Era un día hermoso y Elise decidió que pasear por el pueblo tomada de la mano de Karin era una excelente idea. Su guardia Uchiha se enteró la noche anterior de la idea de rescate de las dos mujeres Uzumaki y, como Uchihas, prendieron fuego a todo en su mente mientras miraban con desprecio a todo este pueblo por cometer crímenes tan atroces contra una mujer y su hija, sobre todo, cuando la mujer pertenecía a un Clan casi fundador del pueblo.
Los Uchiha aman intensamente, sus corazones arden y su amor se extiende a todo aquel que se pueda llamar familiar, las Uzumaki eran personas desvalidas, que fueron ultrajadas y maltratadas de todas las formas posibles, toda la guardia encendió peligrosamente su Sharingan cuando vieron el cuerpo semidesnudo de la mujer Uzumaki completamente lleno de marcas dolorosas y permanentes.
Estaban lívidos.
Eran como una hoguera que esperaba la destrucción de todo este pueblo y, como personas a las que se les asignaron el rol de policías y agentes del orden y de la justicia desde muy jóvenes, todo el escuadrón Uchiha aborrecía cualquier acto barbárico a los que se sometieron Kaira y Karin, haciendo que fuesen protectores con ambas Uzumaki y decidieran aceptar ayudar en el loco plan de Shisui que posiblemente podría generar conflictos entre Kusa y Konoha.
Claro, para otras personas podría pasar desapercibido, incluso podrían parecer indiferentes a todo el asunto, un poco frívolos tal vez y recios a ayudar, pero como una mujer que ha pasado AÑOS con miembros del clan Uchiha y se casó con uno, Elise es plena y completamente consciente de las tendencias... extremas de los Uchihas y sus formas de mostrar amor y protección.
-No es como si los Uchiha decidieran proclamar un ferviente discurso sobre cómo te protegería, ellos demostrarían su amor a través de sus acciones, te protegerían silenciosamente sin pedir nada a cambio, solo porque sus ardientes y apasionados corazones desean el bien de quienes aman. Los Uchiha son guardianes silenciosos, pero que arden como un inmenso fuego que puede o no salirse de control-.
Como dijo alguna vez el segundo Hokage, Tobirama Senju:
"No hay clan que sienta tanto amor como los Uchiha."
-tanto, que se vieron obligados a sellarlo-.
La juerga de compras con Karin rápidamente se transformó en tirar dinero a lo loco y hacer tonterías para gastar dinero, Karin estaba extremadamente feliz y emocionada con todo, no por el gasto desmedido de dinero en sí, sino que por el hecho de que había logrado, de alguna manera, encontrar una amiga -¿Quizás hermana?- en Elise. La mujer mayor siempre la cuidaría y le daría cosas que su madre no podría comprarle incluso por mucho que ella se lo rogase, pero Elise se lo daría descuidadamente con una sonrisa tonta en la cara y Karin no sabía si estaba feliz por complacerla o porque gastaba dinero, pero si Elise hacía todo por ella, adorándola desmedidamente, Karin pensó que esa era la forma de demostrar amor de los ricos.
Quizás Eli-chan no sabía demostrar amor de otra forma que no fuera comprar cosas, quizás esa era su forma única de demostrar que quería ser su amiga, así que Karin simplemente se encogería de hombros y haría que la mujer fuese feliz mientras ella conseguía las cosas que siempre deseó, pero nunca pudo conseguir.
Caminado con varias bolsas livianas en sus brazos, tanto la mujer como la niña se vieron satisfechas a tal punto de que parecían madre e hija o un par de hermanas muy cariñosas. Era una lástima que no pudieran comprar más, pero ni Karin ni Elise querían arriesgarse a cargar más cosas de la que podían y hacerle algún daño al bebé.
Karin estaba muy entusiasmada con el bebé.
-Cuando un Uchiha siente amor, es como si sus sentimientos contenidos se desataran y despiertan algo más fuerte que el sentimiento de amor de los Senju. Su amor es demasiado fuerte y se termina desbocando.-
Era curioso, pero le parecía tan intrigante y romántico, Elise parecía florecer cada vez que hablaban de cosas de bebés y el esposo de Elise era una persona que parecía un gran gato ronroneando ruidosamente a gusto cuando Elise hablaba emocionada sobre no poder esperar para dar a luz a una nueva vida.
Eran una pareja curiosa.
Karin se pregunta si tendrá alguna vez la suerte de tener una pareja así de amorosa, Shisui-san parece un hombre serio, pero en realidad es bastante juguetón, travieso y tonto. A Karin le agrada porque él es muy bueno con ella y con todos, pero es muy malo cuando alguien intenta dañarlas, se pone de una forma protectora y algo, francamente, aterradora cuando su chakra se transforma en algo oscuro y peligroso que la asfixia sin intención de hacerlo.
-Cuando un Uchiha conoce el amor, y pierde lo que amó con tanta fuerza, ese amor se convierte en un odio tan fuerte que incluso llega a transformar a esa persona-.
La pelirroja no sabe en qué momento las cosas empezaron a ir mal, no sabe si fue cuando las personas con protectores en la frente empezaron a hablar a sus espaldas, si fue cuando le lanzaron palabras a Elise que ella no recuerda con claridad o si fue cuando las empezaron a rodear.
—¡Corre y no dejes que te atrapen, Karin! —gritó Elise removiéndose bajo el fuerte agarre de un hombre mientras Karin sollozaba aterrorizada— ¡Ve en busca de las personas de cabello negro y ojos negros con la cresta del clan de Shisui! ¡Huye y explícales la situación, diles que vas de mi parte! ¡Corre y no mires atrás, no te dejes atrapar pase lo que pase! —gritó Elise antes de recibir un puñetazo en la mejilla y sus ojos se aguaran.
Karin lloró fuertemente.
—¡Eli-chan! —gritó en nombre de su primera amiga, ¿Hermana?
—¡Corre, mantente a salvo, Karin! —gritó con fuego en sus ojos y protección feroz, Karin vio el reflejo de su madre en ella y lloró amargamente mientras corría torpemente intentando esquivar las manos y a quienes intentaran atraparla.
Y mientras lloraba, sus lentes se empañaban y su mirada era vidriosa, como su hubieran nublado sus ojos. Karin corrió hasta que sus piernas dolían, dolían tanto y ardían fuertemente, sus pulmones parecían demasiado grande o demasiado pequeños en su cuerpo, su garganta dolía, sus piernas picaban y todo su cuerpo se sentía tan golpeado hasta que llegó a su hogar, en donde encontró un par de esos hombres de cabello negro con bandanas en la cabeza.
Karin retrocedió asustada, esas bandanas... aunque diferente, seguían siendo bandanas.
Los hombres con esas bandanas o protectores de frente se llevaban a su madre y ella volvía siempre tan cansada y pálida, tan enferma -tan moribunda, como si una simple brisa la fuera a matar-.
Esos hombres con protectores las rodearon a ella y a Eli-chan mientras se llevaban a la fuerza a la mujer mayor y Karin solo podía llorar y llorar mientras miraba con miedo paralizante a los hombres que se cernían sobre ella.
«¡Muévete, muévete» pensó con desesperación Karin, pero ninguno de sus músculos le respondía y solo gruesas lágrimas caían de su rostro hasta que miró la cresta en la espalda de uno de los hombres y la cresta en la manga de quien le tendía la mano.
—¿U-Uchiha...? —preguntó temblorosa Karin mirándolos horrorizadas y los hombres intercambiaron miradas antes de asentir.
—¿Uzumaki... Karin...? —preguntó el hombre azabache probando aguas y Karin sintió como su cuerpo nuevamente funcionaba a su antojo, por lo que se lanzó al hombre llorando.
—¡Elise fue llevaba por ellos! ¡Ella fue llevaba! ¡Quería protegerme y waaa...! —Karin lloró aterrorizada, solo era una niña de máximo unos 7 u 8 años, por supuesto que sería algo aterrorizador ver tan escena.
—Shhh... sshh... explícate, cálmate y explica lo que sucedió a Elise-sama —habló suavemente el joven que la sostenía entre sus brazos mirándola con preocupación.
Y Karin explicó, explicó como esos aterradores hombres las rodaron, como les quitaron las cosas, como dijeron cosas tan feas, como hablaban sobre vender a una Uzumaki o como Elise tal vez tenga la misma habilidad que la madre de Karin y que era posible que les dieran un buen dineral si es que conseguían que esa perra de cabello rosa podía curar a los heridos y...
Mientras más escuchaban los Uchiha, Karin sintió que se ahogaba en un incendio.
El chakra de esas personas de cabello oscuro brillaba con intensidad atronadora, todos como un gran incendio en mitad de un bosque altamente poblado, algunos incluso tenían ligeras tendencias de rayo como si fuesen feroces tormentas, mientras que otros cortaban como el viento, todo era muy aterrador para la pequeña Karin.
Pero el chakra de todos, incluso tan furiosos como estaban, intentaba calmarla haciendo que esa gran y peligrosa llama de fuego lamiera su cuerpo intentando reconfortarla, darle la seguridad de que ellos nunca la dañarían.
Y Karin, incluso en mitad de todo ese aterrador incendio, se sentía segura y protegida.
Un Uchiha la cargó contra su pecho con un solo brazo y todos desaparecieron en una mágica técnica ninja, fueron rápido, tan veloces que le revolvió el estómago, pero no lo suficientemente rápidos como para compararse con la velocidad monstruosa del esposo de Elise.
Entonces llegaron al hospital y Karin vio una escena horrible, vio a su madre tendida en el suelo como un peso muerto con una tela en su cabeza, su cuerpo estaba repleto de mordidas y Elise, quien estaba a punto de ser mordida mientras gritaba aterrorizada, se desmayaba.
Entonces estalló el inferno.
Karin se soltó del fuerte agarre del amable Uchiha y corrió hacia si madre llorando fuerte y amargamente que se despertara, que su mamá se recuperara, pero no había pulso, no había chakra reconfortante y no había sonrisa. La niña le quitó el pañuelo blanco de la cara a su madre y ella parecía tan, tan agotada que Karin no podía parar de llorar y gritar amargamente, sentía como si las dos últimas semanas hubieran sido un horrible recuerdo feliz para luego hacerle sentir más fuerte que nunca la dolorosa perdida de su madre.
Y Elise estaba pálida, ella estaba tan pálida que parecía muerta.
Elise había sido tan buena con ella y su madre, Karin no paraba de llorar y aferrarse fuertemente al cuerpo muerto de su madre, lloraba gruesas lágrimas y de su garganta adolorida corrían ríos de sangre por el dolor de su corazón.
Dolía, dolía, dolía.
Dolía tanto.
Quemaba.
Ardía.
Sentía que su corazón se iba a desgarrar y-
—¿No los odias...? —murmuró una voz suave contra su oído, pero Karin no podía parar de llorar ni dejar de concentrarse en su dolor agonizante, sentía que iba a morir.
Dolía, dolía, dolía...
Su cabeza dolía tanto.
Su cuerpo ardía.
Y...
—¿Por qué no me ayudas a matarlos a todos...? —habló melosamente la voz y la miró con feroces ojos rojos girando y girando al costado de su cabeza.
Era Shisui-san.
Su chakra se había vuelto negro, peligroso y parecía un miasma venenoso que no le permitía respirar, como una especie de infección sin control que se expande velozmente por todo su ser y la estaba infectando a ella también.
—Ellos dañaron a quienes más amamos, nos quitaron a nuestro mundo —susurró viciosamente el hombre y Karin se encontraba hipnotizada por su voz—. Deberíamos destruir su mundo, no tenemos nada que perder ahora, ¿Verdad? ¿Por qué no les hacemos pagar el dolor que nos infringieron?
—... —Karin aun lloraba, sus lágrimas blancas de volvieron rojas, todo su ser ardía con dolor y agonía.
—Morder a personas inocentes hasta la muerte, robándoles la vida en cada bocado, ¿Qué clase de monstruo son ellos? No son humanos, son demonios —la voz pasó de su oído derecho al izquierdo—. Son crueles, inhumanos, peores que cerdos, hay que eliminarlos, borrarlos de la faz de la tierra.
Karin no sabe en qué momento el hospital era un baño de sangre, cuando fue el momento exacto en que las instalaciones se cubrieron de un fuego feroz que consumió todo a su paso y ardía frente a sus ojos rojos.
—Karin-chan, ¿No hay que hacerlos pagar?
—Si.
Las sensaciones en su cuerpo estallaron y burbujearon debajo de su piel, cuatro enormes y gruesas cadenas escaparon de su piel, desagarrando carne y huesos mientras destrozaban todas las estructuras a su alrededor y la sombra que le susurraba a su lado sonrió felizmente mientras sus ojos rojos que eran lo único visible aparte de su blanca y nacarada dentadura en contraste de la gran sombra negra que consumía en su totalidad al hombre.
—Eres un sensor, ¿No? Ayúdame a eliminar a esos parásitos —ronroneó la sombra de odio a su lado mientras la cargaba con suavidad y una pisca de amor apasionado y desquiciado.
Karin no se sentía mal con la sensación, se sentía segura incluso entre toda la malicia de emociones caóticas y la destrucción a su paso.
Karin sonrió.
Las interminables luces que eran este gran pueblo lentamente se iban apagando bajo la enorme lanza turquesa que blandía el monstruo al cual se aferraba.
Mamá...sería vengada, los parásitos serían eliminados.