La flor de Lis

By LissetRipollGonzalez

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Lis es una chica común y corriente, su único atributo es una desenfrenada torpeza. O eso creía ella, si... More

Prólogo
Capítulo 1: Torpezas y más torpezas
Capítulo 2: Pesadillas
Capítulo 3: Cumpleaños
Capítulo 4: Una súplica en la noche
Capítulo 5: Corre
Capítulo 6: Despedida
Capítulo 7: Despedidas
Capítulo 8: El regreso
Capítulo 9: Carta del pasado
Capítulo 10: Despedida
Capítulo 11: Mal inicio
Capítulo 12: Inesperado
Capítulo 13: Visitando la enfermería
Capítulo 14: Punto de quiebre
Capítulo 15: No te alejes
Capítulo 16
Capítulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32

Capítulo 28

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By LissetRipollGonzalez

    Las garras filosas lanzan el zarpazo que se dispone a destrozar su pecho, y para mi sorpresa, solo consigue desgarras la madera, ya que evade el golpe lanzándose a un costado mientras se pone en pie buscando espacio para moverse. Sin pensarlo se le va encima eligiendo ser el que da el ataque antes de ser atacado, y al parecer, después de todo, puede que sí salga vivo de este bosque.

     Me enfoco en sacarme de encima a los que intentan matarme, están demasiado cerca para que el arco sea efectivo, por lo que voy a por algo más preciso encajando la daga en el costado de su pecho y con un golpe limpio alcanzo el corazón destrozando sus costillas que se encargan del resto yendo a por el siguiente, mientras encajo la cuerda metálica de mi muñequera en su garganta destrozándola en segundos con la presión necesaria que aplico sobre su cuerpo derrotado en la tierra.

      Capto el momento en que Landon consigue el cometido tomando a los niños que mueve con rapidez hacia nuestra cercanía evadiendo el ataque que casi lo hace caer. Se recupera con agilidad mandando a su oponente contra un costado gracias al corte fino de la estrella en su mano que desgarra el tejido.

      Nos movemos en sincronía buscando crear una barrera para los niños con nuestros cuerpos y aunque el novato es el último en conseguir la posición, me alegra saber que lo logra.

     Más aparecen y esto ya no está pintando bien del todo, de por sí, nos superan en número, y al parecer tienen un claro objetivo, ir a por los niños, porque hacen todo lo que pueden para alcanzarlos. Evadir sus intentos cuesta más que mantenernos con vida en el proceso, cuidar a tantos siendo tan pocos, se dificulta en medio de un combate en un lugar en donde no tenemos hacia donde ir.

      El terror de sus ojos se prende bajo la noche oscura mientras arrastro a un pequeño en la dirección que lo mantiene lejos del licántropo yéndome sobre él, evitando que lo alcanzara apenas por una fracción de segundo. Desgarro sus tendones mientras sus garras alcanzan a destrozarme la ropa y parte de mi pierna que comienza a cubrirse de carmesí.

      – ¡Liam!     – Landon no muy lejos me llama por ayuda, estamos perdiendo el control de la situación desmedidamente, porque si los ataques fueran contra nosotros solamente esto no sería preocupante, el problema está en que todo su empeño lo ponen en alcanzar a los niños y nos cuesta protegerlos mientras los pequeños se mueven en busca de un refugio que no existe      –. ¡Necesito ayuda!     – grita por sobre el gruñido que Albert deja escapar con las garras cortándole la piel al tiempo que batalla por librarse de tres de ellos.

      La flecha lo ayuda a quitarse uno de encima mientras acudo a Landon que carga a una pequeña que parece haber perdido la conciencia al tiempo que batalla como puede sin dejarlo caer. Extraigo la cuerda con la punta metálica de su cinturón y la blando cortando todo lo que está a mi paso dándole el camino que necesita para llevarla con los otros, pero no lo consigue con el suficiente tiempo en que el impacto de otro licántropo contra él lo lleva al suelo.

     Y todo pasa demasiado rápido.

