.
Al despertarse era así, mientras su médico solo le pedía que se calmara y se cuidara.
" Nadie puede echarme de menos ahí fuera. "
Su médico y amigo David Adams, solo le daba ánimos y palmaditas en el hombro mientras el chico solo miraba al suelo o jugaba con sus pulgares.
" No vuelvas a beber. Y las pastillas para dormir, solo tómalas por la noche. "
Solía decirle antes de salir de la cara habitación de hotel. Pero él, no hacía caso. Seguía arañando paredes, destrozando puertas, escribiendo en el suelo, haciéndose daño así mismo bebiendo y tomando pastillas hasta que caía dormido durante no solo horas, sino días.
No daba señales de vida y su estado cada vez era peor y más preocupante. Sus padres llamaban diariamente y su mánager Frank, solo decía la misma mentira de siempre : "está muy ocupado".
¿Cuántas veces más iba a creer Katherine esa mentira?
No podía continuar actuando. Por supuesto lo intentó, por sus fans, sus seguidores fieles que estarían esperándole en aquellos enormes estadios de fútbol para deleitarse con su grandiosa voz y su increíble espectáculo pero aquel chico no podía dar más de dos pasos sin caerse.
Sus fans tuvieron que entender que el momento por el que su ídolo estaba pasando era bastante complejo y traumático para él pero, ¿qué sabían sobre lo que ocurría en realidad?
Sin pensarlo dos veces Frank, David y algunos "hombres" del muchacho decidieron que no volvería a subirse a un escenario hasta que no estuviera completamente sano.
" No puedes seguir haciendo esto. ¡Hasta has fumado, chico! Y tú odias el tabaco. "
Los gritos de Frank se escuchaban por todo el pasillo de la planta veinte del hotel aquel día de Noviembre de 1993.
" Estoy bien. Solo necesito dormir. "
Y su voz sonaba débil y más frágil cada día que pasaba porque él no era capaz de poner remedio.
Tuvieron que permanecer más semanas de las debidas en México porque hacer un viaje con ese chico en aquel estado iba a ser una mala idea.
Otra llamada de Katherine que al menos esta vez respondió, no hizo otra cosa más que poner en alerta a Katherine, su madre, que como cualquier otra madre del mundo solo deseaba estar al lado de su hijo.
" No vengas. Solo necesito descansar. "
Él no quería preocuparla pero, ¿cómo no hacerlo? Si llevaba meses sin dar señales de vida ni siquiera a sus padres.
" Iré a verte " ; sentenciaba ella totalmente segura.
" Madre, si viniera solo querría huir de mi. "
Para Katherine era horrible escuchar de la boca de su hijo decir algo así. Tragando saliva y haciéndose la fuerte no le quedaba más que contraatacar.
" Una madre nunca huiría de su hijo. Y yo estando lejos, siento que estoy cerca de ti. No dejo de rezar por ti, hijo. Acaba con esta locura ya. Haz lo que sea. Pero no sigas sufriendo o el final llegará antes de lo previsto. "
Él repirando costosamente solo pudo pronunciar sus habituales palabras:
" No te preocupes. Todo va a estar bien. "
Pero no lo estaba. Ni él ni la situación.
Nadie sabía en realidad si él quería estar así y sentirse mal porque no parecía buscarle una solución al problema pero otros se cuestionaban si ya era demasiado tarde para buscar alguna.
Pero ella no iba a cansarse, ella no podía rendirse fácilmente. Cuando se enteró que su mejor amigo estaba por ahí cancelando conciertos por " problemas de salud de los que no se hablará en los medios ", Liz Taylor viajó hasta México para ayudar y cuidar a su amigo.
Efectivamente, Elizabeth Taylor iba a tomar el timón y las riendas de la situación ya que ni él ni nadie parecía ponerle freno a esto.
Elizabeth corrió con ganas las cortinas de la habitación del hotel y poniendo las manos en sus caderas observando el cuarto.
Parecía que habían entrado a robar o algo parecido.
" Por el amor de Dios... "
Ella solo exclamaba y exclamaba al ver el desastre en el que esa lujosa habitación con sala de estar incluida, dos baños, cocina, pista de baile y dormitorio enorme con cama de matrimonio, se estaba convirtiendo.
" Cariño... "
Susurraba ella acercándose a la cama para ver a ese chico que llevaba tantos meses sin ver.
