lavender and velvet ━ kaz bre...

By peIides

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━━ ⦗ lavender and velvet! ⦘ ❝ ella era costosa, como el trozo de terciopelo que ... More

LAVENDER AND VELVET.
───UNO: tacones carmesí
───DOS: café amargo
───TRES: seis de cuervos
───CUATRO: el plan
───CINCO: la emboscada
───SEIS: el mar no es para los enfermos
───SIETE: el mar de luto
───OCHO: mejores días
───NUEVE: el invierno se acerca
───DIEZ: te doy mi corazón
───ONCE: plan en acción
───DOCE: de acuerdo al plan
───TRECE: cara intrigante
───CATORCE: despierta
───QUINCE: encuéntrame en el otro lado
───DIECISÉIS: no hay tiempo para morir
───DIECISIETE: los sacrificios y arrepentimientos
───DIECIOCHO: aleteo y martilleo
───DIECINUEVE: dejar los cuervos
───VEINTE: querida
───VEINTIUNO: ¿veneno o nina?
───VEINTIDOS: señora brekker
───VEINTITRES: momento de vulnerabilidad
───VEINTICUATRO: zowa
───VEINTICINCO: revelar un secreto
───VEINTISEIS: ¿por qué azul?
───VEINTISIETE: todos ellos tienen una cara intrigante ahora
───VEINTIOCHO: lily
───VEINTINUEVE: ¿de qué sirvo si estoy muerta?

───TREINTA: ¿qué es lo que más extrañan los muertos?

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By peIides

─── ✧˖*。゚ ───
CAPÍTULO TREINTA
¿QUÉ  ES LO QUE MÁS EXTRAÑAN LOS MUERTOS?
─── ✧˖*。゚ ───

LOS HERMANOS FAHEY SABÍAN QUE SERÍAN REGAÑADOS, pero Colm ni siquiera dijo una palabra cuando aparecieron en la puerta de su habitación en el hotel. Si no hubieran parecido una mierda, tal vez entonces les habrían regañado como es debido y él los habría metido a ambos en su maleta y los habría llevado a casa.

Su padre estaba simplemente sentado en uno de los sillones, mirando cómo los seis se estaban acostumbrando al lujo. Iban al baño a lavarse uno por uno y antes de que Lavender pudiera entrar al baño, como era la última, los demás irrumpieron en la habitación también.

Tenían razón al suponer que todo se fue al infierno. Al menos todos estaban vivos. Inej estaba herida, por lo que Lavender guio a Inej hasta el rincón más alejado de la habitación en un sofá y comenzó a limpiar sus heridas ya que había parecido que había peleado con alguien.

Habían ciertos sentimientos en el aire: alivio de que todos estuvieran vivos y decepción por no poder prever la gravedad de la situación. Toda la ciudad de Ketterdam estaba contra ellos.

Colm llamó para pedir café y comida y notó que un montón de adolescente en la habitación estaban desnutridos y ensangrentados. Tan pronto como alguien llamó a la puerta, todos se pusieron tensos, pero Colm tomó el asunto en sus propias manos y él mismo llevó la bandeja de comida a la habitación.

―¿Qué pasó?―Jesper finalmente preguntó.

―Inej se cayó veinte pisos.―respondió Nina, tomando un waffle de la bandeja y oliéndolo.

―Y conocí a una nueva persona.―exhaló Inej mientras Lavender estaba limpiando una clara herida de cuchillo en su costado.

―Caímos por el techo.―añadió Wylan.

―Nina puede resucitar a los muertos.―dijo Inej de la nada.

Se sentía casi cómico que todos estuvieran diciendo lo que pasó con un tono tan uniforme. Parecía que la mayoría de ellos estaban magullados por las caídas, por lo que Lavender le dijo a Aleksej que revisara a Wylan en busca de moretones.

―La teoría era correcta.―asintió Kuwei para sí mismo.―Una pequeña dosis puede cambiar los poderes.

―No puedo resucitar a los muertos, simplemente se levantan. No es como si estuvieran vivos.―informó Nina.

Esa declaración hizo que el chico Shu sacara sus cuadernos y hojeara las páginas. Significaba que bombardearía a Nina con preguntas tan pronto como fuera posible.

―Creo que en esta situación particular un ejército de zombis nos ayudaría.―Jesper se encogió de hombros.―Más aliados.

―No es nada malo.―coincidió Matthias.

―No es natural.―Nina le lanzó una mirada asesina.―Tú mismo lo dijiste.