      – ¡Hermana!     – la voz quebrada estremece mis sentidos siendo espectador del ruego, el pequeño extiende la mano contemplando a la pequeña en brazos del encapuchado que siquiera notamos, sosteniéndola mientras el niño se lanza intentando proteger a su pequeña hermana del monstruo que tiene en frente.

      – ¡Liam!    – el grito de mi amigo señala a la niña que cargaba, que ahora está bajo la mirada feroz del animal que se dispone a acabarla, ya que la decisión está tomada, si no pueden llevárselos, no permitirán que vivan.

      Los segundos son mis latentes enemigos mientras distingo la huella de una escena parecida en sus ojos, Landon libra su propia batalla mientras yo me enfrento a la mía, porque, ¿a cuál de los pequeños debería salvar?

     ¿Cómo puedo elegir?

     Aunque esa decisión nunca está en nuestras manos, hace mucho lo aprendí, una lección que me enseñaron hace tiempo atrás. La soga metálica se blande enterándose en la garganta del licántropo, mientras Landon se desliza quitando a la pequeña de su camino, al tiempo que desentierro con un tirón la punta impulsándola hacia el hombre que conserva su rostro cubierto. Pero no llego a tiempo, el pequeño ya está en sus brazos, y la lámina nunca toca su objetivo, sino que se detiene frente suyo, en un equilibrio versátil controlando el ataque y no comprendo cómo está pasando esto, simplemente es imposible.

      – Supongo que esta noche la victoria es suya    – se dirige a mí aun manteniendo la punta metaliza en el aire, apuntando hacia su rostro el cual debió haber destrozado      –. Pero el triunfo no te será tan dulce     –. Su mano aprieta con fuerza a los dos niños que posee en su poder, enterrando sus dedos hasta conectar la sangre con su toque.

     Una esfera que se forma a sus alrededores se magnetiza haciendo que el metal gire sin control sobre su eje y la presencia de los otros se deposita en mis laterales observando lo mismo que yo, tan absortos y sin poder imaginar lo que está ocurriendo ante nuestros ojos. Levanto el arco lanzando la primera flecha que siquiera se le acerca quedando junto a la punta girando igual que esta sin quebrar el magnetismo que les impide acercarse. Los demás hacen lo mismo, ataque tras ataque sin que algo ocurra.

      Los cuerpos de las dos criaturas tiemblan en sus manos elevándose mientras la capa los envuelve, emergiendo de ellos pequeños destellos que los abandonan sin piedad, destellando la vida que se les escapa y no puedo aceptar lo que estoy viendo.

      Lucho por avanzar, pero el mismo magnetismo me desplaza a mi lugar sin permitirme hacerlo quedando fuera de la esfera blindada de poder. La fuerza inminente amenaza con aplastarme mientas lo veo terminar su juego, haciendo caer los dos cuerpos al suelo carentes de toda salvación, porque ya no están vivos.

     La sangre se me acumula hirviendo bajo la imagen de sus cuerpos tirados en el suelo como embaces desechables de vida. Su cometido se expone al tomar toda la energía que extrajo de ellos lanzándola al cuerpo desmembrado del licántropo a su lado y este de inmediato cobra vida, la vida que le robaron a dos pequeños delante de mis ojos sin que pudiera hacer nada, y que ahora la depositan en una bestia que se ve aún más aterradora que antes por una razón.

     ¿Cómo matas a lo que ya está muerto?

      Su cuerpo se yergue ante el bosque y bajo el cielo oscuro, mientras este mundo es testigo de lo que nunca se creyó posible, la herida demuestra tal aberración, mientras lo que lo llevó a la muerte, su pecho abierto y destrozado, no es un impedimento ahora para que venga a por nosotros, poseído por una magia que se creía extinta desde los años de la creación.

     Pero yo solo puedo contemplan los ojos vacíos del pequeño, que aún ahora, muerto, me mira, en ruego desamparado, mientras su mano permanece extendida hacia el cuerpo de su hermana por quien luchaba alcanzar y no pudo cuidar.

     Las manos me escuecen y la opresión aparece, la misma que me quiebra la voluntad al rendirme ante ella dejando que me tome por completo. La siento vibrar mientras las marcas en mi cuerpo cobran vida, iluminándose al tiempo que doy el primer paso y la bestia se interpone entre mi objetivo y yo, entre él y yo.

