Con amor, el diablo.

By Kunshi_13

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Él era un cliente, lo apodaban el diablo, mi jefe, mis compañeros de trabajo, todos a mi alrededor lo conocía... More

Sinopsis
1. Diosa del Olimpo.
2. Día duro.
3. ¿Cliente?
4. ¿Otra vez?
5. Arrendatario.
6. Brazalete.
7. Miradas.
8. Amanecerá y veremos.
9. Agradeceme.
10. ¿Agradecerte? Ni que fueras Dios.
11. Sótano.
12. Noche de torturas y pastel.
13. Te cantaré.
15. Vestidos y discusiones.
16. Amigos y coqueteo.
17. Invitación.
18. Cena de negocios.
19. Calvario.
20. Calvario. pt2
21. Traidores y sus castigos.
22. Tarde perfecta.
23. Venganza.
24. Apariencias.
25. Terapia.
26. ¿Amor? ¿Con qué se come?
27. De vuelta al juego.
28. ¿Mujer del alemán o el ruso?
29. Mía, siempre mía.
30. La mujer de Benedetti.
31. Paseo nocturno.
32. Papeles invertidos.
33. Ex novios
COMUNICADO IMPORTANTE. ⚠️

14. La llegada.

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By Kunshi_13

Kael Benedetti.

—Sabes que te amo, ¿Verdad? — Pregunto e inmediatamente siento una vibra de duda, extrañeza y desesperación de su parte, justo a lo que temo. —No quiero que me respondas, solo quiero que sepas que no solo te amo; te adoro, Adeline Harlow. — Digo y ella solo me mira, está en shock, se nota, así que me levanto y voy por algo de agua, se la doy y ella con algo de timidez la recibe.

—Gracias. —Dice y toma uno que otro sorbo.

—Como te lo dije, no quiero que te sientas presionada, Adeline. — Digo y me siento a su lado y me tomo el atrevimiento de acariciar su espalda, ella se tensa bajo mi toque, pero a los segundos se relaja.

—Mañana te doy respuesta sobre la invitación a la fiesta, ¿Te parece? —Pregunta mirándome

—Está bien, te dejo para que descanses. —Digo y hago el amague de levantarme, pero ella me toma la mano, impudiendome la salida. —¿Que sucede? —Pregunto y ella me mira suplicante.

—Quédate, por favor. Me siento lo suficientemente sola, tanto como para tenerte que rogar. — Dice y asiento lentamente y vuelvo a tomar asiento a su lado.

—No me debes rogar nada, nunca, ¿Si? Solo pídelo y yo haré lo posible para hacerlo por ti, mi amore. —Digo y ella se recuesta sobre mi hombro, la abrazo y siento su suspiro de tranquilidad.

Así pasamos un buen rato, hasta que ella se levanta y toma su celular, a los segundos se empieza a escuchar una bonita melodía, es fácil para mí reconocerla, ella se levanta y me tiende la mano y la tomo con suavidad y empezamos a bailar al ritmo de burning love de Elvis Presley, pongo mis manos en su cintura y ella me rodea el cuello con sus brazos.

Your kisses lift me higher
Like the sweet song of a choir
You light my morning sky
With burning love. — Le canto al oído, a pesar de que no tenga su don, pero lo hago con todo el amor que tengo para darle. Segundos después termina, y empieza a sonar love me tender de él mismo, esta al ser más lenta, poso mi mano izquierda en espalda baja y ella apoya su mano derecha en mi hombro, apoya la cabeza en mi pecho y yo apoyo la mía encima de su hermoso cabello. Definitivamente esta mujer hace que me enloquezca, cada vez que estoy con ella, todo mi sistema se pone alerta de lo que le gusta y no, si está bien o no lo está; y el hecho de que colocara esta música solo para que bailaramos, me confirma que es la mujer perfecta, la que tanto anhelaba.