―O quizás Djel apagó una luz y encendió otra.―dijo Matthias.

El waffle no interesó a Nina ni por un segundo mientras lo miraba inexpresiva.―¿Te caíste y te golpeaste la cabeza?―se volvió hacia Jesper.―¿Qué diablos les pasó?

―Los Dime Lions nos rodearon. Vinieron por Kuwei.

―Ratas.―murmuró Nina antes de tomar otro waffle.

De repente, Kaz habló.―Specht dice que han cerrado los puertos y los barcos de observación. Están sellando la ciudad.

Lavender estaba terminando de vendar a Inej y la ayudó a sentarse en el sofá mientras Lavender caminaba hacia el baño, escuchando la forma en que otros salían de la suiete y afuera ya que había una torre de reloj. Todo este piso estaba dedicado a la suite, por lo que podían esperar que no hubiera extraños husmeando.

Lavender decidió quedarse atrás, era demasiado. No sabía qué decirle a su padre, no sabía qué hacer con sus pulmones. Cerró la puerta del baño y caminó hacia el espejo, burlándose. Se veía mucho mejor en el pequeño espejo del mausoleo. Este baño era enorme y la iluminación era tan brillante que todas sus imperfecciones salían a la luz. El ojo parecía un poco hinchado, su mejilla izquierda estaba magullada y poco a poco se volvió morada. Su labio estaba cortado y su cabello era un desastre de puros nudos; parecía pura mierda.

Aprovechó para lavarse ya que los demás no estaban. Rápidamente llenó la bañera con agua, se quitó la ropa sucia y se lavó adecuadamente; no se había bañado adecuadamente desde que se fueron a la Corte de Hielo. Fue refrescante sumergir su cuerpo bajo agua tibia, pero no tardó mucho en salir y se secó. Afortunadamente, tenía otro par de pantalones empacados en su bolso que estaban limpios, ya que probablemente era necesario tirar todo lo demás. Le pidió prestada una camisa a su papá. Se pasó los dedos por el cabello mojado y se ató el trozo de terciopelo en su muñeca. Al darse cuenta que los demás no habían regresado, salió del baño con intención de encontrarlos.

―Subieron a la torre del reloj.―dijo Colm apenas la vio salir del baño.

Dándole las gracias, salió de la habitación y rápidamente encontró unas escaleras empinadas al final del pasillo. Escuchó innumerables voces arriba y ella se dirigió hacia allí. El aire frío la golpeó y se estremeció al estar con mangas cortas. Abrazándose a sí misma, vio por qué estaban todos alborotados: se veían barcos de vigilancia por todas partes. En realidad, Ketterdam estaba sellado.

Los demás no estaban de acuerdo con esto, diciendo que la gente se amontonaría, pero que sería inútil ir contra el gobierno. Hubo un desfile ruidoso en las calles, pero como de costumbre: no habían máscaras y turistas felices; ahora , los pandilleros estaban celebrando en las calles, asustando a los ciudadanos.

―¿Qué pasará ahora? ¿No podemos simplemente esperar aquí?―preguntó Kuwei.

―¿Esperar a que alguien nos rescate?―murmuró Kaz sarcásticamente, inclinándose hacia el borde de la barandilla.

―Entonces entrégame a Van Eck.―Kuwei no se retiró.

―¿Entonces todo esto es en vano? ¿Sabes que solo porque te entregaremos a él, el resto de nosotros no seremos libres? No funciona de esa forma, niño.―respondió Jesper.

―Aún podemos huir. De alguna manera. Encontraríamos una manera incluso si la ciudad está cerrada.―les recordó Nina.

―No me iré de esta ciudad con el rabo entre las piernas. No después de todo lo que hemos hecho.―no estuvo de acuerdo Kaz, sacudiendo la cabeza.

―¿Por qué no?―Jesper soltó un suspiro frustrado.―Renunciaste a tus acciones del Club de los Cuervos y del Quinto Puerto. Todos en el barril te están buscando, incluso los Cuervos. No hay más aliados excepto nosotros aquí. Pero toda la ciudad está contra nosotros. ¡No puedes luchar contra todos ellos!

―Puedo.―dijo simplemente Kaz.

El chico Zemini sacudió la cabeza con incredulidad, levantó ligeramente las manos y las empujó hacia abajo.―¿Qué hay con el heroísmo? Siempre me dices que me aleje de una mano perdedora. Tal vez deberías escuchar tu propio consejo.

