Dimensión en llamas

By Ms-Eleven

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Una relación mal vista por muchos reinos y sus altos mandos ¿Una miembro de la alta comisión teniendo amoríos... More

Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 20.5
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Happy Halloween 🎃
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 27.5
Mi vida te pertenece
Estoy de vuelta
Donde todo comenzó
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 39
Capítulo 40
Capítulo 41
Capítulo 42
Capítulo 43

Capítulo 33

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By Ms-Eleven

Sacudidas.

La tierra temblaba con una furia desatada, sacudiendo los cimientos de Mewni y sembrando el caos en sus calles. Moon, con el corazón latiendo con fuerza, corría por los pasillos del palacio, su mente atormentada por la preocupación y la incertidumbre.

Cada paso resonaba en sus oídos, acompasado con el estruendo de los escombros que caían y los gritos de los ciudadanos aterrados que le llegaban desde afuera. Avanzó tortuosamente todo el camino hasta el vestíbulo, en la entrada del castillo, esquivando objetos y decoraciones, y esforzándose por mantener el equilibrio. El terremoto había tomado a todos por sorpresa, y la urgencia por asegurar la seguridad del reino se apoderaba de cada pensamiento de su mente.

Encontró a un grupo de ama de llaves, aferradas a una columna para mantenerse en pie. Moon trastabilló hasta ellas, y las tres mujeres hicieron el esfuerzo por mostrar respeto.

—Por favor —solicitó la reina—. Necesito que manden resguardo a la habitación de mi hija, ha de estar muy asustada. Mi marido está durmiendo, en sus aposentos, ya saben que tiene el sueño pesado. Él también requiere resguardo.

Las mujeres asintieron y obedecieron la orden. Moon continuó su camino. Al salir del castillo, los gritos y el alboroto golpearon sus oídos, así como las gotas de lluvia que azotaban con fuerza, acompañadas de la ferocidad del viento. La reina se paralizó ante la escena de tinte apocalíptico frente sus ojos, pues el cielo parecía estar a punto de partirse ante el estruendo violento de los rayos.

Fue interceptada por los centinelas y los guardias, con la metódica sugerencia de que era peligroso salir. Sin embargo, una única orden de Moon bastó para disuadirlos.

Con voz firme y autoritaria, Moon se elevó sobre el estruendo del terremoto, lanzando órdenes con la precisión de un general en el campo de batalla. Los soldados reales se movieron con velocidad, estableciendo puntos de reunión y organizando equipos de rescate para ayudar a aquellos atrapados bajo los escombros.

La gente corría en todas direcciones, gritos de pánico llenaban el aire mientras estructuras se sacudían y grietas se abrían en el suelo. Moon, con la corona firme sobre su cabeza y el corazón lleno de determinación, emergió en medio del tumulto. Su mirada escrutadora barrió la escena, viendo el caos y la desesperación que la rodeaba. Pero en lugar de sucumbir al miedo, se llenó de un propósito claro y decidido: proteger a su pueblo.

La aparición de la reina Butterfly se manifestó como un faro de esperanza ante la mirada del pueblo. Cientos de ojos llenos de anhelo se posaron sobre ella, cuya presencia brindaba confianza y alegría en medio del desastre.

Su voz firme se hacía escuchar, mientras continuaba dirigiendo a sus tropas en todas direcciones, como el jefe de orquesta moviendo su batuta frente a los músicos. Pronto el caos y el desorden fue menguando ante la seguridad y la guía que mostraban los soldados, evacuando a la ola de gente por vías de escape seguras.

En un momento crucial, mientras oteaba los alrededores con sus ojos indagatorios, la reina se percató de una figura a lo lejos, la que parecía ser una persona atrapada bajo una estructura derrumbada. Apenas visible entre los escombros y el polvo, luchaba por liberarse de su prisión improvisada. Moon se lanzó hacia adelante sin pensárselo dos veces, atravesando la multitud que se abría a su paso con torpeza conforme la veían venir.

Se deslizó con angustia en cuanto llegó, cayendo de rodillas y observando horrorizada que se trataba de una niña. Los ojos de la pequeña brillaron con admiración al ver a la mujer.

—Re-reina Moon —La voz de la niña temblaba entre sollozos y polvo mientras extendía una mano temblorosa y llena de tierra hacia Moon, implorando ayuda con sus ojos llenos de lágrimas.

El corazón de la reina se contrajo ante la vista de la pequeña, su rostro infantil marcado por el miedo y la desesperación, y el de Moon denotando la gravedad y la urgencia.

En un instante, una pared se debilitó justo a su lado y la caída levantó barro y agua de los charcos, sacudiendo los escombros que se cernían sobre la pequeña, la cual dejó escapar un grito al sentir el dolor en sus piernas.

—¡Resiste! —escupió la reina con angustia.

La mujer echó un vistazo rápido alrededor pero no quiso perder el tiempo en buscar refuerzos, pues sería inútil hacerse escuchar desde allí con tanto escándalo.

Rápidamente plantó ambas palmas sobre el suelo, y dejó fluir su energía concentrándose en su objetivo: levantar los escombros. Sus manos se vieron envueltas por un fulgor celeste justo antes de que unas líneas resplandecientes se abrieran camino desde sus dedos, hasta escabullirse bajo los escombros que aprisionaban a la pequeña.

Moon dirigió la corriente de energía con precisión a través del laberinto de piedras, madera y barro. La corriente se abrió paso con soltura, desentrañando la maraña de piedras y liberando lentamente a la niña. Pero entonces, la mujer notó con horror una ligera interferencia en el flujo de su magia, lo cual la hizo abrir los ojos con preocupación. «No, por favor», suplicó para sus adentros.

Antes de poder asimilarlo, sintió su energía perder intensidad cuando las líneas de luz titilaron como una vieja bombilla eléctrica. Entonces, los escombros que estaban siendo levantados, temblaron al ritmo de esa carencia de magia.

Un dolor agudo se instaló en el cuerpo de la mujer, cuando realizó un esfuerzo titánico por no dejar caer los escombros. Tensó los músculos y apretó los párpados, mientras se aferraba a la última reserva de su energía. «No puede ser justo ahora, por favor», murmuró en un susurro apenas audible, pues sus palabras eran ahogadas por el estruendo del terremoto que rugía a su alrededor.

La desesperación se instaló con rapidez sobre sus pensamientos, pues supo que no podría mantener el flujo por mucho tiempo. Su cara reflejó el evidente sobresfuerzo al que se estaba sometiendo. Le temblaban las manos, y apretaba la mandíbula con fuerza, el sudor de su rostro entremezclado con el torrente de agua que bajaba de su cabello.

La niña se dió cuenta de la situación, así que se esforzó en aprovechar la pequeña abertura que había conseguido la reina, sin embargo, se arrastró con un dolor insoportable en las piernas que no fue capaz de ignorar. Moon, al ver a la pequeña, duplicó sus esfuerzos, pugnando contra el desgaste implacable de su energía. Dejó escapar un grito desesperado y lleno de angustia que se anticipó al fulgor de sus ojos, y a la incandescencia en la marca de sus mejillas.

Los escombros se tambalearon por última vez, separándose lo suficiente para que Moon, veloz y ágil, tomara a la niña en un abrazo protector para sacarla justo a tiempo de la inminente caída de la montaña. Se fue de espaldas con la niña en sus brazos, cayendo sobre el barro y el charco en el suelo.

Moon se recompuso de inmediato, y ambas dejaron escapar una exhalación de alivio momentáneo. La niña se aferró a ella con fuerza, sus ojos llenos de lágrimas y miedo, pero también de gratitud y asombro.

No importó el caos alrededor, ni tampoco la sacudida de la tierra en ese momento de paz y alivio que compartieron ambas. Para Moonn, sin embargo, la sensación duró poco antes de recobrar el sentido de urgencia y preocupación. Le fue inevitable pensar en lo acontecido y la impotencia que tuvo que soportar frente a la carencia de su magia.