El resto de la noche nos la pasamos así, abrazados, cantando y bailando canciones de Elvis, desde Jailhouse rock, hasta Can't Help Falling In Love, definitivamente mi noche perfecta, no es necesario besarla, ni llevarla a la cama para comprobar si es la correcta para mí y para la futura familia que ya he planeado, es suficiente con que me deje abrazarla mientras bailamos, con que me cante como siempre anhelé, que me deje cantarle aún sabiendo que no tengo su mismo don, es suficiente eso para mí.

Al día siguiente...

—Me pasas el tarro de la avena, por favor. — Pide señalandome un envase transparente lleno de avena en polvo, cuando se lo paso, me quedo un rato viendo su agilidad para hacer ciertas cosas.

—¿Que más sabes cocinar? — Pregunto embelesado por sus movimientos.

—De todo un poco, me hubiera gustado estudiar gastronomía, pero las cosas no se dieron definitivamente.

— ¿Intentaste entrar a la universidad?

— Definitivamente no eres un buen acosador.

—Es la primera vez que me toca serlo, eres la primera mujer que me rechaza desde el principio. — Digo y ella asiente distraídamente, entiendo el mensaje, así que me retracto. — Lo siento, eso fue estúpido de mi parte.

—No me digas. —Dice y rueda los ojos, y termina de picar las frutas para la ensalada.

—Iré poniendo la mesa. — Digo y ella asiente, busco la vajilla que le compré y pongo la mesa de a poco, una vez he terminado, ella llega con la comida, tostadas, mermelada, ensalada de frutas, huevo, tocino y malteada de fresa.

Ambos nos sentamos y empezamos a comer en silencio y así es toda la mañana, a pesar de que bailamos y reímos toda la noche, hoy se despertó mal, está con la mirada perdida desde que la ví en la cocina. Cuando hemos acabado de desayunar, ella se levanta y recoge los platos y los lleva al fregadero, pero me adelanto, me pongo el delantal y le digo.

— Ve a cambiarte, yo puedo con unos simples platos.

— Bien, gracias. — Dice y desaparece por el corredor.

Me pongo a lavarlos, minutos después escucho el agua de la regadera correr, seguido de ello, a mi mujer cantando, la desconozco, pero definitivamente todo se escucha mejor en su voz.

Ahora que no estás, sigue en mi mente
Lo que pude haber hecho diferente
Tantas preguntas que nunca podré
Hacerte de frente... — Es lo que escucho, segundos después, no hay nada, ni voz, ni agua corriendo, me dirijo al baño preocupado, porque tampoco escuché la puerta abrirse.

—Adeline, ¿Estás bien?

—¿Mmm? Si, estoy bien, ¿Por qué? —Pregunta, y yo puedo volver a la vida.

— No, por nada. —Digo y vuelvo a la cocina y termino de lavar; minutos después ella está de vuelta, con un bonito jean de cuero negro, un top del mismo color que el pantalón, botas y el cabello suelto.

—Quiero que me lleves con Salem. —Dice, inmediatamente me descoloco.

—¿Que? No, no te puedo llevar a mi casa.

—Bien, entonces tráelo o haz que tus guardias lo traigan, lo quiero aquí conmigo. —Dice y se cruza de brazos enarcando una ceja.

—Bien, te llevaré a casa, pero, primero quiero que vayamos a comprar tu vestimenta para la fiesta.

— Yo aún no te doy mi respuesta. — Dice y niego.

—No me importa, quiero que vayamos a buscarla. —Digo, mientras dejo todo en su sitio, cuando termino me voy al baño para también darme una ducha.

Adeline Harlow.

Kael se fue a bañar, así que aprovecho para organizar la casa, pues está patas arriba gracias a qué anoche él durmió en el sofá y dijo que no quería cojines, ahora estos están en la mesa de café y encima de esto un plato con migajas de pastel, que puedo apostar mi pie derecho y mi voz a la bruja del mar que lo robó cuando me fui a dormir.