―No les estoy pidiendo que se queden. Todos pueden irse. Pero yo me quedo.―Kaz se volvió hacia Jesper.

―¿Por qué nos tratas como si fuéramos una especie de niños asustados?―Jesper no retrocedió.

Lavender, parada en el extremo más alejado de la torre, justo al lado de las escaleras, podía sentir que la tensión se rompería en tan solo un momento. Parecía que todo iba demasiado rápido: toda la noticia de que la ciudad se estaba cerrando, que el Barril estaba en contra de ellos, que el gobierno con la Stadwatch estaba en contra de ellos, que no tenían adónde ir... Ahora, estaban peleando entre sí. Si tan solo pudiera entender a los hombre con sus egos.

―Tú eres el que siempre está ansioso por correr, Jesper. A pesar de tu amor por la pelea, siempre corres para cubrirte primero.―dijo Kaz, levantando ligeramente la voz.

―Porque quiero seguir con vida.

―¿Para qué?―le espetó Kaz.―¿Para que puedas volver a sumergirte en otro juego? ¿Para que puedas seguir mintiéndole a tu padre que eres un estudiante aquí? ¿Para que puedas hablar de todos nuestros planes para que puedan tendernos una emboscada? ¿Para que puedas de que tu hermana sea atrapada por fjerdanos cuando te pedí específicamente que no la involucraras? ¿Le has dicho a tu padre que casi muere?

Jesper se estremeció porque no esperaba que Kaz mencionara el momento en que casi perdió a Lavender para siempre.―Cometí un error. ¿Es eso todo lo que quieres escuchar? Cometí un error, ¿y no crees que me castigaré por ello el resto de mi vida? Dejé que lo malo se apoderara de lo bueno, pero por el amor de todos los santos, Kaz, ¿hasta cuando me vas a hacer pagar por un poco de tu perdón?

―¿Cuánto crees que vale mi perdón, Jordie?

El aliento de Lavender se quedó atascado en su garganta. Por eso es que Kaz era tan severo con Jesper. Por eso no podía dejar que Jesper se acercara y demostrara cuánto le importaba. Veía a Jordie en él.

―¿Quién diablos es Jordie?―Jesper preguntó con frustración.

Kaz selló sus labios, su rostro se relajó solo cuando notó que Lavender estaba parada en las sombras. Exhalando, se permitió alejar el próximo recuerdo de Jordie y volvió su ira hacia Jesper.―¿Qué quieres de mí? ¿Mi perdón? ¿Mi confianza? La tenías, pero no puedes cerrar la maldita boca.

―Una vez. ¡Fue una vez!―Jesper gritó desesperadamente.―¿Qué pasa con todas esas veces en las que te respaldaba? Siempre hice lo que me pedías.―sacudió la cabeza.

―Una vez me basta para ver lo que eres realmente. Por lo que eres y por lo que tanto temes admitir: crees que eres un jugador, pero estás jugando con las cosas equivocadas. Pierdes. Siempre pierdes. Tal vez deberías escuchar el consejo tu mismo: aléjate.

Y se desató el infierno juvenil. Ambos saltaron el uno sobre el otro antes de que nadie pudiera parpadear. Los golpes y agarres fueron apoyados por gruñidos mientras los demás permanecían congelados. Ambos chocaron contra el mecanismo del reloj, los codos y los puños alcanzaron la cara del otro, la sangre de derramó sobre el impecable suelo.

Wylan pareció reaccionar primero.―¡Que alguien los detenga!―se volvió hacia Matthias porque le parecía la persona adecuada para separarlos a ambos.

―Jesper no ha disparado.―dijo Nina.

―Kaz no está usando bastón.―señaló Inej.

Wylan se volvió hacia Lavender, esperando que ella estuviera de su lado. Ambas damas tenían razón: no querían matarse entre sí, solo estaban teniendo una pelea destinada a satisfacer su ira.

Lavender suspiró, todo su cuerpo ardía de ira y dolor.―Malditos idiotas.―murmuró y agarró el bastón de Kaz del suelo. Blandió el bastón, no con dureza, pero lo metió entre la pareja que luchaba y empujó a Jesper y a Kaz lejos el uno del otro, sosteniendo el pico del cuervo presionando contra el pecho de Kaz. Ambos estaban sangrando: el labio de Jesper estaba cortado y Kaz sangraba por la frente. Ambos respiraban rápidamente y sus rostros estaban enrojecidos por la adrenalina.

―Malditos idiotas.―repitió.―¿Toda la ciudad está contra nosotros y ustedes dos no pueden lidiar con su enojo así que se pelean? ¿Cómo si no tuviera suficiente mierda que hacer excepto de coserlos a ambos.―su voz sonaba enojada mientras los miraba a ambos con una mirada de regaño que les decía lo tontos que eran ambos.―Sigan con sus peleas juveniles después de que sepamos que hacer. Nos guste o no, todavía estamos unidos.―empujó el bastón contra el pecho de Kaz, lo soltó y él lo atrapó.

Lavender se volvió hacia Jesper.―Le contaré a papá si aún no los escuchó a ambos. Pareces que olvidaron los efectos de una reprimenda adecuada. ―se volvió hacia Kaz.―Y tú... deja el acto de "trabajo solo" y piensa en el hecho de que sin la gente de aquí, no habrías llegado tan lejos.

Exhalando, cerró los ojos y se calmó cuando su padre apareció de la nada.―Escuché a alguien pelear.―dijo Colm, sus ojos notaron a los dos ensangrentados.―¿Qué está pasando aquí? ¿No son ustedes dos amigos?

El rostro de Jesper rápidamente se pintó de sombras de culpa, preparándose para una reprimenda decente.―Solo estábamos teniendo... eh, un pequeño desacuerdo.

―Te quiero abajo, ahora.―exigió Colm, bajando las escaleras.

―Habla con él y ven a mí. Yo curaré tus heridas.―le dijo Lavender a Jesper. Se volvió hacia Kaz, que estaba perdido en sus pensamientos, probablemente intrigado.―Y tú vienes conmigo.

Lavender se volvió hacia Aleksej.―Dile a papá que pida algún servicio nuevamente, y esta vez, diles que traigan un poco de hielo. Tenemos que atender todos tus moretones ya que todos ustedes decidieron caerse colectivamente.―ella dio instrucciones y fue la primera en desaparecer escaleras abajo después de su padre.

Regresó a la habitación, tomó el hielo restante que le quedaba a su padre para el whisky y llevó el pequeño cubo al baño. Tomó una toalla limpia y la rompió por la mitad, escuchando cómo otros regresaban. Por suerte, esta suite era enorme. No sólo había un dormitorio enorme, sino también una sala de estar aún más grande con dos sofás y dos sillones. Incluso había un pequeño pasillo que conducía a una sala con un piano.

La puerta se abrió y apareció Kaz, para su sorpresa, ya que no creía lo que hiciera. Parecía no escuchar a nadie. Lavender señaló la superficie al lado del fregadero para que él se inclinara mientras ya guardaba todos los suministros médicos que le quedaban. Dado que este grupo de personas era próspero a sufrir lesiones, los suministros médicos se estaban agotando. Y como toda la ciudad los perseguía, no sabía cuándo tendría la oportunidad de reabastecerse.

Kaz cerró la puerta, empujó el bastón contra la pared y se inclinó hacia la superficie hacia donde ella señalaba. Observó la forma en que ella ponía hielo en la toalla y la envolvía, colocándola en su mejilla izquierda. Él casi siseó por el frío y le quitó la toalla, sosteniéndola mientras ella lavaba un paño pequeño con agua.

Se sentía culpable, por supuesto que si. No solo porque acababa de pelear con su hermano, sino porque recién ahora vio que los hombres de Pekka también la alcanzaron: el horrible hematoma en su pómulo.

―¿Qué pasó con tu mejilla?―preguntó Kaz.

―Uno de los hombres de Pekka me golpeó. Ahora está muerto.―dijo fríamente mientras presionaba el suavemente el paño contra el corte en su ceja, limpiándolo.

Se dio cuenta de lo cuidadosa que era con él incluso si él no lo merecía. Ni siquiera una vez sintió su piel contra la suya y estaba agradecido por eso. Sin saber por qué él estaba así, ella mantuvo la distancia sin hacer preguntas. Ella lo entendió, incluso cuando él no lo merecía.

―Puedo ver por qué ves a Jordie en él.―dijo mientras le quitaba la tela de su corte.―Hay mucho de él en Jesper.

Kaz no quiso admitirlo en voz alta, pero estuvo de acuerdo. Incluso si no podía volver a confiar en Jesper, era sólo porque se preocupaba por él. Y no sabía cómo cuidar adecuadamente a alguien sin miedo a perderlo. Sin miedo a quedar completamente solo.

Frotó un poco de jabón en la tela y comenzó a limpiarle el corte nuevamente.―Eres un maldito idiota, Kaz.―su voz era silenciosa, mientras se concentraba en limpiar su herida.

El hombre no pudo hacer nada más que concentrarse en la herida en su pómulo. En sus exhalaciones desiguales. En el surco entre sus cejas. En su ojo exhausto. Sobre su inexplicable cuidado por él. ¿Por qué se preocupaba por él después de todo lo que había hecho?

―Lo sé.―susurró.

Finalmente, Lavender retiró la mano y lo miró a los ojos mientras él ponía la toalla con hielo detrás de él. Parecía casi trasparente, tan frágil incluso si era increíblemente fuerte mientras seguía adelante. Sus manos enguantadas ansiaban sostener suavemente su rostro, acercarla y dejarla sentir cuánto la necesitaba cerca, pero no podía. No pudo. Simplemente no pudo.

Empujando su mano hacia su pecho, sintió que le dolían los pulmones por la necesidad de toser, pero se la tragó, estrechándole la mano mientras retrocedía unos pasos hasta que su espalda llegó a la pared. Sus ojos se llenaron de lágrimas, el cansancio y todas las emociones la invadieron. Ella exhaló profundamente, sintiendo cómo su corazón latía más rápido mientras lo miraba.

―Te amo.―susurró ella, observando la forma en que sus palabras lo sorprendieron.―Te he amado desde que te vi en esa cafetería. He llorado por ti. He soñado contigo. he esperado mi muerte para reunirme contigo y, sin embargo, estás aquí.

No merecía ser amado, especialmente por ella. Era demasiado buena, demasiado pura para estar involucrada con un hombre que no podía ofrecerle nada. Fue complacido con las sombras, hizo innumerables pactos con demonios, ya no tenía alma que ofrecer, y sin embargo... la miró, parada frente a él, completamente vulnerable mientras ella colocaba su corazón y se lo ofrecía. Escuchó la forma en que le temblaba la voz, la forma en que le temblaban las manos, la forma en que luchaba por mantenerse con vida y, sin importar eso, todavía le ofrecía su corazón.

A un hombre que no merecía ser amado.

―Soy un ladrón.―le recordó.

―Lo sé.―susurró.

―Soy una paria.

―Lo sé.―ella cerró el ojo.

―Soy un asesino.

―Yo también.―abrió el ojo y exhaló profundamente.―No necesito que me digas lo que sientes por mí. No necesito que intentes alejarme. No necesito que me digas nada, solo déjame quitarte esa carga de encima.

Kaz sacudió la cabeza.―No merezco ser...―ni siquiera podía decir esa palabra en voz alta.

―¿No mereces ser amado?―eso pareció encender algo en ella. Su frágil expresión cambió, cuestionándolo, exigiendo una respuesta.―¡Eso es una tontería, Kaz y lo sabes! Todos merecemos ser amados, retorcidos o no.

―Bueno, yo no... ¡no lo merezco!―alzó la voz.―Todos los que he amado han muerto. No hay amor en el Barril, solo hay supervivencia. No puedo... simplemente no puedo permitirme perder a alguien otra vez.

―No sé si te diste cuenta.―dio un paso más cerca, con voz enojada.―Pero esas personas de afuera se preocupan por ti. Y te guste o no, tú también te preocupas por ellos, incluso si intentas deshacerte de ello en un momento dado. Incluso si intentas convencerte de que estás mejor solo, todavía buscas a otras personas. Incluso si dices que necesitas esto para obtener un beneficio. Sé que eres mejor que toda esa mierda que me estás diciendo.

―¡No me conoces!―espetó Kaz.―No soy el mismo niño que era antes, nunca seré él por mucho que quieras que lo sea.

―¡No te estoy pidiendo que lo seas! Ninguno de nosotros es como éramos; éramos demasiado inocentes para ver la ira del mundo. El dolor de la pérdida, Kaz.―sacudió la cabeza.―Incluso si tú no eres el chico que alguna vez fuiste, incluso si dices que no te importa nadie, incluso si eres un ladrón, una paria, un asesino, una especie de Kaz Brekker que es temido en las calles... No me importa porque ya no soy la misma niña que era. No soy una santa, Kaz. Ninguna de las personas que está afuera de esa puerta lo son. Y si insistes en que no mereces ser amado, no seas un maldito idiota, Kaz. No puedes obligarme a no preocuparme por ti. No puedes preocuparme de ti. No puedes obligarme a no amarte. No puedes obligarme a no soñar contigo.―su voz se quebró al final, algunas lágrimas escaparon de su ojo. Ni siquiera sabía si eran lágrimas de tristeza o de ira.

―No puedo darte el amor que te mereces.―susurró, levantando sus ojos brillantes para mirar el de ella.―Te mereces algo mejor. A alguien mejor.

Lavender suspiró, una pequeña, caso impotente sonrisa apareció en sus labios.―No quiero a nadie más. No quiero a nadie mejor. Te quiero a ti.―mirando hacia abajo, asintió para sí misma.―Y sé que me dirás la misma mierda una y otra vez, así que hagamos un trato.―levantó la cabeza y pasó los dedos por sus risos húmedos para calmarse.―Dime que no significo nada para ti y rompe mi corazón. No puedo obligarte a amarme, pero tampoco pudo vivir en esta desesperanza. Te dije todo lo que quería. Ahora, por favor, termina con mi sufrimiento.

Por mucho que quisiera mentir, no podía. A ella no.

Mirándola, dio un paso más hacia ella, deseándola lo más cerca posible, lo más cerca que pudiera tenerla sin pesadillas.―No puedo darte el amor que mereces.―él repitió.―Pero eso no significa que no sea egoísta.

Trató de ocultar su sorpresa porque sabía que él se preocupaba por ella aunque fuera un poquito. Si él no se hubiera preocupado por ella, ella ya se habría dio. Él nunca la habría dejado acercarse a nada. Él dio un paso más cerca, haciéndola empujar sus manos detrás de ella para no tocarlo. No podía soportar estar tan cerca de él ya que hacía que se le erizaran todos los pelos del cuerpo; era como si él fuera una fruta prohibida. Anhelaba ser tocada, pero no podía.

―Soy egoísta.―fue su súplica. Fue una declaración de puro amor aunque ella probablemente nunca podría decirlo en voz alta. Era egoísta hasta la médula porque no podía dejarla ir. No podía verla irse incluso si la estaba animando. Si fuera por él, la haría permanecer a su lado durante todo este infierno, durante toda esta sangre y miseria. Porque no quiere llevar el recuerdo de ella, en su bastón, en su brazo. No quiere verla entre los cuervos que pasan. Él la quiere aquí, a través de toda la miseria.

Y notó la forma en que sus brazos se tensaron, es decir, los apretó detrás de ella. Notó las cicatrices viejas y recientes en sus brazos, lo que le hizo querer desatar la guerra en todo este mundo solo porque le dolía. Notó la forma en que ella mantenía la distancia incluso si todo su cuerpo temblaba suavemente. Y por primera vez en su vida, se maldijo a sí mismo por su forma de ser, por las interminables pesadillas, por no poder abrazarla adecuadamente.

Tenía el aliento atrapado en la garganta y el cuerpo en llamas, no por la adrenalina pasajera de la pelea anterior, sino por ella. Todo su cuerpo le dolía cuando todo lo que antes había ansiado era venganza y dolor. Todo su cuerpo ardía por su toque, por ese toque suave y cálido que aliviaría su dolor por sólo un segundo. Anhelaba el breve momento de soledad, de su amor que no merecía, que pudiera olvidar a Jordie, que pudiera olvidar esos planes y esa necesidad de venganza. Perderse en allá, en su aroma, en su suavidad, en su calidez.

Por ella superará sus pesadillas.

Se inclinó hacia adelante, inhalando el leve aroma a lavanda que salía de su cabello, cerró los ojos por un momento. Se inclinó más cerca de su frente, abrazándose a sí mismo por lo que estaba a punto de hacer. Presionando sus labios contra la parte superior de su frente, su corazón latió como si volviera a ser un niño. Como si Lavender lo mirara con esa hermosa sonrisa suya. Sintiendo su cálida piel contra sus labios, el aroma que tanto disfrutaba, sus manso temblaron, obligándolo a no acercarse más.

Alejándose, exhaló, su cuerpo en puro fuego, temblando suavemente. En ese momento, Jordie no estaba allí. En ese momento, Jordie descansaba plácidamente. En ese momento supo que ella era la única persona que podía aliviar sus pesadillas... lentamente. Porque la parte de Jordie que estaba enterrada dentro de él después de esa fría noche, finalmente quedó en silencio, solo por esos breves segundo. porque Jordie también la extraña.

+5 COMENTARIOS PARA PRÓXIMO CAPÍTULO :)

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