Se miró las manos, mientras la niña reposaba la cabeza cómodamente sobre su pecho. En ese momento, con un ligero pesar, su mente se llenó de divagaciones entorno a la deficiencia de su energía y cómo está casi le cuesta la vida a una niña inocente. Mantuvo la mirada sobre sus palmas, con un deje de añoranza y melancolía, deseando para sus adentros que todo fuera un mal sueño; que la realidad de su linaje no era tan triste como la historia contaba a lo largo de las generaciones.

Cerró las palmas en un gesto de impotencia y coraje, pero que, a su vez, denotaba la resignación absoluta al verse sometida por los fantasmas de sus antepasadas.

***

Hekapoo y Janna llegaron con Omnitraxus, el cual se mantenía sumergido en las pantallas holográficas que titilaban a su alrededor.

—¡Omni! —se acercó Hekapoo, con clara dificultad para caminar—. ¿Qué has descubierto?

—Liberación de energía masiva —contestó, sin apartar la vista de las pantallas—. Esto no pinta nada bien.

—Lo sé, necesitamos localizar el epicentro de esa liberación. Por eso estamos aquí...

—¿Estamos? —se preguntó el señor del tiempo por lo bajo. Se giró por un breve segundo y se percató de la presencia de Janna. Era consciente de las habilidades de esas brujas, así que supo el porqué ambas estaban al tanto de todo.

Regresó la mirada a los hologramas sin decir nada.

Ante la implacable sacudida que parecía no ceder, Hekapoo se vio obligada a buscar apoyo en un cristal saliente del suelo para evitar caerse; las náuseas ya la acosaban con cada meneo.

Janna, por su parte, optó por mantenerse a distancia, gesto que reflejaba tanto respeto como cautela hacia Omnitraxus. Ahora que lo tenía tan cerca, no podía ignorar la imponente presencia del ser cósmico y la magnitud de su energía mágica. Sin embargo, a pesar de la monumentalidad de su esencia, Janna notaba que la de Hekapoo resonaba en un nivel superior.

La bruja sintió un escalofrío al darse cuenta de este hecho. Si incluso Omnitraxus, el ser más poderoso de la Alta Comisión, no igualaba la energía de Hekapoo, ¿significaba eso que la demonio era la criatura más poderosa del universo, solo superada por Glossaryck? La idea le parecía absurda. ¿Cómo un ser mortal como ella podría albergar tal cantidad de energía? ¿Qué clase de raza eran los dichosos Arcángeles?

No obstante, percibía una diferencia fundamental en la escencia de la energía de cada uno, una diferencia que podía sentir con absoluta claridad. Desde que conoció a Hekapoo, había detectado ese matiz, pero ahora, al estar junto a Omnitraxus, la disparidad era aún más evidente: la energía del señor del tiempo emanaba estabilidad y vitalidad, mientras que la de Hekapoo se sentía como un torrente descontrolado y destructivo.

«Energía destructiva», pensó Janna con asombro. Sintiendo la similitud de la caótica energía que flotaba en el aire, con la de Hekapoo.

—Dime que has logrado triangular las coordenadas — continuó la pelirroja.

—Estoy trabajando en ello —dijo Omni—. Es una energía descontrolada, una manifestación de poder sin precedentes. No puedo identificar su origen exacto, pero su magnitud es alarmante. Casi como...

—Es Amarys, ella es la causante de este caos.

Omnitraxus pareció congelarse al escuchar ese nombre.

—¿Amarys? —pronunció, con una mezcla de sorpresa y consternación —¿A qué te refieres?

—Amarys ha aparecido de nuevo, no estaba muerta como ustedes contaban —las palabras de Hekapoo eran un tanto acusatorias.

—¿La has visto? —inquirió Omnitraxus, las facciones de su extraño rostro reflejaron un claro desconcierto.