Alrededor de quince minutos después de estar limpiando, tanto sala, como habitación y cocina; estoy en la cocina limpiando cuando escucho la voz de Kael detrás de mí.

—¿Que haces? —Pregunta

— Limpiando, ¿Ahora eres ciego?

— Claro, es tu culpa que tenga miopía y astigmatismo.

—Si, se nota, ¿Siempre eres tan desordenado? — Pregunto y le miro, él niega. —¿Entonces porqué me dejaste esto desorganizado?

—Lo siento, se me pasó, pero déjalo así, yo lo haré.

—¿Que más vas a hacer? Si ya hice absolutamente todo. —Digo y me giro hacia él. Tiene la misma ropa de anoche, por suerte, pensé que se presentaría desnudo o algo así, pues con él nunca se sabe.

—Vamos entonces a ver a Salem y luego vamos por tu vestimenta.

—Me parece perfecto. —Digo y tomo el bolso cruzado que dejé en el comedor.

Salimos de mi departamento y cuando estamos cruzando la calle, veo un Porsche Panamera negro entre dos de las camionetas blindadas, igual a la que me monte hace días, veo como se dirige al auto y lo abre con un mando a distancia.

— Sube. —Pide él abriéndome la puerta del copiloto, pero negando me subo en la parte trasera. — Como quieras. —Dice y yo me abrocho el cinturón.

Él se sienta en el asiento del piloto y cinco minutos después, arranca haciendo que las camionetas nos sigan; todo el trayecto es silencioso, ni música, ni palabras de su parte y mucho menos mías. Son cuarenta minutos de esa manera, hasta que llegamos a su casa, abren las rejas y muchos le saludan como si fuera la persona más importante del mundo, cuando salimos de entre los guardias, veo la gran mansión color blanco, dos pisos, muchísimas habitaciones al parecer, arbustos coloridos a nuestro alrededor y cuando nos acercamos más al porche, veo cuatro personas ahí, reconozco solo a una de ellas, Lyra, el resto según yo, son mucamas, las camionetas se parquean y Kael pone el carro en medio de estás, haciendo que quedemos de frente al porche; al que reconozco como Rocco, abre la puerta trasera y tendiendome la mano, me desabrocho el cinturón y la tomo llevando conmigo el bolso, al salir, Kael está hablando con un chico castaño, éste se encoge con cada grito, así que suelto la mano de Rocco y camino hacia ellos, empujo a Kael y tomo la mano del otro y lo pongo detrás de mí, éste me mira sorprendido, pero no dice nada.

—¿Que te sucede? No te metas en dónde no te llaman, Adeline, apartarte.

— ¡Kael! — Escucho el grito de Lyra, esta se acerca y se pone a la par mía.

— ¿Crees que voy a permitir que le grites? Míralo, está asustado, quien sabe que le habrás dicho, pero te puedo asegurar algo. — Digo mientras me acerco a él, aprieta la mandíbula y cuando estoy lo suficientemente cerca de él, tanto que puedo sentir su respiración acelerada, lo suficiente como para parecer un pitufo, sigo hablando. — Puedo asegurarte, que mientras que yo viva, tú no le vuelves a poner un dedo ni a levantar la voz a tus empleados, y así me quieres tener en tu vida, te equivocas, el maltrato, es algo que no permito y si quieres que me quede aquí, más te vale que te comportes o sino tomaré todo lo que me has dado y desaparecere de la faz de la tierra. ¿Entendido? — Pregunto, él solo me mira, sonríe y se inclina sobre mí, y susurra en mi oído.

— Entendido, amore, pero cuando me regañes, no lo hagas frente a mis empleados y asegúrate de no verte tan enojada, eso me hace querer guardarte en una cajita de cristal y llevarte conmigo. ¿Entendido? — Pregunta, lo miro de reojo y me giro, tomando la mano de Lyra conmigo y arrastrarla para que me presente al cuerpo laboral.

— Ella es Adeline Harlow, la mujer que manda a Kael de ahora en adelante. —Dice ella, las mucamas me sonríen y yo les devuelvo la sonrisa.

— Mucho gusto, y lamento la escena que acabo de darles, no suelo hacer ésto, pero no pude evitar defender al muchacho.

— No te preocupes, es bueno tener a alguien al mando. —Dice la que parece mucho mayor que las demás, se acerca y me abraza. — Cuida a mi muchacho, es bueno, solo toca saber sobrellevarlo.— Dice en mi oído, yo asiento y le devuelvo el abrazo.

—Si ya terminaron, entremos que debe llevarse a Salem. — Dice Kael detrás de nosotras, me separo de la señora y le miro aún peor, él solo rueda los ojos y se adelanta a nosotros.

Al entrar, intento que la curiosidad no me gane y me den ganas de tocar algo, hay un gran candelabro colgando en medio, debajo una mesa de cristal y al fondo están las escaleras, una del lado derecho y otra del lado izquierdo, son de color café, puede ser caoba.

—Ven, mi niña, come algo antes de ir a ver a tu gato. —Me dice la señora de antes, yo miro a Lyra y ella asiente. Me dejo llevar por la señora y pasamos un largo pasillo, dónde hay cuadros, uno de Van Gogh, al que reconozco como almendro en flor, dos metros más allá, hay uno de Leonardo Da Vinci, que es la dama del armiño.

—¿Son réplicas? —Pregunto

—No, jamás pondría una baratija en mi casa. — Escucho su voz de nuevo detrás de mí.

— Ya veo. —Digo y sigo mi camino admirando los cuadros todos de diferentes artistas, son alrededor de diez cuadros, cinco en cada pared.

Al llegar a la cocina, la señora abre ambas puertas y veo todo tan ordenado por un lado y por otro, está patas arriba, veo a una mujer y a un hombre cocinando, huele delicioso, como a pasta, así que para matar la curiosidad, me acerco y si, definitivamente es pasta, todo va bien, hasta que el hombre me grita.

— ¡¿Quién eres y que haces en nuestra cocina?! —Grita él, haciendo que retroceda unos cuantos pasos hasta que choco con un pecho demasiado definido, sus brazos me sostienen y miro hacia arriba y si, definitivamente es él.

—Es mi mujer, así que más respeto. —Dice y posa sus manos en mi cintura.

— Oh, si señor, no se preocupe, pensé que era una intrusa.

— Intruso serás tú si sigues gritando y suponiendo cosas que no son. —Dice Kael y toma mi mano llevándome al otro extremo de la cocina, dónde la señora prepara dos tazas de té. Ambos nos sentamos en la isla y la señora coloca una taza frente a nosotros.

— Gracias, pero puedes dejar de decir aquello, eso me incomoda de cierta manera.

— ¿De que manera?

— No lo sé, solo sé que es incómodo, ya que tú y yo no somos nada y el hecho de que me trates como si fuera importante, es raro.

— No es raro cuando eres lo suficientemente importante para mí y ahora lo serás para ellos.

— Pero... — Intento decir algo, pero una voz ronca nos interrumpe, ambos volteamos hacia la puerta y vemos a un hombre de cabello blanco, lleva un traje negro demasiado refinado, sostiene un bastón con su mano izquierda y lleva anteojos oscuros, a su lado hay una pareja, ya mayores también, están tomados de las manos.

—¡¿Que hacen aquí?! Les dije que no los quería aquí y menos a ti. —Se levanta Kael y va hacia ellos, miro a la señora y ella solo se tapa la boca, no sé si es de lastima o vergüenza, diría que ambas.

— Kael, ¿Es tu familia? — Pregunto mientras me levanto y voy hacia ellos.

— Buenos días, Kael, ¿Quieres explicarme quien es esta joven? — Pregunta el señor de tercera edad.

