Reino de Sombras y Esmeraldas

Bởi AJTorrealba

2.2K 401 2.4K

Un rey decidido a oprimir toda la magia del mundo, dispuesto a ser el causante de un genocidio en contra de t... Xem Thêm

Sinopsis
Prólogo
Capítulo 1: Moneda de plata
Capítulo 2: Hilos, nudos y señales.
Capítulo 3: De pieles y nada
Capítulo 4: Aún en el silencio
Capítulo 5: Vazzelort's
Capítulo 6: La capital de Ursian
Capítulo 7: Tinta insoluble
Capítulo 8: Lo que se esconde bajo la montaña
Capítulo 9: Invisibles a plena luz
Capítulo 10: Espectadores en la oscuridad
Capítulo 11: Cautela arrolladora
Capítulo 12: Cierta convicción
Capítulo 13: Líneas cruzadas
Capítulo 14: Sin descansos ni treguas
Capítulo 15: Que no te atrapen
Capítulo 16: Lo que une un puente
Capítulo 17: Desertores y esperanzas
Capítulo 18: Peticiones inesperadas
Capítulo 19: Contactos indeseados
Capítulo 20: Luz, algo inesperado en ese lugar
Capítulo 21 : Nuevo Fulgor
Capítulo 22: El valor se asoma
Capítulo 23: Entre máscaras
Capítulo 24: No te sofoques
Capítulo 25: Huir del huracán
Capítulo 26: Madrugadas inquietas, lo habitual
Capítulo 27: Fragua de incertidumbres
Capítulo 28: Elíxires
Capítulo 29: Círculo de fresnos
Capítulo 30: Secretos en común
Capítulo 31: Estrellas en la oscuridad
Capítulo 32: El exilio
Capítulo 33: Cien vidas de dolor
Capítulo 34: Té y dulces amenazas
Capítulo 35: Verdugos a la luz
Capítulo 36: El rugido del viento
Capítulo 37: El halcón siempre cumple
Capítulo 38: Sus nombres en el viento
Capítulo 39: El halcón y la primavera nunca los abandona
Capítulo 40: Los legítimos
Capítulo 41: Serpiente de plata
Capítulo 43: Años por recuperar
Capítulo 44: Reencuentros, hielo y metal
Capítulo 45: Jaula de oro
Capítulo 46: Veintiún rosas
Capítulo 47: El viento y la oscuridad
Capítulo 48: Dominio de fuego

Capítulo 42: Jardín Vaie

19 2 0
Bởi AJTorrealba

Año Caxacius, Mes de las Almas, día 22

16:00 horas

Encontró que la bañera que se dio en la bañera de bronce se llevó todo el cansancio de su cuerpo, dejándolo limpio de pies a cabeza y con un aroma de algo cítrico.

Se había vestido con un elegante traje que se ajustaba a su cuerpo perfectamente pero, sentado en la orilla de la cama en medio de la habitación que le habían asignado, no podía dejar de mirarse las manos.

¿Estaba preparado para regresar a ese lugar?

No había dejado de sentirse incómodo desde que pisaron esas tierras, aun cuando la incomodidad se mezclaba con el asombro y la emoción de recorrerlas. Pero aún más incómodo se sintió dentro del castillo, vigilado y juzgado en cada paso.

A pesar de que él y su hermana mantuvieron los mentones en alto, un gesto de indiferencia y orgullo grabado eternamente en sus rostros, no era a lo que estaban acostumbrados. Ya sentía que iban a tener que arrebatar sus posiciones y defenderlas a cada segundo. Y estaba bastante seguro de que conocía lo suficiente y más para moverse en ese mundo, pero se seguía esperando demasiado de ellos, supuso.

Todos se inclinarían sobre ellos para presionarlos como miembros de la familia real.

Pero no estaba solo, se recordó.

Jamás estaría solo.

Con ese pensamiento, salió de la habitación.

Su melliza ya estaba allí, de pie frente al ventanal de la sala y con la luz del sol rodeándola.