     Ignoro las miradas asombradas de quienes observan lo que ocurre en mí, sus ojos ignoran lo que aguarda a excepción de una sola persona, Landon, solo él y unos pocos conoce lo que permanece dormido en mi interior, contra lo que lucho porque permanezca encerrado, eso que activa mis sentidos de una forma única, volviéndome más rápido, aún más fuerte y peligroso que ha provocados los murmullos y las historias sobre mí, pero que solo unos pocos han podido contemplar.

     Despliego el arco empuntando la flecha que sale disparada, y la brutalidad de la misma desgarra el brazo del licántropo en un solo ataque que nadie conseguiría, pero la bestia no se detiene, y lo que vive en mi interior tampoco. Su fuerza choca con la mía enfrascándonos en un ataque feroz que aumenta, sus garras rompiendo mi piel, mi hoja cortando su carne muerta.

     La shuriquen rasga su ojo, pero no es suficiente para detenerlo, la daga de Albert se hunde en su cuerpo y eso no basta para pararlo, y eso es posible solo por una cosa, él, es él quien le da la magia que lo mantiene ajeno a la muerte a pesar de nuestros ataques letales.

      El campo de fuerza permanece mientras saco mi daga de la garganta del animal observando a mi objetivo que no parece afectarle el que avance hacia él. No llevo prisa mientras mis compañeros batallan contra la bestia, sabe que la barrera lo protege y mi asecho no le preocupa. Grave error el desafiarme, jamás debió subestimarme, pero su mayor equivocación fue el tomar a dos niños inocentes. 

      – Ellos también van a morir     – habla bajo la capucha que lo mantienen oculto de mí, dedicándole una breve atención a los tres hombres que batallan sin cesar por acabar con lo que ya está muerto.

     – No, tú lo harás esta noche     –. Lo miro quedando en frente suyo, tomando la punta que no deja de girar por el magnetismo que le infunde hasta que mi mano la sostiene, apartándola mientras enrosco la cuerda entre mi palma. Su gesto delata la sorpresa, una que crece cuando mi mano libre recorre la barrera que nos separa sin que esta me detenga, no en mi actual estado, no cuando dejo que fluya, el impedir que me acerque ya no es posible.

      El primer golpe lo lanzo directo hacia la barrera con un claro objetivo, acabarla del todo para llegar a él, el segundo vuelve a conectarse vibrado el escudo que lo envuelve.

      – No puedes quebrar mi poder     – advierte y otro golpe sigue     –. Tu esfuerzo es en vano sin importar qué tan especial seas, cazador     – susurra consiguiendo incitarme aún más, porque como dijo, soy un cazador y él es mi presa.

     – Voy a quebrarlo, y luego a destrozarte     –. La punta golpeo nuevamente sacando todo lo que llevo dentro mientras las marcas de la tinta en mi piel brillan con mayor fuerza al tiempo que la mía aumenta. El siguiente golpe estremece su protección haciéndolo retroceder un paso que demuestra lo que le espera, miedo, hoy conocerá lo que significa y el grito de la bestia tras mi espalda se agudiza cuando doy el siguiente golpe. Cada ataque hace que su protección flaquee mostrándose en la fisura que nace en la misma, y la cual provoca que el poder que le ofreció al animal se debilite ya que ahora solo se enfoca en mantener la barrera en alto tras cada ataque que solo consigue incitarme más sabiendo la recompensa que me espera cuando lo tenga en mis manos.

      La fisura se vuelve más grande y con ello su protección más inestable, permitiéndome introducir el puño a través de ella y la sonrisa que le muestro declara el hecho de que falta poco. La batalla por contenerme lo obliga a tomar toda la magia que robó de esos niños y que depositó en el licántropo para poder defenderse de mí, pero no le será tan fácil.

      Introduzco la otra mano y haciendo fuerza abro más la apertura, que ahora crece rasgándose, permitiéndome el paso mientras la quiebro de apoco, y lo dejo sin escapatoria. Va a pagar por lo que ha hecho y seré yo quien lo cobre.

