Desde que el lunes a primera hora, Juanjo ve nada más salir de su apartamento el primer anuncio sobre la gran fiesta de aniversario en La nave del olvido, comienza su propio periplo emocional. En su primera fase aparece la ira. No puede creerse que le colocaran un cartel justo en la puerta. Mira a todos los lados para asegurarse de que nadie lo ve y lo arranca de cuajo. Después llega la negociación, en la que se convence así mismo de que Martin parece mucho más feliz que en la última época que estaba con él. Conforme avanza la semana, se apodera de él una tristeza que no sabe a qué se debe. Toca fondo cuando el viernes por la noche, el cartel de debajo de su apartamento vuelve a aparecer. Es de noche y lleva a Mc Risas y Mc Gritos de la correa. Se detiene delante y por primera vez en toda la semana, mira con detenimiento las fotografías elegidas. Su ex ocupa el centro de la imagen y rodeándole, muchos de sus amigos a los que reconoce.
No es hasta las diez de la noche del sábado cuando Juanjo se da por vencido y reconoce que quiere estar allí en ese gran día para Martin. Pero no porque lo eche de menos ni porque mantenga la esperanza de volver con él. Lo hace porque quiere verle triunfar y con solo verle feliz para él ya es suficiente.
Se arregla a toda prisa y, en solitario para pasar más desapercibido, pone rumbo a La nave del olvido. Busca un camarero nuevo, que no le vaya a reconocer, para pedir una copa y elige un lugar oscuro, pero cerca del escenario. El número de Martin se hace esperar. De hecho, Juanjo duda sobre si estará todavía trabajando allí. Parece que esa noche, todos los bailarines y cantantes de la discoteca, están disponibles. Son más de las tres de la mañana cuando Martin hace su entrada, junto a él: Álvaro. «¡Cómo no!», suspira Juanjo.
Juanjo está convencido de que Martin jamás lo verá en el sitio donde se ha colocado y se permite el lujo de bailar como todos a su alrededor, cuando un cañón de luz enfoca a su posición. La mirada de Martin se detiene en él unos segundos.
Martin no puede creerse que haya vuelto, precisamente el día que más nervioso está. La jefa, con su ego pisoteado tras su enfrentamiento con Suzette, espera que alguno cometa un error para descargar su ira contra él. Martin no puede permitirse distracciones y Juanjo siempre ha sido su punto débil. Furioso, incrementa la tensión sexual de la canción Unholly con Álvaro, para obligar a su ex a mirar hacia otro lado.
En el momento en el que el foco de la canción, recae en el solo de Ruslana, aprovecha para observar a Juanjo. No le quita los ojos de encima e incluso parece que está disfrutando. Le recuerda a esos primeros días en los que bailaba solo para él en su dormitorio. Sorprendido por la nueva situación, Martin finaliza la actuación por todo lo alto junto a sus dos compañeros.
Al bajar del escenario, Martin va en busca de Juanjo para exigirle una explicación a lo que acaba de pasar. Llevan casi un mes sin verse y de pronto se presenta allí, pero después de buscarlo durante más de quince minutos, no consigue encontrarlo. Incluso llega a creer que se lo ha imaginado con la adrenalina. Está a punto de darse por vencido cuando las luces del local se apagan y la música se enmudece de golpe, por segunda vez en una semana. «¿Qué ha pasado, ahora?», se pregunta.
¿Dónde está Juanjo? ¿Tendrá algo que ver con él el sabotaje? ¿O habrá sido otra persona?