—No solo la he visto, he luchado contra ella. Me dijo su nombre, y Janna pudo sentir su energía, se trata de la misma escencia de poder otrogada por Glossaryck. No hay duda de que es la antigua guardiana.

El ser cósmico se quedó analizando esas palabras, buscando una lógica que no fue capaz de encontrar.

—Eso no tiene sentido.

—Te digo que es así... La vi..

—No, escucha... —Omnitraxus se apartó de las pantallas y centró su atención en Hekapoo. La tierra seguía rugiendo, pero parecía haberse detenido ante el suspenso de la conversación—. No hay manera de que sea la misma Amarys. Lo sé porque... Bueno, solo lo sé, ¿de acuerdo?, ella desapareció, fui testigo de ello, así que te aseguro con total certeza que no puede ser la Amarys que yo conocí.

Hekapoo sopesó sus palabras, consciente del escepticismo que desprendía, y consciente de que Omni le estaba ocultando información. Sin embargo, la evidencia de sus encuentros con Amarys seguía fresca en su mente, y la certeza de su presencia mágica era innegable. Si no se trataba de la antigua guardiana, ¿quién demonios era esa chica?

—La vi abrir un portal con sus propias manos... ¿cómo explicas eso, y que su energía es escencia nítida como la mía?

Omnitraxus dejó escapar la intención de responder, pero de repente, un estallido en el cielo los hizo dar un sobresalto, el ruido fue tal que Janna se vio obligada a taparse los oídos. Entonces, una columna se desprendió a pocos pasos de ella, lo que hizo a todos recobrar la urgencia de la situación. La bruja logró evitar ser aplastada, lanzándose a un lado, rodando hasta detenerse frente a un cristal que sobresalía del piso.

Hekapoo, con gesto preocupado, se apresuró con dificultad hacia Janna.

Omnitraxus, por su parte, regresó a las pantallas, retomando su labor con renovado enfoque. La luminiscencia de los hologramas bailaba a su alrededor, como si reflejara la intensidad de la tormenta que rugía afuera.

Janna se levantó, aceptando la ayuda de Hekapoo. Fue el momento en que recordó que podía evitar el sismo con su disco flotante, así que con un movimiento de manos, hizo aparecer el disco translúcido bajos sus pies, el cual las elevó a ambas a unos pocos centímetros del suelo, más que suficiente para dejar de sentir el meneo.

—Cuernos, ¿qué es lo que planean hacer exactamente?

—¿A qué te refieres?

—Localizar el punto de origen y todo eso, lo sé... Pero, ¿y luego?

Hekapoo se quedó pensando un momento. Realmente no tenía idea de cómo parar todo el caos.

—No lo sé —admitió tras unos segundos de silencio—. Lo veremos cuando entremos en situación. Todavía ni siquiera sabemos qué es lo que está ocurriendo con Ama... con... esa chica... para que haya desatado este caos.

—¿Crees que sea un ataque? —inquirió Janna.

—Ataque o no, está claro que representa un peligro inmediato en estos momentos —reflexionó, desviando la mirada hacia Omnitraxus—. No importa el motivo, lo único que tengo claro es que hay que detenerla cueste lo que cueste. El reino entero se cae a pedazos y hasta las dimensiones cercanas a Mewni se están viendo afectadas.

Inevitablemente, el nombre de Marco cruzó por su cabeza, al darse cuenta de la gravedad y las implicaciones de la situación en la que se encontraban. Licantia era una de las dimensiones más próximas a Mewni, y si sus cálculos eran correctos, el fenómeno debería estar afectando a las dos dimensiones más cercanas a esta. Licantia estaba en ese punto en el que le era difícil determinar si el fenómeno los alcanzaría, ya que la dimensión se encontraba dos cifras por delante de Mewni, con dos dimensiones intermedias.

Aún así, el recuerdo del castaño ya se había alojado en su mente. Lo cual la hizo sentirse más preocupada de lo que ya estaba.

«Marco...Espero que te encuentres bien».
















Ms.Eleven
04/02/2024

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