     El cuerpo del licántropo cae derrotado volviendo a lo que nunca debió dejar de ser, un cadáver sin vida y sin derecho a caminar por esta tierra. Así que con otro golpe amplio el desgarre que lo deja al descubierto, y adelanto su movimiento cuando quebrando las leyes desplaza el portal por el que pretende escapar y no soy el único.

      – ¡Liam!     – grita Landon lanzando tras mi espalda la daga que atrapo e impulso en su dirección aproximándose al objetivo mientras cruza el portal, no sin antes esta enterrarse en su hombro antes de que desaparezca del todo por él.

     La rabia me carcome viendo el portal cerrarse sin que pudiera detenerlo y matarlo, pero ahora tendrá un recuerdo grabado para siempre. Esa daga no era una cualquiera, y el hombre que toma posición a mi lado lo sabe. Ahora está marcado por el cazador y aunque no quiera, esa herida le recordará que iré tras él, y mientras eso ocurre, la huella de la daga en su piel se encargará de recordárselo.

     Los magos más fuertes en la ciudad humeante las forjan, su herida nunca va a sanar, solo cuando muera bajo mi daga esta dejará de recordarle que ha sido marcado por un cazador.

     – Permite que tu ira se aplaque     –. Landon observa las líneas en mi piel, aún ardientes por la ira que me consume.

     – No puedo      –. Miro a los dos pequeños en el suelo y me aproximo a ellos, tomo primero al hermano, y luego a la pequeña acomodándolos en mis brazos antes de comenzar a andar. Los lamentos de los demás pequeños solo son un eco que se mezcla con los recuerdos en mi mente.

     Cruzo el bosque llevando lo que queda de lo que pudo ser sus vidas mientras el calor que emerge de mí se niega en apagarse y conozco el por qué. Los demás continúan mis pasos llevando a los niños consigo. Las luces indican la salida del bosque, y no me detengo en cruzar el velo que nos mantiene separados ahora que la barrera ya ha sido establecida.

     Los cuerpos aún apilados, los destrozos que señalan la batalla, pero ninguna será como el lamento después de que todo pasa, y el primer grito emerge mientras la mujer se impulsa dejando de lado lo que hace para acercarse, el hombre junto a ella la sostiene al tiempo en que sus piernas flaquean sin poder llevarla ante los cuerpos de sus hijos. Termino el trabajo llegando ante ellos rendidos en el suelo frío en donde deposito a sus pequeños entre sus brazos, mientras sus manos los tocan rogando porque vuelvan a la vida. Los gritos de su madre, los lamentos de su padre me hacen elevarme bajo la necesidad de perseguir al causante.

       – ¡Cazador!      – se quiebra la voz tras mi espalda y siquiera puedo voltearme a verla, porque sé que mientras me ve ahora, sus dos hijos muertos yacen en sus brazos tibios     –. Sé quien es usted, y también quien fue su padre, y si es como él …     – El llanto fractura sus palabras que luchan por subsistir en medio de la muerte que arrastra en vida en busca de una sola cosa    –. Si es como él acabará con quien le ha hecho esto a nuestros pequeños, porque mi corazón estará en llamas hasta que no lo haga    –. La suplica palpita en mis manos que desean complacerla.

      – Ya ha sido marcado      – declaro y todos saben lo que eso significa, la marca de un cazador es sagrada, y mientras quede uno de nosotros en este mundo, ningún cazador se detendrá hasta terminar la cacería, aun cuando el dueño de la marca muera, la deuda debe ser saldada, en su nombre, por su honor.

     Su grito es la respuesta a mi juramento, el dolor consumiéndola, quemándola desde adentro, tanto como la ira me quema la piel.

     Pero algunos hoy escucharán el clamo de la misericordia, siete niños abrazan a sus padres esta noche, mientras vuelven a casa con ellos en medio de los destrozos. La orden ha sido dada, ninguno de los capturados quedará con vida, no habrá clemencia para los que hicieron esto, no se tendrá piedad, y la hora de sus muertes es precedida bajo las campanadas que gritan por la ciudad que la noche aún no termina.

    

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