Capítulo 23

189K 12.8K 1.5K
                                    

Me repetía una y otra vez que esto no podía ser verdad. Los vampiros no podían tener dos almas gemelas. ¿Qué clase de broma era ésta?

Retrocedí asustada ante lo desconocido, ante el miedo que me atenazó, mientras que el desconocido seguía mirándome desconcertado, pero sin una pizca de miedo.

—¿Cómo lo hiciste? —Volvió a preguntar dando un paso al frente, buscando acercarse a mí.

Sacudí la cabeza en gesto negativo. Luego la brisa sopló más fuerte, moviendo las hojas de los árboles y trayendo con él el olor a sangre fresca; me di cuenta de que el brazo del chico sangraba, tenía raspones y una herida que no se veía profunda, y sin saber por qué un instinto protector se apoderó de mí, quería cuidarlo y protegerlo, que nada le sucediera.

—¿No podrías simplemente darme las gracias y ya? —Espeté fríamente, arrepintiéndome enseguida. No quería comportarme así con él.

—Gracias —dijo estático—, ahora dímelo —insistió.

—No puedo —dije con pesar, si se lo decía podía condenarlo—, yo, tengo que irme —agregué dando la vuelta.

—Espera —me gritó, y en menos de lo que pensé sostenía mi brazo, deteniéndome, pero sin impartir fuerza.

Jadee y él lo hizo al mismo tiempo que yo. Había sentido algo extraño, una sensación de cosquilleo seguido por una electricidad que me estremeció.

—¿Puedo al menos saber tu nombre? —Susurró. Tragué saliva e intenté no prestar demasiada atención al aroma de su sangre.

—Gabrielle —contesté; él sonrió y poco a poco desprendió sus dedos de mi brazo.

—Qué nombre más hermoso —dijo sinceramente.

Le dediqué un atisbo de sonrisa; si fuera rumana, probablemente estaría sonrojada a más no poder.

—Mi nombre es Brent —volvió a hablar al notar que yo no decía nada.

—Un gusto, y adiós.

—No te vayas —me pidió, y nuevamente sus dedos se asieron contra mi piel sin querer soltarme y ciertamente yo no quería que lo hiciera.

Pero tendría que ser así. Pude oír a Hadrien aproximarse a donde nosotros nos encontrábamos. Si llegaba a verlo lo mataría, y no podía permitir que le hiciera daño.

—Lo siento.

Corrí deprisa alejándome de él, buscando la manera de poner más y más distancia entre ellos y el humano.

No obstante, antes de que pudiera alejarme lo necesario, me encontré con Hadrien.

—¿Qué demonios haces aquí? Es peligroso —Espetó, como si le preocupara lo que sucediera conmigo.

—Déjate de estupideces, nada va a sucederme —le dije con fastidio, dejándolo sorprendido por segunda ocasión en menos de una hora.

Él quizá se cuestionaba sobre mi comportamiento. Pero lo que era cierto es que desde que desperté como vampiro, las cosas en mí cambiaron, no sólo físicamente, sino que mis sentimientos se hicieron más fuertes y al mismo tiempo inexistentes.

No sabía si era por la naturaleza de los vampiros que eran seres oscuros y sin alma, seres que se hallaban incapaces de ver más allá de sus propios beneficios, de amar o querer a alguien que no fuera su alma gemela.

Si bien, no me molestaba este cambio, por el contrario, lo disfrutaba. Ahora podría sentirme inmune —por así decirlo— de cada acción que Hadrien realizara, como el acostarse con su exmujer bajo el mismo techo donde yo dormía.

A tu lado ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora