Capítulo 22

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     No falta mucho para que la tormenta estudiantil pronto llegue, todos saben que luego de que termine estos días que marcan el fin de semana las clases darán inicio, y con ello las ráfagas de conocimiento que los profesores han creado para traumatizar a sus estudiantes. En ocasiones me los imagino escribiendo su plan de clase con una sonrisa malévola disfrutando de los momentos en que nos verán suplicar por acabar el día solo para descansar, creo que es su manera de vengarse de nosotros por ser sus mayores pesadillas. Como una persona crítica y autocritica tengo que admitir que lidiar con un puñado de alumnos irresponsables y pretenciosos le vuela la cordura a cualquiera.

     El aire batiendo mi cabello me sienta bien, el sol no me molesta ya que ha estas horas de la tarde no calienta demasiado. Todos en la escuela hacen lo mismo, estar en los jardines disfrutando del atardecer, es como si todos supieran que una vez que el lunes llegue, no tendremos tiempo ni para ver el solo brillar.

     – Creo que deberíamos ir a comer     –. Amberly se alza abandonando mis piernas en donde se mantenía descansando     –. Mis tripas están rugiendo    –. Señala su estómago y no es nada nuevo que sorprenda, esta chica tiene un apetito voraz del cual no pretende escapar. 

     – Pero tan solo hace unos instantes te comiste media docena de panecillos     –. Elena la observa alarmada y no sé ni para qué se molesta, si Amber pudiera devoraría toda la comida de la ciudad entera      –. No es posible que tengas hambre otra vez.

     – Claro que sí    – se defiende apartando la melena azabache de su camino    –. Es cosa de lobo que nunca entenderías, nosotros siempre tenemos hambre    – puntualiza y no sé siquiera para qué lo discuten si el desenlace es obvio. Supongo que es su forma particular de comunicarse entre ellas, les encanta retarse por todo.

     – Y luego de la cena volverás a quejarte del hambre y te comerás todo lo que encuentres     –. Elena ajusta sus zapatos y me da gracia verla pelear por los estallidos de hambre de Amberly como si le molestara el tener que marcharse por su apetito insaciable, al tiempo en que se está preparando para irse porque jamás la dejaría pasar hambre, entonces para qué pelea si de todas formas lo hará, es la pregunta que siempre me hago.  

     – Claro que sí     –. La morena se encoje de hombros sin tener planeado una disculpa por devorar todos los bocadillos que guardamos.

     – ¡Eres una descarada!     – Elena la encara observándola fijamente, dejando resaltar el color de sus ojos que brillan como un estallido de colores bajo la luz del atardecer.

     – Y así me quieres    – declara triunfal su contrincante haciéndola boquear como pez fuera del agua sin argumento ante eso.

     Elena refunfuña poniéndose en pie con la mayor de las indignaciones peor fingidas del mundo     –. No sé de qué me hablas    –. Sacude su melena echando a andar rumbo a la cafetería con Amberly burlándose de ella a medida que le pisa los talones, y a mí solo me queda seguirlas mientras escucho sus discusiones sin sentido alguno.

     – Estás muy callada hoy     –. Amberly me extiende una de las bandejas para que sirva mi comida colocándonos en la fila    –. ¿Todo bien con tu madre?

     Asiento      –. Le gusta mucho su nuevo trabajo      – les comento, se veía muy feliz cuando me hablo del nuevo lugar     –. Dice que está preparando mi habitación para cuando vaya a nuestra nueva casa     –. Me alejo de los exhibidores con el contenido de mi comida ya servida, pollo asado y un poco de patata.

     – Pasará un buen tiempo para que eso ocurra    –. Elena me hace un lado junto a ella mientras Amber ocupa el otro lugar a su lado      –. Es por lo que estás así, ¿no?

La flor de LisWhere stories live. Discover now