La Amante Del Diablo

By Itzel_MezaM

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Cuando la agente del FBI Aisling Forster se encuentra con uno de los narcotraficantes más buscados del país ¿... More

Prólogo
Hoy es el gran día.
Una mala señal.
El diablo es una tentación.
Al menos lo intento.
Por eso somos amigos...
Se llama resaca.
El nuevo.
Alguien agradable.
Siempre te han gustado rubios.
Otro error a mi lista.
El hombre en la habitación.
No te metes con el Diablo.
¿Por qué me buscas querida?
Mi ego no es frágil.
No soy buena siguiendo ordenes.
Campanita.
Tu verdadera cara.
Él no parece un narcotraficante.
¿Obsesionándote con el Diablo?
El Diablo lo quiso así.
Jodido síndrome de Estocolmo.
¿Eres masoquistas acaso?
Tratos con el Diablo.
No pensar en esta noche.
La gente cambia.
¿Felicidades?
No necesito nada de ti.
No me des problemas.
Estamos a mano.
No encajaba.
Calmar tu conciencia.
Cuídate de tus amigos.
Si las miradas mataran.
No soy tu enemigo
Una noche.
No fue tan malo.
No arruines tu vida.
Ese es el trato.

Al hombre que me ayudo.

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By Itzel_MezaM

Capítulo 20.


Cuando tuve el coraje suficiente para salir del pequeño escondite, la mayoría estaban encerrados en sus oficinas y nadie me miro. No sabía cuánto tiempo había pasado. Aun así, agradecía no tener mucho en mi oficina, no necesitaba poner el último toque a este drama dejándolos ver cómo me sacaban por la fuerza de aquí. Apenas entre en mi oficina alguien toco la puerta, esperaba ver a Max pero en su lugar estaba Chris, cargando una caja que puso sobre mi escritorio.

—Creí que la necesitarías.

Ese pequeño gesto de amistad después de las duras palabras me hizo soltar varias lágrimas. Chris lo noto, a pesar de que intente ocultarlo. Cerró la puerta de la oficina, pero ambos sabíamos que el lugar no daba privacidad. Tuve que girarme, no quería que nadie me viera limpiar las lágrimas que habían logrado escapar.

—¿Quieres que te ayude?

No confiaba en mi voz para responderle, solo asentí y lo escuché moverse a través del lugar buscando que podría meter en la caja ¿Qué me importaba lo suficiente? A cada segundo estaba más tentada a salir sin nada. Pero no sabía si ocuparían la oficina así que me obligue a calmarme, volverme y ayudar a Chris.

Cinco minutos después todo estaba listo, necesitaba salir de aquí. Quizá esto era lo mejor. Pero ser despedida no era lo que me tenía así, a punto de llorar. Era la relación cada vez más tambaleante con Jay. La mano de Chris se estiro dentro de la caja donde nadie nos veía y tomo la mía, su apretón fue reconfortante, tanto que no me atreví a mirarlo por miedo a desmoronarme otra vez.

—¿Puedo llamarte después?

—No soy la mejor compañía —Chris no insistió, pero pude ver el entendimiento en su mirada. Seguí hablando para que no pensara que era un no definitivo—. Prometo llamarte cuando me sienta mejor.

Él lo acepto sin reproches y abrió la puerta para que saliera con la caja en mis manos. Max se cruzó conmigo en el camino al ascensor, venía de la oficina de Jay y por su gesto supe que estaba tan decepcionado y enojado como él. No hubo palabras de su parte. Chris y Rue fueron los únicos que dijeron adiós antes de que saliera de este infierno. De repente el cuarto en medio del bosque, no se sentía tan mal.

***

Cuando entre en mi casa, esperaba que la soledad del lugar me diera la bienvenida. Pero Phoebe tenía otra cosa planeada y a pesar de que muy probablemente estaba dejando de lado alguna de sus tareas, la vi sentada en la pequeña mesa hablando con Harriet que se movía entre dos fogones. El olor hizo protestar a mi estómago y deje la caja a un lado, el pequeño ruido las alerto y notaron mi presencia.

Phoebe frunció el ceño mientras miraba su teléfono, seguro buscando la hora. Acababa de anochecer y no esperaban que llegara tan temprano.

—¿Qué haces aquí a esta hora?

Sonreí olvidando un poco mi drama.

—La próxima vez te llamare antes de entrar a mi casa.

—¡No es broma Ais! Se suponía que era una sorpresa.

—¿Lo siento? Eso huele genial Harriet, gracias.

No quería que notaran mi obvia tristeza así que tuve que forzar una sonrisa. Ella me giño un ojo mientras Phoebe empezaba a dar su discurso sobre como Jay no servía ni para mantenerme ocupada. No quise detenerla y decirle que seguro él tenía en mente otras cosas y que muy probablemente siquiera se había acordado de la sorpresa que ella le pidió que ocultara.

Me serví agua y dejé que su voz me aliviara y distrajera. A pesar de que ella quería lucir molesta, se le paso después de unas cuantas frases. Cuando paro lo suficiente y tomo un respiro su mirada fue hasta la caja.

—¿Qué tienes ahí?

—Nada importante.

Ignoro mis palabras y decidió levantarse yendo directo a la caja para inspeccionarla.

—¿Por qué te hicieron cargar eso? Te puedes marear y caer.

Apoye la barbilla en mi mano mientras me recargaba en la mesa y oculte la sonrisa al ver su preocupación.

—El doctor dijo que los dolores de cabeza pasarían. Así que tranquila, puedo cargar esto sin desmayarme.

—Confiare en tu palabra mujer maravilla— ella siguió moviendo las cosas dentro de la caja y saco una imagen donde salíamos ambas, seguida de una junto a Max donde los dos estábamos posando con el uniforme militar—. ¿Te dijeron a qué hora vendrán?

Me volví hacia Harriet olvidando la sonrisa. Ella ya había apagado uno de los fuegos, pero seguía completamente concentrada.

—Harriet será mejor que sea solo para nosotras tres.

Sus ojos fueron de Phoebe a mí y limpio sus manos antes de centrarse completamente en mí.

—Esto casi esta y es para seis personas.

Lo que estuviera cocinando, olía genial. Pero estaba segura que no podría comer mucho, mi apetito desapareció desde que entre en esas oficinas y aunque el olor me tentaba no lo hacía lo suficiente para devorarme lo de tres personas más.

Sabía porque Harriet había cocinado el doble, era de conocimiento público que cuando Jay y Max me visitaban debía doblar porciones. Lamentablemente no creía que tuviera que hacer eso en un tiempo cercano.

—¿Por qué no vendrán? —Phoebe parecía genuinamente sorprendida y no tenía más salida que contarle todo.

—Vamos arriba —Me levante y camine hasta la caja tomándola de sus manos—. Y me puedes ayudar a arreglar esto... podría desfallecer sin tu supervisión—necesitaba desesperadamente quitarle seriedad a este asunto.

Rodo los ojos y me siguió al cuarto.

—¿Segura que no deberías ir a ver a otro doctor?

—Segura. Recuerda que le tengo un repele a los doctores.

Ella me ignoraría aunque le dijera mil veces que estaba bien. Así que era mejor ir por otro tema.

—Me sacaron del FBI... temporalmente.

—¿Te corrieron? —sus ojos fueron nuevamente a la caja y el entendimiento se reflejó.

—Es temporal... creo.

Estiro su mano en consuelo y yo la acepte, el apretón fue agradable y me hizo recordar a Chris.

—¿Te tuvo que despedir Jay?

Ella no pregunto el por qué, a pesar de que le estaba carcomiendo la duda. Agradecía que no buscara presionarme... había muchas cosas que no podía contarle.