El vestido que llevaba cayó suavemente hasta sus tobillos, la tela cerúlea degradando su color desde el bajo dobladillo hasta llegar a un tono pálido en sus hombros, haciendo que sus ojos grises lucieran aún más intensos y brillantes, aún mientras los rayos y tormentas en ellos se mantenían ocultos, su rostro -enmarcado por tirabuzones castaño-dorado- estaba muy serio mientras miraba por la ventana.

Sacudió la cabeza, recordando las palabras de su padre hace tantos años.

Había estado bromeando mientras practicaban movimientos con las espadas, pero no se equivocaba. Su melliza estaba destinada a reinar, aún mientras dudara si lo que estaba haciendo era lo correcto.

Él mantendría siempre una mano en su hombro, en apoyo, y en su otra mano una espada para cubrirlos.

Cada centímetro de ella gritaba <<reina>>, digna y orgullosa aún si no tenía un reino que gobernar, un trono sobre el cual dar órdenes o siquiera la esperanza de ello en un puesto muy lejano en una larga lista de sucesión.

Pero giró la cabeza hacia él, y algo en sus ojos casi hace que su corazón se detuviera.

En un segundo estaba a su lado, pasando un firme brazo por encima de los estrechos hombros de ella, notando su ligero temblor.

Jamás se había sentido celoso de su hermana, y si alguna vez lo había sentido, el juramento que habían hecho eliminó cualquier rastro de ello.

Lo único de lo que estaba seguro en su vida era de la lealtad que ambos se tenían.

Ese vínculo inquebrantable.

Por eso, cuando su hermana fijaba la mirada en algún punto del paisaje –más allá de las extensiones magníficas de terreno en explosiones de colores y formas-, buscando algo –lo que sea que fuera-, y no lo encontraba, haciendo que la luz en sus ojos grises parpadeara y menguara, él se preocupó.

Pero su hermana tomó una gran respiración, cerrando los ojos, y cuando los abrió, la fragilidad había desaparecido.

Se volvió hacia él, acerando de a poco su mirada.

—Estás combinado conmigo –señaló ella, arqueando una ceja.

Él se alejó, arreglándose la chaqueta de su traje de un azul pálido que era exactamente igual al color que cubría los hombros del vestido de ella.

—No fue a propósito, lo juro –respondió él, riendo un poco.

—Te creo. Solo es gracioso, siempre hacemos eso –continuó ella.

La miró curvar los labios, y él ladeó la cabeza, inquisitivo.

—No me estarás leyendo la mente, ¿verdad? –preguntó en voz baja.

Ella bufó, dándose la vuelta.

—Sabes que no –dijo, caminando hacia las puertas de sus aposentos.

Esa vez, los guardias se quedaron en sus lugares fuera de las puertas y ellos recorrieron pasillos. Ningún guardia los detuvo ni cuestionaron su estadía, los cortesanos mantuvieron sus distancias al observarlos.

Mantuvo muy oculta su incomodidad, y su hermana, del otro lado del puente, transmitía la misma sensación. Recordaron el camino gracias al mapa mental con las instrucciones de su padre, siguiendo cuadros con hermosos paisajes y relatos, escalofriantes esculturas que sobresalían de las paredes blancas, la mitad de sus cuerpos incrustados en ellas.

Caminaron mucho y comenzaba a sentirse aprisionado dentro de su traje cuando, por fin, atravesaron un pasillo que no se diferenciaba de los demás y cruzaron una sencilla puerta de madera.

Inmediatamente un dulce e intenso aroma le inundó los pulmones e inspiró, incapaz de resistirse. Su hermana susurró algo inteligible, asombrada a su lado.

Él asintió, aún sin saber lo que había dicho.

Su vista fue bombardeada también con colores índigo y violeta, las impresionantes flores que reclamaron esos tonos como suyos extendiéndose hasta ocupar cada rincón de la amplia sala a excepción de los pasillos a través de los que se podía caminar y una gran pirámide de plata que se exhibía en el centro.

El techo abovedado de vidrio opaco fue un respiro, tomando en cuenta el sol violento que se deslizaba por encima, pero se encontró frunciendo el ceño ante las gárgolas que estaban posadas en cada esquina del invernadero.

Las gárgolas dentro del jardín Vaie no eran solo decoración, lo sabía.

