A tu lado ©

By ElenaaL04

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Obra TOTALMENTE registrada. Código: 1505104058586 Cualquier plagio será denunciado legalmente. Cada paso que... More

Aclaraciones antes de leer.
Prólogo
Capítulo 1
Capítulo 2
Capítulo 3
Capítulo 4
Capítulo 5
Capítulo 6
Capítulo 7
Capítulo 8
Capítulo 9
Capítulo 10
Capítulo 11
Capítulo 12
Capítulo 13
Capítulo 14
Capítulo 15
Capítulo 16
Capitulo 17
Capítulo 18
Capítulo 19
Capítulo 20
Capítulo 21
Capítulo 22
Capítulo 23
Capítulo 24
Capítulo 25
Capítulo 26
Capítulo 27
Capítulo 28
Capítulo 29
Capítulo 30
Capítulo 31
Capítulo 32
Capítulo 33
Capítulo 34
Capítulo 35
Capítulo 36
Capítulo 37
Capítulo 38
Capítulo 40
Epílogo.
Aclaraciones y segunda parte.

Capítulo 39

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By ElenaaL04

Todos los vampiros y licántropos se posicionaron frente a nosotros en segundos. Anthony estaba al frente, Camila y Amelia a cada lado de él, ambas con miradas asesinas dirigidas especialmente a mí, no me intimidaban, ellas serían más fuertes, pero yo tenía motivos para no dejarme vencer. Iba a luchar y saldría victoriosa con Hadrien a mi lado.

—No sean estúpidos —habló Anthony—, no ganarán. Únanse a mí, a mi ejército, será la mejor decisión que pueden tomar.

—Detén esto, Anthony —intervino Hugo.

—Siempre lo preferiste a él —le reprochó mirando con odio a Hadrien—, y por ello los mataré a ambos... y también a ella —agregó señalándome a mí. Hadrien soltó un gruñido y dio un paso al frente.

—Te daré la oportunidad, Anthony, detén está locura, tus planes no se llevarán a cabo —habló Hadrien por primera vez. Anthony sonrió de lado.

—Nunca, Hadrien.

No hubo más respuestas, sin decir más los vi venir hacia nosotros como una gran mancha oscura. Hadrien a mi lado, apretó mi mano y me miró por una milésima de segundo para después soltarme, sintiéndome desprotegida al no tenerlo conmigo.

Entretanto, me vi siendo empujada hacia el suelo sin poder hacer nada para evitarlo, mientras que, un vampiro que no conocía estaba sobre mí buscando sujetar mi cuello, pero al momento de hacerlo el collar lo quemó, obligándolo a retirar la mano, lo que aproveché para golpearlo con todas mis fuerzas lanzándolo lejos de mí.

Me incorporé enseguida, todo a mi alrededor era un desastre, manchas borrosas se movían de aquí a allá, pero podía encontrarles formas; la sangre comenzó a llenar el ambiente volviéndose densa. Los gruñidos de los licántropos eran ensordecedores, y podía oírlos muy claramente, llegaban a irritarme y ponerme los pelos de punta, porque no nada más estaban de nuestro lado, Anthony había traído más que peleaban para él.

Busqué a Hadrien, pero no pude encontrarlo, eran Ezequiel y Marco los que estaban cerca de mí; en ese momento observé a un lobo correr peligrosamente hacia donde me encontraba, pero antes de pudiera tocarme otro licántropo lo asesinó de forma brutal. Sin saber por qué, supe que se trataba de Andrew.

—Por fin voy a poder acabar contigo.

Escuché la voz de Amelia a mis espaldas mientras me tomaba del cabello y tiraba de él, gemí de dolor, pero logré girarme y golpearla en ese estúpido rostro que tanto odiaba.

Al verla sentí la rabia crecer en mi pecho recordando que Hadrien la amó, que estuvo con ella, qué significo algo para él; eso fue suficiente motivación para sacar fuerzas y enfrentarme a ella.

Arremetió de nuevo hacia mí. Ambas nos golpeamos mutuamente, de un lado a otro, golpes que verdaderamente dolían, pero no me detenían en lo absoluto, por el contrario, me hacían enardecer y buscar desquitarme.

Sin embargo, aunque luchara bien, ella era muy fuerte; me tiró sobre la hierba mientras yo la sujetaba del cuello y le propinaba golpes con todas mis fuerzas en su rostro buscando la manera de sobrevivir y no permitir que fuera ella quien acabara con mi vida.

—Hadrien siempre será mío. Sobrevivirá a tu muerte, créeme, seremos muy felices sin ti.

Me dedicó una mirada cargada de odio y luego clavó algo en mi vientre que me hizo gritar de dolor; fue rápida y precisa, haciéndome jadear.

—¡Gabrielle! —Escuché la voz de Hadrien, pero no pude verlo.

Amelia retorció lo que sea que tuviera en las manos dentro de mi cuerpo, ardía demasiado, me quemaba la piel, podía sentir como se extendía por todo mi cuerpo y como muy lentamente me debilitaba; entendí que se trataba de un artefacto de plata.