—No, pero se enteró de algunas cosas. Está enojado y Max también... creo que tú también deberías de estarlo —espere que me soltara, no lo hizo—. Todo el tema del secuestro y el que tú estuvieras en peligro, fue mi culpa. No seguí las órdenes.

—¿Tu cuando has seguido ordenes?

No me iba a reprochar ni siquiera por ponerla en peligro, mis ojos ardían. Ella lo noto y se sentó a mi lado, me rodeo con su brazo y yo solo la deje mientras el silencio apaciguaba la tormenta en mi cabeza.

—Aparte mandaste al hombre que me ayudo, te preocupaste Ais y sé que me salvaste.

Eso capto mi atención y me senté recta y alerta.

—¿Qué hombre?

—No me dijo su nombre —al ver mi precaución, este sentimiento se reflejó también en ella—. ¿No lo enviaste tú?

No me entretuve en explicarle, necesitaba confirmar mis sospechas.

—¿Cómo se veía?

No tardó en responder al verme en alerta.

—Era de mi altura, yo llevaba tacones... ¿Quizá 1.80? —No la interrumpí, quería cualquier detalle aunque pareciera sin importancia—. Cabello negro un poco cortó, creo que sus ojos eran marrón. Llevaba una camisa verde y tenía un tatuaje en la mano. El hombre con el que chocaste ¿Lo recuerdas?

En su momento no le preste la suficiente atención a su ropa, pero escarbe en mi memoria y todo encajaba, del tatuaje no estaba segura. Ya que la adrenalina junto a los tragos no me habían dejado inspeccionarlo bien.

—¿Qué te dijo?

Mis nervios me instaban a levantarme de la cama y caminar por el cuarto, pero me detuve. Sabía que Phoebe era receptiva y no quería ponerla más nerviosa de lo que ya estaba y que se le fuera algún dato importante, por mi impaciencia.

—Después de que me dijiste que saldrías, Nathan empezó a decir que se sentía mal así que lo acompañe al baño. Me pidió que lo esperara en el pasillo y le preste mi teléfono. Puso el pretexto de que su teléfono se descargó y que quería encontrar a su amigo, yo le creí. Cuando me dejo sola, vino él diciendo que era tu amigo. Él me saco del lugar y al escuchar las sirenas me llevo con los policías. Se mantuvo cerca hasta que Max me encontró. Intente decirle a Jay quien me había ayudado, pero él desapareció. Intentaron encontrarlo porque lo creían sospechoso.

—¿Lo encontraron?

—No. Y pensé realmente que era tu amigo, me ayudo a llegar segura con la policía.

Esto cada vez era más raro, cuando me hablo en el club no pude evitar desconfiar de él y de sus palabras. Ahora viéndolo fríamente y luego de lo que dijo Phoebe, eso se sentía más como una advertencia, no como amenaza. Él la saco, estaba segura de que si no lo hubiera hecho el Diablo la habría secuestrado también y no tenía idea de si habría sido tan benevolente con ella cerca. Después de todo habían matado a uno de sus amigos, nada lo detenía de hacerme lo mismo.

—¿No te dio ningún número? No viste algo que me ayude a encontrarlo.

Phoebe negó.

—No creo que sea malo, me ayudo.

—Lo sé, solo quiero encontrarlo para aclarar cómo se enteró de todo y porque nos ayudó.

—¿Nathan y Harrison trabajan con el Diablo?

—Si —me levante y camine hasta la puerta y de regreso—. No deberías saber esto Phoebe.

—Escuche a Jay.

Pase una mano por mi cara y talle mis ojos, el cansancio cada vez era peor.

—Por favor no preguntes nada más y no le digas a nadie esto. No quiero atraer cualquier mierda.

—¿Seguirás tu propio consejo?

El cuestionamiento sincero me hizo soltar un suspiro y me recargue en uno de los muebles mientras me encogía de hombros.

—Lo intentare... no quiero que Jay se moleste más.


Segundo capitulo del maratón en unas horas les subo los siguientes amixx. Ayudenme con sus votos las tkm

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