Entonces, su rostro pálido y su delgado cuerpo le hicieron alarmarse. Acarició la mejilla del chico y colocó bien sus rizos mal peinados sobre la almohada.
" ¿Qué te está pasando, cielo? "
Preguntaba ella con lágrimas en los ojos.
" Me están matando, Liz."
Decía él mientras volvía a cubrirse con las mantas.
" Deberías volver a casa. Tú tienes una vida. "
" Y tú otra que vas a recuperar muy pronto, tranquilo. "
Ella se encargaba de asegurarle a él que todo iba a ser igual que antes de que los Chandler aparecieran en la vida del chico.
Desde que supo que estaba empezando a haber problemas con insinuaciones bastante peligrosas, sucias y falsas, no quiso oir el nombre de ningún miembro de aquella familia en su presencia.
Con dificultad pero, con ayuda de Liz y David, el chico conseguía salir de la cama. Le llevaban al baño, allí le solían ayudar a arreglarse un poco para poder bajar al menos a desyunar a la habitación de Liz. Allí, ella le insistía que debía comer. Pero el chico que llevaba en aquella soleada mañana una camisa azul oscura que le quedaba bastante ancha, se negaba a comer.
" Hasta que no te lo termines todo no vas a salir de mi habitación. Por eso te traje y... Sabes que soy capaz de darte de comer como si fueras un bebé o una persona sin manos. Por eso... Come. "
Y a él no le quedaba otra opción más que eso, hacerle caso aunque la mayoría de veces la comida le sentaba fatal, tras meses acostumbrando a su estómago a no comer casi, terminaba vomitando.
Y otra vez vuelta a empezar.
Las cosas seguían torciéndose y aunque Elizabeth pusiera todo su empeño en sacar al chico adelante, si él no hacía nada, no servía para nada el esfuerzo de su amiga.
" Hay que hacer algo o este chico va a terminar muy mal parado. "
¿Cómo frenarlo? ¿Cómo hacer que el gran Rey del Pop saliera a flote y dejará atrás su caos?
Los días pasaron y mientras él seguía en la cama continuando con su rutina, horrible rutina que solo hacía empeorar la situación a cada segundo que pasaba. Las ojeras en sus ojos cada vez eran más pronunciadas y su peso iba bajando con rapidez.
Elizabeth decidió reunir a todos los hombres de confianza del chico en la gran sala de estar de la habitación mientras que él continuaba en su cama durmiendo.
" No puede seguir así. No puede ni levantarse y caminar hacia el armario. No come ni duerme a no ser que se tome esos montones de pastillas que no sé de dónde demonios las saca y no pienso dejar que siga así. Estamos viendo como se hunde y no podemos hacer más que quedarnos a su lado mirando como se desploma... Me niego. Hay que ayudarle ya. Tenemos que buscar algún centro de desintoxicación para ingresarle. "
Algunos intentaron meterle en la cabeza a Elizabeth que podrían contratar a más médicos especializados para ayudarle a salir de esta. Deberían pasar el día pendientes de él y no le dejarían ni respirar, la prensa se enteraría de todo y se armaría un caos mundial.
Ella se negó total y rotundamente a ese posible opción de contratar a más gente. Ya confiaban en muy poca gente como para añadir más gente en esta pequeña familia.
" No. Hay que llevarle a un centro privado y ya está. Voy a llamar a Katherine. "
Pasaron tres días tras aquella llamada de Elizabeth a Katherine. No pudo evitar alarmarse y preocuparse más por su hijo pero Elizabeth hizo lo posible para asegurarle que le cuidaría y estaría pendiente de él cada día.
Y así fue, cogieron el primer avión de la mañana que iba hacia Nueva York. Tras haberse estado informando Liz, consiguió que ingreseran al chico en Charter, un centro privado en el que la privacidad era su principal punto fuerte ya que, no solo iba a gente que no era famosa sino que, muchos pacientes eran conocidos. Algunos podían elegir, según su estado, permanecer todo el día allí o ir algunas horas para revisión y terapia con psicólogos de categoría.
Querían ir a un hotel antes de pisar la casa de Elizabeth porque la prensa seguramente, estaría en la puerta deseando preguntarle por el estado de salud de su amigo pero nada más bajar del coche, el chico se desplomó en el suelo.
Esa fue la gota que colmó el vaso de la conciencia de Elizabeth.
" No vamos a ir ni al hotel. Vamos directamente a la clínica. "
La clínica era como un castillo solo que de color blanco y azul pálido. Y en vez de tener princesas y príncipes, estaba lleno de pacientes, enfermeros, médicos y psicólogos.
Constaba con varios pisos y un más que amplio jardín. Hasta tenían piscina, supervisada, por supuesto.
El chico fue llevado a la cuarta planta, a la habitación treinta y siete en la que en las primeras semanas estaría solo. Si con el tiempo mejoraba, podrían compartir habitación.
Llegó completamente dormido, no sabía si aún seguía en México o si la caida había sido un sueño.
" ¿Dónde está, Elizabeth? "
Frank se acercó a la cama y se sentó a su lado para tranquilizarle.
" En un momento va a entrar y va a explicarte todo. Vas a estar bien. "
No podía evitar observarlo todo. La vista del chico siempre se había caracterizado por ser curiosa, quería aprenderlo y saber todo. Por eso, nada más ver a un par de hombres con batas blancas miró alarmado a su mánager.
" ¿Me habéis traido a un loquero? "
Frank puso su diestra en el hombre del chico y lo apretó un poco.
" No es un loquero. "
Dejó de hacer preguntas ya que el simple hecho de estar en un sitio diferente en el que nunca había estado le asustaba.
" Ya no puedo confiar en nadie. "
Elizabeth irrumpió en la habitación desabrochando un botón de su chaqueta azul y acarició las mejillas de su amigo al tenerle cerca.
" ¿Cómo que no puedes confiar en nadie? Precisamente porque te queremos te hemos traido aquí. "
Miró los increíbles ojos de su amiga y luego miró a Frank frunciendo el ceño.
" ¿Aquí dónde? "
Liz se sentó a su otro lado y cogió su delgada mano para besarla y acariciarla.
" A Charter. Estás en Charter. "
No tuvo más remedio que acostumbrarse a vivir allí. La primera semana fue horrible para él excepto cuando veía a Liz y a Frank que iban todas las tardes a verle.
Los médicos se dedicaron a quitarle todas las pastillas y dejarle solo con la que le ayudaba a dormir, le controlarían porque a veces se quedaba en un rincón y daba golpes con sus manos contra el yeso blanco.
" Vas a hacerte daño. "
Esa frase no dejaba de repetírsela una de las enfermeras que iba todas las mañanas a las ocho a comprobar que todo estivuese en órden.
" El día que no me hagas venir para que te vende las manos me harás muy feliz. "
Decía ella con una sonrisa mientras curaba los nudillos del chico que la noche anterior no hizo otra cosa que volver a dar golpes.
" ¿Sabes qué tienes una voz muy bonita y aún no te he oido decir ni una sola palabra desde que has llegado? "
Aquella mujer que rondaría los cincuenta años solía quedarse al lado del chico de pelo rizado una hora más de la que debería. Sobretodo el cuarto día, en el que el chico estaba a punto de entrar en shock porque necesitaba pastillas para dormir desde la hora del desayuno.
Ella se quedaba colocando el desastre que él mismo había creado en su misma habitación. Al terminar, se quedaba unos quince minutos al lado del chico para comprobar que dormía de verdad.
El quinto día, no podía dormir y la mujer de ojos verdes seguía a su lado a las tres de la mañana.
" A veces me miras y parece que quieres preguntarme cosas. Pero no dices nada. "
Él se escondía entre las sábanas y escondía su rostro también.
" Te contaré un truco para poder salir antes de aquí. "
El chico de rizos oscuros se quedó mirando los ojos verdes de aquella mujer haciendo que ella sonriera.
" Habla. Cuenta lo que te sudece. Escríbelo o pide ayuda. Pero haznos saber lo que necesitas. Si te comunicas todos vamos a poder hablar contigo y conocerte. Si lo haces, seguro que vas a poder salir de aquí antes de lo esperado. "
Él solo volvía cerrar los ojos derramando un par de lágrimas más y apretó los párpados para poder dormir obligándose así mismo.
" Mañana viene una nueva chica a la clínica, no sé si se haga cargo de la planta de gente no famosa, como nosotros decimos pero, mañana será la comidilla de todo el edificio. Todos siempre hablan del "novato". Alguien nuevo llega a Charter. Seguro que trae algo bueno. Estoy segura, Michael. "