—Ahora te sacaré el corazón. Aunque preferiría verte sufrir por más tiempo —dijo con desdén.

La golpeé tratando de quitármela de encima, pero no fue necesario, Hadrien lo hizo por mí.

Como pude me puse de pie y saqué la daga de plata que tenía incrustada en mi abdomen. Observé a Hadrien tomar a Amelia del cuello con fuerza mientras ella trataba de liberarse; gritaba al tiempo que sus ojos se llenaban de lágrimas.

—Fui tu esposa, no puedes hacerlo —dijo con dificultad.

No pude ver el rostro de Hadrien, pero no se detuvo ante las palabras de Amelia, sin compasión atravesó su pecho y sacó su corazón en un abrir y cerrar de ojos y con una facilidad increíble. Amelia abrió mucho los ojos con la sorpresa reluciente en ellos para después caer muerta a los pies de Hadrien, convirtiéndose en cenizas muy lentamente.

—Debes irte —dijo mirándome con sus ojos rojos brillando de furia.

—No, no puedo.

Supe que no podría hacer mucho, pero irme como una cobarde no era una opción que quería tomar.

Él presionó los labios fuertemente y se quedó cerca de mí.

Incluso ante la herida que logró debilitarme pude eliminar a una cantidad considerable de vampiros sin sentir el menor remordimiento alguno cuando atravesaba sus corazones, sin embargo, no podía luchar contra los licántropos, Marco y Ezequiel me cuidaban de ellos; Hadrien hacia lo mismo, pero él era algo... sádico cuando se trataba de asesinar a sus enemigos. No se media, no tenía compasión y buscaba la manera más dolorosa para acabar con ellos.

Mientras tanto, Anthony se hallaba muy tranquilo observando toda la lucha sangrienta que estaba ocurriendo ante sus ojos y que él había provocado, sabía que estaba esperando el momento para asesinar a Hadrien, pero eso no lo iba a permitir.

Corrí hacia él, sabiendo de sobra que estaba loca por intentarlo, pero no importaba, tenía la daga de plata en mi mano dispuesta a atravesar su corazón para después sacárselo.

Él vio mis intenciones y sonrió cruelmente, y antes de llegar a él me vi de nuevo en el suelo, esta vez gracias Camila.

—Nunca me caíste bien —dijo golpeándome en el rostro.

Sin perder tiempo en hablar enterró su mano en mi abdomen, rompiendo mi piel con sus uñas de forma brusca y dolorosa.

Solté un gemido lastimero y aguanté el dolor que me embarga mientras ella introducía su mano en mi interior, moviéndola dentro de mi cuerpo, buscando mi corazón.

No pude gritar, mi voz se había ido, mis fuerzas disminuyeron drásticamente y no pude hacer más que quedarme quieta viendo la cara de satisfacción de Camila que sólo hacia aquello por hacerme sufrir antes de morir.

Morir.

No, no podía morir, Hadrien me necesitaba, yo necesitaba una vida a su lado.

Así que aferrándome a las pocas fuerzas que me quedaban y al recuerdo de mi vampiro, empuñé la daga que tenía en mi mano y antes de que ella tocara mi corazón, la enterré en su cuello muy profundamente.

—¡Ah! ¡Maldita! —fue su turno de doblarse de dolor buscando la forma de sacarse la daga, pero antes de hacerlo Marco le arrancó la cabeza como si se tratara de una simple muñeca.

Me la quitó de encima y tuve que esperar un momento a que la herida en mi abdomen cerrara, lo cual fue tardado.

—¿Estás bien? —me preguntó Hadrien arrodillándose a mi lado.

A mi alrededor la lucha estaba cesando y para mi alivio, éramos nosotros quienes estábamos ganando.

—Sí... solo... necesito algo de tiempo.

Él mordió su muñeca causándose una gran herida de la cual brotó mucha sangre, la misma que vació en la herida que tenía en mi abdomen, esta cerró enseguida, como si jamás hubiese estado ahí.

—Así es más rápido —dijo para después ayudarme a ponerme de pie, tirando de mi cuerpo hacia el suyo. Di una mirada rápida a nuestro alrededor, no veía a Anthony por ningún lado, tal vez huyó como el cobarde que era—. Quédate aquí, esto ya está terminando.

—¿Anthony? —Pregunté preocupada.

—Ya me encargaré de buscarlo.

Besó fugazmente mis labios y se alejó nuevamente de mí, buscando a Anthony mientras que yo lo observaba irse, manteniendo la necesidad en mi interior de querer permanecer junto a él.

Mi vista fue hacia el cielo que se hallaba cubierto de nubes, la luna estaba oculta tras ellas, por lo que todo se volvió completamente oscuro, no había un poco de su luz, pero aun así podía observar los cuerpos de los vampiros y licántropos muertos llenar aquel campo que hace unos momentos se halló desierto.

El viento sopló y trajo consigo el olor denso de la sangre; seguí buscando entre los rostros de los cadáveres alguno que conociera, y para mi desgracia, la angustia me sobrevino al ver el cuerpo de Hugo sin vida alguna, totalmente desecho y desvaneciéndose más lento que los demás.

—Demonios... —Susurré sintiendo las lágrimas en mis ojos al ver también el de Ezequiel.

Le tenía un gran cariño, incluso al convivir más con Marco. Mi intención fue acercarme a él antes de que su cuerpo desapareciera para siempre, sin embargo, una voz me detuvo.

—Al menos te asesinaré a ti —dijo Anthony a mis espaldas.

Me giré al momento de que él sujetaba mi cuello, pero nuevamente el collar que Brent me dejó me protegió de alguna manera.

Él se apartó haciendo una mueca de dolor, mirando su mano con total sorpresa. Me percaté entonces de la espada de plata que traía en su mano y no hacía falta ser una genia para saber que la usaría en mí.

Me quedé paralizada como una idiota por la sorpresa cuando corrió hacia mí; mi cuerpo no reaccionó, todo ocurrió muy rápido, no tuve tiempo de hacer nada, mas que cerrar los ojos esperando un dolor que nunca llegó; sin embargo, escuché como la espada atravesaba el cuerpo de alguien.

Abrí mis ojos deseando no haberlo hecho.

—¡No! —Grité llena de horror— ¡Hadrien!

Él se desvaneció sobre el suelo con la espada clavada en su corazón. Lo tomé entre mis brazos y como pude saqué esa cosa de su pecho mientras vi a Marco y a Vadhir desmembrar de la peor manera a Anthony, arrancando parte por parte de sus extremidades provocando gritos de dolor de su parte que escucharon por todo el lugar como una resonancia siniestra que pudo erizarle la piel a cualquiera, pero yo no pude concentrarme en nada más que no fuera el cuerpo de mi vampiro.

—Hadrien—susurré mientras lo movía en un intento inútil para despertarlo.

Él tenía sus ojos cerrados, no los abría y yo me estaba consumiendo de dolor.

Con las manos temblorosas mordí mi muñeca, casi arrancando un trozo de mi carne, luego dejé escapar la sangre derramándola sobre la herida en su corazón, esperé a que sanara, pero no sucedía nada, vertí mi sangre una y otra vez... pero nada pasaba, la herida seguía abierta.

—No me hagas esto, estúpido vampiro psicópata —murmuré golpeando su pecho—. No puedes dejarme, maldita sea.

—Gabrielle —habló Marco, pero no me moví—, está muerto.

—¡Cállate! ¡Él no está muerto! —grité desesperada, tratando de convencerme más a mí que a él.

Besé sus labios una y otra vez, acaricié su hermoso rostro que ahora estaba tranquilo, sin expresión alguna, se hallaba inerte.

Sollocé.

No, él no me podía hacer esto.

Abracé su cuerpo recostándome sobre su pecho mientras las lágrimas salían sin parar de mis ojos.

Nunca había sentido tanto sufrimiento, esto que me torturaba el pecho no tenía comparación con nada; ni con las torturas a las que me sometió ni a la muerte que me dio ni a la agonía de mantener alejada de él.

Esto no tenía explicación alguna, era horrible, prefería mil veces sus torturas, sus castigos, su maldita indiferencia que sentir el sufrimiento que tenía en el pecho, mi corazón se estaba haciendo pedazos, estaba muriendo de dolor.

—¡No! —Alcé la voz con fuerza, con coraje— No tienes ningún derecho, no puedes ilusionarme y después dejarme, no, no cuando todo estaba bien entre nosotros.

Mordí mi muñeca de nuevo, aunque más bien la herida ya no estaba cerrando con prisa a causa de la sangre perdida; la coloqué de nuevo sobre la herida en su pecho, la mantuve ahí y cerré mis ojos.

Todo estaba en silencio, sólo mi llanto se escuchaba en aquel desolado lugar, era como si todos nos estuvieran dando un momento de paz... De tranquilidad, de intimidad para compartir el dolor que caía sobre mí, aplastándome.

—Moriré a tu lado —susurré sin abrir los ojos—. No puedo vivir sin ti, no puedo.

Me apreté a su cuerpo inerte dejándome ir con su sonrisa, sus besos, sus palabras, todos y cada uno de los pocos, pero perfectos momentos que vivimos juntos, en mi mente. Aferrándome a ellos como el mayor de los tesoros.

—Déjalo ir, Gabrielle —escuché la voz de Marco nuevamente.

—Nunca.

Sentía como pronto perdería la consciencia, como mi alma estaba muriendo, no quise aferrarme a la vida, no cuando Hadrien no estaría en ella. Él me había lastimado de la peor manera, pero eso ya no me importaba más, todo el daño que me hizo quedó resarcido cuando dio su vida por mí; sin embargo, de nada serviría, porque yo le seguiría, lo haría a donde quiera que estuviera, ahora estaba muerto y hacia allá era mi destino, porque siempre debió ser así.

—Donde tú te encuentres... yo estaré... si tú mueres... a tu lado yo moriré —susurré.

Jeg elsker deg, Gabrielle.

Escuché mientras sentía un par de brazos apretarme fuerte, el dolor se había ido, todo estaba en paz, sólo sus palabras resonaron en mi cabeza antes de seguirle. 

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