— Eso no les incumbe. —Dice él y me mira como si me quisiera asesinar.

— Respóndeme. —Pido, él me mira y asiente.

— Si, mi abuelo paterno y mis padres.

— Un gusto en conocerlos, soy Adeline Harlow. —Digo estirando mi mano, pero solo la toma la señora, penosa retiro mi mano, ya que el padre de Kael me mira como si fuera una plaga.

—El gusto es nuestro querida. — Dice la señora y mira a su marido, éste se remueve incómodo pero no dice nada.

— Suficiente de presentaciones, amore, espera aquí, ya vengo para llevarte con Salem. — Dice él y se lleva a su familia, su madre se despide agitando la mano y yo le correspondo con una media sonrisa.

— Señorita Harlow, ¿Terminará su té? — Pregunta la señora detrás de mí, asiento y me siento a terminar y quince minutos después, Kael está de vuelta.

— Vamos, te llevaré a la habitación donde está Salem, haré que Kai lo lleve al departamento y lo cuide mientras vamos por tu vestido.

— Muchas gracias por el té, señora... — Quedo en la incógnita y ella sonríe y dice.

— Benedetti. — Quedo en shock, miro a Kael y este mete las manos en los bolsillos.

— Entiendo, gracias. — Digo y me despido con una sonrisa, pero ella me atrapa en sus brazos y me da un cálido abrazo.

— Nana... — Pide Kael, pero yo me aferro más a la señora.

— Cuídalo, por favor. — Pide mientras nos separamos, yo asiento y tomo la mano de Kael y este me lleva por el pasillo, luego las escaleras y por último, su habitación.

— Pregunta, anda.

— No entiendo, ¿Es tu abuela paterna? — Pregunto

— Si, mi abuelo la condenó a muerte por traición, pero le supliqué que me dejara traerla y así fue, por eso odio tanto a mi abuelo. ¿Contenta? — Pregunto y asiento. — Bien, ahí está, no lo puedes tocar, órdenes del veterinario.

— Bien, gracias.

— Estaré afuera. — Dice y sale, yo me dirijo al rincón donde está mi hijo y sin poder evitarlo acaricio sus patas, está en un profundo sueño, tiene un pequeño cono y suero por intravenosa, estoy alrededor de cinco minutos así hasta que me empiezan a rodar lágrimas por las mejillas, así que me levanto y salgo de la habitación limpiando mis mejillas con el dorso de mi mano.

Me dejo caer en la puerta y me deslizó hacia el suelo, llorando como si Salem no estuviera bien, como si se hubiera ido de este mundo; siento una mano en mi hombro, levanto la cabeza y me encuentro con la mirada preocupada de Kael.

Amore, ¿Que sucede? ¿Paso algo? — Pregunta mirando fijamente la puerta.

— No, él está bien, es mi culpa, lo dejé solo en la sala, siendo un bebé, soy una negligente, no merezco nada en ésta vida. — Susurro entre sollozos, él me rodea con sus brazos y me levanta.

— No digas eso, amore, eres la mejor madre que le pudo haber tocado, ¿Si? No te preocupes, él estará bien, Salem es fuerte, ahora, mírame. — Pide, alzo la mirada y veo que sus ojos negros de han cristalizado, su barba pica en mi mejilla, me da un beso en la frente y no puedo evitar volverme a derrumbar. — Amore, por favor, él te necesita fuerte, sana, feliz, ¿Que pasaría si se mejora, pero tú sigues así? No solo él te necesita fuerte, yo también te necesito bien, amore. — Dice y entre más reflexiono, más lloro, escondo mi cara en su cuello, él acaricia mi cabeza y me arrulla.

Así pasamos alrededor de diez minutos, hasta que por fin empiezo a hipear, cuando he terminado completamente de calmarme, Kael me conduce a la salida para irnos por el vestido.

Hasta aquí capitulo 4 de la maratón.🫡

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