Caminaron con cuidado por los pasillos, admirando las flores que la familia Daungnott llevaba eones cultivando exclusivamente. Eran extrañas y hermosas, variando entre el índigo y el violeta.

Algunas mantuvieron sus capullos celosamente cerrados, pero las que se abrieron eran más grande que sus manos; los pétalos se apretujaban entre sí como un rosa, extendiéndose y adelgazando sus puntas como un tentáculo, cayendo suavemente, y de sus puntas colgaba una piedra mínima y brillante del mismo color que la flor.

Las flores Vaie eran una obsesión entendible para su familia.

A su lado su hermana las miraba con expresión cautelosa, toqueteándose el colgante de plata y esmeralda que descansaba en su pecho, pero esa aparente tranquilidad no lo engañaba.

Se acercó silenciosamente a ella.

—Si vamos a influenciar en los planes de la familia real no podemos seguir llamándonos Bastian y Annelisa Vazzelort, ¿cierto? –preguntó él en un murmullo, exageradamente confidencial, provocando que ella lo mirara.

Una sonrisa tiró de los labios de su hermana, a la vez que una sombra cruzaba sus ojos.

—No, y dudo mucho que alguna vez volvamos a usar esos nombres –respondió ella en el mismo tono.

Él sufrió un estremecimiento, sintiendo la verdad en sus palabras.

—A Asher le daría un infarto si nos escuchara –continuó él.

Su hermana le dio una mirada que decía claramente <<Si no le dio un infarto viviendo con nosotros no creo que le vaya a dar uno ahora>>, sin necesidad de usar el puente.

Pero, antes de poder replicar, escucharon claramente un alboroto tras la puerta junto a una gárgola, fuertes pisadas y gritos masculinos.

Ellos se tensaron, mirando hacia la puerta con expresiones impasibles cuando un hombre fae entró al jardín. Vociferándole a un soldado que venía tras él..

—¡...yo mismo soy capaz de verificar si algo de tal magnitud es real o no! –gritó el hombre, con un traje de chaqueta larga y elegante cubriendo su cuerpo, su cabello castaño enmarcando el rudo rostro y rozándole los hombros.

Cuando los miró, enmudeció, fijando esos intensos ojos grises en ellos y él trató de no estremecerse cuando, en efecto, logró ver momentáneamente como brillaban con tormentas, rayos y huracanes encerrados en su interior.

El hombre suspiró, suavizando su rostro y girándose al soldado tras él, que los observaba con evidente recelo.

—Ya tengo mi respuesta –fue todo lo que dijo su tío, el Rey Supremo de Vasilis, dirigiendo nuevamente esos ojos intensos hacia ellos y devorándolos con la mirada.








--------------------------------------------------------------------

Bueno, holaaaaa! Que tal?

Hoy toca capítulo corto, pero los próximos van a compensarlo, lo juro

A ver, leo sus comentarios, cómo están recibiendo las noticias de los gemelos?

Juro que, justo ahora, estamos tratando de acostumbrarnos a sus nuevos nombres que, aunque son con los que los mellizos mejor se sienten porque nacieron con esos nombres, Annelisa y Bastian son... Especiales, en muchos sentidos.

Pero los mellizos son únicos, así lleven el nombre que lleven. Igual los amamos con toda el alma.

Đọc tiếp

Bạn Cũng Sẽ Thích

103K 13.2K 73
˚→ ˚→ ˚→ Ann Taylor una joven mexicana de 22 años, llena de sueños viaja por primera vez a Italia, en medio de su recorrido en las ruinas antigu...
318K 20.5K 27
Todo en mi vida era normal. Hasta que entre a ese bar. ¿Dirás cuál es el problema? Ahi los conocí, conocí el secreto de este pueblo. No puedes confia...
30.6K 8.4K 112
⚠️Solo a partir del capítulo 401, primera y segunda parte en mi perfil.⚠️ En un giro del destino, Jun Hao, un despiadado matón callejero conocido por...
15.5K 2.4K 33
Karla es una joven universitaria la cual, por obra del destino, presencia por error a uno de los pocos seres en el universo incapaz de ser visto por...