Educación Física, la única clase que estamos juntas y entre comillas, porque ella está junto a sus compañeras de salón y yo con los mías a la misma hora en el gimnasio techado. Cuando termina la clase, a todas nos mandan a los vestidores. Algunas vamos a los casilleros para quitarnos la ropa de gimnasio y otras optan por tomar una ducha rápida, entre ellas, Nora.
Ella deja un cambio de ropa frente a su casillero y se va a las regaderas. Una vez lejos, unas chicas toman su ropa y empiezan a reírse.
—Vamos a ver qué reacción pone cuando vea que ya no tiene su ropa —murmura una.
—A lo mejor y va a al vestidor de los chicos para ofrecerse a cambio de ropa —se burla otra.
—Qué zorra —dice la que siempre identifico como la líder cuando le hacen algo a Nora, una chica pelirroja—. Espero que con esto se aleje de una vez de MI Philip.
—¿Por qué no aprovechas de una vez y le pides regresar, Isabella? —pregunta una.
—¡Lo iba a hacer, pero llegó esa chica y me lo quitó! —se queja.
—¿No habían terminado mal ustedes dos porque te fue infiel?
—Sí, pero estoy dispuesta a perdonarlo y él seguramente debe extrañarme mucho. —Se ve muy segura—. Mejor vámonos de aquí antes de que esa zorra regrese.
La veo alejarse de los vestidores. Son unas personas asquerosas, esas chicas, más la pelirroja. También unas bobas, ni siquiera se molestaron en hablar en voz baja, aunque yo estuviera aquí.
Parece que los rumores son ciertos acerca de Philip.
Entonces es malo que esté cerca de Nora.
¿Debería decirle? No lo sé. No creo que ella decida creerle a una chica con la que jamás ha hablado. Yo no lo haría.
Supongo que solo me queda esperar que todo no salga mal. Por ahora, tengo que hacer algo por ella y su ropa robada. No debo dejarle así. Tengo un cambio de ropa extra, así que lo saco y me preparo para dárselo, pero... la idea de tener que hablar con ella me pone muy nerviosa. No estoy lista aún.
Mientras me debato en salir corriendo o no, pronto veo llegar a Nora, la cual empieza a buscar por todos lados su ropa. Pronto nota mi presencia y se me acerca.
—Oye, ¿Has visto mi ropa?
La primera vez que me habla. Qué voz tan... dulce.
Me quedo sin palabras, mientras ella mueve su mano frente a mí. No puedo reaccionar de manera normal y siento que mis mejillas se ponen rojas. Solo extiendo mis manos hacia ella y le entrego el cambio ropa extra.
—Se... llevaron tu... ropa unas chicas —murmuro y tartamudeo—, pero tengo algo extra... para ti.
En cuanto ella la toma, salgo corriendo. Lo sé, soy patética. Sin embargo, me siento muy contenta de que puede hacer algo por ella y por fin le hablé.
¡Genial!